05/12/2022

Hablan las presas mapuche

A poco más de dos meses del desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu, las cuatro mujeres mapuche procesadas con prisión preventiva en Bariloche conversaron con un grupo de periodistas en la casa comunitaria mapuche donde conviven con nueve niños y niñas. Hablan del desalojo violento, el traslado a Ezeiza, el parto en cautiverio y los juegos de los niños mapuche criados en una comunidad perseguida. Por Ana Cacopardo, Agustina Frontera, Cora Gamarnik y Florencia Werchowsky (En Estos Días).


Noviembre 2022

En la puerta de la casa un cartel dice “Bienvenidos a nuestro hogar” en mapudungun, la lengua mapuche. El trazo desparejo de los lápices de colores sobre el cartel anuncia lo que veremos dentro de la pequeña ruca comunitaria de dos pisos. Niños y niñas desayunan facturas con mate cocido, hay juguetes por todos lados, láminas para aprender la lengua mapuche, dibujitos infantiles y declaraciones de lucha en una caligrafía de escuela primaria. En esta casa viven hoy cinco mujeres (cuatro de ellas con prisión preventiva y una de ellas ya liberada) y nueve niñas y niños, entre los que hay tres bebés de apenas meses. Un grupo de escritoras y periodistas de Buenos Aires, que nos encontrábamos en Bariloche en el Festival NAVE de No Ficción, fuimos a conversar con las mujeres detenidas y a expresar nuestra solidaridad.

La historia de cada una de las nueve detenidas ese 4 de octubre por la madrugada es diferente pero todas comparten un mismo acontecimiento: fueron violentamente desalojadas y violentamente detenidas. Dentro del proceso viciado de maltrato hubo algunos elementos que llamaron especialmente la atención de la opinión pública. Por un lado, la presencia entre las detenidas de Romina Rosas, una mujer embarazada de 40 semanas al momento de la detención, y la aprehensión violenta de la machi (autoridad ancestral) Betiana Colhuan Nahuel, prima de Rafael Nahuel. A estas dos particularidades, se sumó el traslado intempestivo de cuatro de las detenidas al penal de Ezeiza y el intento de realizar un parto por cesárea en contra de la voluntad de Romina. La represión en Villa Mascardi provocó una ola de rechazos (que costó la renuncia de la Ministra de Mujeres, Género y Diversidad Elizabeth Gómez Alcorta) al accionar de la Justicia, representada por la Jueza federal Silvina Domínguez, y del ejecutivo nacional, cuyo ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, creó para la ocasión el Comando Unificado de Seguridad zona Villa Mascardi, conformado por la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

El predio. “Son pocas hectáreas, pero no las ceden por una cuestión de orgullo”

Entre 9 y 15 hectáreas tiene el terreno que la comunidad Lafken Winkul Mapu recuperó en 2017 en Villa Mascardi, en las afueras de Bariloche. Lo mismo que posee la Sociedad Rural Argentina en Palermo. En el mismo predio donde fueron detenidas Celeste, Débora, Luciana, Romina y la machi Betiana, fue asesinado hace 5 años Rafael Nahuel. Sí, ese mismo día que mataron a Rafa nos detienen a nosotras por primera vez por usurpación. Y ahora nos vuelven a agarrar en el mismo predio. Nos agarraron ahí cuando nosotras teníamos la prohibición de acercamiento. Esa es la explicación de por qué algunas seguimos detenidas. Igual no tiene justificación todo el maltrato que vivimos, hay otras razones”, explica una de las mujeres.

—¿Cuál es la razón por la que siguen detenidas?

Luciana Estamos acá por ser mapuches nomás. Hay otras ocupaciones o recuperaciones en la zona. ¿Cuánta gente hay que toma terrenos y no está presa? Lo que pasa es que esto no es una toma, es una recuperación. Una recuperación es algo que te quitaron. Uno estaba ahí no por capricho o por una necesidad material. Estábamos ahí porque ese espacio tiene un sentido espiritual para nuestra comunidad.

