22/06/2022

Campaña: Cristina atacó a las organizaciones sociales en defensa del ajuste y los punteros

Este lunes la vicepresidenta participó de un plenario de la CTA. Cuestionó el rumbo político del Gobierno y en particular, se refirió con dureza a la distribución de planes y a los movimientos sociales. Tomó el planteo de la derecha, los medios hegemónicos y las grandes patronales contra las organizaciones sociales de desocupados. El discurso de la vicepresidenta en un plenario de la CTA, en medio de la interna peronista, le valió fuertes críticas de las organizaciones sociales oficialistas como el Movimiento Evita y Barrios de Pie. En ese marco, hasta el mismo presidente Alberto Fernández salió al cruce de esas declaraciones y lo hizo destacando el rol de contención ante la crisis social que jugaron esas organizaciones durante este tiempo. En su discurso, una vez más, CFK destacó el rol del Estado como garante de las ganancias capitalistas. Cristina critica a las grandes patronales mientras garantiza ganancias exponenciales, en un contexto en el que la pobreza alcanza a más de 17 millones de personas, un 40% de la población. Opina: Hernán «Bocha» Puddu (La Izquierda Diario).


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Cómo si no fuera parte del mismo gobierno, Cristina Kirchner hizo gala de su “falta de memoria”. El «desmanejo» de la ayuda social del que ahora acusa a otros sectores del Gobierno también viene siendo suyo. Vale recordar que, en plena pandemia, durante 2020, se otorgaron solo 3 IFE (Ingreso Federal de Emergencia) para 9 millones de personas. Pero lo suspendieron en 2021 con el aval del kirchnerismo, diciendo que ya había terminado la pandemia. Lo hicieron con el Presupuesto 2021 que terminó siendo un “Presupuesto de ajuste” ante el que la vicepresidenta no dijo «ni mu» y el kirchnerismo terminó votando. Esa misma falta de memoria ocurre en relación a los insuficientes $ 18.000 -por única vez y en dos “cómodas” cuotas- que dio el Gobierno hace pocos meses.

En este contexto, este lunes planteó que los 1.2 millones de planes que hoy existen en Argentina, sean “manejados por el Estado con los intendentes”.

Hace poco habían sonado palabras parecidas. «Tendrías que organizar el tema de la asistencia social no con unos operadores políticos que te extorsionan un gobierno. Vos tenés que cambiar el formato de la organización, no dársela a punteros, si no que ese dinero lo maneje la gente que está más cerca de quienes lo necesiten, que son los intendentes».

¿Lo dijo Cristina Kirchner? No…fue Javier Milei, el representante de la ultra derecha, en un reportaje para La Nación. No es algo casual: la crisis avanza y ellos fomentan la división entre los trabajadores con bajos sueldos y los desocupados. Es una idea que impulsan todas las coaliciones políticas patronales. Apuestan al ajuste para resolver la crisis nacional a favor de los ganadores de siempre, algo que las organizaciones sociales opositoras vienen denunciando, frente al ajuste de este gobierno y el hambre que se vive en los barrios, e incluso contra el acuerdo con el FMI, denuncia que se expresó en masivas marchas y acampes.

Aun así, la vicepresidenta no dijo ni una palabra de que el Estado ayude a todos los que los necesiten. Mientras, la inflación permitida durante su gobierno lleva a la pobreza a nuevas familias, con una canasta familiar que se vuelve inalcanzable, con aumentos de tarifas en el gas y la luz.

Mención aparte merece su referencia a las mujeres, “esas que son las más explotadas, que revuelven y que son las que basurean en prácticas misóginas y machistas”. El cinismo acá es enorme. Entre los dirigentes preferidos de la vicepresidenta está el gobernador Kicillof, quien mandó reprimir ferozmente a las familias de Guernica. Esa represión fue sufrida por cientos de mujeres pobres, muchas de ellas tomando tierras para escapar a la violencia machista. Hoy Kicillof y Larroque siguen sin cumplir con la promesa de entregar un lote a esas mujeres y esas familias. Ellas siguen reclamando por una respuesta al Frente de Todos. Esa represión contra las mujeres pobres no pasa solo en Buenos Aires. También ocurrió en Santa Fe, donde otro gobernador peronista, Omar Perotti, reprimió a las mujeres de la comunidad Qom en Rosario, que también luchan por vivienda.

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En su discurso Cristina comparó la gestión de los planes sociales con el funcionamiento del aparato represivo del Estado, diciendo que no se pueden “tercerizar las funciones del Estado”. Comparar el rol de las organizaciones sociales que pelean por cosas elementales -como darle de comer a los niños-, con la maldita Policía del gatillo fácil, el narco y la trata de personas, es realmente indignante. En su afán electoral comparó las mafias policiales estatales y el monopolio de violencia que ostenta (le faltó decir que esencialmente siempre es contra los trabajadores y el pueblo pobre) con las organizaciones sociales.

No es solo una desproporción. No es una frase más de las tantas que se dicen desde los partidos tradicionales. Es, más bien, un atentado contra el desarrollo autónomo de las organizaciones de la sociedad civil.

