20/11/2021

El crimen de Lucas González como testimonio de una coyuntura angustiante

Lucas con la camiseta de Barracas Central. Tenía 17 años y jugaba de enganche

El asesinato de Lucas conmocionó al país y se instaló en los medios masivos de comunicación. Algunos portales tuvieron que corregir la información falsa que habían publicado en un principio. De difundir de manera recurrente casos de inseguridad incitando a promover el discurso de “mano dura” y apología abierta al uso indiscriminado de armas, a tener que exhibir las tremendas consecuencias de ello. Por su parte, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional – CORREPI-  convoca a su informe anual represivo el próximo 17 de diciembre, en el que informa la cantidad de personas asesinadas por la represión institucional, y anticipan que en 2021 serían más de 400. Por Ramiro Giganti (ANRed).


Lucas y sus compañeros salían del entrenamiento en el club Barracas Central, como cualquier otro día. Tenía 17 años, y como tantos pibes de su edad con talento para el fútbol soñaba con llegar a primera. Antes de llegar a Barracas había pasado por las inferiores de Defensa y Justicia,, y Racing, donde los testimonios de sus ex compañeros lo recuerdan como un buen pibe. Al igual que sus compañeros se levantaba a las 6 de la mañana para entrenar.

Al salir del entrenamiento, Lucas y sus compañeros pararon a comprarse un jugo. Policías de civil los empezaron a perseguir, sin mostrar placa ni anunciarse como efectivos. Ante el miedo, Lucas y sus amigos subieron al auto y se fueron. Sin motivo fueron perseguidos. Los policías de civil realizaron varios disparos. Uno dejó a Lucas herido. Afortunadamente no hubo más víctimas, ya que otra bala impactó en el auto.

Lucas y sus amigos solo tenían en sus bolsos la ropa sucia usada en el entrenamiento, y algo de dinero, ninguno estaba armado. Pero los efectivos plantaron un arma y reportaron enfrentamientos inexistentes. Algunos medios publicaron la versión policial, como tantas otras veces, omitiendo un criterio básico del periodismo: consultar al menos dos fuentes distintas antes de publicar la noticia.

Familiares y amigos de Lucas convocan a una movilización pacífica con velas a Tribunales el próximo lunes 22

“Inseguridad. Persecución y tiroteo en Barracas: un ladrón fue baleado en la cabeza”, tituló “el gran diario argentino”, Clarín. No fue el único medio en titular de esa manera. “Tiroteo entre delincuentes y policía en Barracas: hay un herido de bala y dos detenidos”, sentenciaba el diario Perfil.

Cintia  López, la madre de Lucas le había mandado un mensaje de Wasap preguntado cuando iba a llegar. Al pasar el tiempo y ver el mensaje con un solo tilde empezó la preocupación. El más chico lo esperaba siempre para jugar. En el comedor se ponían a jugar al futbol acá adentro. Era un bebé, una criatura. No tenía maldad para nada. Desde los cuatro años jugaba”, relató luego.

Mario González, padre de Lucas, vio la noticia del tiroteo en Barracas. Ni se le cruzó por la cabeza que se trataba de su hijo, si bien sintió algo de preocupación al ver que el episodio fue cerca de donde entrenaba Lucas. Los medios hablaban de “un delincuente”, no de un joven futbolista que salía del entrenamiento.

Postergar el duelo para desmentir la calumnia

Lucas estuve herido durante horas. Se le negó el traslado en helicóptero al Hospital de alta complejidad en El cruce de Varela. Mientras Lucas agonizaba, su padre intentaba desmentir la calumnia. Tenía contacto con algunos periodistas porque un familiar suyo había sido víctima de otro episodio de inseguridad poco tiempo atrás en Quilmes. También los clubes donde Lucas jugó fueron otro elemento para desmentir lo publicado.

Lucas fue trasladado al día siguiente al hospital, tenía muerte cerebral. Pocas horas después falleció.

Sus compañeros pasaron una noche detenidos en un instituto de menores. Fueron tratados como delincuentes, privados de su libertad. No habían cometido ningún delito.

“Les diría que se pongan de mi lado. Les preguntaría cómo es que le tiraron a matar a mi hijito; que pongan los cojones para decir ‘yo fui’ y no intenten taparlo con cualquier cosa. Les pediría que admitan que ellos los mataron, por favor, así como fueron capaces de dispararle dos tiros en la cabeza”, respondió Mario a la pregunta sobre qué le diría a los policías que mataron a su hijo, identificados como Fabián López (43), José Nievas (36) y Gabriel Isassi (40),  en una entrevista en Radio Mitre, del mismo grupo empresario que había titulado “un ladrón” en referencia a Lucas.

