10/06/2019

La represión a trabajadores campesinos y fabriles por luchar contra Bunge y Born y Mercedes Benz

En los juicios a la represión en el Chaco a los militantes de las Ligas Agrarias y en Buenos Aires a trabajadores,  los testimonios apuntan a la centralidad del objetivo del Ejército de eliminar a quienes políticamente enfrentaron al poder: Bunge y Born y Mercedes Benz en estos casos puntualmente. Éstos sectores fueron convertidos en blancos de la represión; según las estadísticas elaboradas por Informe Conadep el 30 % de las víctimas fueron trabajadores, y 21 %, estudiantes como porcentajes mayoritarios. Por Lucho Soria para ANRed


Chaco

La causa Ligas Agrarias, sexto proceso por crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura, se dio comienzo a la primera parte parte del alegato fiscal en el juicio que reconstruye el accionar represivo del terrorismo de Estado contra trabajadores y dirigentes rurales. En la oportunidad, el fiscal Diego Vigay realizó ante el tribunal y las partes un análisis del contexto histórico de la represión a Ligas Agrarias, y cómo se presentaron los hechos específicos que forman parte de las imputaciones a los cinco implicados; los homicidios a Carlos Piccoli y Raúl Estigarribia, su encubrimiento bajo el montaje de “enfrentamientos” y secuestros y torturas los campesinos y militantes de base de Ligas Modesto Meza, e Hipólito y Santos Brítez, según los partes de prensa de la Comisión Provincial de la Memoria.

Eliminación selectiva

El fiscal Diego Vigay situó los homicidios y torturas juzgadas en el marco de un “Plan fundamental de eliminación selectiva de distintos sectores de la ciudadanía que no encuadraban en el proyecto de país de la dictadura.

Éstos sectores fueron convertidos en blancos de la represión; según las estadísticas elaboradas por Informe Conadep el 30 % de las víctimas fueron trabajadores, y 21 %, estudiantes como porcentajes mayoritarios”.

Justamente, en ese “30 %” es donde se ubican las Ligas Agrarias; “El movimiento cooperativo más importante de la época , que llegó a producir entre 30 y 40.000 toneladas de fibra de algodón, materia prima con la que se proveían Bunge y Born y otras multinacionales del rubro” graficó. Vigay explicó cómo la férrea defensa del porcentaje que le correspondía a los productores al momento de comerciar con las grandes firmas  y la impronta organizativa y de empoderamiento de las familias campesinas por parte de las Ligas desencadenó una reacción represiva a sangre y fuego; “ Hablamos de persecuciones masivas de Ejército y Policía en toda la provincia con los Operativos Toba y demás hechos como los que juzgamos en este juicio oral, los cuales si bien son representativos, no son los únicos”, afirmó.

“PELOTÓN DE FUSILAMIENTO”

Respecto de los hechos de homicidios el fiscal expuso primero el caso de Raúl Estigarribia; luego de mostrar una fotografía del militante, cuya familia estuvo presente en la sala de audiencias.

Estigarribia era docente rural, integrado a Ligas Agrarias, buscado desde 1974 y por ello permanecía clandestino. Pese a que se sabía cercado, continúo recorriendo los parajes chaqueños oficiando de “correo” y llevando información y alimentos a otros liguistas refugiados en los montes para eludir la represión, utilizando un documento de identidad falso para sortear los retenes y controles militares.

El 12 de febrero de 1977 fue atraído al domicilio de Francisco Iñiguez en Corzuela. Pero no encontró a Iñiguez al llegar a la vivienda, una patrulla de cuatro efectivos policiales (José Cardozo, Roberto Acuña, Rodolfo Mendoza (fallecidos), y Miguel Gonzáles, liderada por el militar Tadeo Bettolli le tendió una emboscada.

“Fue un blanco fácil para el grupo fuertemente armado y recibió tres heridas, según lo constató el Equipo Argentino de Antropología Forense, una el tórax, mortal, otra en la pierna, provocándoles rotura de huesos, y la última en el brazo”.

Vigay señaló que en la exhumación se encontraron 2 proyectiles en el cajón, que pueden no haber sido advertidos al momento y elevarían la suma de heridas a 5. Además precisó que se verificaron 6 impactos de bala en la fachada de la vivienda, es decir que se dispararon un mínimo de 11 tiros; “Esos 5 efectivos a resguardo, en posición de abanico, y contando con la sorpresa de la situación prácticamente funcionaron como un pelotón de fusilamiento” destacó (cabe acotar que con un bajo nivel de efectividad al contabilizarse más de la mitad de los disparos errados).

Luego de contrastar la reconstrucción de la emboscada  con la versión oficial redactada por el imputado Rodríguez Valiente con un relato de una balacera protagonizada por Estigarribia llevando una granada y un revolver “simulados debajo de una campera en pleno verano chaqueño, y que se apersona a la vivienda y golpea en la puerta  con el caño del arma,  Vigay fundamentó  punto por punto los testimonios en el juicio y gran variedad de  pruebas documentales sobre las que se observa por un lado la falsedad del acta en cuestión, los “aprietes” a “testigos” (secuestrados y torturados al efecto),  y la presencia y participación de los imputados en el hecho, en algunos casos como el de Bettolli,  sobre la base su propia firma en actas e informes.