—En el 2017 también fue una cacería. ¿Notaron que algo cambió en 2019, cuando cambia el gobierno? En estos años no hubo un operativo tan violento…

Celeste Gobierne quien gobierne, el Estado va a ser siempre facho, siempre va a tener un pensamiento capitalista neoliberal, o sea, siempre vamos a ser nosotros la cara enemiga. Para nosotros siempre va a haber balas.

—¿Por qué creen que el Estado defiende ese territorio que ustedes recuperaron? ¿Por qué el Estado actúa en representación de otros intereses privados?

Luciana Claramente, por los recursos.

Débora En realidad, no es tanto lo que pierden ahí, porque son muy pocas hectáreas de las millones que tienen, sino que buscan escarmentar. Como lo hacían con nuestros antepasados, que les cortaban los brazos y los pies y los dejaban libres, como diciendo «bueno, si siguen así esto les espera, la tortura». Si ceden en este territorio, el pueblo se va a levantar. Son pocas hectáreas, pero no las ceden por una cuestión de orgullo.

—Pero estas tierras son fiscales, del Estado, ¿no?

Romina Sí, pero está Frutos (Diego, Presidente de la junta vecinal de Villa Mascardi), que tendrá media hectárea, al lado, que tampoco vive ahí, él es de Buenos Aires.

Luciana Claramente él es una figura que pueden usar el Estado y Bullrich (Patricia, presidente del PRO y ex Ministra de Seguridad en funciones cuando fue asesinado Nahuel). Es una cara visible del odio y el racismo que tiene el Estado.

Débora Además que él no es carenciado de dinero, en plena pandemia, cuando nadie podía moverse, él viajaba, venía en avión y llegaba a Mascardi a provocar. Fue todo pensado y usando personas específicas como títeres. Este Frutos ha hecho un montón de locuras, se ha metido en la comunidad. Él dice que está asustado pero se ha metido a la comunidad con una cámara y un arma, a espiar.

—¿Él tiene algo construído ahí?

Débora No, tiene como una base o una estructura en la casa, pero no vive nadie ahí.

El 2 de octubre, dos días antes del desalojo, se produjo un “banderazo patriótico” que juntó a vecinos y a representantes de la derecha local, a Diego Frutos y a Patricia Bullrich. No eran más de 200 personas caminando por la ruta 40 rumbo a Mascardi, pero los mensajes fueron contundentes: “Roca volvé, no terminaste tu trabajo”, proclamaba un cartel escrito con marcador pegado en un auto de la caravana.

—¿El principal problema ahí es Frutos?

Luciana El otro es Dates (Luis Dates es vecino de Villa Mascardi).También él es usado por Bullrich, aunque no tiene muchas ganas de prestarse a los medios, como que es más de bajo perfil, no como Frutos que por decisión y convicción propia se presta.

—Además que ha tenido un perfil alto en los medios de comunicación en todos lados y que es muy probable que a ustedes las acusaron por la quema de la garita de gendarmería y ahí haya habido una movida de ellos mismos, ¿no?

Luciana: Sí.

El 27 de septiembre pasado fue incendiada una casilla de Gendarmería ubicada a la vera de una propiedad privada en Villa Mascardi. Como afirma Santiago Rey, periodista local que sigue el tema, “hasta el momento se desconoce quiénes fueron los autores del hecho, pero esa causa fue la que llevó a la Jueza Federal subrogante, Silvina Domínguez, a ordenar el desalojo de las nueve parcelas en las que se asienta la comunidad”.

El desalojo. “¿No son mapuche, a ustedes no les gusta vivir al aire libre?”

—Cuando ya la represión se veía venir ustedes decidieron quedarse protegiendo el espacio sagrado. ¿Cómo fue la decisión de quedarse a resistir con los niños y que los hombres se fueran al bosque?

Celeste Era un día cotidiano para nosotras, estábamos por la mañana bien temprano saliendo a hacer nuestra ceremonia con los niños…

Romina Pero igual ya venían tiroteando hacía una semana. Todos los días se escuchaban tiros. Llegaban a las tres de la tarde más o menos y empezaban los tiros de la parte de Frutos. Nos estaban espiando.

