12/01/2023

La opinión de Guillermo Folguera sobre el ex CEO de Syngenta en el Gobierno

Alberto Fernández oficializó el martes 3 de enero de 2023 el nombramiento de Antonio Aracre, exCEO de la empresa Syngenta, como Jefe de Asesores. Imagen: Télam.

El biólogo, filósofo, investigador del Conicet y profesor de la Universidad De Buenos Aires pasó por el programa radial Hora Libre y habló acerca de la designación de Antonio Aracre, ex CEO de Syngenta, como jefe de asesores de Alberto Fernández. También planteó los riesgos que genera la megaminería, el agronegocio, y se refirió a la resistencia a la explotación petrolera offshore que llevan adelante en la Costa Atlántica. Por La Retaguardia.


Entrevista: Rodrigo Ferreiro/Matías Bregante

Redacción: Gabriela Suárez López

Edición: Pedro Ramírez Otero

—¿Quién es Antonio Aracre y qué es Syngenta? ¿Qué significa políticamente que Aracre sea jefe de asesores de Alberto Fernandez?

—Syngenta es una de las grandes empresas a nivel mundial que vende tanto semillas modificadas genéticamente, lo que se llama transgénicos, como químicos, agrotóxicos, agroquímicos, o como los llaman aquellos que los venden: fitosanitarios. La empresa es de origen suizo, luego la compró China y esto tiene mucha relación con los vínculos económicos entre Argentina y China. Respecto a Aracre, es una persona que trabaja desde hace muchos años siendo CEO en América Latina de Syngenta. Ha sido de los grandes representantes de Syngenta que en los últimos años tomó mucha visibilidad. El acercamiento de Syngenta a las políticas del Estado argentino es paulatina y todo lo que vamos a hablar trasciende signos partidarios, ojalá fueran problemas de un único partido. Pero hace un par de años empezó a ser una persona muy cercana a Alberto Fernández. Y también, no está mal que hablemos de los grandes medios de prensa, porque Syngenta puso mucha plata en publicidad y Aracre en particular empezó a coquetear con entrar al mundo gubernamental estatal. Con lo cual la noticia no sorprende, porque de alguna manera se esperaba la presencia de Aracre y de Syngenta. Sabemos que son gobiernos que están articulando directamente con los agronegocios, pero tiene una obscenidad que realmente impresiona.

—¿Qué rol tiene la Academia en todo esto que nombraste sobre la trascendencia de los gobiernos de turno, los medios de comunicación y los agrotóxicos?

—Muy importante. Por un lado ha sido un gran posibilitador técnico en muchos casos de manera directa. Por ejemplo, sobre el trigo transgénico (la variedad HB4 que funciona con el agrotóxico glufosinato de amonio) hablo de otra empresa, socia de Syngenta, que es  Bioceres. El trigo transgénico tuvo como una de las grandes protagonistas a Raquel Chan de la Universidad Nacional del Litoral. Es un ejemplo clarísimo donde la universidad pública, en este caso santafesina provee recursos materiales y recursos humanos para generar un transgénico en este caso en asociación a Bioceres. Por otro lado, es muy importante en términos de lo que no hacen y lo digo como profesor de la Universidad de Buenos Aires. Es impactante ver la falta de estudios y proyectos vinculados con las consecuencias de los agronegocios: estoy hablando de los daños en la tierra, la contaminación química en el agua y el aire, el modo en el cual está entrando en los cuerpos. Está produciendo enfermedades a corto, mediano y largo plazo. Y el modo en el que incidieron en el incremento de la desigualdad social. Todas estas empresas y proyectos dejaron a la mitad de las personas bajo la línea de pobreza. También las cuestiones demográficas porque más de un 90% de personas vivimos en grandes ciudades y el modo en que se dieron los procesos de gentrificación dentro de las grandes urbes que implican un desplazamiento de los sectores bajos a las zonas marginales. Respecto al corrimiento del sector ganadero que a su vez multiplicó los focos de incendio por ejemplo en el caso del Río Paraná. Son una gran cantidad de eventos que están profundamente relacionados. Y en ese contexto, las universidades públicas y organismos como CONICET no fueron propicios en tratar de involucrarse y ver cómo pueden resolver esta situación. Se está dando un ocultamiento de esta figura que se dio a partir de la década del 90 durante el menemato, que es un período importantísimo para entender todo esto, que son los convenios públicos—privados. O sea, el modo en el cual se vertebran una universidad nacional y una empresa, eso nunca fue desarmado. Entonces encontramos instituciones académicas que parecen responder muchos más a esa lógica que generó y construyó el menemato que a una universidad autónoma capaz de cuestionar severamente el modo en el cual las empresas y las multinacionales están incidiendo directamente en las políticas públicas. 

