15/12/2018

Francia: la insurección de los chalecos amarillos

El gobierno francés, atemorizado por 24 días de caos y parálisis en el país, cedió migajas e hizo promesas que no son creídas. La gente “no quiere migajas sino toda la baguette y, si no se la dan, va a ocupar la panadería”. Va por más. Por Guillermo Almeyra.


A los Chalecos Amarillos (Ch. A.) se les han unido los estudiantes secundarios y los universitarios de Nanterre, donde empezó el 68. También los partidos de izquierda y muchos sindicatos de la CGT (transporte, funcionarios públicos) y, en el departamento de Isle-de-France, las centrales CFDT, FO, FSU y Solidaires que desfilarán en París, lo que ayudará a evitar las provocaciones.

Por su parte, gracias a su mayoría en el Parlamento, el gobierno superó la moción de censura en un debate donde el eje central no fueron las instituciones sino los Ch. A., pero su partido La République en Marche (LRM) no llega en las encuestas preelectorales ni al 20 por ciento y es superado por Rassemblement National (RN), el partido de extrema derecha lepenista disfrazado ahora de conservador, con el 24 por ciento. En esa Francia que se abstiene en las elecciones, quema su carnet de elector o se dispone a votar mayoritariamente por la extrema derecha o la derecha no lepenista pero muy reaccionaria, los Ch.A. podrían dar esperanzas.

Sus revindicaciones son fundamentalmente salariales y aún no se pronuncian contra los patrones ni contra el sistema capitalista, aún desconfían de los partidos -que consideran oportunistas- y de los sindicatos, a los que ven como aparatos con fines propios (la sindicalización en Francia en la industria oscila en torno al 10 por ciento de los trabajadores). Todavía luchan mucho más por conseguir combustible más barato para su automóvil privado que por la restitución de los ramales ferroviarios clausurados por el gobierno y la falta de transporte público que obligan a utilizar millones de coches, derrochando materias primas y energía y contaminando, para ir a hacerse explotar lejos de las casas de los trabajadores. En particular, aunque no hacen pronunciamientos racistas o xenófobos, tampoco combaten expresamente el racismo y la xenofobia.

El fondo de sus reivindicaciones es, sin embargo, objetivamente antisistémico. Anteponen, en efecto, la economía moral a las leyes y valores del capitalismo. Para los Ch.A., y la mayoría del pueblo francés, el derecho a una vida digna, a una vivienda decente, a una vida cotidiana segura y al trabajo y el tiempo libr,  están por sobre la propiedad privada, las ganancias y el mercado y la economía debe servir a los seres humanos en vez de esclavizarlos.

Ese sentimiento dio la base a la Revolución Francesa, a las barricadas y alzamientos obreros en Lyon en 1830, en Francia en 1848 y a la Comuna de París, la Resistencia y el 68. En los Ch.A. hay un sentimiento confuso y una conciencia histórica profunda que son revolucionarios y podrían ayudar a superar la aceptación del consumismo, del individualismo, del conservadurismo que todavía imperan en las mentes de quienes enfrentan una brutal represión del sistema creyendo luchar sólo contra un gobierno al que odian, sobre todo, por su soberbia, su arrogancia, su desprecio.

El gobierno, atemorizado por 24 días de caos y parálisis en el país, cedió migajas e hizo promesas que no son creídas. La gente “no quiere migajas sino toda la baguette y, si no se la dan, va a ocupar la panadería”. Va por más. El gobierno, para aflojar algo, prefirió otorgar unos 15 mil millones de euros endeudando al país (de todos modos, la deuda la pagarán los contribuyentes actuales y los futuros) en vez de tocar a los multimillonarios que este año declararon ganancias por 50 mil millones de euros y escondieron al Fisco otros cientos de miles de millones más en los paraísos fiscales. Con la supresión del Impuesto a la Fortuna favoreció a los multimillonarios y con la flat tax, la supresión de algunos impuestos, enriqueció más al 10 más rico de la población mientras aumentaba los impuestos para todos los explotados y agravaba la intensidad del trabajo con sus leyes antiobreras y sus recortes de personal.

Por eso ahora los Ch.A. exigen el control de la evasión fiscal, la reposición del Impuesto a la Fortuna y la supresión de la derogación de impuestos a las empresas en nombre de la dignidad, de la igualdad, de la fraternidad, de la justicia, o sea de valores que el capitalismo no reconoce y recuerdan los Estados Generales de antes de la Gran Revolución, al mismo tiempo que se niegan a tener jefes y líderes.

El gobierno, desesperadamente, quiere dividir a los Ch A. y lanza la provocación racista de la “identidad nacional” o finge que la insurrección de hecho no es más que una protesta por “más goulash”, como decía la burocracia soviética, hermanada en esto con los hombres del capital financiero.

Hay en Francia (y en parte en los Ch. A.) una peligrosa tendencia fascista latente, pero también hay una posibilidad democrática y anticapitalista que dependerá de la evolución de la actual unión entre las clases medias trabajadoras con los más explotados, gracias a la incorporación de otros sectores en lucha y, sobre todo, de las grandes fábricas, donde hay mucha discusión.



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  1. Francia: la insurección de los chalecos amarillos | Espacio de Sergio · 2018-12-17 18:22:25
    […] http://www.anred.org/?p=108112 […]

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