30/04/2022

Los trabajadores de Amazon: la organización de base vuelve al centro de la escena

Amazon es una de las empresas paradigmáticas de esta etapa del capitalismo, que combina comercio electrónico, redes de producción y logística a escala transnacional bajo la lógica del Justo a Tiempo. En el contexto de la pandemia COVID 19, se desarrolló un proceso de organización en los lugares de trabajo en Estados Unidos, por el derecho a la sindicalización y para resistir las penosas condiciones de trabajo que la impone la empresa. El reciente triunfo de Amazon Labor Union, pone de relieve la importancia fundamental de la organización de base en los lugares de trabajo. Por Julia Soul para ANRed.


 

Amazon: la vedette del “capitalismo digital”

Amazon es una de las corporaciones paradigmáticas del capitalismo contemporáneo. Así como McDonalds o Wal-Mart fueron señaladas como pioneras en el impulso de determinadas modalidades de consumo, y de explotación del trabajo; Amazon aparece como uno de los “ejemplos” del modo en que la producción, la circulación y la distribución de mercancías a velocidad creciente, a escala global y a través de medios digitales se encadenan bajo el comando de una única corporación. Actualmente Amazon posee unos 477 centros de almacenamiento y distribución solo en Estados Unidos, 360 en Asia, 230 en Europa y unos 5 en Medio Oriente, Australia y América Latina (sin contar las tiendas de venta directa)

Esos almacenes son verdaderos nodos del comercio global. Allí arriban grandes cantidades de mercancías que son clasificadas y distribuidas en plazos muy cortos de tiempo. Este impulso para acelerar la circulación de mercancías – vale recordar que cuanto antes se vende un producto, antes se “materializa” la ganancia – bajo la lógica del Just in Time, se continua en automatización de operaciones de clasificación, y ubicación y en las “cadenas paralelas de información” que permiten registrar, programar y monitorear los movimientos en tiempo real.

Esta movilización de mercancías a una escala y velocidad nunca alcanzadas previamente, se sostiene sobre grandes masas de trabajadores en condiciones de trabajo sumamente precarias: la velocidad que demandan las operaciones – especialmente en los días en que se prometen los envíos en 24 hs, o en que hay descuentos por los productos – impone ritmos de trabajo intensos, sin tiempos de descanso o para ir al baño. Las jornadas de trabajo pueden ser extenuantes, pero también son frecuentes los contratos “de medio tiempo” que, de todos modos, no garantizan un salario que permita subsistir. Gracias a la flexibilidad contractual, y lo poco especializado de las tareas en general, la empresa tiene mucha capacidad para contratar y despedir gran número de trabajadores en ciclos cortos de tiempo – de modo arbitrario a través de “algoritmos”. De manera que los colectivos laborales se caracterizan por ser muy fluctuantes tanto en sus dimensiones como en el tiempo. Y, fundamentalmente, la empresa despliega furiosas políticas anti-sindicales, valiéndose de agentes, y consultoras – que se dice cobraron más de 4 millones de dólares por la campaña para impedir la creación de Amazon Labor Union.

Trabajadores en Europa y Estados Unidos en lucha por la sindicalización

En Abril de 2013, Amazon enfrentó la primera huelga de su historia en Alemania, cuando unos mil trabajadores enrolados en Ver.di (sindicato de servicios alemán) bloquearon el acceso a un centro de abastecimiento en Bad Hersfeld. Desde entonces, creció la cantidad de acciones de huelga que, para 2017, implicaban a trabajadores de 8 de los 9 Centros de Abastecimiento en el país. La demanda básica: el reconocimiento de Ver.di como interlocutor sindical para la negociación de un convenio colectivo en el país. La respuesta de Amazon fue por dos carriles: desplegó una intensa campaña antisindical en los lugares de trabajo y estableció Centros de Almacenamiento en países como Polonia o República Checa, desde donde puede gestionar los pedidos “bloqueados” por los trabajadores en Alemania. Hubo intentos de realizar acciones coordinadas internacionalmente, bajo el paraguas de UNI (sindicato global de servicios), y si bien se extiende la organización de base y   se obtienen algunas mejoras en las condiciones de trabajo, persiste la pelea por la negociación de un convenio colectivo.

Entre tanto, en Estados Unidos, las políticas desplegadas por la empresa en el contexto de la Pandemia COVID 19 parecen haber sido los disparadores para la organización de varios Centros de Almacenamiento. El sistema de Relaciones Laborales de Estados Unidos se basa en la adhesión de los centros de trabajo a las organizaciones sindicales. Esto quiere decir que los trabajadores de cada centro de Almacenamiento de Amazon pueden votar la incorporación de su espacio de trabajo a un sindicato (que no necesariamente es el mismo para todos los centros), pero si pierden la votación no se sindicaliza nadie. De ahí que las patronales del país hayan desplegado desde hace muchos años, sistemáticas políticas anti-sindicales en los centros de trabajo. De hecho, la acción anti-sindical es una rama profesional con todo derecho: hay consultoras, estudios de abogados y relacionistas públicos especializados en asegurar el fracaso de las campañas de organización sindicales y de las votaciones. 

Hace un año – en Abril de 2021 – los trabajadores de Amazon Bessemer perdían la votación para incorporarse al Retail, Wholesail and Department Store Union (sindicato de trabajadores de venta al por menor, al por mayor y tiendas de departamentos). Este resultado fue impugnado por el Sindicato y se encuentra en revisión por parte de la Comisión de Relaciones Laborales, con la posibilidad cierta de que se realice una nueva elección. Joshua Brewer el principal organizador del RWDSU en Amazon remarca el logro de la campaña más allá de la derrota, porque la organización continua expandiéndose y porque se trató de una campaña motorizada e impulsada por los mismos trabajadores, que se acercaron al sindicato para organizarse, debido a la falta de medidas de prevención por parte de la empresa en el marco de la pandemia.

El acontecimiento más reciente se dio en Nueva York, hace un mes, cuando los trabajadores del Centro de Almacenamiento conocido como JFK8 en Staten Island votaron masivamente la creación de Amazon Labor Union – es decir, por la creación de un nuevo sindicato y no por la incorporación a uno existente. La cara pública de ALU es Chris Small, un antiguo supervisor de Amazon que fue despedido por organizar una manifestación en demanda de condiciones de trabajo seguras durante la pandemia. Una característica distintiva de ALU, es que estuvo motorizado por los mismos trabajadores del almacén, sin participación directa de “organizadores” profesionales – muy comunes en el movimiento sindical estadounidense. Según relatan en sus cuentas de Twitter, el colectivo que impulsó el sindicato se inspiró en las tácticas de militantes comunistas, pioneros en la organización de trabajadores industriales en Estados Unidos: conversaciones cara-a-cara con los compañeros en el espacio de trabajo, polemizar y cuestionar a los consultores antisindicales en las charlas obligatorias que ellos mismos organizan, y realizar actividades públicas para darle visiblidad a la organización. La “sede” de la campaña sindical es una carpa en la parada del colectivo “desde donde podes ver a todos los que entran, salen y se mueven por el depósito” según Chris Small.

Hasta el momento, Amazon no reconoce los resultados de la votación ni al sindicato, y ha redoblado su actividad antisindical además de interponer quejas a la Comisión de Relaciones Laborales. Sin embargo, la oleada de entusiasmo y el activismo organizado en torno a y por los trabajadores de Amazon, significa un importante jalón en la relación de fuerzas de la clase trabajadora, puesto que reactiva el debate sobre sus perspectivas de acción – especialmente de sus segmentos más precarizados – teniendo como puntapié inicial la lucha por las condiciones de trabajo.

 



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