28/02/2022

Guerra en Ucrania: un gran desacuerdo

Un convoy de tanques rusos por las rutas de Crimea. | Foto: AP.

La guerra en Ucrania no empezó en estos días, sino que más bien lo que hay es un salto de calidad de la guerra civil ucraniana iniciada en 2014. Guerra civil que ni siquiera queda claro que sea «entre ucranianos», ya que la base misma del sentido de los conceptos de «pueblo» y «nacionalidad» es algo en disputa en este caso. Para empeorar la cuestión, el posicionamiento de todas las grandes potencias mundiales no hace más que agravar ese desacuerdo de base. Un gran desacuerdo en el que no es que las partes en pugna desconozcan lo que está en juego, sino dónde cada parte entiende cosas distintas y da distinto significado a cada una de las cuestiones en pugna. Por Leandro Rodríguez, para ANRed.


Para empezar, el complejo mass mediático y los estados occidentales vienen agitando, con matices, el relato de una Ucrania occidental, civilizada, libre y democrática, atacada por un oriente bárbaro. En muchos casos estos son los términos precisos que utilizan. En este relato, la OTAN y la Unión Europea son deseadas por «el pueblo ucraniano» para que la civilización avance de occidente a oriente. A ello se suma el relato de una invasión rusa que hay que detener para salvaguardar «la democracia», que habría surgido del derrocamiento del presidente ucraniano en 2014.

En el caso del relato «ruso» (es decir del estado ruso y de medios afines) se afirma que Rusia busca desde la década de 1980 integrarse tanto con oriente como con occidente, para lo cual auto-disolvió el «socialismo real» y el pacto de Varsovia a cambio del compromiso de una integración económica y un respeto político militar (no avance de la OTAN sobre la frontera rusa). Que EE.UU. se comprometió a ese camino pero que tan pronto como pudo (desde los mismos comienzos de los 90′) intentó someter unilateralmente a Rusia y sigue intentándolo. En el caso específico de Ucrania, Putin afirma que la misma es parte indisociable de la gran Rusia, por historia y cultura, a la vez que es indispensable para la seguridad militar de ella. En este relato, las repúblicas del Donbass serían la expresión de quienes quieren salvaguardar la verdadera historia rusa frente a un régimen nazi instalado en Kiev con el golpe de estado del 2014.

Lo primero a destacar entonces es la existencia de un profundo desacuerdo entre las partes en pugna sobre cómo denominar y entender lo que está en juego. Y también destacar que no hay muchos actores en estos días que apuesten a superar ese desacuerdo y conciliar posiciones (caso de China y del Papa Francisco entre los pocos que apuestan a ello). Pero atención, si bien es saludable intentar evitar una conflagración mundial que fácilmente podría derivar en una confrontación nuclear de gran escala, esa conciliación sería del interés de un grueso núcleo oligárquico que tiene el poder en Ucrania y también de buena parte de la oligarquía rusa que, en el caso de su país, tiene que compartir su influencia con un estado ruso restaurado en su poder operativo centralizado.

Esto nos lleva a intentar ver qué hay de realidad detrás de ambos relatos.

Como decíamos al principio, es tan cierto que las tropas rusas ingresan a Ucrania como que el gobierno ucraniano venía bombardeando las repúblicas autónomas del Donbass (Lugantsk y Donetsk), repúblicas con una amplia base y prestigio popular, mayor al del mismo gobierno ucraniano en la región occidental que éste controla. Y es cierto también que las votaciones del breve período de Ucrania como estado independiente (apenas 23 años en toda su historia, desde 1991 a 2014) reflejaban un país y un pueblo absolutamente partido entre el occidente y el oriente. Mientras funcionó el parlamento en ese período, los diputados se contenían entre sí y a los presidentes sucesivos, imponiéndose en la práctica un equilibrio entre el oriente pro ruso (más industrial y minero, cristiano ortodoxo, rusófono) y el occidente pro occidental (más agrario y de servicios, católico y de habla ucraniana).

¿La identidad y fidelidad era más a Ucrania como pueblo o más bien a sus identidades particulares, y sólo seguían a Ucrania si esta se identificaba con la cultura e interés particular de cada uno? Tanto hoy como en la enorme mayor parte de su historia, la población ucraniana no quiso y/o no logró constituirse democráticamente como pueblo por encima de esas particularidades. Esto no tendría por qué excluir que alguna vez lo hagan (ningún pueblo existe «desde siempre») pero vale destacar que el golpe de estado de 2014, si bien tuvo una base popular indignada con la corrupción oligárquica, fue finalmente dirigido e instrumentalizado por los EE.UU. y sus socios neonazis ucranios. Si al golpe de estado le sumamos una guerra civil de ocho años con tendencia a agravarse, y ahora la entrada rusa a Ucrania, la tendencia que se observa es hacia una mayor inestabilidad y disgregación o separación nacional y como pueblo. En este marco los oligarcas, que derivan su fortuna y poder de aprovechar su poder en el buró del PCUS (PC de la URSS), hace años que en Ucrania se ven inducidos a asociarse o bien con Rusia o bien con occidente, y se convierten así en un factor adicional de disgregación nacional.

