09/10/2021

Periodismo de comisaría: Clarín prepara la represión en territorio mapuche

Dos artículos publicados en Clarín hacen referencia a las disputas territoriales mapuche. Las frases racistas que difunden no tienen que tapar el bosque: el objetivo es construir que las reivindicaciones territoriales son usurpaciones hechas por terroristas y falsos mapuche. Lejos de ser novedosa, esta matriz remite a abordajes históricos sobre estos temas. Por Felipe Gutiérrez Ríos* para ANRed| imagen de tapa: collage con título de Clarín y foto del Colectivo Fotográfico Luan.


Jorge Lanata publicó hoy en Clarín un artículo más en su lamentable saga anti indígena. Así como hizo antes en el programa Periodismo Para Todos, Lanata niega la condición de mapuche de las y los mapuche que se movilizan en las reivindicaciones territoriales, ridiculiza su espiritualidad, desempolva el peyorativo “indios”, y trata de vincularlos con el kirchnerismo.

Esas expresiones racistas sobre las reivindicaciones territoriales mapuche son la base ideológica de un objetivo mucho más concreto: negar el derecho indígena a través de la represión. La columna de Lanata cierra apuntando al debate sobre la prórroga de la Ley 26.160, herramienta legal que ordena un catastro de los territorios indígenas y suspende los desalojos. El periodista sostiene que “esta es una pelea en la que el gobierno defiende a los usurpadores contra los argentinos”.

Además del artículo de Lanata, hoy se publicó otro de Carlos Guajardo, corresponsal de Clarín en Chubut que retomó la tradición de Claudio Andrade, el mayor creador de fake news durante la desaparición de Santiago Maldonado en 2017. En este artículo  analizaremos las lógicas de estas notas de opinión , con el objetivo de desandar la trama de sentidos que se ponen en juego para interpretar los conflictos en territorios indígenas. Huelga decir que estos discursos son compartidos por otros medios nacionales y provinciales. 

Imagen de artículo publicado en Clarín

La zanahoria y el garrote

Esta operación mediática criminalizadora, tiene un antecedente fundamental en la cobertura de la desaparición de Santiago Maldonado. Durante ese periodo, el periodista Claudio Andrade puso en duda que el joven estaba en el lugar, sostuvo que se había “sacrificado” pasando a la clandestinidad, desvió varias pistas por la existencia de un supuesto testigo clave, y sostuvo que Santiago había cruzado a Chile, hipótesis que fue ampliamente difundida por la diputada Elisa Carrió.

Las coberturas posteriores se encuentran encadenadas a esa construcción de sentidos que buscan operacionalizar un enemigo interno: el mapuche terrorista. Para esto, hay dos elementos que Clarín sitúa en el centro. De una parte, el carácter de la demanda, que es llevada adelante por personas irracionales y violentas, cuya presentación como mapuche es cuestionada. Estas personas operan en un lugar paradisíaco, habitado por personas pacíficas que son víctimas de esta violencia irracional. 

Respecto del mundo mapuche, Clarín busca establecer una división: los pacíficos y los violentos. “Hay tierras reclamadas por comunidades mapuches, quienes incluso exhibieron títulos de propiedad heredados de sus ancestros. Pero también hay grupos que, aunque se identifican con dichos reclamos, provocaron serios incidentes que comenzaron en 2017 y continúan con cada vez más virulencia en estos días”, sostiene, por ejemplo. Esas personas son “gente que con la cara cubierta y vestidos de negro vive atemorizando y atacando a cuanta propiedad hay en la zona”. Por otro lado, Clarín le atribuye un carácter mágico a la demanda territorial mapuche, utilizando comillas para ridiculizarla. Explica que se establecieron en la zona “con el argumento que una Machi (una referente y médica mapuche) había designado a ese lugar como ‘sagrado’ después de ‘haber tenido un sueño’”. 

