Diego Cagliero, campeón de la panza al Bernabeu
Diego Cagliero tenía 30 años y fue asesinado en otro caso de gatillo fácil producido por el accionar ilegal e ilegítimo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Esta vez, en el partido de Tres de Febrero. Por Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino.
El 16 de Agosto de 1987, River le ganó por 3 a 0 a la Liga Deportiva Alajuelense de Costa Rica con goles de Jorge Villazán, de Juan Funes y de Héctor Enrique. Con ese resultado, se consagró campeón de la Copa Interamericana en el Monumental. Para ese entonces, Diego tenía vida pero aún no conocía otra cosa que el vientre materno.
“Mi hermano es hincha de River desde que estaba en la panza de mi mamá”, cuenta Yamila. Su padre y su abuelo le transmitieron el amor por la banda roja a toda la familia. Diego, que había nacido campeón, supo amar la camiseta desde chico y compartir ese amor no sólo con su familia sino con muchos amigos que hizo gracias a River. Socio desde chiquito, participó de peñas y alentó a su equipo todas las veces que pudo, aun cuando las distancias se hacían grandes o los resultados no eran los mejores.
El domingo 19 de mayo, Diego transitó por la dolorosa experiencia de ir al velorio de Pablo, uno de sus mejores amigos y compañero de cancha. Después de despedirlo, sus amigos pasaron por un supermercado en el que tuvieron una discusión con el cajero. Al salir, se subieron a la camioneta y se fueron tranquilos mientras los encargados de la seguridad del supermercado llamaban a la policía. Eran alrededor de las 13 cuando partieron a buscar los bombos -sí, además de River, a Diego lo apasionaba la música- para ensayar con la murga en la plaza de Martín Coronado, su barrio. A la altura de Avenida Márquez, empezaron a sonar las sirenas. Se detuvieron, la policía los rodeó y ellos bajaron con miedo. Fueron aproximadamente diez efectivos de la Policía Bonaerense los que abrieron fuego: Diego murió en el acto y un amigo quedó herido.
Diego tenía 30 años y fue asesinado en otro caso de gatillo fácil producido por el accionar ilegal e ilegítimo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Esta vez, en el partido de Tres de Febrero. Otra vez, en un contexto de país en el que pareciera que los históricos impulsos represivos son estimulados desde el Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Su familia aún no sabe los nombres de los efectivos responsables de su muerte. El sábado 25, mientras su amado River celebraba los 118 años de vida, sus amigos y familiares se concentraron en el anfiteatro de la plaza del barrio para marchar hacia la comisaría. “Les pedimos a todos los que conocieron y quieren a Diego y a su familia que estén presentes y compartan esta cita. Lo mismo para aquellos que, sin conocernos, desean justicia”, fue el mensaje que difundieron. Cuando llegaron, se concentraron frente a la Comisaría Eufrasio Álvarez, ubicada en Bernabé Márquez 1480. No hubo autoridades que atendieran a la familia pero sí decenas de policías custodiando las precarias instalaciones. Habían pasado seis días y seguían aguardando que alguna autoridad los recibiera para brindarles alguna explicación.
Desde su primera copa, esa que palpitó en la panza de su mamá, hasta la Libertadores que River ganó en el Santiago Bernabéu el 9 de diciembre de 2018, pasaron 31 años: los mismos que iba a cumplir Diego. Su hijo, que nacerá próximamente -campeón, como nació su papá-, seguramente será de River. Diego soñaba con llevarlo a la cancha junto a su ahijado. No podrá ser: quien le arrancó la vida de un balazo le arrebató uno de los sueños más potentes que tiene cualquier hincha.
Con firmeza, su familia y sus amigos marchan y seguirán marchando para exigir justicia. Porque la perseverancia de los que se niegan a olvidar es lo que mantiene viva la memoria. Porque, en Martín Coronado, Diego está presente con su música, al igual que lo está en cada grito de aliento que suena en el Monumental. Y porque los suyos, algún día, le contarán a su hijo que nació campeón. Como su padre.
Fuente: Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino