01/10/2018

Mendoza: crónicas del Congreso Educativo Provincial del SUTE

El 28 y 29 de septiembre, se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo el Congreso Educativo Provincial “Educación Pública: actualidad, protagonismo y perspectivas”, convocado por el Sindicato Único de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (SUTE). Por Ana Julia Llull para ANRed |Fotos: SUTE y Romina Fernandez

Temprano empezamos a llegar trabajadores de la educación de toda la provincia para dar comienzo a nuestro Congreso, organizado no por la Academia ni por la Patronal, sino por nosotrxs mismos, a través de nuestro Sindicato: un congreso no de especialistas, sino de trabajadores organizadxs.

La cita era en la Universidad Nacional de Cuyo, que prestó sus instalaciones. Durante la acreditación, me emocioné al escuchar a una maestra del «interior» de la provincia pidiéndole a su compañera que le saque una foto: era la primera vez que entraba a la universidad.

Mientras hacíamos fila para recoger nuestras carpetas observamos «Lo que los guardapolvos callan», una muestra artística preparada por los estudiantes del Instituto de Educación Superior (IES) Normal Tomás Godoy Cruz, quienes se encuentran protagonizando junto a estudiantes y docentes de toda la provincia una lucha contra la política de ajuste y represión de Cornejo sobre la Educación Superior. Ésta es llevada a cabo a fuerza de sendos decretos y resoluciones en las que borra de un plumazo la autonomía de los IES, cierra carreras «no prioritarias» o que no alcanzan cierta matrícula bajo criterios mercantilistas de oferta y demanda e impide la participación estudiantil, entre otras medidas nefastas. Luchar contra esto movilizó a lxs estudiantes a instalar su arte y su denuncia. Guardapolvos-vestido de novia, símbolo de la sumisión al apostolado que algunxs todavía hoy esperan que cumplamos. Guardapolvo-retazo, que nos recuerdan la precarización y los sueldos de hambre. Guardapolvo-grulla, sugiriéndonos el camino a la libertad. Guardapolvo-carpa blanca, refugio y símbolo de lucha.

Mientras cientos nos instalamos en la gran aula a la espera del primer panel, se me venía a la cabeza un fragmento del libro «Reconociendo nuestro Trabajo Docente», editado por la CTERA: «Aún desposeído de los medios para producir, el trabajador mantiene un cierto poder sobre su proceso de trabajo. Su capacidad de trabajo, sus habilidades, sus conocimientos, su voluntad, son límites para la voracidad explotadora del capital. Una estrategia para quebrar ese poder del trabajador sobre su proceso de trabajo ha sido la tajante escisión y jerarquización entre concepción y ejecución del trabajo, entre trabajo intelectual y trabajo manual, entre teoría y práctica.

con esta escisión, y otras estrategias convergentes, el capital intenta:

– Excluir al trabajador del sentido de su trabajo, que se le presenta entonces como la realización de un cierto repertorio de tareas parciales, más o menos coordinadas con otras, pero sin poder aprehender en su totalidad el proceso de producción en el que está involucrado.

-Ocultar al trabajador la dimensión colectiva del trabajo que hace. Como el trabajo colectivo incrementa el rendimiento de la fuerza productiva, con ese ocultamiento el capital logra apropiarse gratuitamente de esa mayor productividad del trabajo.– Enajenar al trabajador, como trabajador colectivo, del producto de su trabajo. Lo que produce se le vuelve “ajeno” en un doble sentido: no le pertenece y no se reconoce él mismo como productor de ese producto.

-Expropiar al trabajador colectivo de un tipo particular y específico de producción que se realiza en el conjunto de los procesos de trabajo: el conocimiento. La ciencia, la técnica, los conocimientos sobre el mundo en general, que han sido colectivamente construidos en la historia por sucesivas generaciones interaccionando con el mundo, no sólo son usufructuados como propiedad” de algunos -el empresario, el científico, el especialista- sino que son utilizados por el capital para explotar más a quien fue su productor: el trabajador.» (González, en Reconociendo Nuestro Trabajo Docente, CTERA, 2008)

Y me sentí un poco más humana y menos alienada, sólo por saber que nos estábamos dando el tiempo y el espacio para disputar al capital el sentido de nuestro trabajo: para qué, para quiénes educamos, en qué condiciones lo hacemos, cómo nos organizamos para transformar todo esto.

Mis divagaciones fueron interrumpidas por la voz de una profesora y el piano de un profesor, que con su «Honrar la Vida» nos emocionaron y con su «Bella Ciao» recitada primero en español y luego entonada en italiano, nos llamaron a la lucha.

Empezó el primer panel, cuatro miradas sobre las reformas educativas digitadas por el Banco Mundial para nuestra región, que forman parte de una política global del capital para seguir apropiándose de nuestros recursos y nuestra fuerza de trabajo, y para eso nos necesitan «burros y brutos», al decir de una de las expositoras, Romina De Luca. Luego, una ronda de preguntas y el almuerzo.

Durante la tarde, en el segundo panel reflexionamos sobre las consecuencias de las políticas educativas de ajuste llevadas a cabo por estos gobiernos sobre nuestras condiciones concretas de trabajo. Acá se destacó la participación de Alejandra Castelli y Natalia Nasiff, las Pro-Secretarías de Salud Laboral y la de Género y Derechos Humanos del SUTE respectivamente, quienes visibilizaron las problemáticas en estas áreas que sufrimos sobre todo el colectivo de trabajadoras de la educación mendocinas. Finalmente, nos dividimos en comisiones separándonos por niveles y comenzamos a discutir y a elaborar propuestas, tomando emergentes de los paneles en los que habíamos participado.

El día sábado en la mañana fue el turno de los testimonios de luchas, de poner en valor y sistematizar los saberes producidos en ellas: representantes de sindicatos de trabajadores de la educación de Buenos Aires, Río Negro, Chubut y Neuquén, de docentes de las universidades y de estudiantes organizados reflexionaron sobre los últimos procesos de resistencia que estuvimos protagonizando en todo el país. Frente a los relatos de meses de paro en otras provincias, de rutas cortadas y edificios tomados, de fondos de huelga y solidaridad de clase, la realidad de inmovilización e inercia de nuestra provincia nos resultó a algunxs aún más dolorosa. Cerró nuestro Secretario General del SUTE, Sebastián Henríquez, reflexionando sobre la necesidad de organizarnos no sólo para defender y resistir, sino también para conquistar y avanzar. Este Congreso fue un primer paso hacia eso.

(Mientras comíamos unas empanadas y nos despedíamos, la Murga “La Sigilosa” nos recordaba: “qué feo es ser conservadores mendocinos”).



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