02/11/2018

Día de los muertos: sobran periodistas en el altar

El 2 de noviembre se conmemora el Día de los muertos y en México los altares están llenos de periodistas. Según datos recientes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, del 2000 a la actualidad, han sido asesinados 140 comunicadores por ejercer su profesión. Por Candela Cafiso para ANRed


«Que nos maten a todxs, si esa es la condena por reportar este infierno», escribió el periodista Javier Valdez Cárdenas después del asesinato de su colega Miroslava Breach Velducea, en marzo de 2017.

51 días después, cuando salía de las oficinas de Ríodoce -semanario donde trabajaba- ubicadas en Culiacán, en el Estado de Sinaloa, lo mataron de doce tiros. Doce tiros por la espalda que pretendieron callar cientos de párrafos valientes.

El infierno es ser periodista en México.

Y el terror, como ya nos enseñó San Rodolfo Walsh, se basa en la incomunicación.

1 de diciembre, 2012.

Enrique Peña Nieto asume la presidencia de México.

Y 1986 agresiones a periodistas.

Y 66 asesinadxs.

Y unos cuantos desaparecidxs.

1 de diciembre, 2018.

Peña Nieto le entregará la banda presidencial a Andrés López Obrador.

El actual mandatario aseguró hace unos días que una vez que concluya su mandato buscará reinventarse y a lo mejor, hasta periodista se vuelve.

«Tanto he leído y visto cómo les va, que les va muy bien, que no estaría mal. Les va mejor que a los políticos», aseguró.

La pedagogía del cinismo

Hostigamiento, intimidaciones, persecución, llamadas telefónicas a distintas horas, daños en sus casas, cárcel, desapariciones forzadas y muerte. Así es el escalón de la política de Estado para la prensa. No se cuela por ningún párrafo la casualidad: desde su rol la mayoría cuestionaban a políticos locales, denunciaban casos de corrupción, de narcotráfico y abuso de poder. Todxs, como Atahualpa Yupanqui, eran dudantes.

Según datos recientes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México, del 2000 a la actualidad, la cifra alcanza 140 comunicadorxs asesinadxs.

Por su parte, la organización Artículo 19 informó sobre la desaparición de 23 de ellxs, desde el 2003 hasta la fecha. Estamos escribiendo acerca de un promedio de dos comunicadores desaparecidxs por año.

Total normalidad: el informe de la CNDH advierte además que entre enero de 2006 y septiembre de 2016 treinta mil personas «desaparecieron» y se hallaron 855 fosas clandestinas.

De algunxs no hay noticia desde hace por lo menos 15 años. Ana Ruelas, directora de Artículo 19, subrayó que estas cifras han estado acompañadas por una constante: la impunidad. Y para corroborarlo, la activista planteó una serie de datos oficiales: desde julio de 2010 hasta febrero de 2016, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, inició 800 averiguaciones previas por agresiones contra periodistas y medios de comunicación. De esas cientos de averiguaciones, solo se obtuvieron dos sentencias condenatorias.

Las causas cajoneadas; ¿y los periodistas? cometiendo actos de justicia. Algunxs como Hugo Cruz Ojeda -trabajador de Rotativo- aportan: «Los narcos me dan menos miedo. La represión viene del sistema: la política, el gobierno. Ellos son los que te siguen en la calle, gente a veces uniformada y otras de civil»

Si: “De las mil 986 agresiones durante el actual sexenio de Peña Nieto, 8% fueron cometidas presuntamente por integrantes del crimen organizado, y 48% por funcionarios públicos”

Si: Hugo Cruz Ojeda, también asesinado.

Pero nunca callado.

Noticias de ayer, extra, extra.

24 de octubre de 2018:

¡Mataron a otro comunicador!

Gabriel Soriano, de Acapulco, Guerrero.

La cifra crece: van 66.

***

Frente a la política de Estado del miedo, las sujetas políticas revolucionarias del siglo XXI declaran el estado de organización permanente.

«Porque es necesario para visibilizar una presencia que es así: masiva. Porque tenemos derecho a impulsar cualquier iniciativa que nos imaginemos y porque, finalmente, somos decenas de reporteras dispersas en el país. Y al construir esta red nos protegemos de la indolencia del Estado ante nuestra vulnerabilidad en el gremio por razones de género. Nuestros aportes a los medios de comunicación han sido invisibilizados históricamente pero somos más de un centenar de mujeres en casi todo el país: escritoras, editoras, correctoras, diseñadoras,  columnistas. ¿Que por qué somos mujeres? porque un grupo de mujeres organizado con un fin común aporta cosas valiosas al mundo», escriben en su página web mataranadie.com a modo de manifiesto.

Por todo eso, se gestó el Colectivo «Reporteras en Guardia» que impulsaron que el 26 de octubre pasado frente al Palacio Nacional, centenares de mujeres de diferentes Estados realizaran un memorial. Una bandera vistió la avenida con las caras de lxs 65 para que las vea Peña Nieto y sepa que ese saldo no se olvida. Con la memoria viva.

***

Colores chillones como cajón repleto de verduleria, velas, papeles, flores, comida si hay, aromas y objetos. Si te olvidas del ritual, te van a jalar las patas en la noche como castigo. Ojo, que no sea algún funcionario público. Mejor, el cuco. La muerte, puede ser dulce, como las calaveras. La flor de Cempasúchil, la nube y el amaranto. ¿Las voces? ausentes. Digo, presentes. La fiesta. El festejo es un reencuentro, aunque breve, feliz, con la promesa de alcanzarlos en el más allá, llegado el momento. Tomen nota: no son hechos aislados. ¿Anotaron? la democracia es simulada si tenemos que deletrear la palabra genocidio. ¿La libertad de expresión? bien, gracias; buscada. Al término se soplan las velas y se despide a los espíritus deseándoles buen viaje de regreso y pidiéndoles que retornen el próximo año.

Que retorne, cada uno de ellxs, en cada palabra

Bien lejos de los cínicos que no sirven para este oficio; de aquellxs que nos separa un río de sangre, una vereda, muchos pueblos, Latinoamérica.

La verdad, no se mata: hoy es el día de los muertos y en México los altares están llenos de periodistas. En mi ofrenda de muertitos pongo un santito para pedirle que haga circular esta información rompiendo el aislamiento, sintiendo la satisfacción moral de un acto de libertad tal como derrotar al terror:

“y que nos maten a todxs,

si esa es la condena por reportear este infierno”



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