18/12/2023

Bajo la lógica capitalista «no hay plata»

Las medidas anunciadas la semana pasada por el Ministro Caputo, si bien confirman lo que se anunciaba en cuanto a ajustes, también tienen elementos contradictorios. Ante la incertidumbre económica y política, hablamos con el economista Cristian Caracoche, docente universitario y autor del libro Duhaldismo, kirchnerismo y macrismo – El capitalismo argentino y su recurrencia histórica, para reflexionar sobre el nuevo gobierno, analizar las primeras medidas económicas y sus consecuencias sociopolíticas. También la distinción sobre el ajuste como hecho inevitable dentro de la dinámica del capitalismo en cualquiera de sus expresiones. Por Ramiro Giganti (ANRed).


La incertidumbre sobre el nuevo gobierno, ya cumplida su primer semana, sigue presente. La misma se ve incluso en las respuestas que Cristian da muchas veces acompañada de un «por ahora», o recurrentes aclaraciones sobre un presente frágil, que da cuenta del incierto porvenir.

Poner el pragmatismo por sobre el liberalismo

  • ¿Cuáles son tus primeras reflexiones sobre los anuncios económicos?

Mi impresión, al menos por ahora es que al entrar a la Casa Rosada Milei dejó al liberalismo en un costado y abrazó fuertemente un pragmatismo que se parece mucho a los primeros días de Duhalde en el gobierno, allá por enero del 2002. La devaluación, la licuación del gasto público, la falta de financiamiento externo, el incremento del gasto orientado a la contención de las capas más pauperizadas de la clase trabajadora, la creación de nuevos impuestos (tanto al comercio exterior como a la actividad interna) y la promesa de “mano dura” para los que salgan a protestar, dan cuenta del parecido.

No obstante, como decía Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”, y en el actual proceso existen algunas diferencias con aquel inicio del gobierno duhaldista. Como gran cuestión, a Milei no lo precede una crisis de gran escala que haya disciplinado de manera drástica a la clase trabajadora, aunque sí le preceden 12 años de larga decadencia que quizás pueden operar en ese sentido. Asimismo, Milei no tiene la fortaleza política que tenía Duhalde con gobernadores, diputados, senadores, y un aparato territorial propio, aunque sí tiene cierta legitimidad que le da su victoria en las urnas. Y como tercer gran elemento Milei asume en medio de un proceso inflacionario con tendencia creciente, sin la larga recesión previa ni la importante capacidad industrial ociosa que heredó Duhalde para mitigar el incremento de los precios post devaluación.

En función de lo anterior entiendo que los posibles resultados de la estabilización que intenta implementar el nuevo presidente se presentan como un gran interrogante, sobre todo en el costado social. ¿Le alcanzará a Milei el descontento que generaron estos 12 años de larga decadencia para convencer a la clase trabajadora que tiene que soportar el ajuste en curso dentro de los canales institucionales de la democracia burguesa, o, por el contrario, la clase trabajadora saldrá a la lucha para poner un freno a este avance patronal? Esa es una gran incógnita que se irá develando en los próximos meses.

A partir de lo anterior creo que es pertinente remarcar que, desde la clase trabajadora, y particularmente desde nuestras organizaciones tanto políticas como gremiales se hace necesario identificar que desde hace algún tiempo a esta parte ha venido cambiando aquel “consenso social” que parió el 2001 y la masacre de Avellaneda, el cual planteaba un importante costo político a cualquier tipo de utilización de la represión estatal. En este sentido me refiero a que años atrás podíamos cortar una vía de circulación importante de cualquier ciudad con unos pocos militantes, sabiendo que la represión no sería la primera respuesta de parte de los políticos de turno, ya que la misma no era gratuita para su imagen pública. Sin embargo, en la actualidad se observa que aquella realidad, al menos por ahora, ha cambiado, y que para realizar de manera exitosa –es decir, sin ser reprimidos ni encarcelados- cortes y movilizaciones, las mismas deberán tener un peso numérico importante, que haga imposible al personal político avanzar en la represión. Un fenómeno similar a lo anterior se registró en varias ramas laborales, sobre todo en aquellas ligadas a la órbita estatal: como los paros no necesariamente eran descontados ni sancionados, muchos sectores tendieron a utilizar la herramienta de la huelga de manera asidua y no siempre con la participación activa de los compañeros en los lugares de trabajo. Es, frente a este nuevo “clima de época” que entiendo que debemos repensar aquellas estrategias y pasar a un esquema donde si bien llevemos adelante menos “episodios” de acción directa, debemos dotar a esos “episodios” de una mayor masividad y contundencia política, tarea que nos obliga a trabajar paciente e incansablemente sobre la subjetividad de las bases.

