Casi en la orilla opuesta
En el Centro Cultural de la Cooperación sigue presentándose Habitación Macbeth, una obra de teatro escrita y actuado por Pompeyo Audivert. En un despliegue brutal de actuación, el director, actor y docente encarna todos los personajes del siempre vigente drama de Shakespeare. Pero describir el espectáculo como un unipersonal no le hace justicia a la música para nada impalpable que Claudio Peña compuso y ejecuta, desplazado en el proscenio, con un cello que le arranca sombras a la oscuridad, colaborando con la construcción de una espacialidad recortada con navaja por una iluminación exquisita. Por Andrés Manrique para ANRed.
El augurio es ley cuando la profecía alimenta la ambición. Sabemos todo lo que el protagonista va a sufrir a partir del vaticinio de las hermanas fatales (brujas), que darán comienzo al famoso drama inglés, así como a la Habitación Macbeth.
Shakespeare trabaja a Macbeth como herramienta feroz de las brujas y de su mujer. La obra no le pierde pisada al texto del bardo inglés. Cuenta con una intertextualidad que nos interpela, poniendo en evidencia la realidad política de nuestra época, desde una lateralidad que sacude la conciencia. El camino del héroe no será el de superar las pruebas, sino el de acometer todo lo que la suerte le haya predestinado. Las predicciones que responden a Hécate -Diosa de las brujas-, sellarán el fin. La responsabilidad de éstas, equivalentes a las tres hilanderas griegas en cuyas manos está el hilo de la vida (y en este caso sobretodo la tijera que afilarán pérfidamente), no podrá ser refutada por la tarea de Macbeth, sino confirmada en cada uno de sus actos. El varón ya no es víctima de una trama pergeñada por caracteres femeninos, sino cómplice y ejecutor. Quizá por ello es que la vida se repite como si fuera un cuento que no significa nada, contado por un idiota lleno de furia y de ruido, tal como plantea el propio Macbeth en el quinto acto. Audivert irrumpe en esta lógica binaria, mediante el procedimiento de multiplicación dramática, con el cual su propio cuerpo encarna tanto a personajes masculinos como a femeninos: el mal sortea así con sus peripecias la cuestión de género, repartiendo cargas. O, mejor dicho, la atraviesa sin concesiones: Shakespeare y Audivert lo saben. Si, como planteó Borges: “el drama que soñó Shakespeare, y que ahora soñamos, está fuera del tiempo de la historia o, mejor dicho, crea su propio tiempo.”, el desafío histórico tendrá que ver con apropiarse de cada acción, procurando no ser espada de nadie, para que la tragedia, en todo caso, se quede del otro lado del río.
Audivert reveló en Otra Trama que consiguió concretar una vieja fantasía: la de ejecutar él solo, en una obra, todos los personajes. Replegado en su casa de Mar del Sur durante la pandemia, se fue dejando habitar por cada personaje en un juego desbocado de desdoblamientos que ensayó en largas caminatas por la playa. Tal vez algo del mar y su orfandad se haya infiltrado en los textos.
Para la ambición, nada es suficiente: títulos, nombramientos, triunfos y conquistas son mojones intermedios cuando por único logro se tiene al poder, esa luz que no se alcanza. Habitación Macbeth está hablando todo el tiempo del poder oscuro que se refleja en el no poder del protagonista, representación de una voluntad quebrada por la tentación. Audivert, al igual que Lady Macbeth, no podrán borrar la sangre de sus manos. No existe acción que elimine lo ocurrido. Las fórmulas para deshacer lo concebido no se han descubierto; lo que se hizo es para siempre. El olvido, en todo caso, podrá ser nuestro mejor aliado, pero dejar de recordar no anula lo que pasó. Y de esto también nos habla la tragedia en el cuerpo del actor que, tal como dijo, construyó la obra de teatro sobre su cuerpo como única zona teatral.
El formalismo en la ejecución de voces y cuerpos bien diferenciados para volver a contar esta tragedia es brutal. Como si esto fuera poco, el efecto mediante la multiplicación dramática genera una resonancia poética de una potencia que atraviesa de punta a punta el trabajo: “Me he adentrado tanto en el mar de la sangre que volver adonde salí sería más difícil que llegar a la orilla opuesta.” En escena, hay que reconocerlo, Audivert pareciera tocar esa otra orilla.
Composición, forma y artificio, recortados por el precioso trabajo de iluminación, trazan una espacialidad matizada por el Cello de Peña que nos conecta con una dimensión sobrenatural de la identidad. El poder del hechizo se mantiene inmutable a lo largo del tiempo; y los seres humanos gozamos y sufrimos esta fuerza.
CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN (Corrientes 1543, CABA)
Teléfonos: 5077-8000 int 8313 Web: http://www.centrocultural.coop
Sábados 21:00 hs // Domingos 20:00 hs hasta el 29/05/2022
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Actuación y dirección: Pompeyo Audivert
Música y cello en vivo: Claudio Peña
Asistentes de dirección / Producción ejecutiva: Marta Davico, Mónica Goizueta
Escenógrafa: Lucía Rabey
Diseñador de luces: Horacio Novelle
Asistente de iluminación: Ana Heilpern
Vestuario: Mónica Goizueta – Marta Davico
Foto afiche: Bernabé Rivarola
Fotos prensa: Santiago Martinelli
Diseño y gestión de redes: Verónica Costa
Agradecimientos: Andrés Gerardi, Fernando Becerra, José Glusman