16/03/2023

A sus 77 años falleció el poeta y periodista Enrique Symns

Hoy miles de sus lectores y lectoras despiden a Enrique Symns recordando los textos del escritor, poeta, periodista, actor, monologuista como piezas de arte que narran la contracultura. «Escribir es más importante que vivir, somos más lo que escribimos que lo que somos» es una de las frase que describen al creador de la revista Cerdos y Peces. Por Manuela Wilhelm (ANRed)

Enrique Symns nació en Lanús, provincia de Buenos Aires. Su presencia aportó una cuota innovadora a revistas como Eroticón, Fin de siglo, El cazador y La Maga. Fue colaborador especial del diario Clarín, prosecretario de redacción de Satiricón, jefe de redacción de El Porteño, redactor de los diarios La Voz y Sur, y creador y director de la mítica Cerdos & Peces, revista que se empezó a publicar dentro de El Porteño y que dejó una impronta difícil de superar por su estilo alejado de cualquier convencionalismo.

En Chile, creó la revista The Clinic. Gracias a que se conocieron con la Negra Poli, fue el presentador de los shows de Los Redonditos de Ricota, luego de otras bandas como Los Piojos, Bersuit Vergarabat y Caballeros de la Quema. En 1991 el periodista rompió todo vínculo con Los Redonditos tras el asesinato de Walter Bulacio a manos de la Policía Federal.

Publicó, entre otros libros, La banda de los chacales, Invitación al abismo, La vida es un bar, El señor de los venenos, En busca del asesino y Big Bad City.

«Cuando sus compañeros de ruta abandonaron el reviente o se incorporaron al mercado, Symns siguió por la senda de la autodestrucción» dice el perfil del «personaje inclasificable de la contracultura» que escribió Agustina Frontera para Revista Anfibia.

En ese perfil/crónica se rescata el testimonio de Ricardo Ragendrofer quien leyó a Symns antes de trabajar con él varios años en la revista Cerdos & Peces: “Sus textos eran absolutamente maravillosos”. Hay una frase de Bukowski que Ragendorfer trae en relación a Symns, para muchos, su doble argentino:

—“Escribir es como darle una pitada a un faso, el humo es para uno y la ceniza es lo que se publica”. Con Enrique hicimos empatía inmediatamente, vivíamos intensamente, creíamos que el horror nunca se iba a terminar, y Enrique tenía esa forma de ser, que te alentaba a decir cualquier cosa con libertad, no había límites, y si causaba escozor lo que uno decía, tanto mejor.

Enrique recuerda que fue a España en el ‘75. «Habían secuestrado a Beatriz Perosio, la presidenta de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, y le tocaba a mi novia, que era la vicepresidenta. Ella se escapó porque la iban a matar y me fui con ella. Nos separamos allá y volví a Argentina en el ‘80 o en el ‘81.”. Como figura en el Nunca más, Beatriz Perosio fue secuestrada en 1978 y llevada al campo de detención “El Vesubio”.

En el perfil que escribe Frontera, se describe que en esos años europeos, Symns experimentó con sustancias psicotrópicas, en especial con drogas enteógenas. «Todavía no había probado la cocaína. Fue a conciertos de los Rolling Stones, de Pink Floyd, aprendió a violar con la mente, tuvo sexo con niñas, con muchos, drogado y sin drogar, probó todo y configuró para siempre su porte de chamán degenerado, de predicador astral paranoico. Es en estos años cuando delinea estéticamente una lengua del submundo. En España comenzaba “el destape”, “la movida madrileña”, el punk. En esos ambientes de desburguezación del mundo Symns tenía mucho para dar. Su lengua había nacido menor, no necesitaba quitarse lo blanco, salir del closet. Symns era su propio otro».

En 2016, el medio THC de Cultura Cannábica publicó en sus redes sociales un pedido de solidaridad para con Enrique Symns que había sido el primer columnista que tuvo la revista.  En ese entonces Enrique debía ser intervenido quirúrgicamente por un problema en la próstata y para lo cual lograron juntar la suma de 98 mil pesos entre aportes solidarios.

A partir del deterioro profundo de su salud por padecer diabetes le comentó a Rodolfo Palacios «necesito ser el hombre fuerte que alguna vez fui». Gracias al trabajo cuidado y la edición de este periodista publicó en febrero de 2019 una nueva obra: Fantasmas de luz. Crónicas malditas de márgenes y fronteras (Sudamericana). Un libro en el que reúne textos dispersos por distintos medios periodísticos donde recorre, con su mirada cáustica y ya icónica, espacios geográficos (Villa Soldati, Mar del Platas, San Telmo, Chile), repasa sin piedad parte de su vida (la infancia, la adolescencia, la adultez más furiosa) y mira de frente a su relación con las drogas.