Trigo transgénico en Argentina: “No se puede jugar con genética en un producto tan consumido”

—Europa viene desacelerando y sacando leyes en las cuales se prohíben muchas de estas semillas transgénicas y agrotóxicos y se habla de Argentina como un gran laboratorio a cielo abierto. ¿Es tan así que el mundo occidental está desacelerando el consumo de estos productos y aquí no paramos de aumentar el uso y el consumo de ellos? 

La primera cuestión brutal es que Argentina no tiene datos confiables respecto a la cantidad de químicos que está tirando al ambiente y a los cuerpos. Eso tiene relación con la política montada en el gobierno de Carlos Saúl Menem. Hay un montón de intentos individuales, de comunidades, de académicos, de profesionales que han intentado parcialmente tomar datos y a veces en hospitales públicos, pero a la hora de centralizar y sistematizar la información, no hay. En el último año he ido a un montón de pueblos llamados “pueblos fumigados” y las narrativas son de terror, el cáncer se está multiplicando. Es muy visible que conforme uno se va acercando a la zona donde se fumiga las enfermedades se multiplican. O sea, no hay ninguna duda. Pero que no haya datos es muy interesante porque tiene que ver con evitar que el Estado argentino aplique políticas de prevención, ese es el primer punto. La segunda cuestión es que hoy lo que Argentina y los órganos de control están haciendo cuando aprueban o no aprueban un agrotóxico o un transgénico básicamente tiene que ver con el mercado internacional. O sea, si Argentina garantiza un comprador del mercado internacional, el químico va a estar  aprobado. Suena brutal y terrible, y lo es. Y eso hace que tengamos más de 100 agrotóxicos que tienen prohibiciones en diferentes lugares del mundo. En ese sentido, cuando se intenta entender a SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) que es el órgano que analiza y “controla” el tema de los agrotóxicos, ellos dicen “acá hay varias agencias internacionales, está EPA que es la norteamericana, está la FCA que es la europea y nosotros básicamente seguimos los criterios de EPA porque FCA no nos genera confianza institucional. Los criterios europeos son mucho más restrictivos que los de EPA. Y Europa también hay que analizarla, tiene a Bayer como una de las grandes empresas internacionales, Bayer que hace poco compró a Monsanto y muchos de los productos de Bayer no podían ser liberados en la propia Alemania. Esta gente prohíbe sus químicos en sus propios territorios pero no lo que sus empresas hacen en otros países. En todo ese reparto de actores internacionales, Estados Unidos, Europa, América Latina, nosotros nos estamos llevando la peor parte. Porque estamos teniendo un sistema absolutamente desregulado, o básicamente regulado por el mercado, puesto a disposición, estamos frente a una experimentación a cielo abierto, sin controles apropiados, sin estudios, con un ataque sistemático a otra forma de producir. Cuando fumigan queman todas las huertas involucradas por más agroecológicas que sean. Y hace poco estuve en Cusco en el Congreso Latinoamericano de Apicultura donde se denunciaba todo lo que está generando este modelo sobre las abejas en Argentina que es tercer o cuarto productor del mundo de miel. Una narrativa espantosa, una Europa que juega efectivamente una doble vara y mientras tanto corporaciones que como vemos se están haciendo un festín con Argentina. 

