09/04/2018

«No quiero ser una menos»

Desde Vuelo de Mariposas , grupo de mujeres que se formó en Malargüe, Provincia de Mendoza a partir de la primera marcha Ni una Menos del 3 de junio de 2015, hemos acompañado a Joana González después de un largo peregrinar por los organismos estatales que intervienen en el proceso de denuncia. Más allá de una experiencia personal, lo que se pone en evidencia es la falta de capacitación con perspectiva de género para contener a una mujer víctima de violencia de género. Luego de la publicación de la carta que compartimos a continuación, cada una de las partes involucradas ha reaccionado: algunos haciéndose cargo, otros volviendo a culpabilizar a la víctima, sacando provecho político y otros indiferentes. Hasta que no tomemos conciencia de que es una problemática social no podremos superarla. Desde nuestro lugar seguiremos apostando a la prevención, difusión de información necesaria y a talleres de empoderamiento. Mientras tanto llamamos a la reflexión y empatía. Por Vuelo de mariposas

A seis meses de poner fin a las situaciones de violencia que venía viviendo, de no poder ni siquiera contar mi historia.

Hace 6 meses podría haber muerto en manos de mi expareja: Urrutia Leguizamon Esteban Francisco. Me decido a escribir días previos a un juicio, juicio que para mí perdió su valor a lo largo del camino que tuve que transcurrir. Quiero hacer pública esta carta y dar a conocer las peripecias a las que me vi expuesta por la falta de perspectiva de género existente en las instituciones y organizaciones que intervienen en estos casos y porque no quiero que otra mujer pase por el terrible manoseo del sistema.

El 3 de septiembre del 2017, fui brutalmente golpeada y abusada. Pasando por la típica pregunta enjuiciadora machista de la sociedad ¿Y vos nena qué le habrás hecho? Acá me detengo y a todos los que se hacen esa pregunta les respondo que nada justifica la violencia, NADA.

A partir de ese día terminaría para mí el ciclo de violencia al que había entrado y no podía o no sabía cómo salir, por miedo, por vergüenza.

Y sin darme cuenta entraría a otro nuevo ciclo de manoseo, llegue a cuestionarme cual era peor, como para que se den una idea. Todo empezó en la comisaría de Malargüe, Seccional 24, donde concurrí con marcas en mi rostro, y en una situación de nerviosismo extrema, fui recibida por un Sr. de esos que visten de policía, este hombre ni siquiera recuerdo si dijo buenas noches. En una sala de espera colmada, empezó a interrogarme delante de todas las personas que ahí se encontraban. Primera instancia donde sentí que lo que contaba no era importante y para mí era una verdad traumática, le terminé diciendo si era necesario que todos se enteraran de cómo había sido maltratada. Al agente ese le digo hoy que si es necesario que todos se enteren, pero no de mi caso, sino de la manera en que ellos me recibieron. Después de mi reclamo, deciden aislarme para tomar la declaración sin permitir el ingreso de ninguno de mis familiares.

¿De dónde había salido? ¿A dónde me había metido? Me invadían con preguntas, ¿que quería denunciar?

Hablé por teléfono con una mujer “ayudante del fiscal” de repente en mi situación me encontraba en una comisaría, y hablaba por celular con alguien completamente desconocida, la mujer se disponía a hablarme de leyes, a preguntarme que quería denunciar si la violencia o el abuso, y a explicarme la condena que implicaría para mi abusador, como si a mí eso me interesara. Recuerdo que me advirtió que “Malargüe era chico y que yo iba a quedar como una violada” y bla bla… ¡Que horror!.

Necesitaba contención, no que me atemorizaran por hacer lo correcto.

Sabía que el paso siguiente era la inspección ginecológica, me mandaron al Hospital, lugar al que me negué a ir porque es mi lugar de trabajo. Me atendieron en la fiscalía, y me dijeron que habían hecho una excepción por ser yo trabajadora de salud cuando era mi derecho ser revisada en el lugar y por el profesional que yo decidiera.

El mismo día fui mandada al CAI (Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario) de Malargüe con una psicóloga, esperaba recibir asesoramiento, pero resultó que me atendieron como que estaba haciendo un trámite bancario, me mandaron a cambiar un papel por otro sin explicarme nada. Al día siguiente vuelvo y recibo una atención apática y burocrática por parte de la psicóloga, a lo que entre lágrimas le explico que es la primera vez que paso por una situación así y que no entiendo nada. Ese día buscaba contención, quedaron en llamarme, nunca lo hicieron, volví yo a preguntar qué pasaba si me iban a atender o no, me respondieron que ese trámite que estaba haciendo lo debía hacer la policía. Estaba aún más desorientada.

