28/12/2022

En su tercera revisión, el FMI pide más ajuste y advierte sobre posibles inestabilidades

El Fondo Monetario Internacional elogia las políticas de ajuste de Sergio Massa en su comunicado de prensa sobre la revisión del tercer trimestre del año. A esas medidas le adjudican la baja de la inflación, la mejora de la balanza de pagos y el fortalecimiento de las reservas. Sin embargo, el documento técnico de la revisión da cuenta de un panorama más complicado y plantea explícitamente las dudas del Fondo en la implementación de sus propias recetas. Por Demián García Orfanó para ANRed


La aprobación de la revisión del tercer trimestre del año por parte del Directorio del FMI el 23 de diciembre permite el desembolso de U$D 6.000 millones al Tesoro, tal como estaba pautado en el acuerdo de marzo. Este desembolso posibilitará cubrir los vencimientos del cuarto trimestre del año (que ascendían a U$D 5.300 millones contabilizando sólo los pagos de capital), y acumular en las reservas el  remanente. La aprobación refleja el beneplácito del organismo para la política de menor gasto público (baja de subsidios a las tarifas y otros recortes), la suba de las tasas de interés y la aceleración del tipo de cambio oficial en relación al dólar (que llegó a colocarse por encima de la inflación en octubre y noviembre), a pesar de algunos incumplimientos que se soslayan.

El Fondo también describe el complicado panorama internacional, y prevé que a nivel local las cosas no serán fáciles, tal como se va detallando a lo largo del documento del “Staff” que es finalmente aprobado por el Directorio del organismo. En especial, el FMI señala los nubarrones que tendrán, sin duda, impacto local: la inflación mundial, el aumento de los precios de las materias primas, la suba de la tasa de interés en los países centrales (lo que implica la retracción de inversiones en países emergentes) y el menor crecimiento económico o recesión en los socios comerciales del país.

Ante ese panorama frágil la solución que propone es implementar las medidas “más decididamente”, es decir, intensificar las recetas del FMI, apelando a que permitirían reconstruir confianza en el empresariado en esas condiciones más adversas. Y también propone eliminar los múltiples tipos de cambio cuando las condiciones lo permitan. En particular el dólar soja, el precio diferencial que subsidió a empresarios del agro, acopiadores y exportadores. Si bien esta medida permitió cumplir con la meta de reservas del año y colaboró con la reducción del déficit fiscal, para el Fondo debe ser eliminada y el gobierno debe incentivar las exportaciones y acumular reservas sobre la base de la aceleración de la devaluación, por encima de la inflación.

Los tecnicismos del ajuste y las advertencias políticas

Para continuar con el ajuste del gasto para reducir el déficit fiscal (la brecha entre ingresos y gastos del Estado), el Fondo hace hincapié en sostener la inversión en infraestructura pero bajando los subsidios a las tarifas y recortando la asistencia social. El déficit alcanzará el 2,5% del PBI en el 2022 y la meta del 2023 implica reducirlo a 1,9%.

Mientras que el plan de recorte de subsidios fue ampliamente difundido, los recortes a la asistencia social no han tenido un tono técnico, por el contrario la Ministra de Desarrollo Social aparece como vocera de una campaña atacando políticamente a las organizaciones sociales. A ese ataque político se suma el compromiso con el Fondo de instaurar topes a los ingresos por planes sociales, excluir beneficiaries en función de auditorías de la AFIP y ANSES, e incluso levantar el secreto fiscal en masa (medida que nunca tomaron con los fugadores). Completan las medidas acordadas con el FMI para el ajuste a la asistencia social la licuación del valor de la Tarjeta Alimentar (cuyo monto se actualiza discrecionalmente muy por debajo de la inflación).

Para la reforma en las jubilaciones, el FMI señala la necesidad de evitar moratorias, eliminar regímenes especiales con condiciones menos miserables que el régimen general y modificar otras condiciones que lo hagan financieramente más sostenible. Las medidas que usualmente la ortodoxia económica propone para mejorar esa ecuación financiera son el aumento de años de aportes, el incremento de la edad jubilatoria y la baja de las prestaciones. Sin embargo, el Fondo asume que no habrá condiciones políticas para una reforma hasta después de las elecciones.

Otros de los aplausos de la revisión fueron para la política de acuerdos de precios y paritarias, que por ser medidas voluntarias son permitidas por el organismo internacional, a diferencia de otro tipo de controles de precios de tinte intervencionista.

El Directorio también saludó el acuerdo con el Club de París, y llamó al Gobierno a seguir apoyándose en otros organismos de crédito internacional. Pero además, en el terreno de la deuda, explicitan la necesidad de una estrategia proactiva hacia los mercados de crédito doméstico, que podría traducirse como la necesidad de encarar algún canje que evite los problemas de la refinanciación cada vez más dificultosa del endeudamiento de corto plazo del Tesoro, ya que el Gobierno debe recurrir al mercado de deuda en pesos para obtener recursos para cubrir la diferencia entre ingresos y gastos.

Frente a todas estas situaciones, el Fondo explicita su mirada política, donde apela a la necesidad de un amplio apoyo político para que pueda desarrollarse el programa. En especial, ante una posible escalada del descontento ante las medidas de ajuste al gasto o la alta inflación. La primer prenda de apoyo la da el mismo FMI, que pondera positivamente, por sobre otras consideraciones, los avances en el plan de ajuste trazado. El organismo no exige medidas de estabilización económica de shock (como mega devaluaciones y su correspondiente alza de la inflación, o planes de canje de depósitos por bonos). A su vez, es laxo en las críticas sobre las medidas que no comparte y da un voto de confianza sobre el manejo de plazos para su reversión o la implementación de otras recetas (como el dólar soja, el revalúo fiscal, los aumentos de tarifas, los controles de capitales, las reformas jubilatorias y los recortes en la asistencia social).

El FMI busca mantener al país en la órbita de EEUU

Las razones de este apoyo hay que buscarlas por fuera del acuerdo, en la búsqueda de Estados Unidos de hacer pie en la región de la mano de este gobierno, a sabiendas de la competencia de China en la región y de la inestabilidad económica global y de los sistemas políticos del hemisferio (revueltas en Chile en 2019, los paros de la CONAIE de Ecuador en 2019 y 2021, los Paros Nacional en Colombia en 2019-2020, las movilizaciones en Perú en 2022, etc).

Mientras que la segunda revisión mostraba una preocupación mayor por las internas de la coalición gobernante, en este documento el eje está puesto en el descontento social. A diferencia de aquella revisión de septiembre que evaluaba como un riesgo las disputas internas de la coalición gobernante, ahora la pelea del sector del Frente de Todos liderado por Cristina Fernandez de Kirchner no figura entre las preocupaciones directas.

El año parecía cerrar con el espaldarazo al Gobierno de parte del FMI por medio del aval a las medidas y por la baja a 4,9% de la inflación en noviembre, sin embargo el escenario político muestra una capacidad de transformarse muy rápidamente. Por ejemplo, la cautelar de la Corte Suprema obligando al Gobierno Nacional a hacerse cargo de un mayor giro de fondos a la Ciudad de Buenos Aires, que podría alcanzar un 0,2% del PBI, disparó una comedia de enredos jurídicos y políticos en torno al tema. Por otro lado, las luchas callejeras ante el deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora también son parte de ese panorama convulsionado que no hay acuerdo en Washington que pueda solucionar.

Demián García Orfanó (Economista, integrante de Marabunta)



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