24/05/2023

Entre calles de arena y el río, la poesía habita su trinchera

 

A unos 20 minutos de la Capital de Santa Fe, pasando el “El Rincón”, hay un pueblo con las calles de arena y un río que te envuelve. Ahí podes encontrar una casa con un cartel de madera que dice “Reserva poética Arroyo Leyes”. En este lugar vive Alejandra Bosch, con su hijo y sus animales. Ella es escritora, artesana, hace pan casero y dos veces por año le abre las puertas a escritores y escritoras para su festival de “Poesía Arroyo Leyes”. Por María de Mar Rodríguez.


La conocí cuando empezó mi viaje por distintas provincias hace un año atrás. Salí con mi valija de libros, con la intención de conocer movidas culturales en las que ellos sean mi fuente de trabajo y a la vez aprender de otros territorios, su escritura, sus metáforas.

El punto de partida fue el 25 de febrero del 2022 en la ciudad de Tucumán. Había un encuentro de escritores y editoriales llamado F.I.D.E.O (Festival Intergaláctico de Escritores Oficial) y mi compañera de habitación, fue ella, Alejandra: Pipi. Se presentó como la editora de ediciones del Arroyo. Ahí publicó a más de 130 poetas argentinos con la particularidad del trabajo artesanal: las tapas están hechas con cajas y sachet de leches que vecinos, vecinas, y gente de otros lugares le donan. Con una base artesanal y ecológica, en este encuentro no sólo participó de la feria si no que además dió su charla de “No seas basura” en la que contó del proceso.

Foto: Irina Bianchet

“Cuando vienen al puesto y ven al libro como una rareza, es una invitación al pensar que la basura nos pertenece, que es nuestra y debemos hacernos cargo de ella. Sabemos que el planeta no lo vamos a salvar, pero apelamos a que la persona que se compra nuestro libro se replantee esa relación. Son 142 familias en todo el país que aportan a esto y queremos invitar a que se sumen. Tenemos un amplio catálogo, muy federal y actual. Los vendemos pero también son llevados a escuelas, hospitales, comedores populares. Es muy difícil que una persona tire un libro, no va a ser basura”. Expresó en una charla en este encuentro.Dan talleres en las escuelas, invitan a pensar qué hacer con la basura, y además llevan esos libros para que circulen en manos de adolescentes que no puede comprar en una librería.

En esos días pude conocer a una mujer que a pulmón se mueve en el oficio de la escritura. Que viaja de un lado para el otro llevando a todas y todos esos autores en su bolso. Que está en la calle pero también se guarda en soledad para producir ese material donde recibe autores de todas partes. En sus mesas dialogan nombres de distintos territorios. Y también abre sus puertas, su patio, para un festival que organiza dos veces al año. Ahí me recibió en junio del año pasado. Con casi cuatro meses de viaje encima, con una sopa, una cama y un gorro de lana que ella había hecho. Cualquier persona viajera sabe que llamar oro a eso, es poco.

Ahí empezaron a venir escritores de todas partes: de la ciudad de Santa Fe, de Buenos Aires, La Plata, Entre Rios, (Mar Del Plata en mi caso) y hasta una cantante de Chile. Alejandra, con su hijo Guille y su sobrino Juani, fueron puente para llevar nuestras lecturas a un montón de espacios: desde una escuela secundaria llamada “Juan Jose Saer”, leer en la nocturnidad del hotel, en la biblioteca del pueblo Rincón, bares de la ciudad de Santa fe y hasta el mismo patio de su casa. Que en ronda de empanadas y charlas se generó un clima familiar.

 

El festival de poesía es un modo de juntarme con amigos, conocer gente, activar el territorio donde vivo. Hay problemas sociales, de convivencia. Como toda la costa santafesina se trabaja con la pesca artesanal. Por negocios inmobiliarios se empezaron a vender terrenos aquí, con el Procrear hubo mucho impacto y generó que se venga gente para acá. Hay una mezcla, un repentino conflicto ecológico, ambiental y social” describe Pipi. Y agrega: “Soy parte de los que llegamos en 2015. Nuestra postura fue la de formar parte de una comunidad integral. No cercar espacio y hacer nuestra vida yendo a estudiar o trabajar a Santa Fe (ciudad) y volver a la costa a dormir”.