Luciana Como estaba la marcha esa de vecinos patriotas, iban y venían, estuvieron mucho así, hostigando.

—¿Primero fueron a tu casa, Betiana, a la casa de la machi? O sea que estaban muy informados.

Betiana Sí, primero llegaron ahí. Era temprano a la mañana. Justo el día anterior había lavado la ropa del bebé (de apenas meses), entonces no tenía nada de ropa limpia. Terminé de vestir a Lemu (hijo de 4 años) y le dije que baje y vaya con el resto de las chicas, las lamuen. Ahí ya se escuchaban los tiros y los gases. Baja él solito y todavía al bebé lo tenía acostado en la cama, porque estaba preparando el bolsito con sus pañales y sus cosas y en eso escucho al piso o las matamos, entonces bajé para ver a Lemu y cuando veo por la ventana ya estaban entrando, así que subí a buscar al bebé corriendo y en eso escucho un ruido, como que alguien destroza la puerta. Ahí tiran una bomba de estruendo y un gas lacrimógeno, que cayeron en el piso cerca de la cocina a leña. Escuché que hizo un ruidito pip pip y lo primero que hice fue agarrar al bebé y taparle los oídos. Explotó con un ruido enorme. Y de repente miro para abajo y veo que algo se estaba quemando. Se llenó la casa de humo, no se veía nada. Y ahí sube enseguida un policía de fuerza especial y nos apunta con el arma y me dice bajá rápido y yo no alcancé a agarrar el bolso y lo único que hice fue agarrar al bebé que estaba en la cama, lo bajé todo envuelto. ¡¿Qué tenés ahí?!, me gritaba, y ya estaba a punto de pegarme con el arma y con toda esa humareda y el gas tuve que descubrir la cara del bebé: esto es un bebé, le dije, y me dice sacalo para afuera rápido.

—¿Y entonces?

Betiana No vi muy bien, pero parece que se estaba quemando la cuna. No midieron, me tiraron dos bombas a la casa sin pensar nada. Ya afuera le digo que necesito una manta, una mantita, una manta, algo para tapar a mi bebé. Y había una colgada y me la tiró pero me dijo ¿no son mapuche, a ustedes no les gusta vivir al aire libre?

—¿A qué hora fue?

Betiana Eso fue a las 7. La ruta estaba cortada de mucho antes yo creo, a las seis se escuchó que pararon los primeros vehículos. Tiraban tiros, iban tanteando el terreno, iban avanzando y tiraban gases e iban avanzando. Y apenas se podían mover, porque estaban todos equipados. Yo cuando escuché que venían pensé que hasta acá llegamos, hasta acá vivimos, nos vinieron a matar.

Las infancias. “Mamá, voy a sacarte de acá”

—¿A los niños cómo les cuentan esto?

Betiana Estaban ahí, vieron todo. Parte de estos niños son los más grandes, que cuando vivieron el desalojo en el 2017 quedaron con mucho dolor y con mucho miedo, también bronca y experiencias. Entonces, al momento que ven llegar a los lacrimógenas y la balas cuando les gritaban tírense al piso o los matamos (y dispararon, porque dispararon), los chicos salieron corriendo igual. Uno de ellos, un poco más tranquilo, dijo en chiste que cuando corría parecía Matrix, la película donde esquivan las balas y era verdad, no era mentira.

—Pero en el mundo real…

Débora El mundo real. Y sin miedo corrieron, o con miedo y a la vez sin miedo de las balas, corrieron.

—Ya tenían la memoria del 2017.

Betiana A los niños más chiquititos les costó mucho. El nene que va a cumplir cuatro decía ¿Por qué nos llevan de nuestra casa? No nos queremos ir. Se largaron todos a llorar. Cuando nos bajan a la ruta desde la comunidad, estábamos con los bebés, los de tres, cuatro, cinco años. Los de seis, ocho, nueve, los más grandecitos, se fueron todos corriendo.

