30/12/2021

Incendios en el delta de San Fernando: el fuego arrasa 1600 hectáreas

Foto: Horacio Mansilla

El fuego arrasa en unas 1600 hectáreas de pajonales, avanzando hacia el sur en la zona del Río Paraná Miní y el Arroyo Felicaria en la Segunda Sección del Delta, correspondiente al partido de San Fernando. Desde las redes sociales de la Biblioteca Genoveva Felicaria alertaban desde las primeras horas del día miércoles en relación al avance del fuego: “en la segunda sección del Delta de San Fernando, en una zona que abarca el Paraná Miní y los arroyos Fredes, Romero y Felicaria, en el corazón de la Reserva de la Biósfera declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad ya se han consumido más de 1000 hectáreas de vida silvestre a causa de un incendio de grandes proporciones. La sequía, el agua baja y las condiciones climáticas no dan tregua. La comunidad vive horas de angustia y desesperación tratando de contener la situación para que no afecte a sus viviendas”. Por Gonzalo Falzari y Paula Daporta, para ANRed.


Sandra Tomaselli, vecina del arroyo Paycarabí, sostiene que no puede pensarse este incendio en forma aislada a otros eventos similares que vienen dándose, sobre todo en los últimos dos años. Si bien la fuerte sequía que azota a la zona actualmente es un detonante, hace hincapié en prácticas culturales de “limpieza” de los montes, que no pueden catalogarse más que como negligentes.

En primera instancia, Sandra plantea: “por qué hay que desmontar tanto, por qué no podemos convivir con el monte”. Interrogante que a los emprendimientos extractivistas claramente no les interesa plantear. En segunda instancia, afirma que aún dentro de estas lógicas de limpieza “el fuego es la manera menos eficiente de descomponer la materia orgánica que se le quita al ambiente. Lo que se desmonta se debería, en todo caso, apilar en el fondo del lugar que se quiere despejar, dejar que se pudra y que todo ese carbono vuelva a hacer su ciclo en la tierra”.

Marisa Negri, vecina del arroyo Estudiante, poeta y docente, asegura que “una emergencia de estas características expone el abandono histórico en el que están sumergidas las islas. Sin señal telefónica, sin luz tantas veces, sin saneamiento de los arroyos, sin estaciones de servicio ni gestión de residuos (uno de los motivos por los que se quema la basura a cielo abierto), con muelles y casas truchas que aparecen de la noche a la mañana en plena zona protegida y dónde nadie ve nada”.

En este sentido, la aplicación efectiva de la ley de educación ambiental se vuelve urgente y una de las trincheras en las que debemos plantar y plantarnos en efectos de sentidos que impliquen paradigmas críticos al sistema productivo extractivista: “necesitamos educación ambiental en las escuelas para concientizar sobre el uso de agrotóxicos, el respeto por la biodiversidad y el cuidado del agua y la tierra que habitamos”, sostiene Marisa.

Los incendios que avanzan en varias zonas del país, como Santa Fe, Santa Cruz, Río Negro, Neuquén, Chubut, Misiones, Corrientes, Tierra del Fuego, Entre Ríos y Formosa, vuelven a poner foco en la urgencia de la Ley de Humedales, la cual el pasado 21 de diciembre perdió nuevamente estado parlamentario. La ley de humedales es una demanda que lleva más de 10 años en Argentina, presentada ya en tres oportunidades.

Ivo Peruggino, integrante de la Multisectorial Humedales, en diálogo con ANRed explica que en el Delta del Paraná en los últimos dos años se perdieron un millón de hectáreas, y 40% del delta fue arrasado por el fuego. La ley de humedales no implicaría solo la protección del Delta del Paraná sino proteger todos los humedales del país, el 21,5% del territorio. Ivo sostiene que “la idea es que se regule la producción para que se adapte a las características ecológicas y no al revés, que la producción esté al servicio de la reproducción de la vida y no de la multiplicación de las ganancias de unos pocos que someten a todo el pueblo a la destrucción del ambiente”.

«La voz del ciervo», de Marisa Negri

En el susurro de la hierba

y en el grito de la pavas

que hacen girar los engranajes del mundo

se quema la isla

en el ondular de los peces

que dejan apenas un trazo en el agua

y en el hueco que la ranita saltadora cavó debajo del ingá

se quema la isla

y más profundo

y más leve

en el encaje de ñandutí que reveló el rocío

y en los mil huevos rosados que esperan en los tallos

se quema la isla

bajo la sombra de las hojas duermen su sueño las crisálidas

y el colibrí va veloz hacia el perfume

hay humo en el aire.

¿Qué haremos con lo que arde,

con lo que oprime y pavimenta lo no domesticado?

Escucha

La voz del ciervo.

Escucha

la voz del ciervo:

no somos tan distintos

también tu vida

lleva su porción de muerte.



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