La devaluación del peso y las primeras medidas anunciadas

En Argentina siempre las devaluaciones tienen un impacto casi inmediato, así que era esperable esta reacción en los precios. La cuestión es, retomando lo anterior, que dado que Milei no tiene un contexto que amortigüe la subida de precios post devaluación –como sí lo tuvo Duhalde-, es muy posible que este proceso de ajuste requiera como mínimo una segunda vuelta de incrementos en los precios y en el tipo de cambio.

Asimismo, hay que ver también el grado concreto de aplicación que tenga el ajuste y la velocidad y la profundidad que pueda alcanzar ante la resistencia obrera. En este sentido, la resistencia de la clase trabajadora puede obstaculizar la estabilización, sea por el veto a determinados recortes fiscales mediante la movilización popular, o sea por la obtención de aumentos salariales por medio de las paritarias. Ligado a esto, tenemos como antecedente el proceso de lucha posterior al Rodrigazo, que luego de un duro episodio de devaluación y liberalización de precios similar al implementado por Caputo, no pudo alcanzar el ordenamiento macroeconómico, dado un movimiento obrero que, con un nivel de organización y movilización mucho más importante que el actual, fue obteniendo importantes aumentos salariales que obligaron al gobierno a convalidar el posterior traspaso a precios, desbaratando así el plan original de Celestino Rodrigo. En línea con lo anterior, y a riesgo de ser repetitivo, cabe resaltar que el éxito o el fracaso del plan de Milei está atado necesariamente a la respuesta que pueda llegar desde la clase trabajadora, entendiendo que, a mayor resistencia, menor probabilidad de éxito tendrá el ajuste.

Otro elemento que hoy por hoy se ve lejano pero que en algún momento podría permitir a Milei “comprar” algo de tiempo es el endeudamiento externo. En este sentido, en línea con lo que hizo Macri, el endeudamiento podría permitir al gobierno de Milei “gradualizar” su ajuste ante una resistencia sostenida, aportando así mayores posibilidades de asimilación y aceptación social. No obstante, por ahora no hay señales claras de un nuevo ciclo de endeudamiento.

Por el lado de los impactos de las medidas, obviamente serán –y ya son- muy negativos en términos de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Hay que tener en cuenta que este nuevo ajuste de “shock” llega luego de casi 12 años de decadencia económica, y particularmente, luego de 6 años de caída casi vertical de los salarios. Asimismo, en estos últimos años la caída salarial se combinó con un nivel de empleo más o menos “elevado” en términos históricos, lo que devino en la aparición de los nuevos “trabajadores ocupados pobres”. Sin embargo, con el paquete de medidas que implementó Caputo aparece un nuevo problema, ya que la devaluación y el recorte en la obra pública aseguran, al menos en el corto plazo, un importante aumento de la desocupación. Esto plantea un gran desafío que vamos a tener como clase, que nos empuja a salir a defender no solamente nuestros ingresos, sino también nuestras fuentes laborales.

  • En las crisis previas (hiper del 89 y 2001) antes de la salida hubo momentos de medidas confiscatorias como el Plan Bónex en el primer caso y el corralito después. ¿Qué probabilidades hay de que suceda algo similar?

En ese sentido, hoy –y remarco el hoy- no se vislumbran grandes posibilidades de medidas confiscatorias del tipo de un Plan Bónex o de un corralito, pero eso no quita que todo pueda cambiar en algún momento. En lo respectivo a los depósitos en dólares, se puede observar que el sistema financiero post 2001 incrementó fuertemente sus regulaciones, prohibiendo por ejemplo prestar dólares a personas o empresas que no sean exportadores o que no “generen” esas divisas, lo que da cierto respaldo a los depósitos en moneda extranjera. Por el lado de los depósitos en pesos quizás el punto más importante puede ser el problema de las LELIQ y los pases, ya que dichos instrumentos financieros son la contrapartida de los nombrados depósitos en pesos. No obstante, por ahora el gobierno no dio indicios de dejar de pagar esos instrumentos, inclusive anticipó la posibilidad de convertir dichos instrumentos en bonos del Tesoro, lo que, repito, por ahora, no sería de gran riesgo. Obviamente que como contracara de estos nuevos bonos aparece un nuevo endeudamiento a futuro, lo que requerirá mayores recortes fiscales en los próximos años, que obviamente ya sabemos a quienes irán dirigidos. Desgraciadamente no hay buenas noticias para los trabajadores en este panorama.

  • Un tema que se habló mucho con el gobierno anterior es el problema de sacar el cepo y como al levantar el oficial automáticamente sube el blue y el resto de los paralelos ¿existe algún argumento para creerle a Caputo cuando dicen que suben el oficial para achicar la brecha cambiaria?

