28/09/2022

Coches eléctricos: ecocolonialismo, greenwashing y falsas soluciones

Minería de litio en el salar de Atacama | Foto: Formando Rutas

Cero emisiones, mayor eficiencia, menores costos de carga, mantenimiento mínimo y hasta motor silencioso. Las ventajas de la electromovilidad individual son agitadas en el llamado norte global como solución a la crisis climática. Sin embargo, esta alternativa a los autos a combustión simplemente no es sostenible. La docuserie Formando rutas, filmada en Chile y Alemania, muestra el doloroso detrás de escena: saqueo de litio y destrucción ambiental a gran escala en América Latina, ecocolonialismo, greenwashing y “crecimiento infinito” sin importar las consecuencias socioambientales. Por Valeria Foglia (Emergencia en la Tierra).


Estrenado a mediados de septiembre, Formando rutas es un proyecto educativo sobre los efectos devastadores e irreversibles de la minería del litio en el desierto de Atacama y la verdadera cara del “capitalismo verde”. A través de diez piezas audiovisuales cortas, son protagonistas las comunidades afectadas en el norte de Chile y la zona lindera a la Gigafactory de Tesla en Brandenburgo (Alemania), activistas, científicas, sindicatos de trabajadores del litio y el automóvil, organizaciones de ciclistas y expertos en desarrollo urbano.

Esta no es una nota sobre el litio, sino sobre la gente y los ecosistemas a los que afecta la minería a gran escala promovida por corporaciones y Gobiernos. Formando rutas se aleja del espíritu aséptico de las ONG y se mete de lleno en el barro de la educación ambiental popular. Con un enfoque crítico pero propositivo, la docuserie y sus materiales didácticos, disponibles para descarga y difusión bajo licencia Creative Commons, buscan promover el intercambio entre los sectores populares del norte y el sur global para una transición justa hacia energías limpias y renovables, y una movilidad urbana sostenible. Desde Berlín, el chileno Juan Francisco Donoso, uno de sus realizadores, contestó las preguntas de Emergencia en la Tierra.

El camino de Formando rutas

Tras más de una década fuera de Chile, Donoso, comunicador social y activista climático, volvió a su tierra natal en plena pandemia. «El viaje a Atacama fue muy gratificante para mí, ya que era un territorio que no visitaba hace muchos años», asegura desde la capital alemana. Con Yasna Mussa, una colega chilena, decidieron que la mejor manera de empezar a dar forma a un proyecto educativo era haciéndose preguntas.

No solo acerca de quién va a guiar la transición y quiénes se benefician si la dirigen las grandes industrias. También otras más específicas e interseccionales como si el proyecto “supuestamente verde” de la electromovilidad particular desplazará a las comunidades y dañará ecosistemas frágiles, si acaso perpetuará el racismo estructural, la opresión de clase y género, e incluso si es posible que una transición justa sea compatible con el capitalismo y el “crecimiento infinito”.

Esas preguntas son en gran medida respondidas con el material que Donoso creó junto a Daniela Carvajal Rojas, antropóloga, fotógrafa y cineasta del norte de Chile, y Aline Juárez, cineasta mexicana con sede en Berlín. Las materializaron con el apoyo económico de Bertha Foundation.

Pese a las vicisitudes propias del trabajo a distancia en Chile y Alemania durante la pandemia, Donoso rescata que los entrevistados participaron en la construcción de conocimiento y soluciones prácticas. “Hubo varios colaboradores que ayudaron a que el trabajo de Formando rutas fuera más completo y representara también esta diversidad: hay alternativas más allá de la electromovilidad individual”.

El lanzamiento de Formando rutas llega tras la derrota de la opción Apruebo a la propuesta de nueva Constitución, cuyo texto reconocía la crisis climática, definía el agua como bien inapropiable, declaraba la plurinacionalidad y otorgaba derechos a la naturaleza. Donoso saca dos conclusiones: por un lado, que “hay que ser autocríticos como izquierda” y aprender a dialogar con sectores más conservadores si se quiere ampliar el auditorio para impulsar la acción climática. Por el otro, la necesidad de “una pluralidad de medios que en Chile no existe”. Con su proyecto aspiran a “darle empuje” a una educación climática y socioambiental que exponga otras posturas más allá de las que salen en los grandes medios.

No hay transición justa sin los pueblos

“El agua en el desierto es esencial. Si desaparece, desaparecemos todos. Así de simple”, dice Sonia Ramos, una sanadora licanantay que llegó a caminar durante tres días por la tierra árida de Atacama en defensa del salar, para cuya cosmovisión es un ser vivo. Pese a que hoy este ecosistema está herido de muerte y sin chance de volver a ser lo que era, la docuserie relata la lucha de los pueblos atacameños para que otros salares no corran la misma suerte.

En las últimas décadas, lo que era una zona de rica diversidad se transformó en un cementerio de animales sedientos y cosechas arruinadas. Las vertientes alrededor del salar están ya prácticamente secas, con impactos en la agricultura, la ganadería y las formas de vida tradicionales de las comunidades del norte. Mientras las corporaciones consumen hasta mil cuatrocientos litros de agua por segundo, los burros y las llamas que pastorean por los alrededores no tienen para beber.