Días después, ya durante el arresto domiciliario en la casa comunitaria, los niños y niñas idearon una estrategia defensiva, montaron guardia y cubrieron de plasticola la tranquera de entrada del centro comunitario para que se le pegaran los dedos a los policías que vendrían a traer una notificación judicial. Los niños habían sido requisados junto con las mujeres adultas de su comunidad esa madrugada sobre la ruta 40 y fueron requisados cada vez que fueron trasladados. “¿Y a nosotros, también?”, preguntaban incrédulos.

—¿Cómo fue ese momento cuando las juntan a todas en la ruta?

Betiana Nos hicieron sacar la ropa ahí en la ruta al frente de todos los hombres, nos tocaron todas. Nos sacaban la platería, los aros. Ahí nosotras queríamos ir todas juntas pero ellos no querían, nos encerraron en una ronda a todas las mujeres con los niños y bebés, forcejeamos y nos decían ¿A los mapuche no les gusta la tierra?, ¿Querías tierra? Comé tierra, india de mierda, cosas así. Ahí una de las lamuenes les dijo que eran nazis y uno de ellos contestó: y a mucha honra. Fue muy violento.

Celeste Y la jueza (Domínguez) estaba en el medio de la ruta y gritaba requísenlas, estaba sacadísima. Ella ordenaba a los efectivos y nosotras les decíamos que nos dejen estar todas juntas, si nosotras ya sabemos la rutina: nos llevan, nos revisan los médicos, después nos toman los datos. Entonces, ¿por qué el ensañamiento? Los niños estaban llorando, todos con bronca, nosotras igual, pasando un terrible mal momento. En un momento le dijimos a la jueza si tenía una orden judicial para hacer todo eso y ella fue muy clara: “la orden soy yo”.

—¿María Nahuel (madre de Betiana) estaba cuando fue el procedimiento?

Betiana No, no estaba. Con ella nos encontramos en la SENAF (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia). Por suerte llegó mi mamá y se llevó a los niños. Ahí también fueron revisados, manoseados. Y ni hablar de cuando entramos en la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria, donde estuvieron detenidas antes de la prisión domiciliaria), te desnudaban, te palpaban toda. Pero no solo a nosotras, al bebé de cuatro meses y al bebé de un mes también. Les sacaron la ropa de arriba, hasta los pañales les revisaron. Es humillación, porque en realidad ¿qué van a encontrarle al bebé? Nada, es una demostración de que ellos son impunes y que pueden hacer lo que quieran.

—O sea que los pibes se los lleva María y vuelven cuando ustedes ya vienen con arresto domiciliario acá a la ruca.

Betiana Sí. De hecho, uno de los días cuando ya empezamos a tener visitas en la PSA, porque antes estábamos incomunicadas, me fue a ver mi hijo y fue con el pensamiento de entender todo. Él había llevado un martillo de juguete y un serruchito y me dice al oído adiviná para qué traje este martillo y este serrucho, yo le pregunté para qué y él me dice para romper todo y sacarte de acá.

El vuelo a Ezeiza “¿y a dónde nos van a llevar?”

—El traslado que hicieron fue escandaloso, por eso hubo mucho apoyo y mucho revuelo. ¿Cómo fue ese momento?

Betiana A ellas las trasladaron esposadas y nosotras, con Celeste, como estábamos con los bebés, no podíamos. Se ve que las medidas de seguridad no les daban. Todas íbamos a ir a parar a Ezeiza, pero no pudieron.

—¿Cuál es la explicación? ¿Por qué las trasladan?

Betiana Es una práctica represiva del Estado que se repite, nosotras fuimos trasladadas a Buenos Aires igual que les pasó a nuestros antepasados. La jueza no va a decir «vamos a replicar una práctica represiva», va a poner su excusa, que acá en Bariloche no estaban dadas las condiciones, que igual es cierto, porque en la PSA no estaban dadas las condiciones, ahí a la gente la tienen un día y nosotras estuvimos 21 días. Pero en realidad es replicar lo mismo que lo que pasó con el traslado forzado de nuestros antepasados. Estábamos incomunicadas, no nos podíamos comunicar con los abogados, con nadie.

—¿Cómo fue el trato de los policías que las trasladaban?

