30/05/2019

Yanina y las que creyeron en ella

Las que creen desde el barrio, las que saben caminarlo, las que encuentran en las lágrimas y en los abrazos más razones para pedir libertades. Por supuesto que hay nombres y apellidos, pero es la identidad de la Comisión por Yanina Farías que torció el brazo al inefable fiscal de juicio, Guillermo Altube, quien buscó por todos sus medios «condenar a una madre víctima de la violencia física y sexual de José Alfredo Leguizamón», autor material del homicidio de Xiomara, una bebé de dos años (hija de Yanina) que recibió los golpes del asesino. Por Valentina Mesa para Desalambrar


Yanina, que presenta un retraso madurativo, llevó a Xiomara a la Unidad de Pronta Atención en Cuartel V. Los profesionales asistieron a la bebé pero abrieron la puerta a las dudas e interrogantes que, para la justicia, fue prisión e infierno de una mujer víctima. Aquel 7 de agosto de 2017 se inicia una nueva fase de vulneración hacia Yanina Farías, presa en un penal sin documento nacional de identidad, sin saber que su hija había muerto, sin comprender el abuso de todos los poderes. Los que cerraron el caso en forma inmediata tuvieron ante sus ojos la fuerza de las que «CREEN», no sólo en la inocencia sino en la justicia que brota desde los corazones barriales.

La Comisión por la libertad de Yanina Farías, joven mujer de Cuartel V, no cesó nunca de visibilizar, caminar, desandar encrucijadas, retomar el sendero y llegar hasta la plácida Ciudad de Mercedes donde anida la justicia corporativa. Allí, donde el poder se expresa con toda su simbología, la verdad, la historia y los hechos torcieron la perversidad. Yanina Farías, luego de 600 días de detención, quedó en libertad, absuelta.

Leguizamón, el asesino de Xiomara y quien abusaba sexualmente de Yanina, espera condena.

En la calle, Yanina piensa en vivir con sus dos hijos varones, «los que quedaron». La Comisión no se desarma, trabaja para que ese muro que la privó de la libertad no se vuelva elástico.

Con sus 32 años de edad, Yanina Farías manifiesta el querer, su derecho, un horizonte: «Quiero una casa para mí y mis hijos».

«Estoy tranquila por estar afuera y disfrutar de mis hijos. No estoy muy bien que digamos pero trato de salir adelante».

Hace una semana que recuperaste la libertad, ¿cómo reconstruis el día a día?

Mis hijos me acompañan a mí porque yo sin ellos no soy nada. Ahora tengo a los dos varones, que me quedaron. El día a día es estar con ellos y disfrutarlos.

¿Te sentís acompañada?

Sí, no solo por mis hijos sino por la gente que me apoyo durante estos dos años que estuve detenida. Voy a seguir adelante y luchando el día a día.

Las chicas de la Comisión siempre rescatan tu entereza, ¿qué te dio fuerza para soportar los dos años de cárcel?

Las chicas, por ese ayudar a los demás y la fuerza que tienen para seguir ayudando y acompañando. Esa fue la fuerza para aguantar los dos años.



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