Fue la norteamericana Anaconda Mining Company la que, al mandar analizar la salmuera del salar de Atacama en 1962, descubrió sus enormes reservas de litio. Tras años de análisis, la crisis del petróleo en 1973 hizo que los países desarrollados se interesaran por el litio como alternativa a los combustibles fósiles. Las agencias y corporaciones de Estados Unidos realizaron las primeras exploraciones en el salar de Atacama en alianza con organismos gubernamentales locales e identificaron que Chile albergaba el 40 % de las reservas mundiales.

La dictadura de Augusto Pinochet, quien en 1989 visitó personalmente el salar, promovió la explotación del litio a través de distintas sociedades estatales con corporaciones estadounidenses, que acabaron privatizándose. Los Gobiernos de la democracia continuaron por el mismo sendero, y a finales de 1996 empieza la producción de carbonato de litio en Atacama con la promesa eterna: puestos de trabajo.

En los últimos años, además, a la explotación de empresas privadas como SQM y Albemarle le sumaron el “condimento” del aporte a la descarbonización. “La minería sustentable no existe”, dice en uno de los cortos Sergio Cubillos, presidente del Consejo de los Pueblos Atacameños. Ramón Balcázar, coordinador del Observatorio Plurinacional de los Salares Andinos, va un paso más allá y afirma que “el precio de las formas de vida más verdes en el norte global lo pagan los territorios y las comunidades del sur global”. Lo califica como “una especie de ecocolonialismo”.

¿De qué “desarrollo verde” se habla con extinción de especies, megasequías agudizadas y comunidades a las que se les borra la cultura? Con este legado ruinoso a cuestas, las comunidades están determinadas a ocupar los territorios para defender sus costumbres, medios de vida y su propia idea de prosperidad contra los paradigmas del progreso impuestos desde afuera.En su paso voraz, la burguesía profana lo santo y hace que se esfume “todo lo que se creía permanente y perenne”, dice el Manifiesto comunista. En Atacama las mineras llevaron desequilibrio y muerte a un sitio cuyos pobladores consideran sagrado y fundamental para su “buen vivir”.

En oposición a la idea de cooperación y respeto a la biodiversidad, las potencias han estado imponiendo “soluciones tecnológicas” para la crisis climática que hunden a las economías latinoamericanas en el extractivismo. La resistencia a estos proyectos muestra que no es solo una cuestión ambiental y sanitaria, sino también profundamente democrática.

“Es importante preguntarse quién es el que produce conocimientos”, reflexiona Donoso. Desde su óptica, el problema no es la existencia de soluciones tecnológicas, sino quién las introduce, dónde se producen, quién las recibe y a través de qué canales se socializan. Como las científicas chilenas que entrevistó para Formando rutas, el comunicador cree que puede haber un punto de encuentro entre los saberes tradicionales y los avances tecnológicos. Con una salvedad: estos últimos “tienen que estar presentes para toda la sociedad y no solamente para lucrar”.

Postales de la filmación en el norte de Chile | Fotos: Formando Rutas.

Tesla en Alemania: deforestación y sequía

Para construir su primera gigafábrica en Europa, Tesla taló trescientas hectáreas de bosque en el municipio de Grünheide, en Brandenburgo. Pese a la protesta y las acciones legales de grupos ecologistas, la mole de cemento, inaugurada en marzo de este año, se emplaza ahora como un remiendo ordinario en un tapiz verde arbolado.

En contexto de una sequía histórica en Europa, con la instalación de la compañía de Elon Musk están en peligro ríos, lagos y otras reservas de agua en la pequeña localidad de poco menos de ocho mil habitantes. “No estamos en un desierto”, se desentendió el billonario en 2021. Las autoridades alemanas le dieron luz verde para acceder a suficiente agua para producir quinientas mil unidades anuales del Modelo Y, pero la precaria situación hídrica hará que Tesla necesite “permisos de extracción adicionales para expandir aún más su capacidad en el futuro”.

Aunque la compañía la define como su “instalación más avanzada, sostenible y eficiente hasta el momento”, incurre en algunos de los componentes más notorios del greenwashing para convencer al público de que es “ecofriendly”. Entre ellos, la divulgación selectiva: destaca que sus vehículos no generan emisiones de CO2, pero omite hablar de la deforestación, el derroche de agua y la extinción de especies.

Promete catorce mil nuevos empleos, pero oculta las prácticas antisindicales y pésimas condiciones laborales en sus gigafábricas y las grandes explotaciones de litio en América Latina. Formando rutas cuestiona la idea de que basta con “crear puestos de trabajo” en abstracto, sin atender las condiciones ecosociales y la resiliencia de los ecosistemas en la región. Y no solo eso: así como comunidades y organizaciones socioambientales son claves, no hay transición a otro modelo de transporte sin participación de trabajadores del norte y el sur.

