20/04/2019

Silvia Federici: acumulación y caza de brujas

La influyente teórica feminista italiano-estadunidense, que enfatiza la importancia del trabajo reproductivo de las mujeres para la acumulación capitalista (desde sus orígenes), en los setenta fue una de las fundadoras del Colectivo Feminista Internacional y movimiento ‘Wages For Housework’. Sus escritos sobre la demanda del salario por el trabajo doméstico –¡Lo llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado!– han sido revolucionarios. Oponiéndose a la división entre el trabajo asalariado de la fábrica (masculino) y el desvalorizado trabajo doméstico (femenino), declaraba al hogar “un espacio central de la resistencia al capital”. Si bien el movimiento no prosperó, fomentó la consciencia sobre la explotación en casa y popularizó la noción de la reproducción. Por Maciek Wisniewski.


En una colección de textos de aquella época – Revolution at point zero: housework, reproduction, and feminist struggle (2012)– apuntaba: no se trata de cambiar la naturaleza de nuestro trabajo, sino de dejar de reproducirnos como trabajadores, como fuerza de trabajo, como mercancía (p. 39).

II. En su obra principal –Caliban and the witch: women, the body, and primitive accumulation (2004)– Federici reconstruye famosamente –y a contrapelo de Marx (sic)– la acumulación originaria y el paso del feudalismo al capitalismo desde el punto de vista de las mujeres. Analizando las medievales cazas de brujas como un elemento esencial para esta transición –y la expansión de esclavitud y colonialismo: de allí el Calibán (Shakespeare), quintaesencial sujeto colonial al lado de la bruja– lo ve más bien como un giro reaccionario –una contrarrevolución de las élites feudales ante el auge del comunalismo campesino– que tomó como su objetivo la mujer –su desvalorización como un sujeto y la destrucción de su poder social (p. 100)– a fin de imponer control sobre su cuerpo y capacidades reproductivas para asegurar la mano de obra para el mercado. Junto con los cuerpos femeninos –en su visión– se apropiaban y expropiaban tierras (los cercamientos) para el nuevo régimen de explotación.

III. Viendo al salario –más que cantidad de dinero– como una forma de organización, instrumento de jerarquización y hablando del patriarcado del salario –término que introduce en Caliban– Federici expone a la vez la falacia de la liberación de las mujeres mediante el salario/el avance en el mercado, el argumento predilecto del feminismo neoliberal; por otro lado formulando una serie de acusaciones a Marx –Patriarcado del salario (2018)– por sus (supuestas) cegueras al tema de la reproducción y su centralidad para la acumulación –“el hogar también es una ‘fábrica’, una que produce los trabajadores”– subraya cómo la violencia interfamiliar es la herramienta del disciplinamiento de la mano de obra reproductiva (para una crítica desde el feminismo a esta centralidad y algunas ambigüedades federicianas respecto a Marx, véase: Nosotras, el proletariado; El feminismo desde Marx y más allá de él

IV. Siguiendo el argumento de Caliban… –la alienación de las mujeres de los medios de (re)producción como condición para el despegue capitalista– en otra colección de textos (Witches, witch-hunting and women, 2018) Federici insiste en tratar la acumulación originaria como una fase permanente del capitalismo, viéndola en diferentes violencias contemporáneas hacia las mujeres –maquilas, etcétera– que apuntan en contra de sus capacidades organizativas; desvela las raíces de la noción del chisme; analiza –a partir de su experiencia de trabajar en Nigeria– la actual ola de asesinatos de mujeres –¡acusadas de… ser brujas!– a lo largo de África (y Asia), en los mismos términos que las cazas medievales: hoy, las cazas de brujas –subraya– son la herramienta de la globalización (sic) y parte de un promovido por BM y FMI ataque a los sistemas comunitarios de tierra –con una justificación teológica de las sectas pentecostales financiadas desde EU– con tal de eliminar (o expulsar) sus dueñas y expandir la frontera de la acumulación.

V. Según Federici una generalizada crisis de reproducción causada por el ataque neoliberal a la esfera de los cuidados –recortes en salud o educación son una forma de violencia– fuerza a las mujeres a trabajar fuera y dentro de la casa para compensar ausencia de servicios sociales propiciando formación de un nuevo patriarcado: las mujeres de hoy deben ser tanto productoras, como reproductoras. Subrayando cómo los medios de subsistencia se vuelven un nuevo terreno de disputa –expansión capitalista/resistencia– une en su análisis Norte y Sur regidos por una nueva división internacional de trabajo (Revolution…, p. 28) e integra la naturaleza, en la medida en que la explotación femenina se ve intensificada por otra ronda de cercamientos: privatización de tierra, agua, semillas, extractivismo. Aquí es donde entra también su trabajo sobre los comunes (Re-enchanting the world: feminism and the politics of the commons, 2018), que junto con el salario pueden ser dos elementos que se refuerzan mutuamente: la clave está en cómo uno expande su autonomía.

Fuente: La Jornada



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