Ucrania en el tablero geopolítico

Las dos grandes tendencias estructurales de este tiempo histórico son: a) el declive de la hegemonía de EE.UU., con su débil crecimiento económico, gigantescos déficits comercial y fiscal, así como su endeudamiento agravado y su crisis cultural y, b) el ascenso de China, con su salto en ciencia, tecnología y productividad, y una gran cohesión/disciplina interna, que le da una base muy sólida para ir integrando el mercado mundial bajo su comando.

Estas tendencias se expresan en el pasaje chino de la extensión comercial al hecho de invertir masivamente en infraestructura y empresas productivas a lo largo del mundo, para lo que necesita expandir la ruta y la franja de la seda globalmente. La integración de Asia y Europa tiene como nudo el Mar Negro, con Turquía al sur y Ucrania al norte del mismo. Rusia está interesada en ser el primer socio estratégico de China en este camino, ofreciendo tanto vastos recursos naturales como «servicios de seguridad militar», indispensables para la extensión física de esa integración mundial.

En este marco, la integración de un ordenamiento institucionalizado de la región que va de la Rusia europea al resto de Europa es absolutamente clave, y Ucrania se haya en el corazón de esta posibilidad. Estas semanas este interés se vio claramente en los intentos diplomáticos de Rusia para llegar a un compromiso que garantizara décadas de crecimiento en ese sentido, a lo que suma el ofrecimiento de una provisión estable de energía para una Europa central totalmente necesitada de la misma. Ante esta política de Rusia (y China) los países de occidente tuvieron al principio actitudes muy distintas: Alemania y Francia buscando llegar a ese compromiso, mientras que EE.UU. e Inglaterra (mas el neonazismo dentro de Ucrania, que es muy influyente), lo boicotearon en todo momento.

La agudización de los bombardeos ucranianos contra el Donbass, fueron empujados por el bloque de hecho que forman EE.UU. e Inglaterra con el gobierno ucranio (controlado por la alianza de los oligarcas y los neonazis), forzando la respuesta del estado ruso que pasó en un día de defender las repúblicas del Donbass, a tomar posiciones en todas las áreas que consideran estratégicas (la industrial Jarkov, el resto de las zonas mineras del Don, las costas del Mar negro incluso Odessa, la central – clausurada – de Chernobil y un cerco sobre Kiev).

En este movimiento, la Unión Europea, conducida por Francia y Alemania, quedó subordinada a una OTAN, dominada por EE.UU. e Inglaterra, que venía en franco descenso. Y en el mismo movimiento el avance de la integración energética y de seguridad de Rusia con Europa quedó gravemente dañado.

Por lo tanto, EE.UU. es desde un muy corto plazo el gran ganador de esta guerra, al precio de generar mayor inestabilidad sistémica y obstaculizar una integración capitalista mundial conducida por China en alianza con Rusia. Sin embargo, Rusia ha tomado posiciones de fuerza en áreas estratégicas de Ucrania y, de no mediar una revisión de la política alemana y de la Unión Europea, se verá llevada a reforzar en mucho y rápidamente su integración con China y la disputa junto a ella de su influencia sobre Asia Central, Medio Oriente, Africa y finalmente Latinoamérica. Esta dinámica podría acelerar el pulso de China para recuperar Taiwán y el control de la producción de semiconductores y del Mar de China.

Oligarcas y sectores populares

En este momento, con esta guerra, entra en crisis la apuesta de la vieja clase dominante de la URSS. La «nomenklatura» del PCUS, devenida en oligarquía, pasó de controlar un estado grande pero encerrado en sí hasta 1989, a integrarse al mercado mundial controlando estados débiles en la década de los 90′, subordinados claramente a EE.UU. (aceptaron desde las guerras de Irak y Afganistán hasta la de Libia hace pocos años). Pero si esta integración capitalista de las repúblicas de la ex URSS devino en estados débiles y sociedades desiguales y empobrecidas, fue un éxito relativo para esas oligarquías. Ante ello, el rumbo en Rusia y Ucrania fue muy distinto.

En Rusia hubo una reconstitución vertical del poder estatal, subordinando a los oligarcas al interés de éste (interés estatal que por supuesto no implicó una democratización social, donde por lo tanto se ve muy dificultada la organización popular autónoma). En Ucrania, en cambio, los oligarcas siempre manejaron vía corrupción el estado, haciendo negocios a lo largo de todo el país.

Pero el descontento popular por abajo con esa situación debilitó al poder central, aprovechado en 2014 por EE.UU. y grupos neonazis como Sbovoda y otros más pequeños pero con gran capacidad de choque, para realizar un golpe de estado. La nueva situación anti Rusia en Ucrania occidental hace que los «civiles» que tienden a armarse lo hagan reforzando a esos mismos grupos neonazis. Mientras que en Ucrania oriental la formación de milicias populares fue masiva y con múltiples tendencias políticas, lo mismo que la organización sindical. Pero ante el asedio del gobierno ucraniano occidental finalmente se formaron las repúblicas de Lugantsk y Donetsk, inclinadas a pedir la ayuda rusa como salida más factible en términos de seguridad.



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