09/01/2022

Rosario: Suenan los tambores de la Memoria, la Cultura Afrouruguaya y la Identidad

El 3 de diciembre, en Argentina, más precisamente, en Rosario, candomberos y cadomberas se reunieron para salir en «llamada de tambores» y conmemorar el Día del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial. A partir del año 2006, en Uruguay, se recuerda el 3 de diciembre de 1978, cuando, de manera espontánea, los tambores de candombe en «llamada» sonaron por última vez en el Conventillo Medio Mundo en Montevideo, debido a su desalojo forzado, establecido por la dictadura cívico – militar que gobernaba el país. El 18 de agosto de 2021, un Grupo de Trabajo presentó el informe: «Memoria y reparación integral de la comunidad afrouruguaya en tiempos de terrorismo de Estado; en particular, de las familias desplazadas forzosamente del conventillo Medio Mundo y el barrio Reus al Sur (Ansina) (1973-1985)», en el parlamento uruguayo, planteando la necesidad de una reparación integral de sus derechos. Texto y fotos por Edith L. Gauna para ANRed.


El pasado de 3 diciembre de 2021, en la ciudad de Rosario, un grupo de candomberes se reunieron para salir en «llamada de tambores» en conmemoración del «Día del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial», en la esquina de Buenos Aires y Virasoro. Se podía ver un grupo de personas alrededor de un fuego con tambores templándose, llegando en bicicleta con su tambor a cuesta que saludaban a quienes tenían a su lado, compartiendo momentos.

Tomás Alancay (Tom) cuenta: «Quienes hacemos candombe nos pusimos de acuerdo para hacer algo, nos fuimos enterando de boca en boca y nos encontramos». «Es una juntada libre, un rejunte entre comparsas. El 3 de diciembre fue el día en que terminaron de desalojar al conventillo de Uruguay, Medio Mundo, que era el corazón del Candombe, en los años de la dictadura y pasado ese proceso, pusieron un día conmemorativo del Candombe. Es una fecha importante y nos afecta», agrega Pedro. Por su parte, Migue expresa: «Se trata de un sentir que es difícil ponerlo en palabras pero son espacios donde puede surgir cierta comunión, donde se refleja esta sensación de ancestralidad o así es como a mí me interpela».

«El candombe llegó a través de gente que eran familia de sangre directa de esta cultura, hijos de personas afrouruguayas que emigraron a la Argentina. Fue un nacimiento mismo dentro de uno. El candombe es un compromiso con una forma de ver la vida, conocer una historia. A mí, particularmente, me toca como parte de identidad afrodescendiente argentina», cuenta Tom.

Candombe y Cultura  Afrouruguaya

«Una cosa es el despliegue de los tambores, la música, el baile, lo que es la comparsa, y otra, la cultura del candombe afrouruguayo. Esta última existe a causa de que hubo algo en la historia de la humanidad que fue la trata de personas, particularmente del continente africano que quedaron acá y siguieron con sus cosmovisiones. En Uruguay hubo historias de familias,  de lucha, superación, historias no tan lindas. El candombe es una expresión cultural dentro de todo eso, que nos llega y nos atrapa porque es lo más visible y tenemos el primer contacto», explica Tom.

Identidad, Memoria y Derechos Humanos

Para los afrouruguayos el barrio es inseparable del candombe, el encuentro, la familia y la comunidad; y el conventillo era el hogar, constituía el espacio comunitario de la escuela del candombe donde aprendían a tocar y bailar.

En 1956, en la ciudad de Montevideo (Uruguay), la comunidad afrouruguaya presentó un proyecto al municipio, para que su cultura fuese reconocida separándose del carnaval, donde se realizarían fiestas de una semana, entre el 24 diciembre y el 6 de enero, Día de San Baltazar, el Rey negro, que comenzarían y culminaría con dos fiestas, una en Medio Mundo y la otra en Ansina. El municipio rechazó la propuesta estableciendo las Llamadas Oficiales en Islas de Flores, despreciando de esa forma las tradiciones afrouruguayas. A pesar de ello, la comunidad decidió mantener «las llamadas espontáneas» como forma de visitarse en los diversos puntos donde se hallaban los conventillos mediante el recorrido por las calles, del intercambio musical en toques de candombe dentro y fuera del conventillo, de la convocatoria a encontrarse, circular y bailar por las calles.

Contra esa apropiación cultural, ante la situación de pobreza y las malas condiciones de vida, los propietarios de los edificios comenzaron a encausar desalojos violentos mediante la fuerza policial, lo que daba cuenta de la violencia a la que estaban expuestos quienes vivían en conventillos. Junto con el desalojo de la población afrouruguaya se iban los toques del candombe originales y desaparecían los espacios de origen de comparsas: la Fiesta Negra y Libertadores provenían de Ansina en Barrio Reus al Sur (Palermo) y Morenada del conventillo Medio Mundo (Barrio Sur). A pesar de su resistencia a ser expulsados, utilizando diversos mecanismos para poder permanecer, el proceso fue irreversible, y tuvo su punto más violento en el período de la dictadura civil y militar uruguaya, entre 1973 y 1985.

