08/01/2018

La delgada línea

No creo que este gobierno, sea una dictadura (por ahora), pero achica tanto las frágiles libertades democráticas, que en un debate objetivo con los hechos facticos sobre la mesa, cada día es menos sostenible la idea que vivimos en democracia. Más bien se constituye en una democracia-dura y se perfila a ser una dictablanda. Este es el signo, de las democracias en los países de América Latina donde gobierna la derecha, caracterizado por no poner en marcha (por el momento) el manual de las desgastadas clásicas dictaduras del siglo XX. Por José Fernández/ Imagen: RNMA

Tampoco es un gobierno tradicional de fascistas o nazis, tal como lo conocimos en el siglo XX, pero el cumulo de rasgos en su acción política de tinte fascistoide o nazi les es indeleble. En lo económico son ultras liberales, representan el sector de la burguesía más rastrera y servil al capital y sus centros de poder. Los formidables préstamos solicitados a la banca mundial, posicionándonos entre los países que más deuda han contraído durante el 2016 y 2017 a nivel mundial, así lo demuestran. La fórmula es clásica: Contracción del aparato productivo; incremento exponencial de deuda, concentración / monopolización de la economía.

Maestros del doble discurso y artistas del cinismo, han sabido construir un esquema comunicacional donde por un lado hablan de libertades democráticas plenas, pero por el otro achican tanto la cancha, que ya estamos en el nivel donde la sola opinión contestaría se ha transformado en un acto de sabotaje y la existencia de medios que no se disciplinan, estan en vías a ser (según la mirada del gobierno) en organizaciones ilícitas. Parlamente es alarmante la cantidad de medios que se cerraron (de variados signos políticos) y donde no se cerraron, han generado olas de despidos concibiendo tanto temor que la disciplina al discurso único hace su efecto en la redacciones.

Este gobierno está llevando la política al nivel donde lo racional es inconducente, y donde la ficción es la realidad. Patricia Bullrich en la conferencia de prensa donde afirmaba que Prefectura Naval Argentina había matado a Rafael Nahuel por la espalda y justificaba sus actos diciendo: “…no necesitamos pruebas…”, cuanta sinceridad hay en sus palabras. Ya lo sabíamos, pero nunca la habíamos escuchado con tanta claridad. Ese día deber ser recordado como el día en que sepultaron al Código Penal.

A la par que en nombre de Ley liberan a genocidas, dan domiciliarias a personajes que ni Macri le dejaría a cuidado a su hija, no han dudado de asesinar, encarcelar y perseguir a personas cuyo único delito es oponerse a políticas que dañan la vida y lastiman gravemente al futro mediato de nuestra gente. La cantidad de personas, detenidas, heridas y asesinadas en protestas sociales en el segundo semestre del 2017 no dan lugar a duda, este gobierno está decidido a avanzar, con o sin consenso.

La escalada represiva y blindaje militar del Congreso de la Nación a la hora de debatir el recorte jubilatorio, para aplacar la multitudinaria protesta y el posterior cacerolazo en barrios porteños y en gran parte del país es una prueba cabal de la inevitable ruptura del consenso social para aplaudir las medidas del gobierno. La criminalización de quienes resisten es un preludio necesario para el próximo y complejo escenario donde se deba debatir una reforma muy delicada y anti popular, como lo es la reforma laboral.

Ya entramos al nivel donde no importa donde se puso el voto hace tres meses, solo de qué lado de la distribución de la ganancia te encontrás. Quienes sean parte del 15% del sector poblacional que se beneficia con estas políticas, nada debe temer, pero las amplias mayorías que están más lejos de la concentración de capital nada bueno debe esperar. A estas últimas les queda transitar el camino precarización de sus condiciones laborales, a otrxs la desocupación y la indigencia a quienes estén desocupadxs.

Quienes crean que no resistir lxs alejará del camino de las represalias están equivocadxs, para lxs humildes hay un plan en marcha, el informe de CORREPI presentado en diciembre pasado demuestra lo peor, en el 2017 una persona pobre cada 23hs fue asesinada por alguna fuerza represiva en la Argentina, este dato estadístico supera todos los índices desde el retorno de la democracia.

Pero como la historia de las sociedades y sus luchas de clase se mueven por caminos que van más allá del marketing y los grandes silencios mediáticos, este fin de semana pudimos asistir a una nueva y formidable demostración de fuerza que este gobierno más teme, y es la acción movilizada de la sociedad. Esas miles de personas escracharon al genocida Etchecolatz recientemente beneficiado con prisión domiciliaria y custodiado por la Prefectura Naval Argentina en Mar del Plata.

Por las redes sociales se dijo que la macha fue tan, pero tan grande, que no entró en la tapa de ningún medio hegemónico. Por lo que queda claro que la realidad no se muestra en la hegemonía mediática, pero existe y está en movimiento.



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