07/12/2021

El asesinato de Camilo Caupolicán Escobar y las preguntas que deja la causa

Oscar, padre de Camilo, junto a seres queridos llevan pancartas y remeras que piden justicia por su hijo. Foto Amy Booth.

El 10 de enero de 2019 Camilo se dirigió al barrio de Caballito a comprar flores de marihuana. En el lugar, además de quien vendía y otras personas, había un presunto comprador que luego se identificó como  policía y le disparó a Camilo en el tórax terminando con su vida. Su asesinato, además de poner en evidencia deficiencias institucionales que salpican a las fuerzas represivas y el poder judicial, reaviva el debate sobre la legalización del consumo de cannabis para uso recreativo. Por Ramiro Giganti (ANRed).


El pasado lunes 22 de noviembre se desarrolló una masiva movilización a Tribunales pidiendo justicia por Lucas González. Allí, además de sus amigos y familiares, también se movilizaron personas que han perdido a un ser querido por situaciones similares. En los márgenes de la plaza Lavalle, algunas personas colgaban banderas con fotos de otras personas jóvenes victimas de gatillo fácil o situaciones parecidas, que ocupaban distintos sectores de la plaza. Allí, en uno de esos sectores, un hombre habla con un megáfono. Es acompañado por unas 4 o 5 personas que, al igual que él, llevan una pancarta con la foto de un joven, y una remera blanca con la misma foto. El joven se llama Camilo Caupolican Escobar, y quien habla por el megáfono es Oscar, su padre. Un grupo de gente se acerca a escucharlo. Al terminar sus palabras lo aplauden.

Oscar el 22 de noviembre en Tribunales, durante la movilización pro Lucas Gonzáles. Foto Amy Booth.

“Me enteré que también mataron a un chico mapuche”, le comenta a alguien al lado refiriéndose al asesinato de Elías Garay en la Lof Quemquemtrew. El nombre Camilo lo eligió inspirado tanto en Cienfuegos como en Camilo Torres. El nombre Caupolicán está inspirado en el guerrero mapuche inmortalizado, tanto en el poema épico La Araucana de Alonso de Ercilla, como en la pluma de Rubén Darío. Oscar recuerda lo difícil que había sido que le reconozcan el segundo nombre de su hijo.

La noche del 10 de enero de 2019, Camilo fue a Caballito a comprar flores de marihuana en una casa en la calle Neuquén 1259. Cuando ingresó había otro supuesto comprador que había encargado una cantidad importante. En un momento, dentro de la casa,  el comprador se anuncia como policía, muestra una chapa y les ordena que se tiren al piso. En la discusión saca su arma de calibre 9mm, se interpone en la puerta de entrada para evitar que quienes estaban escapen y luego dispara al pecho de Camilo causando su muerte.

El presunto policía se marcha del lugar llevándose la marihuana en un bolso y el dinero. A los 15 minutos retorna para buscar su moto, estacionada a 30 metros de la casa. En ese momento ya estaba el SAME (ambulancia 354 del Hospital Álvarez) intentando reanimar a Camilo. Una persona reconoce al asesino. La policía no actúa.

El calibre de la bala que mató a Camilo coincide con el armamento que utiliza la Policía de la Ciudad de Buenos Aires: 9 milímetros. La causa 5698/2019 descansa en el juzgado 50 a cargo del juez Carlos Bruniard, quien se declaró incompetente para resolver este tipo de homicidios pero aun así permanece en la causa a pesar de los reclamos del padre de Camilo y su patrocinio a cargo de la doctora Sofía Karina Marín y el doctor Mario Periconi de Matthaeis.

La causa

El documento presentado el 20 de agosto de 2019, al Juzgado Nro. 50, con fecha de firma: 21/08/2019 por parte del juez en primera instancia  Carlos Manuel Bruniard, y por Marcela Cabeza Díaz, Secretaria Ad Hoc, recopila información presente en el expediente que incluye testimonios y evidencias relevadas por pare de las autoridades.

Los testimonios dan cuenta de lo mencionado anteriormente, pero no mucho más pese a incluir gran cantidad de fuentes consultadas y testimonios cruzados. Se tomó declaración a más de una decena de testigos, en algún caso imputado por la conexión con el asesinato de Camilo. Las declaraciones muestran contradicciones sobre las relaciones entre las personas implicadas, pero nada se sabe del asesino, a pesar de las descripciones de diversos testigos. No hay nombre completo, no se lo pudo localizar, es un fantasma.

El gran ausente es la información sobre el asesino. De quien nadie dio información precisa. Entre declaraciones y la información tomada de las charlas telefónicas o mensajes de wasap,  asesino fue presentado como “mi hermano” por parte de un testigo involucrado, pero dicha relación familiar no fue probada, ya que la persona en cuestión declaró no tener hermanos varones, sino dos hermanas: una de ellas policía, la otra ama de casa. En ese entorno es común el apodo de “primo” o “hermano” sin que necesariamente esté presente el vínculo familiar.

Desde la heladería “La Veneziana”,  en las inmediaciones  de la casa, un testigo declaró luego que vio movimientos extraños y escuchó gritos en la esquina. Fue hasta allí, y vio cuando un joven sacaba a otro, tomándolo de los brazos boca arriba, con la cabeza para arriba, inconsciente. El chico que lo sacaba estaba muy exaltado y gritaba ambulancia. Al ver la situación le dijo al chico que iba a llamar a la ambulancia, en ese momento vio la silueta de alguien que estaba sobre Neuquén y que corría en dirección al tránsito y vestía remera negra, jeans y zapatillas, de pelo negro, de 1.75 cm. Escuchó en la heladería que un vecino del lugar, de profesión médico, supuestamente vio a un hombre que corría por una calle lindera (Amberes) y llevaba un bolso, que se cambió la remera y regresó con la musculosa y sin el bolso.  El relato coincide con la declaración de un testigo que fue parte del episodio y declaró que el asesino, al irse corriendo, tomó la calle Amberes.