Además suma inéditos de ficción donde conjuga oraciones inesperadas con una poesía que busca la belleza y la comprensión de aquel momento que le tocaba vivir. «Escucharlo es encontrar una parte aventurera y excitante de la vida cotidiana que parece vedada para la mayoría de las personas. Habla el señor de los venenos» describía su última obra en aquel momento el periodista Walter Lezcano que hoy Clarín publicó una entrevista inédita con Enrique Symns*

En sus últimos años de vida fue entrevistado desde su cama para la película Bufones de la Risastencia de Patricio Escobar, donde se cosntruye una crítica política desde el humor.

enrique symns

Cuando Symns regresa a Buenos Aires funda en 1983 una revista llamada Cerdos y Peces, que denunciaba la doble moral alentando la trasgresión, presentando historias y personajes marginales e inaugurando en parte un género de periodismo alternativo.

De esta manera, Enrique fue fundador y referencia latinoamericana del llamado Periodismo Gonzo nacido en 1960 en Estados Unidos. Entrevistado por Guillespie en 2005 en la radio Rock & Pop Symns, arguía que el periodismo «no está para juzgar» como en el periodismo tradicional y monótono. Para Enrique el o la periodista «entrevista para comprender, vos no sos policía, qué venís a juzgar».

Sobre su tarea en la mítica revista Cerdos & Peces, Enrique consideraba que su labor interpelaba por estar «contra el periodista que inventa la realidad, hay que luchar contra esta hechicería del periodismo global que lo que hace es comentar la vida y recortarla, persiguiéndola para asfixiarla, porque le importa muy poco la vida de los demás, es un periodista policíaco, un sujeto despreciable.

A pesar de su deterioro auto inflingido, Enrique tenía una lucidez inmensa que persiste hasta la actualidad y seguirá, seguramente, ayudando a comprender el mundo. «Se ha constituido un mundo de la peor ética, yo no creo en la moral pero creo en la etica, la ética es solidaria, a mi me importa la vida del otro y con gusto hago algo por el otro, si tengo que dar una paliza al tipo que violó lo hago, este es un periodismo que nosotros intetamos hacer salvajemente, un periodismo despojado de esa vision de lo que se llama objetividad, que me parece una trampa terrible».

Además, marcado por esta perspectiva su periodismo tenía que ver con la construcción de una contracultura: un rechazo al rock negocio y un culto al gozo que era disruptivo en medio del miedo instalado por años de dictadura y genocidio.

En 2012 Symns volvió a los escenarios para monologar junto a bandas amigas

**** Una de las últimas entrevistas a Enrique Symns realizada por Walter Lezcano

–¿Cómo estás, Enrique?

–Estoy muy mal, muy enfermo. Tengo diabetes, me operaron de la próstata así que me quedé sin sexo, no puedo caminar, puedo comer muy poco, no tengo plata porque soy pobre. Este departamento me lo alquilaron mis amigos hace unas semanas. Vivía en un hotel de cuarta ahí en Constitución, con arañas enormes, cucarachas y pulgas. Hace ya dos años que vivo en pensiones baratas. Y me hizo mal. Me hizo mal porque yo me lo he buscado.

–¿Te lo buscaste?

–Yo creo que sí. Por el maltrato con los periodistas. Mi manera de ser sincera a ultranza, de decir lo que pienso sea quien sea que esté frente a mí. Me gané muchos enemigos. Y por otro lado no será tan bueno lo que escribo.

–Bueno, acabás de sacar un libro por una editorial mainstream.

–No te voy a decir lo que son. Por ejemplo, me cambiaron el título: se llamaba «Fantasmas de la luz» y no «Fantasmas de luz». Cambia. Y me censuraron un cuento que se llamaba Caperucito, que era cuando a mí me violaron de chico. Me lo censuraron porque les pareció muy erótico. Yo contaba muchas cosas que me pasaban ahí en ese momento.

Symns: «Creo en los fantasmas».

–¿Cómo surge el libro?

–Es todo gracias a Rodolfo Palacios. Es una recopilación que él ha hecho de materiales no publicados y algunos que ya salieron. Así se arma el libro. Se llama así porque yo creo en los fantasmas y estoy seguro que viven en la luz, no viven en las sombras.

