21/04/2023

Informe especial: es importante que las travestis cuenten (y que las escuchen)

Por primera vez en la historia de los Juicios de Lesa Humanidad, en el Juicio Brigadas, pudimos escuchar a cinco travestis sobrevivientes que estuvieron secuestradas en el Pozo de Banfield y, además, a Marlene Wayar, que dio una clase magistral de Memorias Travesti. Sus testimonios se suman al de Valeria del Mar Ramírez, quien había declarado el año pasado y fue la primera querellante travesti trans es declarar en un juicio de Lesa Humanidad. Por Pulso y La Retaguardia.


Redacción: Julia Varela (Pulso Noticias)
Edición: Pedro Ramírez Otero (La Retaguardia)

Podemos decir que la historia empieza así: el Juicio Brigadas, como decidimos llamarlo, es un juicio unificado por los crímenes cometidos en tres Brigadas de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el conurbano sur, durante la última dictadura cívico militar: el Infierno, en Avellaneda, el Pozo de Quilmes y el Pozo de Banfield. El juicio empezó el 27 de octubre de 2020 y tiene audiencias todas las semanas; desde las 8:30 hasta pasado el mediodía. Cuando empezó, Brigadas tenía 442 víctimas, 468 personas citadas para declarar y 18 genocidas imputados. Pero se murieron cuatro imputados (Miguel Ángel Ferreyro, Miguel Osvaldo Etchecolatz, Carlos del Señor Hidalgo Garzón y Emilio Herrero Anzorena) y este año, se sumó un imputado nuevo: Horacio Luis Castillo.

¿Por qué? Porque el año pasado, antes de que muriera Etchecolatz, el juez federal Ernesto Kreplak y a raíz de la investigación de la Fiscalía, procesó al genocida y a Jaime Lamont Smart, Jorge Antonio Bergés, Roberto Balmaceda, Alberto Candioti, Carlos María Romero Pavón, Juan Miguel Wolk, Héctor Di Pasquale y Luis Horacio Castillo por perseguir, detener y torturar a ocho personas travestis trans en el Pozo de Banfield entre 1976 y 1983. Y ahí empezó otro capítulo en el Juicio Brigadas.

Primero, en noviembre del año pasado, durante la audiencia 88, declaró Valeria del Mar Ramírez. Fue la primera. La que le puso voz y cuerpo al procesamiento de Kreplak y que, además, es querellante en la causa. Fue la primera vez que la Justicia escuchaba a una travesti declarar como víctima de violaciones, torturas, trabajo esclavo y secuestros. “Tenía miedo de que no me creyeran, tenía miedo, tenía vergüenza. Es muy fuerte todo lo que me hicieron”. Valeria contó cómo la secuestraron dos veces. Una a finales de 1976 y otra a principios de 1977.

Ayer, después de un mes de declaraciones de testigos de contexto que aportaron marco teórico y fundamentos al testimonio de Valeria del Mar, escuchamos las voces de sus compañeras, con las que trabajaba ejerciendo el trabajo sexual en La Tablada, en Camino de Cintura: Carla Fabiana Gutiérrez, Paola Leonor Alagastino, Julieta Alejandra González, Analía Velázquez y Marcela Viegas Pedro y que también estuvieron detenidas desaparecidas en el Pozo de Banfield.

Carla y Paola declararon desde el exilio, en Italia, donde todavía viven. Las dos cruzaron el océano ni bien empezó la Democracia. “Cuando llegué a España fui la personas mas feliz del mundo porque sabia que no iba a sufrir más”, dijo Paola. “De la Argentina tengo lo peores recuerdos de mi vida por las injusticias que sufrí. Para ellos nosotras éramos monstruos. No se puede entender cómo nos trataban”, agregó Carla.

Y es que durante la Dictadura hubo una persecución específica y particular. La dictadura quería construir un modelo de país, económico, cultural, social, religioso y, fundamentalmente, sexogenérico. Eso es lo que está queriendo demostrar la Fiscalía en este juicio: “Hubo un ensañamiento particular hacia las personas travestis y trans”, dijo la fiscal Ana Oberlin y agregó: “Creo que ha quedado claro, muy claro, cómo ha sido la persecución y el ensañamiento sobre esos cuerpos en particular”.

El trabajo de la Fiscalía, el de Ana Oberlin, tiene su raíz: hay muchas personas y organizaciones que trabajan hace tiempo en la investigación, sistematización y difusión de archivos y en demostrar que la dictadura fue profundamente hetero-cis-patriarcal y buscaba eliminar todo aquello que reconocía por fuera de la norma que buscaba imponer.

