06/05/2019

Las lecciones del 1 de Mayo parisino

Con las manifestaciones del miércoles pasado, la tradicional jornada de los y las trabajadoras alcanzó en Francia una transformación radical: pese a las fake news del gobierno y a la represión brutal de la policía, una nueva convergencia popular y sindical salió a la luz en este día histórico. Texto publicado en «Cerveaux non Disponibles» | Traducción: Pier Rot | Fotos: Martin Bé.


Este 1 de Mayo fue la demostración perfecta de la continuidad y de la tenacidad de un movimiento popular ya histórico. Histórico por su duración, porqué una revuelta social nunca en Francia resistió tanto tiempo, pese a todas las estrategias encaminadas a apagarla. Ya son 25 semanas, y no han aún demostrado ninguna señal de debilidad en la calle y continúa teniendo el ferviente respaldo del pueblo francés. Histórico además por su composición, porqué cada manifestación, semana tras semana, escapa de todos los pronósticos en términos de número y de aspecto.

Tradicionalmente el 1 de Mayo, día de los y las trabajadoras, siempre había sido el día más importante para los sindicatos que conmemoran ese día con marchas, tanto en Francia, como en el extranjero.

Como símbolo de la lucha de clases, es el momento en que todas aquellas personas que lo encarnan y se identifican con ello, se unan para conocerse, mezclarse, concordar y mostrar que de verdad son todavía conscientes de la necesidad de mantenerse unidas para luchar contra los que sacan beneficio del control de los y las trabajadoras.

Sin embargo, desde hace dos años la configuración del 1 de Mayo está en plena mutación y hasta vuelve a recuperar una inspiración revolucionaria. La lucha en contra de la Ley Laboral de 2016 fue el primer resultado de este proceso y recordamos especialmente las manifestaciones ofensivas de 2016, 2017 y 2018 con el nacimiento de un frente que encabeza todas manifestaciones (cortège de tête)1 extremamente masivo, unido y formado por estudiantes, migrantes, jóvenes y demás sectores que sufren la precarización actual.

El gobierno respondió con una represión feroz y ocasionó la retirada de los sindicatos, completamente desbordados por los acontecimientos.

En este 1 de Mayo la tensión era muy palpable ya desde hacía algunos días. La multiplicación de las llamadas «a la revuelta» en las redes sociales, mostraba que la paciencia de los chalecos amarillos estaba al límite, ante las humillaciones permanentes del Estado.

El gobierno había sembrado intencionalmente una atmósfera angustiante para tratar de desarticularlos a través de «fake news», de rumores incesantes sobre la supuesta llegada a París de miles de alemanes decididos a «batirse» y sobre el peligro inminente de la revuelta. El propósito del gobierno fue de disuadir a los y las manifestantes de tomar las calles. Sin embargo, lo que saltó a la vista fueron las miles de personas que llenaron el emblemático Montparnasse desde la mañana.

Esto demuestra una vez más la forma de actuar de los chalecos amarillos, que rompen con las reglas tradicionales de una estructura sindical o política en cuanto a su forma y manera de intervenir. Si bien el cortejo sindical tenía que ponerse en marcha a las 14 horas, desde el mediodía una muchedumbre se lanzó espontáneamente hacia Place d’Italie.

Durante la jornada se pudo visualizar la táctica del gobierno y su policía: con el fin de inmovilizar y bloquear a los manifestantes (nasses2), frenaron brutalmente el avance de las primeras columnas de participantes. También hubo enfrentamientos en la estación de metro de Vavin y centenares de detenciones violentas.

Sin embargo, una angustia, una tensión sorda y palpable se percibían desde el principio, y la palabra «Révolution» tenía un sabor muy particular, exigida con cánticos por una muchedumbre que estaba dispuesta a continuar su camino, no solamente para unas reivindicaciones sociales, sino para para la reivindicación última, la de la libertad.

Nos preguntábamos que argumento podía aún hallar el ministro del Interior Castaner y su pandilla para humillar y tratar de callar los gritos de dolor de un pueblo enfadado.

En este ámbito, la creatividad del gobierno a la hora de fantasear inventando situaciones es maravillosa. Según lo dicho por Castaner, “unos malvados vándalos entraron en el Hospital Pitié Salpêtrière, con el fin de atacar a los pacientes en estado de reanimación”.

Al día siguiente, los sindicatos y el personal del hospital negaron rotundamente la interpretación mediática y gubernamental de este incidente. La realidad fue otra muy distinta: unos estudiantes y manifestantes perseguidos por la Policía, en un momento de pánico entraron en el jardín del hospital para protegerse de los incesantes gases lacrimógenos y de las cargas policiales.

Hasta los sindicalistas conocieron la violencia ciega de la Policía. El personal de seguridad de la CGT había sido atacado por la Policía en 2018, su secretario general Philippe Martinez, ingenuamente indignado por la violencia de la acción, fue sacado del cortejo.

La violencia de las fuerzas del Orden público está presente desde hace mucho tiempo y es ilegítima y abusiva. Hemos visto en imágenes el accionar policial. Este año nuevamente la característica marcha del día de los y las trabajadoras fue limitada, ya que personal del orden público inmovilizaron también a miembros de la CGT, sin poder éstos continuar marchando.

En general, en este 1 de Mayo de 2019 los sindicatos se encontraron en una situación inédita: la convergencia popular que tanto fue evocada por ellos desde hace ya dos años se puso en práctica espontáneamente por los manifestantes. La vanguardia combativa de manifestantes (cortège de tête) se manifestó como un lindo mosaico totalmente inesperado de manifestantes, uniéndose columnas de manifestantes de distintos frentes, que se organizaron espontáneamente para estar en la parte trasera, y así felizmente por sus lazos solidarios y su capacidad de organización rápida y eficaz, se llegara hasta el final de esta marcha ya memorable.

Los intentos de parar el movimiento por parte del gobierno datan del 1 de diciembre exactamente, cuando la revuelta dio un giro casi insurreccional. Es fundamental tomar rápidamente consciencia de ello y actuar en forma racional sin ponernos melancólicos. La rabia no se apaga y todo puede ser posible a través de este ímpetu increíble. Entonces la fuerza de la acción colectiva puede vencer a las fuerzas de represión. ¿Será una cuestión de tiempo? Veremos…


1Literalmente «bloque delantero». Desde hace tres años el término cortège de tête indica el bloque disidente del cortejo, que desde los primeros metros de las manifestaciones ocupa la cabeza del cortejo.

2Nasse o kettling en ingles define al dispositivo policial que consta en circundar a los manifestantes con el fin de aislar el cortejo, o una parte de ello, para inmovilizarlo.



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