 

Claramente no es alguien de paso en este pueblo. Lo habita, y ofrece todas sus herramientas.
Antes de vivir en Arroyo Leyes ella era de la ciudad de Santa Fe. Se armó de todos sus oficios y herramientas y encaró: “Lo primero que hice fue renunciar a mi trabajo. Me fui con una cocina semiindustrial, con la escritura y con el tejido. Junté mis actividades como artesana y escritora, daba taller de reciclado en los barrios y formamos Ediciones Arroyo. La idea fue hacer arte con la basura. Que nuestro pueblo se sienta mejor, se junte, circule la palabra. Primero hicimos un encuentro en junio, después enero: Todo ese festejo llenó de amigos a la comunidad. Hay lecturas, talleres, literatura, pero fundamentalmente son encuentros humanos y de la vida en comunidad y queremos que sea de ese modo.”

Desde el 2016 que comenzó con esta editorial en la que como decíamos, ya lleva 130 poetas y una edición latinoamericana hecha en el verano que se llamó “Fuiste mía un verano”. Actualmente están trabajando en darle una vuelta al estilo de las tapas. Así que también se podrá apreciar el trabajo textil en ellas, los dibujos en los que incluyen pájaros, como el logo de la editorial. Darle fuerza al hacer arte con basura plástica como concepto.

Obviamente que la editorial no es ajena a la crisis que está ocurriendo. Como cuenta Alejandra, hoy es un lujo tener los insumos para las producciones o que alguien pueda comprarse un libro. En una actualidad donde las necesidades básicas se están volviendo muy forzosas, ¿qué nos queda para quienes trabajamos de esto? ¿y para acceder a la poesía, a la literatura como un derecho?.

Ella entrelaza sus oficios y los pasea por su hogar, por su pueblo. No solo es editora. También escribe, vende pan casero, teje. Como ella se nombra: artesana. Desde las palabras hasta otros oficios que ocupó como su familia: joyera, zapatera, estudiante, gestora cultural, tallerista. Escribe como una actividad personal, como un momento de su vida. Escribe después de dar vueltas por su pueblo de calles de arena, sin sistema. Escribe poco dice, pero cuando lo hace, nace un libro: poesía o narrativa es lo que suele tejer.

No soy funcionaria de la poesía

“Tengo una remera que dice “No soy funcionaria de la poesía, porque una vez se lo escuché decir al poeta Alejandro Schmidt. Significa mucho esa remera que uso. Porque creo que como gestora cultural no hago un trabajo inocente. Insisto en un modo de hacer un festival, de sostener la editorial y eso es una intencionalidad política. Busco diferenciarme de muchos gestos políticos con los que no coincido.

Me posicioné públicamente a principios de la pandemia. Me alejé del ambiente literario, los usos de fondos en la pandemia lo usaron para esos lugares de elite de la literatura y no para los trabajadores de la cultura que no podíamos trabajar. No fue para proyectos pequeños ni para lugares independientes. Pero pasa en todas partes del mundo. Hay una intención en unir la academia, ciencias, donde circula la “buena literatura”. No coincido. Trato, desde mi pequeño lugar en un pueblo, hacer desde acá. No soy ninguna revolucionaria. Entiendo que vengo de una ciudad, que viajé, que tengo una formación media académica y que no se puede derribar a las elites. Pero desde mi lugar, trato de ser horizontal. No le hago viento a ese fuego”

A “Pipi” la habían invitado para ir a un festival En Cuba. Ella siempre intenta ir con todos esos autores y autoras a cada rincón. Intentó ahorrar la plata para el viaje, pero fue complicado llegar a los pasajes. Por eso propuso y nos proponemos que el año que viene pueda hacerlo. Porque no va ella sola, van versos de un pueblo, de nuestro territorio, van escritores de cada provincia en esos libros, va una identidad en la que va a contarnos.

Se viene un invierno cruel para este y tantos oficios, pero Pipi lo resinifica dándole la bienvenida: ya en los primeros días de junio, hará otro festival de poesía. Como el de hace un año atrás. Donde la niebla tocaba el río, las calles de arena se te metían en las zapatillas, donde cada rincón es propicio para leer poesía: el patio de su casa, un bar en Santa Fe, en la biblioteca del pueblo “Rincón”, el salón del hotel, el aula de una escuela. Pipi y su familia abren el pueblo, la olla, el vino, para compartir lecturas en un espacio donde a pesar de las diferencias de edades y de formaciones, el escenario es el mismo: el suelo de un territorio.

“Trabajador independiente, trabajador, artesano, escritor, nos depara la guerra final contra el capitalismo. Se acabó la fiesta, a nivel natural, económico hace mucho, el ambiente está en guerra, contra nosotros que rompemos todo lo que tocamos. Pensar modos de vida, mixtas, estar con una pata fuera del capitalismo, repensar nuestros vínculos, con la naturaleza, la basura, la ciudad. Por lo menos morir con las botas puestas pensando y sosteniendo nuestras convicciones”, afirma.

El próximo festival de poesía será del 16 al 19 de junio.

 



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