“Si no nos enmarcamos en esto, no vamos a poder analizar cuál es la pertinencia, la particularidad y la especificidad de este llamado proceso de reorganización nacional. Esta fuerza opresora busca sobre todo un hombre familiero, que vaya de casa al trabajo, que no haga juntas masivas. Se entiende a disidencias sexuales en ejercicio de prostitución como una amenaza al sistema familiar cristiano. Y el sistema sexo-género es lo que las personas travestis, trans, intersex amenazan”, dijo Marlene Wayar, activista travesti, ceramista y psicóloga social, con la voz quebrada por la angustia cuando le tocó declarar como testiga de contexto. “Es importante que una travesti salga de un campo de concentración donde ha visto atrocidades y las cuente. Porque puede provocar un efecto. Después del proceso militar hemos tenido que escuchar miles de relatos. Pero una no ve que nuestros relatos interesen. Por eso la importancia trascendental histórica porque es este juicio es de los primeros donde podemos escuchar estas voces. Nunca hemos tenido derecho a la Verdad, a la Justicia ni a la Memoria, ni a sentir el respaldo de que nuestros cuerpos importan”.

“Todo este desastre ha sido construido por hombres y mujeres. La responsabilidad política, económica, ética, cultural, social es de hombres y mujeres. Nosotras, las disidencias, hemos estado sometidas a vivir a su arbitrio. Incluso en momentos en los que nos pueden reconocer la Ley de Identidad de Género, nos dan la limosna. ¿Cuándo vamos a alcanzar a la heterosexualidad y su acumulación de poder económico nosotras que hemos sido condenadas permanentemente a la pobreza estructural?”, le preguntó Wayar al TOF 1.

Brigadas, como decidimos nombrarlo, es un megajuicio: hay 442 víctimas, 468 testigos, tres centros clandestinos de detención, tortura y exterminio y una clara articulación con Uruguay y el resto del país. Recién el año pasado, el 3 de mayo de 2022, pudimos volver a la sala de audiencias de manera presencial, en el TOF 1 de La Plata, en 8 y 50. Ahora, las audiencias alternan entre presencialidad y virtualidad, dependiendo del pedido de quienes dan testimonio, la disponibilidad del tribunal y las subrogancias.

Testigues de contexto que sumaron elementos teóricos a los testimonios

En la audiencia 97, el 14 de marzo, declaró Flavio Rapisardi, Licenciado en Comunicación Social, Magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural y autor, junto con Alejandro Mordarelli del libro “Fiestas, baños y exilios: los gays porteños en la última dictadura” y explicó por qué el hostigamiento contra la comunidad travesti-trans, lesbianas y maricas fue algo sistemático, fue planificado. “Las fuerzas de seguridad hicieron un trabajo de inteligencia para perforar los lugares de encuentro de las personas de la comunidad LGTBIQ+ durante la dictadura”, dijo.

Hace unos años, María Belén Correa, desde el exilio, decía: “Las compañeras trans en la dictadura cubrían distintos espacios: eran servicio doméstico, eran las que se encargaban de limpiar los Falcon llenos de sangre. Eran las que se encargaban de limpiar un cuarto luego de una sesión de tortura, las que escuchaban partos. Eran las que escuchaban las torturas, porque ellas estaban del otro lado del calabozo”.

En la audiencia 100, declararon dos personas más que le dieron marco teórico a lo que escuchamos: Ana Cecilia Solari Paz, que investigó, para su tesis de la Maestría en Historia y Memoria de la FAHCE-UNLP, sobre las prácticas de represión, persecución y vigilancia hacia las disidencias sexogenéricas durante la última dictadura. Y Cristian Prieto Carrasco, periodista e integrante de Memorias Disidentes Sudacas, autor de El maricón de los chilenos y Fichados.

“Si le reclamamos al Nunca Más que incluya la persecución por motivos sexuales o de identidad de género, pensemos un momento en los problemas situados: ¿Cómo iba a acercarse a denunciar una travesti la desaparición de su compañera si la podían dejar presa porque su existencia ya era una contravención? ¿De qué forma un militante gay iba a denunciar un secuestro si las propias organizaciones políticas de la época le daban vuelta la cara por no cumplir con los valores revolucionarios de la familia? ¿Cómo iban a incluir a la comunidad LGBT+ si el ministro del Interior que se vinculaba con la Conadep opinaba que eran enfermos que había que curar? Para que la comunidad LGBT+ sea parte del proceso de memoria colectiva es necesaria una intención política de poner el foco en estos testimonios. Así como desde 2016 los delitos sexuales en la dictadura son un capítulo propio en las causas de lesa, la comunidad LGBT+ podría tener su propio lugar en la construcción de Memoria, Verdad y Justicia solo si asumimos que existió y persiste una violencia específica. Que hoy te maten por puto, travesti, trans y lesbiana es una continuidad histórica: Nunca Más es una frase que pide a gritos ser ampliada”, reflexionó el periodista Matías Máximo.

https://laretaguardia.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Valeria-del-Mar_testimonio-dicatadura-2023-1.pdf

Este folletín es fruto del trabajo colectivo, uno dedicado y amoroso con nuestra comunidad, con nuestras genealogías
rebeldes y brillantes. Con nuestras memorias siempre ardientes. Estuvo producido por: estuvo producido por // @memorias.disidentes.sudacas // @dibujamecuir // @milpa_edita.


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