18/11/2021

Para la OIT crece el trabajo informal y el desempleo en América Latina y el Caribe

A través de una nota técnica, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aseguró que el rebote económico post pandémico en la región está marcado por la emergencia de tareas laborales mal pagas, sin cobertura social, ni derechos adquiridos. A su vez, expresó que la desocupación y la baja participación en la búsqueda de empleos por falta de expectativas mantienen su línea creciente. Por ello, el documento advierte sobre “un proceso de informalización de las ocupaciones previamente formales”. También el informe destaca que las mujeres trabajadoras son las más afectadas por la tendencia y, que, si bien se trata de un proceso global, los continentes centro y sur americanos son los más afectados por el fenómeno a nivel mundial. Por Máximo Paz, para ANRed.


Trabajos por día, a destajo, changas y, a lo sumo, algún puesto fijo pero con remuneraciones a la baja y sin derechos es la tendencia que parece establecerse como futuro hegemónico en el mundo laboral para América Latina y el Caribe, República Argentina incluida.

“Alrededor de 70 por ciento de los puestos de trabajo generados en los últimos meses en un grupo de países latinoamericanos, son en condiciones de informalidad. Mientras tanto la desocupación y la baja en la participación laboral son persistentes”, remarcó el estudio del organismo Empleo e informalidad en América Latina y el Caribe: una recuperación insuficiente y desigual, nota técnica que trata de observar las características puntuales en el llamado mercado laboral latinoamericano y caribeño bajo la incipiente “vuelta a la normalidad” postpandémica.

También la actividad cuentapropista y el trabajo registrado encuentran sus datos en el documento a medida que se recuperaban algunas actividades económicas: “En el primer trimestre de 2021, alrededor del 76 por ciento de los trabajadores independientes, y algo más de un tercio de los asalariados, eran informales”, manifestó.

En ese sentido, el estudio advierte una cuestión: la informalización del trabajo se encuentra en una carrera de absorción de puestos laborales que anteriormente se realizaban con beneficios y cobertura social según las leyes laborales de cada país. También aclara que esta circunstancia es inédita en comparación con otras crisis, en tanto que, históricamente, los puestos formales que se desmoronaban regresaban bajo aquella modalidad tras el parate económico o, mismo, las ocupaciones informales –en plena crisis- no aumentaban ni brindaban resguardo para quienes perdían ocupaciones con un sueldo en blanco.

“Si bien es prematuro para afirmar que se está observando un proceso de informalización de las ocupaciones previamente formales, teniendo en cuenta experiencias de crisis previas, este es un riesgo latente importante”, expresó el informe.

Mismo, el estudio aclara que la crisis sanitaria, producto de la pandemia, en su afectación en la actividad económica, destruyó empleos informales, quienes se encontraron sin redes de protección social, y sin posibilidades de acceder a programas de reducción de horas o de teletrabajo. En muchos casos, esto determinó incluso la reducción temporal de las tasas de informalidad en algunos países.

Con el nuevo escenario de una recuperación más intensa de las posiciones informales, es posible que en muchos países la tasa de informalidad sea similar, o incluso superior a la observada antes de la pandemia, cuando afectaba a alrededor de 51 por ciento de los ocupados.

Junto con la informalidad, la región experimenta una recuperación insuficiente de los puestos de trabajo, de acuerdo con los datos de la nota técnica. Destaca que en la reducción de la ocupación entre el primer y segundo trimestre de 2020, en el peor momento de la crisis por COVID-19, llegó de algo más de 43 millones de empleos.

“La posterior recuperación desde ese momento hasta el primer trimestre de 2021 fue de alrededor de 29 millones. Por lo tanto, el aumento de la ocupación no logró compensar completamente la pérdida anterior”, subrayó el documento. Alrededor de 30 por ciento de los empleos perdidos aún no se han recuperado.

Asimismo, a comienzos de año se arrastraban indicadores laborales críticos. En la comparación interanual entre el primer trimestre de 2020 e igual trimestre de 2021 se observaba una reducción promedio para la región de 3,5 puntos porcentuales en la tasa de ocupación, y una contracción en la tasa de participación económica de 2,6 puntos porcentuales. Además, hubo un alza de 2 puntos porcentuales en la tasa de desocupación.

Ello arroja para el primer trimestre del corriente año un valor de 59 por ciento de tasa de participación económica y 52,6 por ciento de tasa de ocupación, en ambos casos las más bajas en al menos una década, y de 11 por ciento de tasa de desocupación, lo que implica que alrededor de 32 millones de personas estaban buscando activamente un empleo sin conseguirlo.

La reducción en la tasa de participación ha sido una peculiaridad de esta crisis, durante la cual millones de personas prefirieron salir de la fuerza laboral ante la perspectiva de buscar empleos que no estaban disponibles. Cuando muchas de esas personas retornen a buscar empleo, sumados a otras que necesitarán ingresos tras la crisis, habría presiones adicionales tanto sobre la tasa de desocupación como sobre los niveles de empleo informal.

La nota técnica de la OIT además estima que las mujeres, los jóvenes y las personas de menores calificaciones han sido desproporcionadamente afectados por la contracción del empleo y los ingresos, y resultan afectados con mayor fuerza por los impactos desigualadores y de aumento de la pobreza de esta crisis en la región.

La autora de este análisis, la especialista en economía laboral de OIT, Roxana Maurizio, expresó que “en el caso de las mujeres, se produjo un retroceso en la participación laboral después de décadas durante las cuales se había registrado un aumento en su incorporación a la fuerza de trabajo. Hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”.

“Las disímiles velocidades de recuperación del empleo entre diferentes grupos de trabajadores y los crecientes niveles de desigualdad y pobreza no sólo pueden limitar fuertemente el crecimiento económico, sino que pueden incrementar el grado de malestar social en la región”, remata el documento.



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