21/11/2021

La Plata: ¿por qué seguimos siendo una ciudad inundable?

Foto: Nicolás Braicovich (Pulso Noticias)

Una investigación de la Facultad de Arquitectura de la UNLP muestra que a 8 años de la inundación de 2013 la vulnerabilidad de la región ante un riesgo semejante no ha variado sustancialmente. El desarrollo de una urbanización irracional y la falta de políticas de Estado son parte central del problema. Por David Barresi y Lautaro Castro (Pulso Noticias)


Podría decirse que somos vulnerables cuando el estado de indefensión en el que nos encontramos es tal que, al momento de presentarse una situación amenazante o peligrosa, resultamos incapaces de resistirla o de reponernos rápidamente de ella. No es casual entonces que los arquitectos e investigadores Juan Carlos Etulain e Isabel López, ambos integrantes del Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales (CIUT) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, titularan a su reciente trabajo “Territorios vulnerables y paisajes emergentes”. 

Es que a ocho años de la histórica inundación que marcó para siempre a nuestra ciudad, el grado de vulnerabilidad en el que vivimos es tan o más importante que entonces. Al menos, así se desprende de la investigación llevada a cabo por el CIUT en la cuenca media-alta del Arroyo El Gato, elegida como zona testigo, aunque con un abordaje que apunta a una mirada regional abarcando a los tres municipios vecinos: La Plata, Berisso y Ensenada.

“Aquel que no sabe que está asentado en un territorio inundable es altamente vulnerable porque maneja un nivel de incertidumbre muy grande. Puede estar viviendo sobre un arroyo canalizado y no saberlo”, dice Etulain.

Del trabajo realizado junto a su colega, el especialista rescata dos grandes conclusiones que están íntimamente ligadas. Por un lado, la poca o nula conciencia social que existe en torno a la problemática de vivir en una ciudad inundable, a excepción de quienes están organizados y militan en distintas asambleas de vecinas y vecinos inundados.

Por otro, está el factor político, a partir del cual se explica buena parte de ese desconocimiento general: “Hay una ausencia total de política de Estado en cuanto al ordenamiento y gestión del territorio en los tres distritos. Parecería que las 89 muertes reconocidas no bastaron para que se hagan las cosas que se tienen que hacer”.

En el caso de La Plata, la mayor deuda pasa por la no implementación del Plan de Reducción del Riesgo de Inundación (PRRI), coordinado por el ingeniero Pablo Romanazzi, que incluye un protocolo de acción a tener en cuenta por la población en caso de repetirse un fenómeno similar al del 2 de abril de 2013. Fue presentado al intendente Julio Garro en octubre de 2019, días antes de las elecciones generales de ese año. Sin embargo, desde entonces no hubo avances.

“El Plan planteaba el trabajo en los barrios con los vecinos para que tuvieran conocimiento de dónde están asentados, cómo deberían prepararse frente a un evento de inundación y cómo actuar durante el mismo; incluso se pensaron circuitos de evacuación. Saber esto los hace menos vulnerables y disminuye su riesgo. Es lo que llamamos ‘construir resiliencia’. Pero bueno, se lo entregamos al intendente Garro, posamos para la foto y después nunca más. Vino la pandemia, es cierto, pero tampoco volvió a retomarse”, explica Juan Carlos. Hay un dato de color que grafica esta situación: la página web  https://quehacerlaplata.org/, creada oportunamente a los fines de difundir el PRRI, está caída desde hace meses.

Mapa de riesgo de inundaciones en el Gran La Plata, elaborado por el Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UNLP)

Números que preocupan

El trabajo realizado por el equipo de investigación del CIUT muestra datos inquietantes: si se repitiera una tormenta similar a la de 2013 -situación que califican como “poco probable”, pero que no se descarta- el 52,49% de la población estaría en un nivel alto y muy alto de riesgo; el 16,87% en un nivel medio y el 30,64% en un nivel bajo.

La cuenca del arroyo El Gato, la que el equipo de profesionales analizó en detalle, es la más urbanizada del Partido. Tiene 12.412 hectáreas de superficie y sobre ella viven 343.987 habitantes, según datos del censo 2010.

De ese sector de la ciudad, analizaron un área testigo de 7.000 hectáreas donde viven 157.000 habitantes, que va de calle 131 hasta la Ruta 2, y de avenida 520 hasta calle 85. El 25% de esa superficie se encuentra en un nivel de riesgo alto y muy alto, que representan 1.147 hectareas. Además, 12.521 familias habitan en los 62 barrios populares asentados en esta zona, donde la situación de precariedad es mucho más alta.

Del modelo higienista al “extractivismo urbano”

Etulain apunta a la necesidad de un cambio cultural, que implique “entender nuestra geografía como ciudad, nuestra naturaleza”. En ese sentido, afirma que el paradigma cambió: “no es más el positivista, el modelo fundacional, en donde sobre un terreno que se pensaba que era natural, se hizo un cuadrado perfecto, con diagonales, un modelo urbanístico que desconoció la naturaleza. Entonces se entubaron todos los arroyos”.

Pero además del problema de que la propia población desconoce por dónde pasan los arroyos que surcan la ciudad, qué zonas son altas o bajas, inundables o no, hay otro: la vía libre para que la urbanización de la ciudad continúe desarrollándose de manera “irracional” y a pasos acelerados.

