27/07/2023

Presente y futuro en cuestión

Imagen: iStock / Getty Images Plus.

Argentina está al borde del colapso se anuncia desde hace meses. En paralelo, los grandes capitales y los candidatos con posibilidades en estas presidenciales no pueden dejar de pensar en un futuro promisorio. Todo parece jugarse en muy poco tiempo. En la década de los ’60 del siglo pasado se popularizo un dicho: “Argentina es un país con futuro, pero sin presente”. Se aludía así a las crisis coyunturales que en forma recurrente se abatían en el país y que desdibujaban ese futuro por demás venturoso. Aquel dicho ha sido ahora reversionado en clave actual: “Argentina es un país solvente a futuro, pero con una fuerte iliquidez en el presente”. Aluden así a esta carencia de dólares para hacer frente a los vencimientos de la deuda. También que esa solvencia futura está cifrada en la “lluvia” de dólares  que proveerá el extractivismo a partir del año que viene. Por Eduardo Lucita (integrante del colectivo Economistas de Izquierda-EDI).


¿Colapso o inicio de un nuevo ciclo? 

La tesis de que nos acercamos a un nuevo colapso que haría que el gobierno no finalizara su mandato – como resultó con Alfonsín, que se fue seis meses antes de terminar su período, o con De la Rúa, que fue expulsado por el pueblo en las calles – está instalada por aquellos que abrigan esperanzas de que este se produzca antes de las elecciones.

“Esto no va más” suelen decir. Empezando por la “bomba” de la billonaria deuda en pesos que obliga a un exorbitante pago mensual de intereses. Siguiendo con la deuda en dólares, que es lo que se está negociando desde hace meses con el FMI para no entrar en atrasos con el organismo y en impagos con los acreedores privados. Esta situación es la que provoca la brecha entre el tipo de cambio oficial y los financieros e incluso el paralelo. Esta brecha junto con la puja distributiva alimentan la espiral inflacionaria y su correlato, caída salarial, de las jubilaciones  e ingresos populares, aumento de la pobreza e indigencia.

El mercado cambiario suele ser reflejo anticipado de estas situaciones. Cuando la renuncia del anterior ministro Guzmán el dólar saltó de casi 60 pesos y las imágenes del helicóptero sobrevolaron sobre Plaza de Mayo. En estos días ha pegado un salto similar. Por ahora la imagen del helicóptero no se da por aludida…

Ganando tiempo

Es que el colapso está latente pero no se produce. La bomba de la deuda en pesos fue desactivada por economía trasladando buena parte de sus vencimientos a los años 2024/2025, mediante un canje por bonos que ajustan por inflación (CER) o por tipo de cambio (dólar linked) o bien son duales, es decir ajustan por una de las dos alternativas a elección del tenedor de esos bonos.

Finalmente, luego de semanas de deshojar la margarita, hubo un preacuerdo con el FMI de que habrá acuerdo. Los detalles se conocerán cuando este artículo ya esté cerrado, mientras que como muestra de buena voluntad se anunciaron medidas que consisten en una devaluación fiscal (buscando incrementar la recaudación) y una devaluación temporal para el agro (buscando ingresar dólares a las reservas). Las medidas provocarán mayor emisión y tendrán impacto en los precios, aunque presumiblemente no tanto como lo haría una devaluación generalizada. En paralelo, AFIP, Aduana y Secretaría de Comercio dicen estar abocadas a implementar medidas compensatorias y de control para que ese traslado a precios no se generalice. Conociendo el comportamiento empresarial y la debilidad del contralor estatal es difícil pensar en su efectividad.