Sumado a esto me llamaban de la Fiscalía de Malargüe día tras día para que yo llamara a los testigos, y si no me llamaban me preocupaba e iba yo, porque creía que todo mi esfuerzo se estaba perdiendo. Claro, era muy bonito escucharlos a todos para mí, chino básico, siempre me fui con mil preguntas, y sin entender nada.

También fui citada a la Segunda Circunscripción –Cuerpo Médico Forense de San Rafael el día 3 de octubre del 2017, donde en la sala de espera a ser atendida me encontré sentada junto con imputados por violaciones y asesinatos. Imagínense como me sentí en ese momento.

Luego llegué al Área de la mujer, en Malargüe, lugar donde supuestamente si recibiría ayuda psicológica, fui recibida pero nunca se dejó registro alguno de que yo había concurrido, no, hasta que hice un llamado desesperado a la línea 144 para solicitar información; fue recién ahí que después de preguntarme por qué había llamado me registraron pero manifestando malestar por el llamado que yo había realizado. Concurrí sólo a tres sesiones psicológicas, en las cuales me sentí incomoda por los comentarios del profesional, por ej. ¿Qué quéres que hagamos?.

Sentí desinterés total y decidí no concurrir más. En lo que refiere al área legal me contactaron con la Sra. Stella Spezia de Dirección de la mujer- Poder Judicial Mendoza, con quien hablé dos veces, la misma se comprometió a ayudarme, nunca más tuve contacto hasta tres días antes del juicio.

Intente reunirme con la Sra. Norma Pagés Diputada provincial por Malargüe, miembro de la comisión de Género de la Provincial varias veces sin recibir respuesta, buscaba ayuda, información, que alguien me explicara cómo era todo el procedimiento.

Días posteriores por recomendación de una amiga me reuní con la Sra. Jessica Laferte quien me atendió en su despacho, y me contactó con el Abogado Ignacio Campi, él se comunicó conmigo y desde la ciudad de San Rafael me empezó a asesorar u orientar un poco vía WathsApp.

Hoy, después del juicio que se transcurrió en la ciudad de San Rafael, la Cámara en lo Criminal Nº 1 Segunda Circunscripción Judicial, de haber revivido nuevamente todo delante de desconocidos e incluso estar delante de mi abusador, me detengo a contar que me llamó la atención la libertad con que éste se desenvolvía dentro del poder judicial sin acompañamiento policial. Para ser más exacta al terminar el juicio habiendo escuchado la sentencia de 6 años y 6 meses, salimos prácticamente juntos, reitero sin acompañamiento policial, donde delante nuestro (fiscal y abogado Campi) él salió cortando frutos de un árbol “de lo más campante”. En ese momento se me llenó la cabeza de preguntas: ¿Esto es un circo?

¿Así es la justicia? ¿Estoy equivocada o son mis prejuicios de como tendría que funcionar? ¿Qué pasó con la sentencia? ¿Cómo es el procedimiento? No entendí ni encontré relación entre lo que pasó en el juicio y lo que ví a la salida. Quizás es mi desconocimiento del accionar judicial o al menos eso quiero creer. ¿Qué hubiera pasado si él me agredía? Creó que tenemos tan naturalizada la violencia que parece que nadie se da cuenta de la gravedad de ciertas acciones, ni hay una empatía para con las víctimas.

La intención de esta carta es hacer conocer desde mi vivencia personal el real funcionamiento de las instituciones estatales destinadas a la problemática Violencia de Género, que no responden a las necesidades de las víctimas.

No quiero compasión ni lástima, solo quiero con esto intentar que los responsables generen políticas de estado y se creen las redes de contención necesarias.

Hago un apartado en esta carta para agradecer la cordial atención de las secretarias de la fiscalía, del Abogado Gustavo Villar, al Fiscal Giaroli que a pesar de hablarme técnicamente siempre me recibió muy atento, a las chicas de Vuelo de Mariposas, quienes me ha contenido y acompañado a lo largo del proceso, a la Sra. Jessica Laferte y al abogado Ignacio Campi quién me acompañó en el juicio aclarándome todas las dudas durante el proceso. A miembros de mi familia y amigos por el apoyo incondicional. Compañeros de trabajo.

Gonzalez, Joana Elizabeth.



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