Luciana Nada, cuando nos subimos al avión no nos decían a dónde nos llevaban.

Débora Nadie nos hablaba y cuando al fin uno contestó fue cuando el avión bajó a cargar nafta. El avión paró en un lugar descampado. No sabíamos bien dónde. Dicen que era Neuquén, pero no sé, no sabíamos bien. Entonces decíamos “¿y a dónde nos van a llevar?”

Luciana Y ahí el hombre dice: «Yo no tengo la hoja de ruta», sólo eso contestó. En todo el viaje obviamente se burlaban y decían cosas, pero entre ellos nomás. Así que llegamos sin saber de dónde íbamos, igual imaginábamos que íbamos para allá.

—O sea, iban en un avión y pararon en el medio del campo… ¿Y ahí iban ustedes? ¿cuatro mujeres detenidas?

Luciana Cuatro mujeres con cuatro policías de la Federal y dos o tres agentes más.

—¿Y tenían miedo? Es todo muy raro, desde ya que te metan en un avión…

Betiana Todo fue así. Cuando estábamos en la PSA, que es el primer lugar adonde nos llevan, primero la quisieron sacar a Romina, que estaba embarazada, y nosotras les decíamos que ella iba a estar mejor con nosotras acá, insistíamos que no se la llevaran. Y empezaron a entrar milicos y eran como como 50 en un pedacito re chiquitito y empezaban a correr las camas y ahí la sacaron a ella primero, a Romina.

Débora Había policías filmando. No nos dejaban hablar con los abogados. Exigimos abogados y exigimos que le den ropa a los bebés. Eso es lo que pedíamos.

Romina En un momento vino el director del hospital (Hospital Público de Bariloche) y me quería llevar, estuvo varias horas insistiendo para llevarme al hospital y yo no quería, porque la jueza no iba a respetar mi parto. Yo no quería cesárea, me quería quedar con ellas porque además estaba la machi y yo soy paciente de ella. Yo le decía: si el hospital es intercultural, cómo no me van a respetar mi decisión. Ahí empiezan a meter más, más, más efectivos policiales. A las lamuen se las llevaron, las redujeron oficiales hombres, las esposaron, se la llevaron a la rastra y en ese momento que me llevan a mí al hospital, todo a la fuerza, a ellas se las llevaban a Ezeiza directamente y a nosotras nunca nos dijeron nada. A mí ahí me llevan al hospital de Bariloche.

El parto. «A vos te vamos a llevar a la fuerza al hospital»

—¿Y dónde tuviste el bebé al final?

Romina Acá en el hospital de Bariloche.

—¿Y ahí nadie te pudo acompañar?

Romina Después de pelear mucho mucho mucho, pudimos, pero la jueza estuvo presionando hasta la última hora para que me lleven al hospital y que me hagan cesárea. Esto es una violencia obstétrica y de parte de la jueza porque ella sabía que yo estaba embarazada y ella me negó la excarcelación no sé cuántas veces, no me dejó ver a mi abogada. Es más, cuando a mí me dicen «a vos te vamos a llevar a la fuerza al hospital», me trasladan como si yo estuviera incomunicada del hospital, pero yo llamo al abogado y él me dice que yo no tenía por qué estar incomunicada. Desde el momento en que estaba en el hospital tenía que estar con dos custodia femeninas, filmándome.

—¿Cuando estabas internada?

Romina Cuando estaba internada en el hospital todo el tiempo me estaban filmando y en el PSA también. Estaba en la última camita al lado de la ventana, estaba lleno de mujeres que estaban ahí con su hijitos y yo era la última que estaba allá, en el rincón. Como quedaba mal, me pasaron a aislar. Adentro tenía a las dos efectivas mujeres que me estaban filmando todo el día, las 24 horas, me bañaba y tenía que estar ellas, si iba al baño, se paraban, abrían la puerta y se quedaban ahí mirando, un poco más entraban. Cuando yo tenía contracciones no les interesaba nada. En una de las indagatorias yo estaba con contracciones también y la jueza nos prepoteaba, nos humillaba. Terrible violencia psicológica.