Está en todo lo que vemos. Por ejemplo, vos sos un fantasma. Los ojos son ciegos ante eso. Porque los fantasmas no tienen olor, ni materialidad ni nada. El agua, como decía Heidegger, es aquello con lo que me lavo las manos, no el H2O. Hay que aprender a mirar.

–¿Qué significa para vos a esta altura de tu vida y con tu recorrido sacar un libro?

–Nada, no significa nada. Me importa muy poco. Lo que sí me importa ahora es la muerte porque sé que está cerca. Hay algunos que lo llevaron muy bien eso. Borges no sé cómo habrá hecho. Seguro que esperó la muerte leyendo pero a mí ya no me gusta leer.

Leí tantos libros que ya lo único que hago es releer y además hasta eso me cuesta porque ando mal de la vista por la diabetes. La pérdida de la memoria es otra de las cosas que me molestan.

–¿Sentís que a lo largo de tu vida te acercaste a la muerte muchas veces?

–Cuando uno es joven no le tiene miedo a la muerte, le tiene miedo al dolor. Una vez me dijo Fito Páez: saber que te vas a morir es estar despidiéndote todos los días. Me impresionó esa frase porque era muy joven cuando me lo dijo. Pero yo no le tenía miedo a la muerte ni se lo tengo ahora.

Es un cierto temor a la desaparición definitiva. La posibilidad de no haber existido nunca. Porque dejar de existir es un poco eso. Es mentira el pasado, San Martín, el busto de Roca, Shakespeare, bueno, no existe más nada de eso. Y llegará un día en el cosmos en el que explotará todo. O sea que nunca existió este universo.

–Ahora estás en Nervio, el proyecto periodístico de Andrés Calamaro.

–Calamaro me encanta, es una buena persona. Al principio no me gustaba él. Era mi antipatía natural que tengo por todos los rockeros. Después lo conocí y me pareció una persona muy noble, muy inteligente, muy aguda y muy buena.

En Nervio escribo un par de notas y firmo. También voy a escribir para Orsai, de Hernán Casciari, una nota sobre el Indio Solari. Porque todavía me joden y preguntan sobre Los Redondos y la Cerdos & Peces. Los dos karmas de mi vida. Porque para mí lo demás es mejor. Son mejores las novelas que escribí. Pero tengo que reconocer que Cerdos & Peces era una revista que tenía lo suyo.

–¿No te parece que marcaste a generaciones con el estilo de periodismo de Cerdos & Peces?

–Sí, lo sé y cuando lo hacíamos era todo a propósito. Queríamos destruir la moral pública. Tocábamos temas prohibidos por los cuales hoy en día iríamos presos. Hasta Robert Crumb iría preso hoy si empezara con sus dibujos e historietas. Freud dice que la moral es la peor de las perversiones.

Estábamos a favor del exceso en todas sus maneras. Nos equivocamos. Yo ahora me doy cuenta que uno con la juventud enardece la locura y cuando es viejo la apaga. El mundo siempre avanza y retrocede. En realidad avanza siempre pero hacia donde quiere ir. Nada dura nada. Siempre gana el enemigo, siempre gana la trampa.

–Es interesante que vos sos un periodista que nunca pasaste por las instituciones educativas tradicionales.

–Yo en España fui ladrón de pistola. Robábamos de todos: casas, bancos, joyerías, autos. Y un mexicano me dijo de escribir un libro sobre la represión sexual durante el franquismo. Lo hice y les pareció bárbaro, increíble. Fue un libro que no firmé pero me pagaron.

Y a partir de ahí empecé a escribir cosas muy jodidas. Y cuando volví a la Argentina me agarró el jefe de redacción de Clarín de ese momento y me dijo que yo era un gran escritor. Me lo creí porque era cierto. Ahí empecé con el periodismo en la revista Pan caliente.

–Y a vos te descubre Poli para trabajar en Los Redondos.

–Empecé a hacer shows pornográficos antes de que subieran a tocar. Siempre me gustó la pornografía, como a Robert Crumb, Picasso y Alberto Laiseca

–¿Pudiste recomponer tu relación con el Indio Solari luego de la enemistad a partir de lo que pasó con Walter Bulacio?

–A Bulacio lo mataron. Y yo le escribí una carta al Indio que me contestó a través de Calamaro, pero yo digo que eso no es una reconciliación.

–Es extraño porque todo esto lo hiciste de grande cuando mucha gente busca la estabilidad.

–Yo siempre tuve la sensación de que atravesé varias vidas. Ahora se me acabó: esta es la última.



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