17/09/2021

Llamaron a la policía para denunciar a los narcos, y terminaron detenidos quienes denunciaban

En el barrio la Uruguay, localidad de San Isidro, los y las vecinas se organizan para evitar el avance narco, encubierto por el Municipio de Posse y la Policía. Por Corresponsal popular para ANRed


Todo empezó hace poco más de tres meses con un aluvión de llamados al 911, por parte de vecinos y vecinas del barrio Uruguay denunciando que en la calle Udaondo y Pasaje de Granaderos, pleno Beccar, se había metido gente armada al barrio y estaban vendiendo cocaína.

Para quienes no lo conocen, el barrio «La Uruguay», siempre fue un barrio popular signado por Planes de Vivienda truncos y faltante de espacio verdes, las familias allí instaladas viven en el barrio de toda la vida. Familias trabajadoras,que se conocen entre vecinas y vecinos, con la costumbre de corso y fútbol en una canchita que hoy ya no está.

Los y las vecinas empezaron a Alertar a la Policía y al Gobierno Municipal sobre lo que estaba pasando. Pero la respuesta fue de película: cuando por fin fueron escuchados, la DDI y la DDA se dispuso a realizar un allanamiento. Los oficiales que realizaban el operativo «se confundieron de dirección». En vez de entrar a las casas tomadas por los narcos, rompieron puertas y revolvieron las casas de los vecinos denunciantes, llevándose detenida a una mujer, que nada tenía que ver con los narcos. No termina ahí: mientras los vecinos y vecinas insistían en corregir el errático allanamiento, la policía terminó reprimiendo a quienes denunciaban, tirándoles con balas de goma, y llevándo detenidos a otros dos vecinos que volvían de laburar.

No, no es una peli. Es en pleno Beccar, a cuadras del Colegio El Buen Ayre. Ya sin presencia policial en el barrio, los denunciantes empezaron a recibir amenazas por parte de los narcos que habían salido ilesos del operativo.

Por ello los vecinos volvieron a tomar las riendas de la lucha y empezaron a cortar las calles Uruguay y Miller. Lo que volvió a generar la reacción policial, que enviaron fuerzas comunes de la bonaerense para un segundo operativo. La policía tocó la puerta del “techito”, el lugar donde los narcos hacen base, casi pidiendo permiso. Desde adentro se escuchó un disparo y el policía que se predisponía a entrar se fue espantado, pidiendo refuerzos. “Vayan a buscarlos ustedes” fue la frase que dijo el oficial de turno con el fiscal de la causa presente.

Fue ahí que un grupo se dirigió efectivamente a entrar a la casa de los transas donde los vecinos encontraron 90 gramos de cocaína y una lista con los horarios de trabajo que cumplían los narcos al interior de la organización. Por otra parte la organización de vecinas y vecinos también se dispuso a tirar abajo el paredón de un galpón municipal, donde los narcos hicieron base en un principio, y que además impide la buena circulación del barrio, dejando el terreno fértil para el narcotráfico.

Ni el ministerio de seguridad responde, ni el municipio de San isidro atiende el reclamo.

El 30 de Agosto vecinas organizadas por esta situación, poniéndole el cuerpo y cara a esta denuncia, decidieron manifestarse frente a la Municipalidad de San Isidro en Avenida Centenario exigiendo una reunión con la gente del municipio, con el fiscal a cargo de la causa, y con el ministerio de seguridad de la Provincia. Apenas se firmó un petitorio, donde la municipalidad concedería una reunión en las próximas 72 hs.

El Viernes 3 de Septiembre se cumplió el plazo de la reunión sin ningún tipo de respuesta. Parece que solamente los vecinos y vecinas quisieran sacar a los narcos de Beccar. “Si la seguridad es para los narcos, entonces no sirve todo lo que están invirtiendo” explicó un vecino.

Esta realidad, que parece una peli se replica en todo el conurbano bonaerense. Los narcos, con la complicidad de la policía y el Estado, hacen de los barrios un lugar aún más vulnerable. Estos sectores donde la pobreza pega aún más, donde la lucha es por combatir el hambre y la falta de trabajo, la realidad de sus familias está signada por la falta de mantenimiento de los espacios públicos, pasillos y calles, sin servicios básicos y con los pocos que hay, como la luz, con tarifas impagables. Las niñeces y juventudes no tienen lugares de esparcimiento y las salitas y escuelas están en condiciones de extrema precariedad. La falta de oportunidades y de desarrollo de la vida en estos territorios expresa la desidia estatal. A la falta de políticas públicas que apaleen esta realidad ahora se suman los narcos, liberados, con piedra libre para estigmatizar, matar y sembrar el miedo.

¿A quién se llama cuando quien nos tiene que cuidar esconde a quienes nos lastiman y amenazan? ¿Cómo construir barrios más dignos si quienes deberían ayudarnos nos arrastran a un peor vivir? ¿Cómo controlar la desesperación cuando vemos que nuestros pibes y pibas se van a desarrollar en un barrio rodeado de drogas? ¿Cómo manifestarse si nos apuntan como peligrosos cuando estamos en peligro?

No, no es una película. Sí, es una de San Isidro.

No, no es una distopía, esta es la nueva realidad



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