18/05/2019

Yo voto a Sansa

Ocho razones por las que la señora de Invernalia es la gran heroína feminista de Juego de Tronos. Por Irantzu Varela / Pikara Magazine.


No sé si va a ser la reina, pero -desde luego- es la puta ama. De hecho, mi final favorito de Juego de Tronos sería la declaración de una República Federal, con elecciones democráticas, candidatas feministas y un referéndum de independencia para el Norte, y para los territorios que lo demanden. Y Sansa la jefa de todo el cotarro.

Es que Sansa mola mucho.

Mola en lo que se ha convertido, después de pasar por todas las violencias a las que se puede enfrentar una mujer que habita la feminidad hegemónica en un sistema heteropatriarcal. Mola por la resiliencia, por los aprendizajes y por la capacidad para perder el miedo y decidir no volver a encontrarlo. Y por la mala hostia que se le ha ido poniendo. Os cuento por qué yo creo que Sansa Stark es el personaje de Juego de Tronos más feminista:

1- Iba para reina heteruza, pero ha salido amazona

Ella era monísima desde pequeña, y se hacía sus propios vestidos y miraba al suelo, sumisa y coqueta, y tenía esa piel, y ese pelo, y esa pinta como de aguantarlo todo, como de no reírse a carcajadas ni enfadarse a lo bestia nunca. Como de consorte. Como de buena hetera.

Parecía que su sino se estaba cumpliendo cuando el futuro rey, ese Joffrey abominable y asustadizo, reparó en ella, la miró y se la quiso quedar. Y ella, como una buena hetera, coge su baúl y deja a su familia y su tierra, y se va, como La Sirenita, detrás de un hombre que sólo ha hecho el mérito de elegirla.

Y mírala, prometida al rey más bobo de la historia, casada con el hermano humillado, casada otra vez con un psicópata, víctima de los celos de su tía y del acoso del pretendiente frustrado de su madre… y, ahora, que no se le acerque un hombre, que lo manda a rajar. Eso es aprender, no me jodáis.

2- Ha encarnado todas las formas de violencia

La imposición de la belleza hegemónica. El precio que las mujeres que responden a la belleza hegemónica tienen que pagar por ser su único valor. Los golpes de quienes necesitan maltratar a mujeres en público para reafirmar su masculinidad. La humillación pública del hombre que pierde el interés por su belleza. El acoso de los señoros mayores con ansia de conquistar la juventud en su cuerpo. El matrimonio forzado. La violación de su intimidad. La violación. Las violaciones constantes, diarias, por todas partes. Los golpes. El secuestro en su propia “casa”. El matrimonio con su violador.

“Todavía lo noto.

Y no me refiero a que me duela mi tierno corazón.

Lo que aún noto es lo que le hizo a mi cuerpo.

Aquí, ahora mismo”.

Y ella, con toda esa violencia, se cose una coraza de madurez, indolencia y aprendizaje, que la aleja del victimismo tanto como de la felicidad, y la convierte en una mujer lista, justa, enamorada de su pueblo, de su familia, de su tierra. Una loba que marca su territorio y protege a mordiscos a quienes pretendan tocar a su manada.

3- Le han impuesto la feminidad y ella le ha dado la vuelta

Su padre, con toda la buena intención, le regala una muñeca cuando ya tiene edad de aprender a serlo ella misma. Cuando a su hermana le regala una espada y clases de esgrima. Ella es la muñeca. Preciosa, frágil, dócil, inmóvil, con piel de porcelana, con pelazo. Casarse, ser violada, parir, sonreír. Ese era el plan para ella.

Y ella raja la cama el día que su feminidad la tiñe de sangre, y empieza así una lucha contra la niña, la madre, la esposa, la consorte, la muñeca, la carne comestible en la que la quieren convertir. Y va abandonando la mirada asustada y empieza a mirar de forma altiva, desde arriba. Como la gente soberbia o quien no tiene nada que perder.

4- Es indepe

Ese momento de cuñadas haciéndose amiguis, pero desde la condescendencia de una Daenerys a la que ella fue la primera en ver el plumero, como con aire de perdonarle la vida, esa cosa tan de rubia platino, y ella, cuando la rubia baja la guardia, le suelta: “¿Qué hay del Norte?” (Madre mía, ¡qué grito pegué! ¡Sí! ¡Esa Sansaaaaa!) “Dijimos que nunca volveríamos a arrodillarnos”. Y la señora que ha dedicado su vida a perseguir el trono (bueno, y a acabar con la esclavitud, vale) y que aprendió a satisfacer a su violador, en vez de rajarle el cuello; se queda con cara de susto, como de 155.

5- Ejerce el poder desde el cuidado y el servicio

Abre las puertas, se preocupa de las provisiones, exige que el ejército descanse. Da órdenes y son todas para el cuidado. Manda como una mujer. Y eso es bueno. Manda como alguien que no quiere nada para ella, más que ser capaz de librar a quienes la quieren de todo lo que es capaz de hacer la gente que sólo busca obediencia. Comida, refugio, seguridad, buena vida, tierra y casa. El trono y el poder le dan igual, le importa la gente y que quienes le deben dolor, lo paguen. Sin intereses. Por eso, ella tiene que mandar.

6- No ha matado a nadie

Porque lo de Ramsey no es matar. Es soltar a unos perrillos hambrientos y dejar que acaricien a su amo…

Sansa es un poco como el feminismo. Sufre agresiones y violencias, pero ha decidido no ejercerla (de momento). Los recuerdos de lo que ha vivido le sirven sólo para no repetirlo.

7- Pasa del amor romántico

Que dices tú: “Normal, con lo que ha vivido”. Que otras nos hemos hecho bolleras por bastante menos. Y, especialmente en esa deriva hetero que les da a esos dos bollerones que son Arya y Brienne, que se ponen al final a follar con señores, como ni no se les viera la pluma desde lejos. Pues ella no. Como una Turandot con abrigo de cuero, se pone a querer a su pueblo y desconfía de las que buscan príncipes, que sabe que nunca traen nada bueno.

Por no tener, no tiene ni caballero. Tiene a esa giganta valiente y leal, que la protege por sororidad y porque las dos saben que no siempre la apariencia frágil esconde fragilidad. Y viceversa.

8- Porque no es una copia

Por eso Sansa mola tanto. Porque es a veces Thelma y a veces Louise. Porque vive, como hemos vivido todas, la violencia y la incapacidad para defenderse de ella en los mismos términos. Porque aprende, porque sabe en quién confiar, porque no ve enemigas en las otras, si no lo son. Porque no quiere ser como su madre, ni como su hermana, ni como esa Lady Macbeth con sangre y vino en las manos que es Cersei, sino como ella misma. Porque no se convierte en guerrera para dejar de ser una muñeca, sino que construye su propia forma de pelear y su propia forma de ejercer el poder.

Por eso, porque salimos de la feminidad a hostias, porque aprendemos a cuidarnos entre nosotras, porque no respondemos a la dialéctica violenta, porque sólo usándola somos conscientes de nuestra fuerza, porque no queremos ser muñecas para que jueguen los príncipes de pega, porque queremos una buena vida para nuestra gente y sabemos quiénes son las nuestras… por eso, Sansa es nuestra reina.

Fuente: Pikara

 



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