Toda esta construcción de sentidos remite a la idea de los “buenos y malos salvajes” propias de cierta intelectualidad del Siglo XIX. Bajo esa lógica, los primeros quieren progresar, mantienen una buena relación con las fuerzas de seguridad y son legítimos herederos de la tierra; mientras los segundos tienen un origen espurio y no permiten el desarrollo de la civilización porque pelean con las autoridades estatales. Durante el periodo de la así llamada “Conquista del Desierto” se popularizó la idea de la utilización de la zanahoria, el premio para los “indios amigos” y el garrote para los “malos salvajes”. Es la misma idea que trasciende en la cobertura de Clarín que, además, no sólo duda de la condición de mapuche de los grupos que califica como violentos, sino que busca vincularlos con el kirchnerismo. Esto lo hace a pesar de que su misma cobertura demuestra la distancia entre sectores indígenas cercanos al kirchnerismo y el movimiento mapuche autónomo. Esta obsesión contra “los indios K” explica cómo conflictos locales como el robo de una estación de servicio, o la toma de un terreno llegan a ser noticias nacionales.

Civilización y barbarie

El segundo foco de Clarín tiene que ver con los territorios disputados. Ahí predomina la idea de “paraíso” (Lago Mascardi, Bariloche y El Bolsón) o far west (Cushamen, Chubut), una tierra de nadie dominada por “indios armados”. “Villa Mascardi es un lugar paradisíaco ubicado entre El Bolsón y Bariloche, en la provincia de Río Negro. Rodeado de un tupido bosque y con la majestuosidad de las montañas que lo rodean, la villa del lago del mismo nombre es visitada por cientos de turistas y amantes de la pesca y la vida al aire libre”, describía un artículo el territorio donde fue asesinado Rafael Nawel: .

Esta forma de presentar los espacios en disputa, además de ser un recurso periodístico un poco torpe destinado a su lectura en Buenos Aires, busca describir un territorio fascinante y alejado, rico en recursos pero también habitado por “buenos y malos salvajes” que no logran darle estabilidad, e impiden el desarrollo de “pacíficos vecinos”. Este enfoque invita a la toma de control, la necesidad de un colonialismo interno que lleve la civilización a esos territorios bárbaros. Dicho pronto y mal: se necesita intervención de fuerzas federales para resolver el conflicto.

Nuevamente este abordaje nos remite a un debate del Siglo XIX. La “Conquista del Desierto” proviene de una búsqueda de territorialización del estado nacional que supuso una dominación racial diferenciando lo supuestamente homogéneo de “los otros”. En ese proceso la ciudad y quienes la habitaban eran considerados civilizados, que se contraponían a la condición de salvajes de la Pampa, la Patagonia y sus gentes. En los relatos públicos terminó predominando una deshistorización de estos territorios que fueron significados como lugares estériles, disponibles para ser dominados.

Un encadenamiento de sentidos criminalizadores

Entrevistado por Fernando Rosso, el por entonces editor de Clarín, Julio Blanck, analizó la tapa que tituló “La crisis causó dos nuevas muertes” ante el asesinato de Maximiliano Kostecki y Darío Santillán por parte de la Policía en la Estación Avellaneda en junio de 2002. Rosso le recordó una tapa anterior, del 13 de abril de 1997, tras el asesinato de Teresa Rodríguez, que decía “La crisis en Neuquén ya produjo una muerte”. Blanck contestó que “no lo tenía presente, pero tiene la misma matriz. Vamos a llamarle el ‘delito precedente’, como se usa ahora”.

Hay representaciones sociales que, una vez fijadas, tienden a pervivir en el tiempo. El debate público sobre lo indígena hoy, no se da en los mismos términos que hace un siglo y medio. El contenido cambió pero hay una matriz de pensamiento que se mantiene. Somos hijas e hijos de un delito precedente. De una sociedad que se declara descendiente de los barcos, nos vinculamos con un Estado que se entiende como monoétnico, estudiamos una historia que nos cuenta que lo indígena fue borrado. Lo mapuche, en el debate público, parece ser una constante reactualización de las dicotomías que plantearon “el problema indígena” cuando Argentina se estaba inventando.

Clarín y otros medios vienen definiendo un territorio alejado y lleno de recursos, bajo la amenaza terrorista de un movimiento étnico guiado por un pensamiento mágico que, encima, está vinculado al kirchnerismo. Son un objeto exótico, no parecen tener racionalidad y no se comportan como otros mapuches que sí quieren el progreso y sí son dignos poseedores de la tierra. ¿Qué viene después? Un garrote ahí, no vendría nada mal parece sugerir Clarín.

*Militante de Marabunta Neuquén



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