05/06/2019

Lo que dejó mayo, un mes clave en la recaudación de impuestos

La recaudación impositiva del mes de mayo, publicada este lunes por la AFIP, permite echar una rápida mirada a la situación económica y algunas definiciones de política económica coyunturales y estructurales. Se trata de un mes relevante porque ya es posible conocer el impacto de la cosecha en la recaudación e ingresan las Declaraciones Juradas del impuesto a las ganancias de la mayoría de las empresas. El anuncio es representativo de la orientación social del modelo macrista: ciertos ganadores empresariales, trabajadores/as que pierden, y un Estado que atrapa rentas en el corto plazo ante la crisis, pero las resigna hacia el futuro. Por Demián García Orfanó, para ANRed.


La inflación no cede, y en mayo se ubicará entre el 55 y el 57% interanual (bajo el supuesto de un 2 o 3% de incremento de inflación en el IPC de mayo). Su impacto es registrado por el impuesto a los débitos y créditos (el llamado impuesto al cheque), que arrojó un resultado interanual del 50,6% por ciento, acusando el efecto de la caída de la actividad. Este último factor comienza a sentirse con más fuerza aún en la recaudación de IVA. Este impuesto también muestra el efecto de la inflación, pero el incremento de 44,5%, se encuentra aproximadamente 10 puntos porcentuales por debajo de la misma.

El titular de la AFIP, Leandro Cuccioli, buscó explicar esa caída por la conveniencia de acelerar algunas devoluciones y reintegros, que habrían disminuído el guarismo total de IVA. Resulta llamativo ya que las medidas de ajuste fiscal tomadas por Nicolás Dujovne en agosto del año pasado incluían reducir esos conceptos. La marcha atrás en esta definición implica que el estado resigna recaudación en pos de un beneficio económico a sectores empresarios exportadores, previsiblemente en pos de incentivar la liquidación de divisas. Se trata de una preocupación de máxima prioridad para el Gobierno, ya que los cambios normativos que introdujeron ya no obligan a ingresar los dólares de las exportaciones, tan preciados para los pesados vencimientos de deuda de este año.

La devaluación que tuvo lugar entre mayo de 2018 y de 2019 alcanzó el 115%. En la recaudación de los derechos de exportación aparece ese efecto y aún potenciado. La suba de las retenciones de septiembre del año pasado, que aumento de 12 puntos porcentuales con un máximo de $3 o $4 por dólar exportado (según el producto) hizo una parte. El resto lo produjo la cosecha récord, con un crecimiento estimado de 63% en el caso de la soja y del 52% en el caso del maíz, según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Rosario. El crecimiento de este renglón alcanzó así el 254,4%. De no haberse instrumentado un límite de las retenciones adicionales a $4 por dólar exportado, la ganancia por este ítem habría sido aún mayor. La recaudación potencialmente perdida para todo el año podría llegar a $80.000 millones, en una estimación conservadora con respecto a la evolución del tipo de cambio.

La continuidad de la guerra comercial entre China y EEUU, junto con las inundaciones en este último país (uno de los principales productores del mundo) auguran una mejora de los precios a futuro y por ende una mayor recaudación.

La caída del salario real en relación a la inflación se muestra en el magro aumento de la recaudación de los aportes y contribuciones (apenas 27,0%). También evidencia la preocupante situación del empleo, con 260 mil nuevos desocupados/as entre el IV trimestre de 2017 y el IV de 2018 (según la EPH del INDEC), que afecta especialmente a las mujeres jóvenes: la tasa trepa al 21,4%, mientras el promedio general alcanza el 9,1%.

El menor crecimiento de las contribuciones patronales (21,6%) en relación a los aportes de los trabajadores/as (34,7%) es resultado de la reforma tributaria de diciembre de 2017. Si bien en aquel agitado diciembre las fuertes movilizaciones evitaron que se consume una reforma laboral pro-empresarial, el recorte paulatino de las contribuciones se impuso con esa misma impronta en el paquete de reformas impositivas.

La figura utilizada fue la instrumentación de un monto mínimo excluido del cálculo de las contribuciones, monto que va creciendo paulatinamente hasta el año 2022 (aunque sosteniendo su valor real, ya que ese mínimo no imponible se actualiza con el índice de precios al consumidor). Es decir que cada año el porcentaje aportado por los empresarios por cada salario se reduce, disminuyendo así los recursos del sistema de seguridad social.

Como contracara de un mercado laboral de paritarias a la baja, y de la mano de los menores impuestos pagados por las empresas, el impuesto a las ganancias registró un crecimiento excepcional (68,9%), que excede la inflación. Se trata del mes en que ingresan las Declaraciones Juradas de la mayor parte de las empresas. La variación luego se trasladará a los anticipos que son pagados mensualmente hasta marzo del año siguiente.

La caída de la actividad económica, con las empresas orientadas al mercado interno retrocediendo en ventas y cerrando sus puertas, implica que las empresas que sí han tenido ganancias lo han logrado de forma superlativa, logrando compensar y superar dicha caída.

Entre las causas de este año de extraordinarias ganancias se encuentran tanto las paritarias por debajo de la inflación, la obtención de ganancias financieras aprovechando la devaluación y la apuesta a las tasas astronómicas de las lebacs (que por primera vez pagarán un impuesto cedular) y la baja de las contribuciones patronales. Esas empresas que han obtenido ganancias extraordinarias van a pagar un porcentaje de impuesto que retrocederá desde el 35% hasta el 25% en pocos años, y se les permite desde abril de este año ajustar los balances por inflación (es decir, reduciendo aún más la tasa efectiva para los próximos anticipos a pagar).

El mes de junio también traerá datos interesantes para analizar, con el vencimiento del impuesto a los bienes personales, y las declaraciones juradas de ganancias de las personas físicas.

Estos trazos gruesos del anuncio del comienzo de esta semana son más que representativos de la orientación social del modelo macrista: ciertos ganadores empresariales, trabajadores/as que pierden, y un estado que atrapa rentas en el corto plazo ante la crisis, pero las resigna hacia el futuro.

Foto de tapa: TN



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