15/07/2022

Literatura en cuestión: ¿censurar obras en educación?

La semana pasada trascendió en Neuquén la noticia sobre el cuestionamiento a la novela «Cometierra» de la autora Dolores Reyes. El hecho sucedió a  partir de la denuncia de un grupo de familias del colegio Pablo VI de esa provincia quienes se mostraron en desacuerdo con la elección de dicha novela por contener «escenas sexuales» y un «lenguaje inadecuado». El intento de censura  proviene de grupos conservadores pertenecientes a la Democracia Cristiana de Neuquén. En sus redes sociales la concejal Nadia Márquez, la denominó como «material de lectura pornográfico». A raíz de las repercusiones, dialogamos con Hernán Ocantos docente de literatura quien tomó la decisión pedagógica de utilizar Cometierra en sus clases, para abordar sobre algunos ejes de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI). «Les pasé la noticia a mis alumnos, comenté la situación y pregunté: ¿creen que leímos una novela pornográfica? Casi que se burlaron de mi pregunta. Les parecía totalmente fuera de contexto considerar a este libro de semejante manera. Entonces me pareció que ahí quedó el asunto zanjado: la declaración de los propios estudiantes calificando como una broma esta acusación sobre la novela en cuestión» . Por ANRed


«Allí donde se comienza quemando libros,se termina quemando hombres»
(Heinrich Heine)

En la literatura existen millones de historias que a pesar de ser ficción, sus tramas funcionan como un espejo de las descarnadas realidades vividas y experimentadas por todes. Es por eso que a lo largo de la historia la censura ha operado como un mecanismo de prohibicción de aquellas obras cuyo  contenido potencial podía ser interpretado como «peligroso».

Si pensamos en la palabra censura, ésta nos remite a la última dictadura cívico militar acontecida en nuestro país. Sin embargo han pasado mas de 40 años y el intento de prohibicción de una obra de arte se hace tiempo presente. Ésto fue lo que sucedió con la novela de la autora Dolores Reyes, titulada «Cometierra» que fue recientemente cuestionada en la provincia de Nequén por considerarla «material de lectura pornográfico».

El hecho sucedió a  partir de la denuncia de un grupo de familias del colegio Pablo VI de esa provincia quienes se mostraron en desacuerdo con la elección de dicha novela por contener «escenas sexuales» y un «lenguaje inadecuado». El intento de censura de la obra proviene de grupos conservadores pertenecientes a la Democracia Cristiana de Neuquén, impulsado desde su posición detractora de la ESI.  En la red social Twitter, Nadia Judith Márquez, concejal neuquina integrante de la Democracia Cristiana viralizó un video dónde decía: “Padres de segundo año de un colegio de Neuquén sumamente disgustados por el material pornográfico que les dieron de lectura a sus hijos totalmente inadecuado para la edad que tienen”.

Dadas las repercusiones que trascendieron a los medios de comunicación, ANRed dialogó con Hernán Ocantos Docente de Literatura en Escuelas Secundarias del conurbano bonaerense, quien tomó la decisión pedagógica de utilizar Cometierra en sus clases para abordar algunos ejes de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI).

ANRed: ¿Por qué tomaste la decisión pedagógica de abordar ésta obra en tus clases?

Hernán Ocantos: En primer lugar porque desde mi basto recorrido comod docente de literatura siempre me propuse pensar y repensar el canon escolar. Esa es una zona que me interesa como hacedor artesanal del curriculum. Llegó este verano a mis manos Cometierra y me pareció que podía andar muy bien en los sextos años en particular. Y así fue. Por otro lado me parecía que la obra iba muy bien con algunos ejes de la ESI con los que vengo trabajando incluso desde antes de la existencia de la ley tales como los vínculos familiares, la violencia de género, las sexualidades, las infancias y las adolescencias a partir de la experiencia de la protagonista, entre tantos otros. Además Cometierra nos permite trazar una serie de intertextualidades y de conexiones con otros textos vinculados a la literatura argentina, tanto la más tradicional y recorrida como la contemporánea. Por ejemplo, me cae simpática la idea de Carlos Gamerro acerca de los nacimientos y renacimientos de nuestra literatura. Él realiza un trazado a partir del tópico de la violencia y me parece que Cometierra dialoga muy bien con esa propuesta. A su vez pudimos también asociarla con las leyendas urbanas, a partir de esta especie de pitonisa del conurbano capaz de ver mucho más allá de lo que otros ven, por el simple hecho de comer tierra. En definitiva, todo este universo me pareció que podría andar bien en el aula y así resultó.

ANRed: ¿Qué repercusiones tuvo la novela en les alumnes?

H.O: El texto tuvo una gran repercusión. La primera que me gustaría destacar es que cuando planteé en uno de mis cursos la idea de trabajarla una chica de unas de mis escuelas en Villa Albertina dijo: ¡Ah profe, mi papá nos volvió locos con esa novela en el verano!. Entonces le pregunté si el padre se dedicaba a la literatura o era lector asiduo y me respondió que no que era camionero y que no había terminado el secundario. Me comentó también que su padre supo de la existencia del libro producto de haber escuchado la lectura de unos fragmentos en la radio en el programa de la Negra Vernacci. Entonces le propuse si quería invitarlo a su papá a presentarnos la novela antes de comenzar a leerlo en el aula, ¡y vino! Habló del libro, con su ejemplar en la mano, y dijo algo así como: en este libro van a encontrar un pedacito de cada uno de ustedes. Defendió la elección que hice de ese libro diciendo eso. En un momento uno de los chicos le dijo: ¿te animás a leer un fragmento? y lo hizo. Con dificultades como alguien no habituado a leer en voz alta. Sin embargo, se generó un clima amable y literario. Lo ayudé un poco en la lectura y leímos la introducción y un párrafo del primer capítulo. Antes de retirarse nos recomendó otra lectura: Las malas de Camila Sosa Villada. Insisto, la recepción que tuvo la novela ha sido brutal, lapidaria. Quisiera destacar los momentos vinculados a la violencia de género. Tanto durante la clase como en la evaluación que les propuse al final del cuatrimestre, podría decir grosso modo que un 90% de los chicos y las chicas de 6to (tengo cuatro) confiesa haber sido testigos en sus casas de situaciones de violencia de este tipo.

De manera que el planteo que se está haciendo a partir de las repercusiones de lo que sucedió en la escuela en Neuquén, sobre el por qué trabajar literatura pornográfica (que por supuesto no es así) parece obedecer a cierta ceguera, a cierto conservadurismo, a cierta ignorancia que aún preservan algunas instituciones. Está claro que lo que se puede extraer de la lectura de Cometierra es mucho más relevante que el hecho de que en dos pasajes del texto haya dos escenas de sexo y se use la palabra “pija”, hecho que parecería ser lo «controvertido del texto» en relación con su inclusión en una clase escolar.

Les pasé la noticia a mis alumnos y les comenté la situación y la pregunta que les hice fue ¿creen que leímos una novela pornográfica? Casi que se burlaron de mi pregunta, les parecía totalmente fuera de contexto considerar a este libro de semejante manera. Entonces me pareció que ahí quedó el asunto zanjado: la declaración de los propios estudiantes calificando como una broma esta acusación sobre la novela en cuestión.



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