Básicamente, la brecha aparece cuando de una u otra manera el mercado de cambios se encuentra intervenido, y esa intervención se da, normalmente, sobre el tipo de cambio oficial, retrasándolo con respecto al tipo de cambio libre. Las razones de esta intervención suelen estar apuntadas a calmar en el corto plazo el precio oficial del dólar -para usar así a dicho tipo de cambio como “ancla” inflacionaria- o a limitar la salida de divisas del país –ante una situación de falta de dólares-. Históricamente, guste o no, siempre que hubo una reducción de la brecha cambiaria, esta reducción vino acompañada de una devaluación del tipo de cambio oficial. No obstante, la mera devaluación del tipo de cambio oficial no asegura por sí misma la eliminación de la brecha. Por el momento, la devaluación ha reducido la brecha, pero cabe esperar que tan exitoso será el plan de Milei en términos macroeconómicos para ver si los mercados financieros le creen al nuevo gobierno y no emprenden una fuga masiva a la divisa extranjera, lo que, ante la vigencia del cepo, implicaría un nuevo incremento del dólar paralelo y un nuevo aumento de la brecha cambiaria.

La política exterior como nuevo foco de incertidumbre

  • Un tema particular y complejo es la política exterior. Por un lado habla de “volver al mundo libre” pero en su acción concreta se cruzan intenciones de “relaciones carnales” sin nada concreto con la salida de los BRICS, la tensión con Brasil y una concurrencia floja en cuanto a la cantidad de mandatarios. ¿Cómo ves que pueda impactar en la economía la política exterior del nuevo gobierno?

Hoy por hoy China se presenta como el mayor partidario del libre mercado, ya que al tener una elevada productividad y salarios relativamente bajos en comparación al resto de países industriales propugna abiertamente que se reduzcan las barreras aduaneras y que sus manufacturas compitan alrededor del mundo. En este marco, China se va consolidando como la futura potencia hegemónica, y va conformando un marco de alianzas cada vez más amplio que tiene entre sus principales expresiones a los BRICS. A la par de esto, tanto China como Brasil son los socios comerciales más importantes de Argentina, es decir, los principales destinos de las exportaciones locales, al tiempo que el país oriental fue, en los últimos años, la mayor fuente de financiamiento externo de Argentina después del FMI. En función de todo lo anterior, era por definición una estupidez creer que Milei iba a cumplir aquella promesa que decía que no iba a tener relaciones políticas con China y Brasil porque eran países supuestamente “comunistas“. Obviamente que eso fue un discurso para la “tribuna”, pero la realidad puso las cosas en su lugar, y hace unos días el nuevo presidente argentino le mandó una muy cordial carta a Xi Jinping solicitándole Yuanes, y la Canciller inició relaciones diplomáticas para establecer un diálogo directo con Lula da Silva.

Asimismo, como bien planteás, Milei ubica a la relación con Estados Unidos e Israel como el eje de su política exterior, a la vez que reniega del ingreso a los BRICS. Habrá que ver si esta inconsistencia entre economía y diplomacia se puede sostener en el tiempo, ya que, dentro de la disputa geopolítica vigente, en algún momento China va a exigir algún tipo de gesto a cambio de su apoyo económico, al tiempo que Estados Unidos también tendrá margen para presionar al país en función de su posición privilegiada dentro del FMI.

No obstante, de llegar a pasar el ajuste de Milei, dados los salarios de hambre que tendría el país, Argentina sería un gran destino para las inversiones provenientes de todos los rincones del mundo, por lo que mientras exista ganancia elevada y cierta estabilidad en el ámbito de acumulación, los discursos “tribuneros” quedarán en un segundo plano, y Xi Jinping, Lula, Biden, o quien sea, se taparán la nariz y estrecharán la mano con el “libertario”, porque como sabemos, la burguesía no tiene bandera y la obtención de plusvalía es lo que guía su accionar.

Sobre la frase “no hay plata”

  • ¿Que hay de cierto en la frase «no hay plata»?

Cuando Milei dice que “no hay plata”, guste o no, dice UNA verdad. Es cierto que “hay plata” en la cuenta bancaria de Paolo Rocca o de Marcos Galperin, y es cierto que el Estado “tiene plata” para eximir de pagar impuestos al primo de Caputo en su ensambladora de electrodomésticos de Tierra del Fuego. Pero también es cierto que, dentro de la lógica del capitalismo actual, “no hay plata” para destinar a la clase trabajadora. Esto último se debe a que, para levantar su huelga de inversiones, relanzar la acumulación capitalista y posibilitar un proceso de crecimiento económico sostenido y estable, los Rocca, los Galperin y los Caputo de la vida –léase, la burguesía- exigen mejores condiciones para la valorización de su capital, y para que eso ocurra, la nombrada lógica que rige al capitalismo establece que el ajuste debe caer sobre la espalda de los laburantes. Obviamente que como clase vamos a resistir este nuevo embate, pero debemos tener en claro que para dejar de pagar los platos rotos de cada crisis no alcanza con quejarnos del funcionamiento que tiene el capitalismo ni con intentar implementar algunas reformas aisladas, sino que debemos organizarnos para superar a este modo de producción y terminar con esa perversa lógica que lo rige.

La decadencia del capitalismo argentino y su relación con el mundo



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