10/08/2022

Entre ranchos y chetos 

El 12 de junio de 2002, hace ya más de 20 años, en la Legislatura porteña se celebró la primera audiencia pública para debatir el proyecto de IRSA para levantar un club náutico en los codiciados terrenos de la ex Ciudad Deportiva de Boca, unas 70 hectáreas de humedales (más territorio que todo el barrio de San Telmo, para tener una idea de su magnitud) situadas frente al Río de la Plata en el extremo sur de la Costanera, entre Puerto Madero y La Boca. En esa audiencia se debatió el impacto urbanístico que tendría esa suerte de country con salida al río, edificios monumentales y entrada privada (algo que está prohibido por la Constitución porteña), pero hubo un legislador que advirtió sobre un tema que el resto pasaba por alto: en los terrenos lindantes había un barrio popular, con miles de personas viviendo en la más absoluta precariedad, y que muy probablemente se verían inundados y arrasados por la obra vecina. Ese tema, dos décadas después, sigue sin resolverse y esta semana que pasó hubo (malas) novedades al respecto. Por Matías Ferrari (El Grito del Sur).


Ese legislador en cuestión se llamaba Alejandro Labato y hoy es el presidente de la Corporación Buenos Aires Sur. Y dijo aquella vez: «me llamó la atención viendo tanto los planos de la Secretaría de Planeamiento como los de la empresa privada (en referencia a IRSA), en donde aparece la Costanera Sur, la Reserva Ecológica y la ex Ciudad Deportiva, ver en el medio que hay una villa miseria (…) Esa villa miseria no ha aparecido en el debate. Aparentemente, no afecta ecológicamente este proyecto. Pero afecta la dignidad de los seres humanos que viven allí. Me parece que este proyecto debería incluir en su resolución final la cuestión de la villa miseria que rodea el obrador de la Reserva Ecológica».

La «villa miseria» a la que hace referencia tenía muy pocos años de existencia: las primeras casillas de chapas y maderas se habían levantado en los albores de la crisis del 2001. Hoy se llama Rodrigo Bueno: así la bautizaron sus vecinos en honor al cantante cordobés, que había muerto trágicamente pocos meses antes. En su honor también levantaron un mural, que está en la entrada misma del barrio.

Seguimos. IRSA es la empresa Real State más importante del país, es la dueña de todos los shoppings porteños que conocemos (Abasto, Alto Palermo, DOT, etc) y su CEO, Eduardo Elzstain, es uno de los empresarios argentinos (pese a que nació en Israel) más influyentes. A tal punto que es también el dueño del Hotel Llao Llao, en Bariloche, donde en abril de se realizó un «foro» empresarial que fue visitado por el ex ministro Martín Guzmán, el ex presidente Macri o el propio Larreta, entre muchos otros.

IRSA compró los terrenos de los que estamos hablando en 1997 y su primer proyecto se llamó «Solares de Santa María», pomposo pero fiel a lo que pensaba construir: un mega-contry náutico, estilo Nordelta, a 5 minutos del centro porteño. Hasta ahora nunca pudo hacerlo. Una de las razones de su fracaso sigue siendo el barrio popular vecino.»

Ambos barrios están apenas separados por un riacho, una especie de cloaca a cielo abierto. IRSA siempre supo que si empezaba a construir, irremediablemente iba a inundar la Rodrigo Bueno, entonces eso suponía un problema técnico desde el vamos que devino en político. Su primera opción fue desalojarlo completamente, lo cual quedó descartado enseguida. Luego, la misma empresa propuso urbanizar el barrio, para lo cual se comprometió a invertir, ya con Macri como jefe de Gobierno, unos 16 millones de dólares, un chiste, pero al menos algo. Finalmente, la opción que se impuso fue que el propio Gobierno porteño lo urbanizara. Eso permite elevar el terreno, construir en concreto y evitar desastres, con el asterisco de que la empresa no puso un peso. Las viviendas son buenas, dentro de todo, tienen filtraciones y problemas, pero son a todas luces mejores que, por ejemplo, las que hicieron en la Villa 31. Pero el problema, ahora, es que no alcanzan para todas las familias. Se dieron cuenta tarde y lo que parecía un problema resuelto, al final no lo es», describió a Ciudad de la Furia Jonatan Baldiviezo, titular del Observatorio del Derecho a la Ciudad.

Así se ve el barrio con las nuevas viviendas y las construcciones viejas:

Así se ven ambos terrenos, en una panorámica del Gobierno porteño:

En amarillo, el sector de la urbanización, en rojo, el viejo barrio, y a la derecha del riacho, una porción de la ex Ciudad Deportiva de Boca.

La urbanización fue elogiada por varios dirigentes sociales, entre ellos Juan Grabois, del MTE. Hoy es un modelo insignia de las urbanizaciones que lleva adelante el Gobierno porteño, a través del IVC, con fondos del BID.

Seguimos. Como te contamos en su momento, la legislatura porteña aprobó a fines del año pasado, después de dos décadas de lobby, un convenio entre IRSA y el Ejecutivo porteño que rezonifica los usos del terreno para poder construir el country, proyecto que hoy lleva el nombre más escueto de «Costa Urbana». Serán 20 torres de 45 pisos cada una, más un puerto, canchas de tenis, de golf, todos los chiches. Ese convenio fue judicializado y hay una cautelar vigente que lo traba. Así que Elzstain tendrá que seguir esperando, quizás otro lustro más, para poner la piedra basal de su obra. Mientras tanto, la Ciudad sigue avanzando sobre la Rodrigo Bueno. Como sea. La semana pasada, un grupo de vecinos que habitan el borde costero del asentamiento denunciaron que fueron relocalizados de manera «forzada», es decir, que fueron desalojadas. Se trata de unas 30 familias que se interponen en los planes: no hay lugar en las nuevas viviendas y ese borde costero es peligroso para la obra civil, así que el IVC decidió que se tienen que ir, con la excusa de abrir nuevas calles.

Acá les copio el plano que nos filtraron del GCBA donde puede verse quiénes no entran en la urbanización (son las viviendas marcadas en violeta):

«A mi me mandaron a un hotel, que tiene un pozo en el piso, y tengo hijos con discapacidad. Siempre fue con la promesa de que iban a darme una de las viviendas pero eso no pasó. Esta semana al hotel llegaron más familias del barrio con la misma promesa, pero todos sabemos que es una mentira, que nos quieren sacar del barrio. El Gobierno dice que yo no fui censada, pero todo el mundo sabe que metieron gente de afuera que les responde políticamente y por eso se quedaron sin lugar para los que siempre vivimos en la Rodrigo Bueno», nos contó una vecina afectada que prefirió resguardarse.

«La liberación del borde costero estuvo muy vinculado a la ejecución de Costa Urbana. Este nuevo ‘Puerto Madero’ que el Gobierno porteño insiste con construir al lado del barrio Rodrigo Bueno y de la Reserva Ecológica Costanera Sur, va a generar un conjunto de impactos irreversibles para la Ciudad», aseguró por su parte María Eva Koutsovitis, de la Cátedra CLIC, que lleva la representación de las familias afectadas junto a Baldiviezo.

Fuente: https://elgritodelsur.com.ar/



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