11/08/2022

De Davos a la Argentina: la renta universal y el nuevo proyecto kirchnerista

El ministro de Economía, Producción y Agricultura, Sergio Massa, y la titular de la ANSES, Fernanda Raverta, quien administraría la prestación universal de «Refuerzo de ingresos», en caso de que avance el propio proyecto de ley de salario básico universal presentado por el kirchnerismo, de la mano de la senadora Juliana Di Tullio.

Ante la agudización del hambre, la pobreza y la conflictividad social a nivel global, en el Foro de Davos – donde se reúne la “créme de la créme” empresarial, política e intelectual del planeta – se discute la posibilidad de implementar una renta universal para las personas desocupadas. En Argentina, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) impulsa su proyecto de Salario Básico Universal. Por su parte, el kirchnerismo empezó a trabajar en una propuesta propia, todo en el marco de la disputa que la vicepresidenta Cristina Fernández inició contra las organizaciones sociales con el objetivo de disciplinarlas políticamente y disputarle la gestión de los planes sociales. En las últimas horas se conoció el proyecto de ley bautizado como “Refuerzo de ingresos”, destinado a personas adultas desocupadas mayores de 25 años, llegando hasta los 59 años en el caso de las mujeres y varones hasta los 64 años. No se contemplan fundamentos de este recorte ni se contienen identidades disidentes. El monto de dicho ingreso estaría atado a la Canasta Básica Alimentaria (CBA) medida por el INDEC, la cual en junio estuvo valuada en $14.401 para una persona adulta. Por Nicolás Salas, para ANRed.


En enero de 2017, en una pregunta de tres palabras, Scott Santens, referente de la Red por una Renta Básica de EE.UU., logró sintetizar la preocupación que no deja dormir a los ricos del mundo: “¿qué no haría?”, se interrogaba respecto a aquellas personas desocupadas que pudieran percibir un ingreso mensual fijo. “Quizás el argumento decisivo es que la renta básica se está convirtiendo rápidamente en un imperativo político. A menos que se introduzca algo así, el apoyo a los populistas y demagogos seguirá creciendo”, agregaba, por su parte, el experto de la universidad de Londres, Guy Standing, quien desde hace años viene desarrollando sus tesis sobre el precariado, muchas de las cuales se emparentan con las de la “economía popular” desarrolladas por los mentores de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) de Argentina.

Ambas disertaciones se dieron en el Foro Económico Mundial (FEM), más conocido como el Foro de Davos, donde se reúne la “créme de la créme” empresarial, política e intelectual del planeta tierra. Viendo dónde se cocinan parte de los debates, podemos decir que en términos estratégicos la aplicación de una renta universal (salario universal por estas tierras) no es necesariamente una medida progresista o de tinte izquierdista. El debate en Argentina tomó mayor vuelo a partir de la iniciativa presentada años atrás por legisladores que responden al frente Patria Grande y que tienen como máximo exponente a Juan Grabois.

Tras insistir y tensar la cuerda dentro del gobierno nacional para la aprobación de dicha iniciativa, finalmente desde el oficialismo y la oposición se negaron a abordar la propuesta. Pequeño detalle en el debate que no se puede obviar: de un lado del océano Atlántico se habla de un ingreso mensual de U$S 1000 mensuales, mientras del otro se plantea cubrir la canasta de indigencia.

En medio de la puja y tras la renuncia del entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, y en paralelo a la fugaz gestión de Silvina Batakis, el kirchnerismo empezó a trabajar en una propuesta propia. Todo en el marco, de la disputa que la vicepresidenta Cristina Fernández inició contra las organizaciones sociales con el objetivo de disciplinarlas políticamente y disputarle la gestión de los planes sociales.

En las últimas horas se conoció el proyecto de ley bautizado como “Refuerzo de ingresos”, diagramado por la senadora kirchnerista Juliana Di Tullio. En principio, la iniciativa hace honor a los planteos de la vicepresidenta y varios dirigentes kirchneristas y se corre de plano a las organizaciones sociales, ya que logra lo que Eduardo Duhalde alguna vez añoró para sus “Jefes y jefas de Hogar”: la universalidad de la prestación. La autoridad de prestación quedaría en manos de la ANSES, actualmente conducida por la referenta de La Cámpora Fernanda Raverta. El universo al que se circunscribirá dicho ingreso será a personas adultas y desocupadas mayores de 25 años, llegando hasta los 59 años en el caso de las mujeres y varones hasta los 64 añosNo se contemplan fundamentos de este recorte ni se contienen identidades disidentes. Es incompatible con cualquier programa nacional, provincial o municipal, como el Potenciar Trabajo, la Tarjeta Alimentar, jubilaciones y pensiones, entre otros. En los fundamentos del proyecto se da cuenta a la cantidad de gente que se aspira a llegar y que se detalla en 1.647.877 personas aproximadamente.

El monto de dicho ingreso estaría atado a la Canasta Básica Alimentaria (CBA) medida por el INDEC, la cual en junio estuvo valuada en $14.401 para una persona adulta. Ahora bien, la persona adjudicataria contará con el “beneficio” por el lapso de un año, temporalidad sujeta a ajustes y revisiones discrecionales como sucedía en los inicios del Plan Trabajar a mediados y fines de los 90′. El seguimiento del cumplimiento de todos los criterios se realizará a través del Registro Nacional de Refuerzo de Ingresos (ReNaRI), registro al que deberán adherir las personas.

Del financiamiento de las partidas solo se explicita que serán atendidos por recursos provenientes del Tesoro Nacional. Por otra parte, se deja abierta la posibilidad a empalmar el beneficio con los llamados proyectos “empalmes” que vienen implementando (y fracasando) desde el gobierno. En ese marco, se indica que se “diseñará los mecanismos correspondientes para que, articulando con los diferentes sectores de la actividad económica, se puedan incorporar a las personas al mercado formal de trabajo”.

Más allá de las intenciones de algunos sectores por generar una política distributiva hacia los sectores más golpeados por la crisis, lo cierto es que hay sectores de la dirigencia foránea, los más hegemónicos en la discusión, que parten de un lugar distinto con dos objetivos concretos: uno referido a la disputa con las organizaciones sociales, y otro, al igual que en Davos, a evitar que el hambre y la pobreza hagan saltar los fusibles de una clase política temerosa a un nuevo 19 y 20 de diciembre.



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