Foto: Amy Booth

Un testigo que había formado parte de la reunión también reconoció al asesino y mientras estaban intentando reanimar a Camilo y gritó que era el asesino, quien tomó la moto y partió sin el accionar policial para detenerlo. Ese testigo abandonó el país, pero luego retornó y declaró ante la fiscalía 59, a cargo de la doctora Laura BelIoqui, quien tomó su declaración. Esta declaración abrió la investigación pero luego se encontró con desestimaciones por parte del juez Carlos Manuel Buruniard, quien luego ordenó detenciones y allanamientos a personas que no estaban presentes en el momento del hecho.  Oscar denuncia el accionar del juez, que también fue calificado de “estupidez” por parte de un inspector. Casación luego dejó en libertad a esos dos detenidos.

De la Autopsia Nro. 87/19 respecto del fallecido Camilo Caupolicán Escobar se desprende que la muerte fue producida por herida de proyectil de arma de fuego en tórax, hemorragia interna.

Oscar también denuncia el mal trato por parte del juez quien se valió de conjeturas involucrando a Camilo en el negocio de compra venta, de algún modo, justificando el crimen. En el domicilio donde sucedió el episodio, se secuestraron una vaina y un proyectil a la altura de la mesada de calibre 9mm. Se secuestraron celulares y documentaciones, incluidas la billetera de Camilo, que llevaba $2.765 pesos, mientras que la operación entre uno de los testigos implicados y el asesino de Camilo rondaba los 200.000 pesos, y dejaría una “comisión” de 5000.

A pesar de esta información relevante, los pocos medios que levantaron la noticia en aquel entonces la presentaron como un posible «crimen narco por error» o hasta un «ajuste de cuentas». Incluso se valieron de un supuesto y confuso incidente el 31 de diciembre anterior en Parque Avellaneda, mencionado sin consistencia por uno de los testigos, pero que no cuanta con ninguna denuncia en la comisaria pertinente, ni pudo ser corroborado pro otros testimonios.

Oscar también denuncia que el juez desestimó pedidos formales y ajustados a derecho para considerar lo que registraron diversas cámaras de seguridad en las inmediaciones del hecho, ya que en lugar y por disposición de la fiscalía interviniente, se procedió a realizar las tareas de rigor y observó en los siguientes inmuebles la existencia de cámaras instaladas en el frente de: Paysandú 652; Neuquén 1275; Neuquén 1282; Arengreen 1425; y Arengreen 1463. Tampoco se realizó un ADN pedido por Oscar, ya que los testimonios hablar de un enfrentamiento en el que había sangre y algún otro elemento que permitiría detectar la identidad del asesino.

A casi dos años, no se sabe nada del asesino. No se sabe quién es. Si sigue en el país. Si continua con dicho accionar. Si es efectivamente es un policía y sigue en funciones, o cualquiera que sea su actividad.

Lo que queda…

El asesinato de Camilo Caupolicán Escobar dejó a una niña de, en ese entonces, 5 años sin su padre.  Actualmente es querellante de la causa a través de su madre. Dejó a Oscar Escobar, su padre, buscando justicia por su hijo.

“Disculpame que no te responda por acá, me hace daño hablar del tema, prefiero que nos encontremos personalmente”, respondió ante las preguntas hechas por wasap a este medio. En su perfil de wasap está la foto de una niña, es su nieta, la hija de Camilo.  Días después en dicho encuentro, también junto a Karina y Mario, quienes lo acompañan en el patrocinio, Oscar fue soltando respuestas y recuerdos. A veces su relato se acercaba al llanto al recordar a su hijo o comentar anécdotas sobre su nieta. “No me quería comunicar por teléfono porque me hace mucho daño hablar de esto estando solo, por eso prefiero que nos encontremos y estar acompañado”, explicó.

Cerca de terminar con el encuentro junto a Oscar, Karina y Mario que tuvo lugar en una heladería frente a una plaza de un barrio porteño, se escucha que en la mesa de al lado una mujer que estaba con su familia, incluidas niñas, no encuentra un barbijo que posiblemente se le haya extraviado. Oscar toma su mochila, del interior saca un paquete de nylon sellado con muchos barbijos sin usar, toma uno, se da vuelta y se lo entrega a la señora: “tome este, mire, son nuevos, está sin usar”, la mujer agrade el gesto solidario.

Lo que queda, entre el dolor y la búsqueda de justicia, en el letargo institucional y las sospechas sobre las fuerzas represivas, son preguntas. ¿Cómo una persona con una chapa policial puede asesinar impunemente, escapar sin ser detenido y “desaparecer”?

Queda también otra pregunta ineludible. De ser legal el consumo recreativo de cannabis  ¿Camilo estaría con vida? ¿Cuántos otros casos como el de Camilo pudieron o podrían evitarse?



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  1. Se desarrolló la 9na Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil – Federación Anarquista · 2023-08-28 23:34:09
    […] que unirnos. Basta de gatillo fácil”, fueron algunas de las palabras de Oscar Escobar, padre de Camilo, asesinado por un presunto policía en un caso complejo y lleno de irregularidades en la […]
  2. “Nosotros le pedimos a la Secretaría de Derechos Humanos que tenga la misma actitud para todos los jóvenes asesinados” – Federación Anarquista · 2022-05-03 17:34:23
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