25/11/2022

¿Qué se juega detrás de la masiva movilización en defensa de la salud pública en Madrid?

El sistema de transporte urbano pareció colapsar el domingo 13 de noviembre en Madrid. No fue un problema logístico o una eventualidad técnica, sino más bien la efervescencia de manifestantes que construirían una movilización histórica sin registros en casi dos décadas. Las estaciones de trenes se desbordaban de personas provenientes de distintos puntos de la capital española con un objetivo: ser parte del reclamo contra el intento de desguace del sistema sanitario público. Por Nicolás Salas, para ANRed.


Madrid, una de las capitales más importantes del mundo, es gobernada en la actualidad por Isabel Díaz Ayuso, referenta del Partido Popular y de la centroderecha española, así como una política habitúe de citas sobre la realidad argentina, principalmente aquellas tendientes a criticar lo que llama “subvenciones” del Estado. Su figura tomó vuelo mediático con su planteo del derecho que tenían los madrileños de tomarse una caña (cerveza) en un bar mientras el Covid-19 se expandía y llevaba al aislamiento al grueso de las localidades españolas. A fuerza de agitación derechista fue construyendo una imagen electoral ascendente que, según encuestas como las de Sigma Dos,  le otorgaba casi un 50% de intención de votos para los comicios de mayo del año que viene. En pocos días todo pareció desmoronarse con un número más contundente, el de las 600 mil personas – según los cálculos de las organizaciones –  que sacudieron la capital ibérica, suceso que no ocurría desde 2003 con las congregaciones que se realizaban contra la invasión a Irak.

¿Cómo se explica la masividad de una protesta que trastoca el tablero de una derecha que se mostraba en franco ascenso? Una primera motivación sobre lo sucedido puede encontrarse en las secuelas que dejó el COVID-19 en el sistema sanitario, principalmente a partir del cierre y desfinanciamiento de varios establecimientos públicos. Sara Moreno, es activista de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y  médica de familia que trabaja hace más de 12 años como profesional de la salud en Madrid, tanto en la atención primaria, como en las hospitalarias. En diálogo con Anred, nos da su apreciación sobre las causas de estas protestas:

“Ha sorprendido en general. Desde el fin de la pandemia ha habido movilizaciones semanales alrededor de centros de salud y centros de urgencia que se cerraron durante la pandemia, con la excusa que eran lugares de contagio de COVID se cerraron muchos centros de urgencia pequeños que servían de apoyo para no saturar las urgencias hospitalarias. Se han estado dando desde finales de 2020 movilizaciones en lugares de Madrid. Esto en verdad ha tenido poca conexión con el mundo sanitario que en general en Madrid es difícil hablar de la organización de los propios trabajadores porque están muy segmentados en categorías generales. Ha sido una movilización más de la ciudadanía. Lo que ha dado lugar a la masiva movilización del domingo 13 es que la presidenta de la comunidad de Madrid decide abrir estos centros de salud de urgencia sin los médicos suficientes y lo que hace es que moviliza de un día a otro a los trabajadores de atención primaria, médicos principalmente que están en una situación de interinidad, y los saca de sus puestos de trabajo sin importar si estaban de vacaciones, si se habían pedido días, si estaban en una comisión de servicios. Eso provoca un nivel de descontento en la profesión sanitaria muy bestia o hace que se abran centros de salud sin médicos o con un solo médicos. Ahí se conjugan los intereses de los sanitarios con los de la ciudadanía. Yo creo que nos pilla a todos de sorpresa. Yo creo que no nos esperábamos esta convergencia de intereses”.

Esta reestructuración llevada a cabo por la comuna madrileña trastocó en el corto plazo las condiciones del sistema sanitario y de la clase trabajadora que sostiene día a día el servicio de tal derecho. Esta situación quedó reflejada a partir de las declaraciones de Dora Bejarano, pediatra de uno de los tantos centros de salud madrileños, quien el día después de la masiva movilización brindó una entrevista para el programa “El intermedio”: “En mi caso, desde el mes de mayo, es habitual (atender a 64 niños por día). En mi centro de salud tendríamos que haber tres profesionales de pediatría y estoy yo sola. Mi calvario comenzó en el mes de mayo. Lo afrontaba como con mucho ánimo, debe de ser lo que alguien llama vocación, y pensaba que esto no va a poder conmigo, pero cada vez tengo más dudas de que esto no pueda conmigo. De momento aguanto y tiro para adelante porque en el fondo pienso en mis pacientes y en mis compañeros. El día que yo me vaya de aquí esto le cae encima a mis compañeros médicos de familias y si no son mis compañeros médicos de familias, estos niños que vengan a intentar tener una consulta de pediatría aquí rebotarán al centro de salud más próximo”. Esta sobreexplotación que empiezan a experimentar los profesionales de salud tiene una consecuencia psicológica y un deterioro directo en la garantía del derecho, ya que como sostiene Bejarano es “frustrante no haber podido hacer bien mi trabajo porque no he tenido tiempo y si no hay tiempo para hacer una atención de calidad, es calidad merma y las probabilidad de acertar en el diagnóstico y poder encontrar otras derivadas” y poder hacer “el trabajo que tenemos que hacer los médicos y pediatras de Atención Privada”.

Hoy una médica de la atención primaria, donde se asientan una especie de hospitales intermedios, llega a atender a alrededor de 70 pacientes por día, a velocidad récord y sin la calidad necesaria. No es casual que entre el pliego de reivindicaciones presentado por la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid plantee como primer punto que se garantice un “mínimo  de  10 minutos  por  paciente, máximo  31  pacientes/día  en medicina  de  familia  y  21/día en pediatría”. En el podio de los reclamos también se encuentra la exigencia para la comuna madrileña para que realice un “dimensionamiento de las plantillas en base a las necesidades reales”, “la cobertura inmediata de las vacantes estructurales”  y que se garantice la infraestructura adecuada para la atención ya que “la  actualidad  en  algunos  centros  de  salud  se  están  adaptando  de  forma inadecuada espacios inicialmente no pensados para consulta, y, por  tanto, no  reúnen las condiciones necesarias”.