El profesional afirma que los cambios que viene realizando la gestión municipal sobre el Código de Ordenamiento Urbano y Territorial, no han hecho otra cosa que formalizar la ocupación de zonas inundables, habilitando negocios para “los brokers inmobiliarios”. Esta situación genera además, un desplazamiento de las zonas productivas por “la extensión de la mancha urbana”.

“A los productores les termina conviniendo vender su terreno, en vez de seguir produciendo. Sectores inmobiliarios compran suelos rurales, después eso se rezonifica, cambian los indicadores, y la plusvalía que generó es altísima. Quizás quienes no están en el tema no tienen por qué saber todo este procedimiento de valorización del suelo que se genera, y el desplazamiento de actividades. Esto se denomina extractivismo urbano”, explicó.

En esa línea, agregó: “El Estado debería controlar, moderar esto. Si dejás que el privado haga… alguno tendrá conciencia social o ambiental, pero serán muy pocos los que tengan esa mirada, porque lamentablemente no están aggiornados los desarrolladores de acá. En otros lugares del mundo ya está la conciencia ambiental instaurada, nadie te va a comprar un terreno ni se le va a ocurrir venderte uno en una zona inundable, porque ya está instalada esa cultura. No se puede, no lo hacen los desarrolladores”.

 

Estamos a tiempo

La vulnerabilidad que tiene la ciudad, más aún en este contexto de crisis climática, puede modificarse o atenuarse. Pero Etulain es claro al respecto: no alcanza con obras hidráulicas, las soluciones requieren otro tipo de medidas.

“Por un lado, estaría la implementación de este plan de reducción de riesgo hídrico; y por el otro las estrategias que desde el ordenamiento del territorio se deben tener para no acentuar más el problema. Para aquellos que están en zonas inundables, se pueden adaptar y puedan convivir con la zona de inundación”, puntualizó.

Además, remarcó que también están las medidas que tienden a la mitigación. “Cuando digo mitigar, me refiero no a atender las causas (sería la adaptación) sino el efecto, lo que genera este cambio climático: precipitaciones más intensas en períodos más cortos, acompañadas de fuertes vientos, aumento del nivel del mar”, indicó.

Sobre ese punto, amplió: “Entonces, por eso hay que pensar medidas de mitigación. Por ejemplo, no ocupar de manera irracional y seguir extendiendo la mancha urbana. Hay que contenerla. No ocupar los humedales, que tienen un rol ecológico”.

De todas formas, insistió: “Lo principal es no seguir ocupando irracionalmente el territorio. Y esto no cuesta nada, no genera mayores gastos para el Estado. Las medidas de adaptación se hacen con gestión. Vos tenes que trabajar como municipio, con los vecinos, en las zonas que están en alto riesgo; trabajar con subsidios, con estrategias. Tenés que tener una política activa. No solamente decir, ‘sí, me interesa el tema inundación’ y después habilitás barrios privados por cualquier parte; urbanizás canteras; o permitís asentar gente en cualquier sector del territorio”. Según un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), entre 2006 y 2016, la extensión de la mancha urbana en el Partido de La Plata alcanzó los 33,84 km2, más de un casco entero (25 km2).

A su vez, señaló como un aspecto central el de evitar la impermeabilización del suelo con la extensión de invernaderos sin una compensación de reservorios. “Con respecto al modelo productivo, también se pueden hacer cosas que no son tan costosas. Tenés que generar capacitación, tenés que trabajar con el INTA. Y también, si no queres reemplazar los plásticos (de los invernaderos), hay una resolución de la Autoridad del Agua (ADA) que dice que, si vos vas a usar plástico y vas a impermeabilizar, tenés que construir -de la misma superficie que impermeabilizaste- un reservorio en tu parcela. Esa agua la retenés y después te sirve inclusive para regar.  No son medidas costosísimas; es mucho más barato que hacer una obra de infraestructura; un aliviador, un canal, pero necesitan gestión”.

En otro orden, también se refirió a los arroyos: “No hay que gastar mucho para que los arroyos no se ocupen; mantener que la vegetación crezca. Es todo naturaleza. Inversión cero. Que la gente se apropie y recree; utilice los arroyos y los vea y mantenga limpios; que no tire desechos. Eso no cuesta dinero, es gestión”.

 

 

Parques inundables

Este trabajo que realizó el CIUT sobre la cuenca del Arroyo El Gato formaba parte de un convenio más ambicioso que la UNLP había firmado con el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 2019, meses antes de que finalizara la gestión de María Eugenia Vidal.

La intención era estudiar la realización de cinco reservorios o parques inundables en la cuenca media-alta de este cauce de agua. De este trabajo iba a participar la Facultad de Arquitectura, la de Ingeniería y un grupo de Agronomía. Sin embargo, al asumir la conducción actual, el proyecto se frenó.

La iniciativa permitía generar una superficie de absorción y mantener libres las márgenes del arroyo, ya que se conformaba un sistema de espacios verdes que incluye la incorporación de parques lineales, que no solo ayudan a disminuir el ingreso de agua al casco urbano, sino también a desarrollar espacios públicos en la periferia.

“En el casco están todos planificados los espacios verdes, pero en el resto no. Y hacen falta espacios verdes y lugares de encuentro. Te permiten armar una nueva estructura de espacios verdes en la periferia”, explicó y agregó: “Lamentablemente, no avanza, está frenado, y es una obra muy importante para la ciudad. Es una pena porque era una de las obras estructurales que le iba a cambiar la calidad de vida, no solamente a la gente del casco porque le iba a retener el agua, sino también a la gente de los barrios que necesita ansiosamente sistemas de espacios verdes”.



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