Para el caso Carlos Piccoli describió un idéntico modus operandi de emboscada y luego montaje de tiroteo, con la víctima acribillada mientras se trasladaba en bicicleta por un camino vecinal del paraje Pampa Florida de la zona rural de Sáenz Peña, el 22 de abril del 79, al ser sorprendido por Alcides  Sanferraiter y Carlos Chávez (fallecido). Vigay remarcó que las heridas en cabeza y el brazo “permiten reconstruir una trayectoria de disparos de atrás hacia adelante y de derecha a izquierda, de abajo hacia arriba, a una distancia máxima de 7 metros de un fusil FAL y una pistola ametralladora PAM 3. Piccolli pasó en su bicicleta entre ambos tirados y fue sorprendido y abatido”.

El tramo final de la declaración de Vigay detalló la secuencia de torturas a tres trabajadores rurales en el marco de operativos de rastrillaje y búsqueda de los dirigentes de Ligas Rogelio Vocouber y Secundino Vallejos, a la fecha desaparecidos que se realizaron a fines de agosto de 1976 en la zona rural de Villa Berthet. El fiscal resaltó por un lado los testimonios de las víctimas, Meza y los hermanos Brítez: “Personas muy humildes, que se acercaron a esta sala con miedo luego de los hechos que sufrieron y que relataron que escucharon el nombre del subcomisario Eduardo Wischnivetzky mientras eran torturados”.

Asimismo sumó a las palabras de los sobrevivientes informes y actas de las propias fuerzas policiales por los cuales puede situarse al policía en toda la zona de los operativos, antes, durante y luego de las torturas llevadas a juicio. En las próximas audiencias continuaran los alegatos de la fiscalía y querellantes.

Mercedes Benz

En tanto continuan el juicio a la represión de los trabajadores de la empresa Mercedes Benz. Hugo Crosatto , trabajador entre 1971 y 1975 confirmó el accionar del grupo de tareas (Empresa, Ejercito y SMATA) en la represión. Ingreso a la sala portando una carpeta con nuevas pruebas documentales de ese accionar, como en todas en las fábricas de zona norte  lo precisó.

En ese contexto dijo “En el 74 ya estaban haciendo listas de trabajadores que querían sacarse de encima. Yo pude rescatar una de la oficina de mi jefe de sector”, y entregó como evidencia una fotocopia con nombres escritos a mano. “Las empresas ya estaban preparando el golpe desde mucho antes. Yo me salvé porque visibilicé la lista al interior de la fábrica”.

Y precisó Crosatto  “en abril del 76 se llevaron al compañero Juan Jose Martin. Entraron, preguntaron por él y lo fueron a buscar”, como ejemplo de la colaboración de la empresa. “Recuperó su libertad. Y lo curioso es que cuando llegó a la casa, tenía un telegrama de la empresa del día anterior donde le decían que por lo que le había pasado, le daban quince días de licencia”. Al igual que otros testimonios citó a funcionarios de la empresa como Juan Tasselkraut, Ruben Cueva y Arnaldo Ceriani, entre otros como partes activa de elaborar la lista de de trabajadores a detener. Un andar que se acentúo despues de las movilizaciones por demandas laborales tras ganar la comisión interna que el integraba.

Hugo Crossatto

En el 74 ganaron las elecciones a delegados en los cien sectores de la fábrica. “El sindicato tenía la costumbre de llevarse las urnas y siempre ganaban ellos. Pero nos pusimos firmes y les dijimos que se abran finalizado el escrutinio y con eso logramos ganar la interna. Ahí la empresa y el sindicato empiezan con presiones y a perseguir y amenazar directamente de muerte, los del sindicato iban a la fábrica con armas. El sindicato y la empresa eran exactamente lo mismo”. Destacó que en las asambleas se resolvían los paros y las movilizaciones. Resaltó la conciencia de clase de los trabajadores mas allá de las pertenencias a las organizaciones, en el caso de el del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-

Con este testimonio al igual que los anteriores de su compañero de fabrica, el rol del grupo de tareas (Empresa, Ejercito y SMATA) a la hora de la represión a la «guerrilla fabril». Con relación a la burocracia sindical agrego una tramo de unas declaraciones de Crosatto a ANRED hace un par de años.

«Respecto al papel del sindicato, como quien diría, para muestra basta un botón: «El 4 de Noviembre de 1975, SMATA saca una solicitada, firmada por Rodríguez, que decía que Mercedes Benz era una cueva de subversivos, que la Comisión Interna era apadrinada por la subversión. Eso, en épocas de la Triple A, era una condena a muerte”, reflexiona Hugo y continúa: «Yo fui, con otros compañeros, a SMATA. Y nos dijeron: «˜Así como a ustedes los apoya la izquierda, a nosotros nos apoya la derecha. Si yo levanto el teléfono, ustedes mañana son boleta’. Nosotros seguimos y como represalia el gremio nos sacó la cobertura social. Así sufrimos la perdida del embarazo de una compañera o le negaron el cambio de un marcapasos a un compañero”.

Crosatto al termino de su testimonio, después de los saludos y abrazos en el patio del tribunal, entre ellas a la sobrina de de Juan Jose Mosquera, uno de los 14 trabajadores detenidos desaparecidos que lo emociono al tiempo que repetia su nombre, requirió a la secretaria del juzgado su asistencia al juicio para presentar en su trabajo actual.



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