Otro de los aspectos que acumuló bronca en el sector, fue el recorte de los contratos COVID que la comuna había llevado a cabo con la promesa de darle continuidad a profesionales de la salud que habían viajado de distintos lugares y comunidades hacia Madrid para dar socorro a las emergencias generadas por la pandemia.

Sobre estas condiciones de deterioro se ha montado una movilización de masas que conjuga la intervención de profesionales de la Salud, pero también la de sindicatos y colectivos de usuarios que han esparcido al resto de la ciudadanía la necesidad de salir a la calle. Esta ola logró quebrar una lógica corporativa y hasta conservadora que existe en médicos y médicas que desempeñan tareas en Madrid.  Uno de los sectores que ha intentado romper con la sectorización del problema fue la Coordinadora Antiprivatizadora de la Sanidad (CAS) que viene siendo parte de las acciones en defensa del sistema público. Hay que decir que el sector sanitario es muy gremial y corporativo en la parte laboral, que tiene intereses, en parte, en lo privado. Los/as trabajadores/as de la salud no son sólo personal sanitario tal y como se pretende desde el enfoque corporativista. Desde que nació la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad su rol ha sido superar ese aspecto, unir a los pacientes y sindicatos no sanitarios en esa lucha, que no son corporativos, por ejemplo, CNT. También, al ser independiente de partidos políticos, no recibir subvenciones, puede formular críticas y propuestas de solución libres de ataduras”, sostiene a este medio Ana Sigüenza, activista de la CNT Comarcal Sur de Madrid y Secretaria de Social, Cultura y Exteriores del Comité Confederal de dicha organización a nivel nacional.

Moreno, quien además fue partícipe de las masivas protestas en 2013 contra la privatización de la salud en Madrid, comparte el diagnóstico y ve los límites que se generan en la lucha a partir de la imposibilidad de lograr mayores niveles de unidad entre la clase trabajadora que converge en el sector sanitario: “Los médicos suelen ser conservadores, el colegio de Madrid es ultraconservador y eso hace que sea poco dado. La huelga de finales de 2013, donde se movilizó a médicos y especialistas bajo la amenaza de privatización del sistema. Semanas y semanas. Era un contexto donde no había tanta parcialización. La huelga nos da mucho miedo a los médicos porque se cierran quirófanos y la gente muere pero al final es la única herramienta que hemos visto. Están las enfermeras que es un colectivo más organizado pero no llegamos a converger y terminamos con competiciones corporativas, igual que con auxiliares y celadores. Los usuarios se organizan”.

La necesidad de un planteo antisistémico

Para Sigüenza las protestas iniciadas semanas atrás deben proponerse trascender la defensa del sistema público sanitario y entender a las consecuencias de lo que acontece en la actualidad como factores propios del sistema en el que se vive:

“Digamos que la filosofía de CAS y de los sindicatos combativos, como CNT, es más profunda que otros movimientos. Tiene un planteamiento de clase. La salud no es sólo cuestión de un sistema sanitario público, también de abordar todos los determinantes de la salud porque el principal productor de enfermedad es la desigualdad interna de las sociedades. El estrés crónico, el aumento de la ansiedad al desaparecer las viejas formas de vida comunitaria, la individualización de las causas del malestar y el aumento de los riesgos físicos y psicosociales en el mundo laboral es una constante que solo ha mejorado con una fuerte influencia del movimiento obrero organizado, potenciando otros valores de vida como la amistad, la comunidad, la cooperación y rechazando la competencia, el consumismo y el individualismo. Además, podemos encontrar otros factores como la industria química, la contaminación atmosférica, claro, y el ruido, las industrias del tabaco, el alcohol y la alimentación, las farmacéuticas y la prevención engañosa, pero la desigualdad es el principal agente de enfermedad”.

El decaimiento del servicio sanitario apunta, según acuerdo el grueso de las interlocuciones de la protesta, en la fórmula neoliberal que se suele aplicar previo a ejecutar un plan de ajuste a escala masivo. Primero se vacía la prestación, luego se difunde que lo público no funciona y más tarde se entrega a los grandes capitales privados en forma de privatización. Esta política tuvo su experiencia española con el Partido Popular (PP) aplicando el modelo Alzira en la localidad que lleva dicho nombre y que implicó una gestión pública y privada de la salud generando consecuencias gravísimas ya que se constituían empresas para asumir tales gestiones, logrando esquivar las responsabilidades correspondientes y garantizándose importantes montos de dineros provenientes de las arcas estatales[1]. Esa pareciera ser, al menos en el interés general, la apuesta de Ayuso que por el momento se encontró con una resistencia impensada para propios y ajenos.


[1] Para Moreno: “probablemente lo que quiera hacer es justificar nuevos conciertos privados en un formato maligno que existe en Madrid y que ya lo probó el PP en la comunidad valenciana que es el formato ALCIRA que es la conocida colaboración pública/privado, gestión de centros públicos por empresas privadas. Ese modelo ha intentado ser revertido porque es muy opaco y se ha basado en entidades empresariales  que se crean ad hoc y luego desaparecen por lo que la responsabilidad patrimonial es muy compleja. Al final es un traspaso de dinero público a empresas privadas, maquillado de una mejor atención justificada en el deterioro de la atención pública”.



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