Suavecita
En un hospital del conurbano el milagro es una posibilidad que no viene de la medicina tradicional, sino de una humilde trabajadora que no tiene nada que ver con la enfermería. La obra lleva como nombre el apodo con que se identifica a la milagrera. La mujer es portadora de una sencillez y ternura aparentes, que el talento de Camila Peralta logra congeniar con un poder sobrenatural sin que pierda verosimilitud. La protagonista vende su servicio; el postor es un médico que la encierra con pacientes al borde de la muerte. La mezcla entre la medicina de cuño occidental y el trance dionisíaco que se induce en la cura, tiende paralelismos con el juego que Leopoldo Marechal realizara en su Adán Buenos Aires para retratar el combate olímpico representado en una llana trifulca entre vecinos de Almagro. Lo plebeyo y lo divino vuelven a entrelazarse como si de fondo latiera el hecho de que uno no puede existir sin lo otro. Mucho de lo que ocurre en el texto de Martín Bontempo (dramaturgo y director de esta pieza) sin dudas ha bebido de la bella visión cruzada de humor que Marechal, entre otros forjadores de historias de nuestra lengua han dejado con forma de cuentos, leyendas y dramas populares.
Por Andrés Manrique para ANRed.
La trama es sencilla: la protagonista tiene un don y puede. El milagro no se produce vía imposición de manos, ni mediante oraciones, ni por ritos de exóticos. Lo que hace Suavecita en las habitaciones del hospital donde el médico de turno la encierra es algo que conocemos todos. Ella sabe tocar, y por cómo lo hace deviene su mote. La narrativa crece sola, como si en alguna medida se dejara lo que va a pasar, por un momento (que dura casi toda la obra), para dejarse llevar por la confianza que la actriz deposita en los espectadores. La sencillez da paso al humor mezclado con la ternura, y todo deriva en el amor.
“Trabajamos durante cinco meses, cuatro veces por semana ininterrumpidamente gracias a que el teatro Nün nos produjo y pudimos contar con todo ese tiempo y espacio disponibles.” dijo Bontempo, su director para el diario La Prensa. Y es el trabajo que hace la actriz, el que se hizo con y para el texto, el trabajo de iluminación, el de movimiento, el de escenografía y el de dirección los que dialogan sobre el cuerpo de la obra donde convergen todos los vectores para que la historia estalle condensada ante el espectador. No es suerte, no es azar, es la acumulación de tiempo con dedicación lo que hace andar un trabajo escénico. El funcionamiento se garantiza con eso, pero no lo es todo. Para que una obra además de funcionar interpele, provoque y modifique el estado de ánimo del espectador debe contar con una cuota de talento (que no se sabe qué es ni dónde nace si no es en el trabajo).
La actriz maneja los tiempos, los climas. Hace aparecer lo que no está, reconstruye tanto en el extraescena que lo que sugiere, por momentos, tiene más fuerza que lo que está ahí adelante. En su capacidad mimética logra pasar de virgen a mujer que trabaja como playera de una estación de servicio que, además de cargar combustible, renueva los deseos carnales y oníricos de los viajantes. También se convierte en una anciana encendida libidinalmente por su vecina. En ese abordaje, discute con la anquilosada idea de vejez, para observarla candorosamente desde una perspectiva vital diferente a la cáscara que la sociedad coloca sobre las generaciones que nos preceden, como si el deseo fuera exclusividad de jóvenes. Y todos estos papeles que van desde la playera a la pícara vieja hasta el lugar de virgen lo consigue Peralta sin perderle pisada a Suavecita.
El pacto con el espectador se instala desde el vamos, el registro tiene una claridad que no se modifica. Seguramente funcionaría en cualquier espacio, pero un teatro grande podría quitarle la cuota fantástica de sencillez y frescura, tan coherentes con la psicología del personaje. La sala del teatro Nün es armoniosa con el trabajo, será porque tal como planteó la actriz en Infobae: “El espacio ya era parte del cuerpo del personaje”; algo que el espectador siente en el curso de toda la obra.
Suavecita es una de esas piezas que cuando terminan desearíamos tener la posibilidad de rebobinar para quedarnos un rato más; es de esas obras a las que aun en medio del tránsito les seguimos pidiendo que no paren, que sigan contándonos porque nos damos cuenta que afuera del relato el aire es seco, la calle es áspera y andamos sueltos como esos perros a los que se les quita la correa y permanecen dando vueltas alrededor del dueño, sin saber hacia qué árbol disparar.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Dramaturgia y dirección: Martin Bontempo
Contenidos Digitales: Boria Audiovisuales
Actúa: Camila Peralta
Diseño de maquillaje: Adam Efron
Diseño de luces: Fernando Chacoma
Música: German Severina
Fotografía: Irish Suarez
Diseño gráfico: Karina Hernandez
Asistencia de dirección: Camila Miranda
Prensa: Varas & Otero
Producción ejecutiva: Alejandra Menalled
Producción general: Nün Teatro Bar
Supervisión dramatúrgica: Ignacio Bartolone
Dirección de arte: Uriel Cistaro
Suavecita va los jueves a las 21hs en Nün Teatro Bar (Ramírez de Velasco 419) hasta el 28/09 A las 23hs, también el Jueves 28 de septiembre. Y a las 21hs va desde el 05 al 26 de octubre y desde 02 al 30 de noviembre. A las 23:00, entre los viernes 29 de septiembre y el 20 de octubre. Y a las 22:45hs los jueves 12 y 26 de octubre y el 02 y 30 de noviembre.