Betiana Terrorista. Además la jueza estaba embarazada.

Celeste Nunca tuvo consideración, nada.

Romina Es más, cuando llegó la abuela, la partera mapuche, también se la rechazó violentamente. Se le burlaban. Y después, las requisas, a cualquier hora del día o la noche se les antojaba.

Mientras Romina cuenta la bebé recién nacida duerme plácida, constantemente observada por las mujeres y por las niñas y niños, que se acercan a acariciarla cíclicamente. Lluko Pilmaikén nació el 16 de octubre, su madre pudo parir acompañada, como lo deseaba y lo garantiza la Ley N° 25.929 de Parto Respetado. Mientras nacía un grupo de 15 mujeres mapuche realizaba cantos y tocaba el kultrung junto a la guardia del Hospital.

El futuro. “Por supuesto que vamos a volver al territorio”

—¿Y la situación ahora de ustedes cómo es?

Betiana Y, estamos en prisión domiciliaria, según la jueza hasta que se haga el juicio. No tiene muchas razones para tenernos porque en la causa que nos tiene presas, que es el incendio de la casilla de Gendarmería del 27 de septiembre, no puede demostrar que fuimos nosotras, porque en el momento no estábamos cerca, ellos tienen las características de las persona que fueron y no coincide con nosotras. Cuando sucedió ese incendio una de nosotras estaba embarazada de 39 semanas, había un bebé de tres meses y estaba recién nacida la bebé de Celeste. Claramente no somos nosotras. La jueza sabe que al momento que nos liberen vamos a hacer todo lo posible para volver, entonces por eso nos tiene presas sin motivo. Nuestros abogados han apelado la prisión domiciliaria.

—¿Y en el territorio ahora qué quedó?

Betiana Está como sitiado, demolieron las casas, lo único que dejaron es el rewe (lugar sagrado, designado por un elemento de madera) y es como pasar por un lugar sitiado, rodeado de prefectura o gendarmería.

Débora Es como si fuera un estado de sitio, como si estuviésemos en una dictadura. Y eso es lo que está bueno también decir, para que no se naturalice eso. Y no es la gendarmería solamente la que está así, que es la que patrulla las rutas nacionales. Ahí están la policía de Río Negro, Prefectura, etcétera.

—Este comando unificado…

Débora El comando unificado. Este amedrentamiento es parte de este armado, como la prisión preventiva que todavía siguen teniendo las lamuen (hermanas). No las liberarán hasta que no llegue el juicio, pero las causas en el juicio se van a caer porque no tienen nada para acusarnos. ¿Y mientras tanto, qué? Mientras tanto igual están privadas de su libertad junto a sus hijos, a sus bebés. No tiene ningún sentido la prisión preventiva. La única razón por la que estuvimos o estamos presas es por ser mapuche.

—¿Y la causa está focalizada en la quema de la casilla gendarmería o también la abrieron por el tema del predio?

Débora No, se unificaron las causas.

—¿Piensan que van a poder recuperar el territorio?

Romina Sí. Por supuesto. Es algo que la jueza Domínguez sabe muy bien, por eso hace todo este circo, es como que nos ponen de trompa en el piso, eso nos hizo la jueza con todo esto. Nos humilló para generar terror. Hemos pasado tantas guerras, venimos de siglos de guerra permanente. Tenemos derecho a proteger y resguardar ese espacio, teníamos la suerte de tener el rewe, la machi, y ¿qué hizo la jueza Domínguez? Fue a atacar primeramente al espacio sagrado, a la ruca de la machi, que es su casa. Fue directamente al rewe y después fue a las demás rucas. Se metió en la boca del lobo porque ahora eso queda en evidencia, agarró mujeres, nos violentó.

—A partir del desalojo y de todo el maltrato y la violencia que vivieron recibieron mucho apoyo y solidaridad ¿no? ¿qué pasa ahora?

Betiana Ahora menos, fue bajando el apoyo. Y lo necesitamos.

Fuente: https://enestosdias.com.ar/cronica/hablan-las-presas-mapuche



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