Elon Musk en la inauguración de la gigafábrica Tesla junto al canciller Olaf Scholz | Foto: @Bundeskanzler

Falsas soluciones: el petróleo blanco

La poderosa “narrativa del greenwashing” y la “economía verde”, como las define Donoso, llega al extremo de vincular el aumento de la minería de litio y cobalto con el cumplimiento del Acuerdo de París. “No contaminan”, dicen los fabricantes de coches eléctricos, pero ocultan que en general la carga no se realiza con energías renovables.

Como el petróleo, el litio tampoco es renovable. Además, está distribuido en concentraciones muy bajas en minerales y sales de la corteza terrestre y el agua marina. Esto implica que, por ejemplo, se necesite extraer 5,3 toneladas de mineral de carbonato de litio para producir una tonelada del metal, mientras que se requieren en promedio unos diez kilos por batería. Las estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos en 2018 no son alentadoras: de las catorce millones de toneladas en reservas globales, los yacimientos aptos para la extracción son más bien excepcionales.

Para Musk, no hay escasez de litio –“está casi en todas partes en la Tierra”–, sino problemas en el ritmo de extracción y refinamiento. Con el precio del “oro blanco” por las nubes –llegó a quintuplicarse en los últimos años–, en abril pasado el magnate amenazó con volcar Tesla al rubro minero. Antes había asegurado sin pudor que la industria haría golpes donde quisieran para obtener la materia prima que alimenta sus coches eléctricos. Bolivia, uno de los vértices del “triángulo del litio” junto con Argentina y Chile, lo sufrió en forma sangrienta en 2019.

Pero el golpismo no es la única vía para hacerse del preciado litio en una región ahogada por deuda externa y pobreza estructural. La tríada de países andinos, que concentran un 65 % de las reservas (Estados Unidos, China y Australia están muy por detrás), se preparan para una triplicación de la demanda de litio hacia 2025, como pronostica Credit Suisse.

Argentina hace décadas que permite operaciones de la norteamericana Livent en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca. Con Flavia Royón, secretaria de Energía de la gestión de Sergio Massa en Economía, el país se propone ser el “primer exportador de litio del mundo”. Sin perder tiempo, otras automotrices ya están invirtiendo en proyectos mineros. Esta vez, a la promesa de nuevos empleos el “capitalismo verde” suma al extractivismo la insignia “sostenible”.

Gigafactory de Tesla en Brandenburg.

Todos podemos hacer algo

La activista alemana Tina Velo habla de “movilidad justa desde abajo”. De Berlín y Brandenburgo a Antofagasta y Atacama, las comunidades locales están llamadas a ser parte integral de la construcción de conocimiento y soluciones prácticas. De eso se trata el enfoque que plantea Formando rutas para la educación ambiental: crítica, propuesta e integración de múltiples visiones y disciplinas.

La idea resumida es: queremos educación ambiental, pero no cualquiera. En los últimos años varios países expoliados por el extractivismo le otorgaron estatus institucional con contenidos muy generales y sin meterse en temas espinosos. Formando rutas, en cambio, apuesta por una educación ambiental que, según Donoso, promueva una “sociedad civil crítica” para frenar “el poder de las empresas”.

Eso no se construye señalando consumos individuales que se venden como “sustentables” pese a causar daños y conflictos socioambientales en América Latina, África y Asia. Para Donoso, se trata de “informar, sensibilizar y movilizar a los habitantes en general, en su doble papel de consumidores y ciudadanos, sobre lo que significa una transición justa y cuáles son los peligros de la electromovilidad individual”.

Formando rutas no enuncia una receta infalible, pero, además de la docuserie –pensada para ser descargada y proyectada aun en espacios sin conectividad–, ofrece material para docentes, guías didácticas para estudiantes y hasta un glosario con los principales conceptos. Donoso agrega algunas soluciones prácticas por las que vale luchar para priorizar a peatones y ciclistas:

  • Ciudades caminables (en serio, no como la que propone Horacio Rodríguez Larreta).
  • Expansión de autobuses, minibuses, trenes de mediana y larga distancia, metro y tranvías.
  • Sistemas inteligentes de gestión de tránsito.
  • Talleres para bicicletas.
  • Vehículos compartidos.
  • Bicimensajería.

Para Donoso, el modelo extractivista debe ser cuestionado de conjunto. Sin embargo, sabe que las problemáticas sociales exceden la extracción masiva de minerales y requieren cambios sistémicos. Con Formando rutas buscaron no solo cuestionar “discursos y conocimientos dominantes de las narrativas climáticas actuales”, sino también reconstruir vínculos de solidaridad. Que los movimientos ambientales en el norte global hablen cada vez más de colonización, justicia ambiental y deuda por acción climática lo llena de esperanza.

Foto: Formando Rutas.

Valeria Fgl | Cafecito

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Fuente: https://www.getrevue.co/profile/valeriafgl/issues/coches-electricos-ecocolonialismo-greenwashing-y-falsas-soluciones-emergenciaenlatierra-1357596



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