—Respecto al nuevo Atlanticazo, ¿cuáles son los riesgos de la explotación offshore? 

—El tema de las offshore es un ejemplo de cómo las corporaciones se meten y moldean y arman un Estado a su gusto. Eso está clarísimo y también es otro ejemplo de puerta giratoria. Esto fue armado en su momento por (Juan José) Aranguren, el ministro de Energía durante el gobierno de Mauricio Macri, que era un ex CEO de Shell, fíjense la semejanza que tiene con lo que hablábamos de Aracre. Los riesgos de las offshore son múltiples. Se llama “offshore” porque está metido en el mar y bastante profundo, en el caso que estamos hablando creo que es de 3 mil a 4 mil metros, es muy profundo. Y tienen dos fases muy perniciosas, hay una fase de bombardeo de sonido que es muy dañina tanto hacia los vertebrados como hacia los ecosistemas. No puedo dar fuente pero me tienen que creer: hace poco hablé con un alto funcionario de ambiente y me decía “no sabemos lo que vamos a hacer con los cardúmenes de peces en la pesca”, no le importaba la ballena franca. O sea, se va a hacer algo que no se sabe que consecuencias genera en cuanto a la pesca. Fijense el nivel de locura que estamos hablando, estoy hablando de la fase de exploración. Y en el caso de la fase de explotación, hay un montón de ejemplos a nivel mundial de derrames que son terribles porque generan consecuencias a décadas, a siglos. En una zona que tiene como dos grandes fuentes de ingreso la pesca y el turismo. Los que defienden el proyecto dicen que conocen un montón de proyectos off shore y el turismo sigue andando. Ahí es como simplemente poner una bomba en tu casa y rezar para que no ocurra para un proyecto que involucra entre 30 y 50 años. Así como con agrotóxicos no hay abejas, con offshore no hay pesca y no hay turismo.

Otro Atlanticazo para decirles no a las petroleras

—En el norte Argentino el litio es un mineral que los grandes medios dicen que viene a salvar la deuda externa prácticamente, ¿qué consecuencias ambientales tiene eso?

—Con respecto al litio, para mí de todos los extractivismos es el que se hace más silenciado. Porque encima tiene una supuesta prensa verde, porque como está acoplado con un intento de transición energética, parece que fuera bueno en relación con la crisis climática. Toda la zona de la Puna es el llamado triángulo del litio, que involucra tanto Bolivia, Chile y Argentina, que es el 70% de litio en el mundo y está lleno de corporaciones de diferentes nacionalidades: canadienses, norteamericanas, chinas. Todos esos grandes imperios ahí metidos utilizan la técnica de extracción de litio que básicamente implica o presupone la evaporación de agua, en una zona donde hay muy poca agua. Entonces, es una técnica bestialmente impactante sobre los ecosistemas y las comunidades. Con otro agravante: las comunidades que están luchando son pueblos originarios que sabemos, y que se entienda mi comentario, que cuanto más oscura sea la piel, más si son mujeres y más si son pueblos originarios, la voz se escucha menos. Entonces hay todo un silenciamiento en torno al litio, está metido YPF, hay organizaciones como Jóvenes por el Clima que aplauden y cuando uno va a los territorios lo que ve es comunidades que están tratando de subsistir denunciando que les están sacando ni más ni menos que el agua. Es una locura y es evidentemente otra de las discusiones que vamos a tener que dar porque se tiran palabras hermosas como transición energética, soberanía, etcétera. Y estamos hablando de un proyecto y de una multiplicación de proyectos que van exactamente en la tendencia opuesta.

Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2023/01/la-opinion-de-guillermo-folguera-sobre-el-ceo-de-syngenta-en-el-gobierno.html



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