El 3 de diciembre de 1978, el dispositivo represivo de la dictadura aliado al auge especulativo inmobiliario y de la construcción, ejecutó un desalojo violento del Conventillo Medio Mundo y, fue en aquella fecha cuando los tambores de candombe en «llamada» sonaron por última vez, como forma de resistencia.

Posteriormente, en enero de 1979, fue desalojado el Barrio Reus al Sur (Ansina). La población fue trasladada en camiones del municipio a una antigua fábrica abandonada, Martínez Reina, al Hogar Garibaldi y al Hogar Arenal Grande. Así fueron desterrándolos de sus barrios tradicionales, espacios de pertenencia e identidad y trasladados a espacios de miseria y hacinamiento, sumadas a situaciones precarias de trabajo y alimentación por tiempo indeterminado, constituyendo una violación sistemática de los derechos humanos. Recién en 1995, fueron realojadas las últimas 100 familias que continuaban viviendo en Martínez Reina, y cerrado el lugar.

A partir del año 2006, se comenzó a conmemorar el Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial, así declarado por la Ley 18.059, recordando el 3 de diciembre de 1978 cuando, de manera espontánea, los tambores de candombe en «llamada» sonaron por última vez en el Conventillo Medio Mundo en Montevideo, debido a su desalojo forzado, establecido por la dictadura cívico – militar que gobernaba el país.

A partir del año 2009, comenzaron a realizar viviendas, preservando las construcciones patrimoniales que quedaban de los antiguos conventillos, para algunas de las familias desalojadas, otras pudieron volver a vivir en parte del edificio que aún continuaba en pie. Entre 2011 y 2014, se logró recuperar una parte del Barrio Reus al Sur

El pasado 18 de agosto de 2021, un Grupo de Trabajo presentó el informe: “Memoria y reparación integral de la comunidad afrouruguaya en tiempos de terrorismo de Estado; en particular, de las familias desplazadas forzosamente del conventillo Medio Mundo y el barrio Reus al Sur (Ansina) (1973-1985)», realizado en el marco de la ley 18.446, en el parlamento uruguayo, planteando la necesidad de una reparación integral que contempla: «una reparación de derecho a la vivienda, hacer efectiva, mediante medidas sistemáticas de reparación, la garantía de los derechos que recogen los Principios de Restitución de Vivienda, a partir de los señalado por la Organización de las Naciones Unidas, considerando que el Estado fue el causante del desplazamiento, por acción o por omisión”. Así recomienda a la Intendencia de Montevideo “establecer una cuota en el destino de las fincas en desuso o el suelo urbano que integran la cartera de tierras de esa comuna.» Esa reparación, señala: «Adoptar medidas para la recuperación de las construcciones existentes y realización de viviendas, promover en la normativa de Montevideo el reconocimiento de los barrios Sur y Palermo como un territorio simbólico afrodescendientes» y, señala que más allá de la “diversidad de procesos en la experiencia de vivir el sufrimiento, el daño y la violencia sociopolítica  el deseo de regresar al barrio está presente en todos y todas” porque “el barrio forma parte de sí mismos”. Además, plantea:  «una reparación histórica que remite a los daños perpetrados en el proceso de trata, tráfico y esclavitud y sus efectos estructurales y transgeneracionales considerados desde el 2001 como crimen de lesa humanidad; una reparación simbólica, reconocer como víctimas de graves violaciones de derechos humanos a las personas que fueron desplazadas forzosamente, entregar la documentación referida a los desplazamientos, incluir en textos oficiales de sistema nacional de educación pública, colocar placas de identificación como sitio de memoria el lugar que ocupaban como la fábrica Martinez Reina, el Hogar Garibaldi y el Hogar Arenal Grande, donde habían sido confinadas las personas víctimas de desalojo forzados del Medio Mundo y Barrio Reus al Sur (Ansina); una reparación del daño de proyecto de vida; una reparación del derecho a la salud, garantizar  un espacio de salud integral que proporcione atención y acompañamiento psicológico y, una reparación de los derechos culturales, reconocer que los desplazamientos forzados de los barrios tradicionales causaron daños en su cultura y la identidad de la población de Barrio Sur y Palermo de Montevideo, implementar programas de recopilación de testimonios, archivos fotográficos, documentos públicos para digitalizarlos, conformar un acceso para visibilizar la existencia de la vulnerabilidad de derechos humanos de la comunidad afrouruguaya a través de muestras itinerantes, producciones audiovisuales e instalar un espacio de memoria en el marco del Museo de la Memoria»



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