Un episodio recurrente

El caso de Lucas no es un hecho aislado. Probablemente impacte más que otros por el evidente nivel de alevosía, que excede a la calificación de “gatillo fácil”. Con pocas horas de diferencia y a poca distancia, en la Plaza Garay, del barrio vecino de Constitución, un policía disparó entre 12 y 15  balazos a una persona con un cuchillo en un enfrentamiento. Uno de esos balazos impactó sobre el hombro de un vecino del barrio que nada tenía que ver con el episodio.

En Córdoba, una mujer fue víctima de una brutal golpiza policial. Muy pocas horas separan a estos tres episodios.

La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional – CORREPI-  a través de sus referentes, enumeró diversos casos similares al de Lucas. Alejandro Mirabete fue un caso emblemático de los años 90, un joven asesinado por la espalda mientras corría asustado por la policía. El caso de la masacre de San Miguel del Monte es un ejemplo muy similar. Allí, Gonzalo Domínguez (14), Camila López (13), Danilo Sansone (13) y Carlos Aníbal Suárez (22), fueron asesinados por la policía.

Las víctimas de la masacre de San Miguel Del Monte, un episodio similar al de Lucas González.

El próximo 17 de diciembre en Plaza de Mayo., la CORREPI, como todos los años, va a presenta el informe anual de situación represiva. El organismo de Derechos Humanos ya adelanto que tiene, al menos 400 casos sucedidos este año, lo que mantiene la triste estadística de una persona asesinada pro fuerzas represivas cada 20 horas.

Acusar a la víctima: otro accionar frecuente

“La disponibilidad es una medida fuerte que genera cierta condición de culpabilidad”, declaró Patricia Bullrich en entrevista con Luis Majul en La Nación +, defendiendo a los policías implicados en el crimen de Lucas. “No hay que pasar a disponibilidad a un policía que actuó en cumplimiento de su deber”, agregó segundos después. “Un policía que actúa correctamente defendiendo la ciudadanía no se lo puede pasar a disponibilidad”, volvió a declarar, nuevamente refiriéndose a los policías que dispararon contra Lucas y sus amigos.

No es la primera vez que la ex ministra de Seguridad de la Nación, justifica crímenes institucionales o encubre a los responsables. “No voy a tirar a un gendarme por la ventana” fueron sus palabras cuando Santiago Maldonado estaba desaparecido. “Nosotros le damos a la versión que nos da la Prefectura el carácter de verdad”, había declarado aquel mismo año en referencia al asesinato por la espalda de Rafael Nahuel. En aquel entonces, Bullrich difundió la hipótesis del enfrentamiento, cuando Rafael Nahuel fue asesinado por la espalda: la bala ingreso por su glúteo. Los dermo-test realizados sobre su cuerpo desmintieron las versiones que hablaban de un intercambio de disparos.

Algo similar ocurrió, también durante la gestión de Bullrich, cuando la policía asesino a Facundo Ferreira, un niño de 12 años, en San Miguel de Tucumán. La versión policial apuntó contra los chicos. Quisieron instalar que Facundo y un amigo estaban armados y que los agentes se defendieron de una agresión sin saber que eran niños. No solo fue desmentida la criminalización hacia el niño asesinado sino que luego los policías no pasaron un examen de rinoscopia.

Durante la gestión de Patricia Bullrich las muertes por la represión institucional crecieron de manera sostenida. Cuando asumió el cargo en diciembre del 2015 una persona moría a causa de la represión estatal cada 26 horas. En el año 2016 murió una persona cada 25 horas. En 2017 la cifra siguió creciendo: una muerte cada 23 horas. Dejó su cargo en diciembre de 2019 con la triste estadística de una persona asesinada por el estado cada 20 horas. Cifra que se mantuvo con el actual gobierno.

En relación al crimen de Lucas, se les preguntó a sus amigos “si habían votado” como si fuera algo relevante. Sus amigos permanentemente tenían que explicar por qué se vestían como lo hacían. La criminalización está metida en la sociedad de un modo tremendo. El “queso gruyere” propuesto por José Luis Espert, fue tomado y apoyado por las declaraciones de Sergio Berni: “tengo 150 delincuentes abatidos”, sostuvo jactándose de ser «peor que Espert».

Mientras Patricia Bullrich se pronunciaba públicamente defendiendo a los policías, la familia de Lucas González decidió donar los órganos de chico asesinado. “En algún lugar de este país el corazón de mi hijo va a seguir latiendo. Doné los órganos. No sé quién va a ser la persona pero le sacarán sus pulmones o su corazón. Era un chico muy sano”, dijo la madre de Lucas, entre lágrimas, al recordar a su hijo poco tiempo después de su fallecimiento.



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