En general se trata de medidas que están en línea con lo que viene ejecutando el ministro Massa desde que asumió. Medidas parciales para ganar tiempo y evitar una fuerte devaluación (como quieren el Fondo y los sectores exportadores) que desemboque en una hiper con las consecuencias previsibles. Las imágenes de Alfonsín y De la Rúa están muy presentes…

Esperando el futuro

Mientras tanto, la economía comienza a desacelerarse (una caída interanual de 5.1% en mayo, y de solo 0.1% respecto al mes anterior, lo q  ue arroja un saldo neutro para los primeros cinco meses del año). El aumento de la ocupación compensó hasta ahora la caída salarial y sostiene el consumo interno, la anunciada recesión todavía no se produce aunque se la espera, la utilización de la capacidad instalada es razonable, mientras que la inflación corre al 120% anual. Los análisis que pronosticaban una caída del PBI del 3 al 4%, ahora se desdicen, tal vez un 2.5%, estima el Fondo, en el marco de un crecimiento global muy pobre. La estanflación está en el horizonte.

En paralelo, los grandes capitalistas y los partidos o coaliciones del sistema levantan la vista más allá de lo inmediato, especulan con un tiempo nuevo en el que la renta de la tierra (“Esa potencia oculta” que dijera el barbudo de Tréveris) comienza a posicionarse como una plataforma para un nuevo ciclo alcista.

En el agro la sequía ya pasó. Entraremos en el año del Niño, que siempre es favorable a la actividad agrícola. Todos se preparan para una gran cosecha con buenos precios, por la sequía en EE.UU. (soja y maíz) y el impacto de la guerra en Ucrania y la salida de Rusia del acuerdo por los granos (trigo). Por lo que se da como un hecho la recuperación de los 20.000 millones de dólares perdidos este año. Minería, crece la demanda mundial de minerales que el país tiene en abundancia, oro, cobre y sobre todo litio, del que el país es el cuarto productor mundial, y la segunda reserva del mundo luego de Bolivia. Se estima que para el 2025 se dupliquen las exportaciones superando los 8.000 millones. Hidrocarburos, el país tiene la segunda y cuarta reservas mundiales de gas y petróleo no convencionales. Con la puesta en marcha del gasoducto PNK; la habilitación en reversa del gasoducto del norte para llevar gas a las provincias norteñas y luego exportar  y el acondicionamiento de los oleoductos a Chile se revertiría el déficit energético. Se ahorrarían unos 5.000 millones el año entrante y seguiría un curso ascendente en los años posteriores. A esto hay que adicionarle la potencialidad de la llamada Industria del Conocimiento que para su crecimiento exportador solo depende del talento nacional, que en este rubro Argentina dispone en abundancia.

Claro que todo es potencial. No pocas veces en nuestra historia las disputas intercapitalistas, y las interferencias del imperio, trabaron proyectos de futuro.

Destinos del saldo comercial

Las estimaciones del gobierno, y también de sectores privados, estiman para el año entrante un resultado positivo de la balanza comercial del orden de los 18.000 millones de dólares y en crecimiento hacia el futuro. Ese saldo comercial  positivo deberá servir para pagar los vencimientos de la deuda externa, para satisfacer las importaciones que la industria necesita, para que las empresas giren dividendos y royalties al exterior y otros usos menores. Vale preguntarse ¿quedará algo para encarar proyectos de envergadura que hagan al desarrollo del país?  ¿Para atender las necesidades básicas insatisfechas en términos habitacionales y de prestación de servicios de las clases más desposeídas?

Entre el presente y el futuro.

Entre ese futuro promisorio que nos promete el consenso exportador y este presente mediocre y angustiante, coronado por la incertidumbre electoral, hay que atravesar la fase estabilizadora en la que todos, capitalistas y personeros políticos, coinciden: devaluación, reducción del déficit fiscal, menor emisión, control de la inflación, nivel de reservas. Un ajuste en toda la línea que ya está haciendo la inflación pero que no alcanza.

Luego entraríamos en un nuevo tiempo. ¿Habrá allí garantías ambientales en la explotación de nuestros bienes comunes que le den sustentabilidad a los proyectos extractivistas? ¿Habrá reguardo para los territorios y condiciones de vida de los pueblos originarios? Jujuy es hoy un laboratorio experimental tanto por el impacto comunitario de la explotación del litio, como por el autoritarismo de las clases dirigentes. También por la respuesta social.

El tiempo pasa aceleradamente.



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