Pero, además, es falso. Porque la represión que se ejerce contra quienes luchan no es solo estatal. Hay una represión ilegal que está garantizada de otras formas legales y la sufren quienes no se conforman con los discursos y salen a pelear. Por ejemplo, en todas las grandes empresas hay agentes de «seguridad», muchos retirados, que actúan para reprimir los justos reclamos de los trabajadores. Por nombrar solo un caso de los sectores desocupados, en Corrientes (donde gobierna la UCR), en una toma en el barrio La Tosquera, los vecinos resisten los ataques de la «seguridad privada» armados y financiados por supuestos «propietarios», mientras el Estado no solo mira para otro lado, sino que es cómplice de esta brutalidad.

Coletazos en la interna peronista

En su respuesta de este martes, el presidente Alberto Fernández salió al cruce de las declaraciones de CFK. Habló y no pudo dejar de agradecer a los “miles de compañeros de las organizaciones sociales han trabajado denodadamente todo este tiempo para que la Argentina no explote”.

El rol de las organizaciones sociales afines al Gobierno, igual que el de las burocracias de los gremios presentes en el acto de Cristina, ha sido garantizar el ajuste y los negocios de empresarios mientras los salarios se empobrecen a diario. Los planes sociales y la economía popular, apenas alcanzan para alimentarse.

El Estado según Cristina: administrar la miseria para muchos

Otra de las joyitas del discurso fue la mención al menemismo y su responsabilidad en la década del 90 en el aumento exponencial de la pobreza: “Menem lo hizo”, le faltó decir. Habló como si los Kirchner no hubieran sido parte del peronismo que llevaba adelante uno de los saqueos más grandes de la historia del país.

Hoy CFK también es parte del gobierno que ratificó un nuevo robo, de la mano del FMI. El ajuste sigue, no quedó atrás. Y la propuesta de la vicepresidencia busca administrar apoyándose en los gobernadores e intendentes del PJ para gestionar los planes. Pero son esos gobernadores e intendentes que tienen responsabilidad directa en la situación que atraviesa el país.

Por otra salida para toda la clase trabajadora

Frente a esta situación, cientos de trabajadoras y trabajadores organizados en el Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC-PTS) vienen apoyando la lucha de las organizaciones sociales opositoras al gobierno por la apertura y aumento de planes. Porque entendemos la situación de hambre que viven millones de familias en Argentina, en el marco de la desocupación y el trabajo precario. Planteamos que la forma de gestionar esos planes -para terminar con los aparatos punteriles de los municipios y la organización clientelar- es a través de la distribución democrática, autoorganizada en asambleas por barrios, de quienes reciben este beneficio.

Por otro lado, las organizaciones independientes proponen la “universalización de los programas” contra la distribución discrecional de parte del gobierno y la situación urgente de miles de desocupados. Apoyamos su reclamo, en la perspectiva de la pelea por trabajo genuino. También defendemos ante estos ataques a las cooperativas de trabajadores, para algunos sectores denominada de la «economía popular» como forma de paliar transitoriamente la miseria y la desocupación, pero tenemos que ir de verdad a una lucha a fondo por trabajo con derechos.

Mientras, exigimos la creación de trabajo genuino, planteamos la reducción de la jornada laboral de 6 horas, 5 días a la semana, sin rebaja salarial, para generar puestos de trabajo para todos y todas, junto a la lucha por un salario mínimo que cubra la canasta familiar y no pierda frente a la inflación. De esta forma se podrían crear un millón de nuevos puestos de trabajo, que junto a un plan de obras públicas controlado por los trabajadores en base al no pago de la deuda fraudulenta e impuestos progresivos a las grandes fortunas, para avanzar de verdad contra la desocupación y la pobreza. Un primer paso para ir de verdad por el reparto general de la horas de trabajo entre ocupados, sobre ocupados que hacen horas extras para mantener el salarios, sub ocupados que hacen changas para completar un salarios y los desocupados y changarines que viven al día. Las organizaciones y movimientos sociales tienen un gran rol que cumplir concretamente, puede ser esta propuesta o la que consideren, pero para nosotros está planteado una gran lucha política contra el sentido común que nos quieren imponer, con la unidad de acción en las calles.

Nada bueno puede venir al sumarse al coro de aquellos derechistas que quieren enfrentar a pobres contra pobres.

Las y los socialistas debemos redoblar el esfuerzo por oponer una salida colectiva y solidaria de nuestra clase, que busque unir y no enfrentar a los trabajadores con bajos salarios e informales (que durante los gobiernos K se mantuvo) señalando que son los gobiernos y las patronales los responsables de la degradación de nuestras condiciones de vida.

Que no haya ninguna familia más con hambre. Desde los orígenes del movimiento de desocupados ha habido debates en la izquierda. Nuestra posición es que los programas y asistencia conseguida con la lucha lo deben organizar democráticamente los propios interesados, a los que por supuesto tenemos ayudar y apoyar planteamos poner en pie un movimiento único de desocupados con libertad de tendencia que junto a la clase obrera ocupada peleen por la huelga general y una salida de fondo a la miseria generalizada que nos ofrecen.



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