01/05/2019

¿Para qué conmemorar el 1º de Mayo?: el pasado nos trae imágenes para pensar nuestro presente

El día internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras se remonta a 1889, cuando un grupo de trabajadores estadounidenses iniciaron una huelga por la reducción de la jornada laboral a 8 horas, que solía extenderse de 12 a 16 horas inclusive. Fueron brutalmente reprimidos por la policía y luego fueron enjuiciados 31 de ellos, determinando la muerte de cinco militantes anarquistas. Algo por lo que lucharon esos trabajadores hoy nos parece de lo más común, como todos los derechos sociales y laborales conquistados. Sin embargo, aún perdura la relación entre capital-trabajo y en la actualidad el combo neoliberal acecha estas luchas ganadas. En Mendoza, por ejemplo, la cadena de supermercados Atomo, de la familia Millán, tiene casos de explotación laboral y denuncias por maltratos. Por ANRed.


El día internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras se remonta a 1889, cuando un grupo de trabajadores estadounidenses iniciaron una huelga que se terminó extendiendo por todo el país. La lucha se organizó por la reducción de la jornada laboral a 8 horas, ya que esta solía extenderse de 12 a 16 horas inclusive. Durante este episodio los huelguistas fueron brutalmente reprimidos por la policía y luego fueron enjuiciados 31 de ellos, determinando la muerte de 5 militantes anarquistas partícipes de las jornadas de lucha.

Este día nos remonta a esas luchas y nos lleva a pensar: cómo algo que parecía inalcanzable y por lo que tuvieron que luchar esos trabajadores estadounidenses hoy nos parece de lo más común, así como todos los derechos sociales y laborales conquistados hasta nuestros días.

Sin embargo, aún perdura la relación entre capital-trabajo y en la actualidad el combo neoliberal acecha estas luchas ganadas. A nivel global el capitalismo avanza con la reorganización productiva en forma de trabajos precarizados, bajo la idea de un «trabajo independiente» que permite trabajar las 24 horas; sí ¡las 24 horas!.

Nos impone volvernos una fuerza de trabajo flexible que tenga la capacidad de adecuarse a los avances tecnológicos y a las demandas del mercado, formas que se replican lentamente en sociedades con ciudadanos aislados e individualizados y se difunden en los espacios colectivos de debate y movilización que cada vez pierden más fuerza.

Este contexto y la crisis económica inflacionaria que no permite llegar a fin de mes, que trae consigo quiebras de empresas y negocios dejando a miles despedidos/as, trabajos en negro, precarización laboral, salario por debajo del índice inflacionario, también nos concierne como masa trabajadora. Estas jornadas especiales, sirven al conjunto de la sociedad, para recordarnos que no solo dedicamos cuerpo y mente al trabajo, sino al contexto en que nos encontramos, todos nosotros/as: trabajadores, docentes, pequeñxs comerciantxs, estudiantes, obreros, amas de casa (a quienes por fin se les está reconociendo el arduo trabajo no remunerado que realizan), etc. estamos implicados en cada una de estas situaciones.

Y estamos implicados porque las viejas formas de explotación del trabajo que en el pasado movilizaron a miles por la reducción de la jornada laboral se están renovando. El suceso que nos concierne hoy, está relacionado con la cadena de supermercados cuyana manejada por la familia Millán, la cual ya ha estado implicada innumerables veces en casos de explotación laboral y denuncias por maltratos.

En esta ocasión, hablaremos específicamente de la sucursal ubicada en la calle San Martín del departamento de Las Heras, en donde varios empleados han afirmado que desde hace un tiempo se han dejado de contratar mujeres «ya que los hombres no se embarazan y sirven para más cosas», por lo que se ve al género masculino mucho más eficiente. Además, confirman que la empresa sigue sin darles las cosas que corresponden y por último, muchos de estos trabajadores dicen haber visto cómo el personal de seguridad mete al baño a personas que están robando, sin haber anunciado a nadie más tal hecho, para someterlos a golpizas y violentas humillaciones.

Foto: La Izquierda Diario

Las postales de la ciudad cuyana de Mendoza también se colman por estas renovadas formas de trabajo, en el que no se es trabajador, sino “colaborador”. Jóvenes que ingresan el “mercado laboral” poniendo sus bicicletas o motos y pagando sus mochilas de traslados de comidas porque trabajan para una aplicación. Lo viejo se renueva: antes el trabajo en relación de dependencia, hoy las tecnologías de la comunicación te garantizan un trabajo de jornada flexible, pero con ritmos y formas de trabajo controladas.



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