17/08/2021

Seis años sin Gerardo ‘Pichón’ Escobar: «quien deja huellas no desaparece»

Luciana Escobar, hermana de «Pichón».

El sábado 14 de agosto se cumplieron seis años de la desaparición forzada seguida de muerte de Gerardo «Pichón» Escobar. El joven rosarino de 23 años había asistido al bar La Tienda y tras hechos violentos con patovicas y policías del lugar, fue golpeado y desaparecido durante siete días. Su cuerpo fue encontrado flotando en el Río Paraná. Entrevista con Luciana Escobar, su hermana, que nos cuenta sobre la vida de «Pichón», su continuo reclamo de justicia y su proceso de transformación en memoria colectiva. Por Edith L. Gauna, para ANRed.


El camino: las huellas de «Pichón»

Luciana prepara el mate y se sienta en su terraza. Va recordando la vida de «Pichón», sus ojos brillantes cada vez que nombra cada palabra o su nombre, y cada tanto aparece alguna sonrisa. Luciana dice que de chico era muy inquieto, dañino, que no podía quedarse tranquilo y quería estar en todas. Pero también tenía una coraza, era muy difícil que viniera, te abrazara y te diga te quiero. Ella también se siente identificada. Eran hermanos, a veces se peleaban. Entre los 16 y 17 años ingresó a la escuela de Parques y Paseos, le había costado muchísimo, comenta Luciana. Al mismo tiempo, hacía changas: de día, trabajaba en un lugar y de noche, salía con una ambulancia a hacer de camillero.

«Cuando ingresó a la escuela creo que respiró, sintió esa sensación de decir bueno, todo lo que pasé tiene su fruto». Luciana dice que fueron dos personas que se criaron como podían, que tropezaban un montón de veces, pero seguían adelante. Cree que para él fue un logro muy grande. A los 23 ya era re laburante, cumplía con su horario laboral en Parques y Paseos, le gustaba ir al casino y salir con con amigos. Estaba muy entusiasmado porque le habían propuesto pasar, de trabajar constantemente en los parques, a una oficina. A la tardecita iba a una Escuela de Educación Media Para Adultos (E.E.M.P.A.), estaba terminando el último año para finalizar la primaria. Las compañeras le decían que era muy colaborador, siempre que llegaba al aula ponía la pava para tomar el mate entre todes. También le contaban a Luciana que cuando algune faltaba les iba a buscar a la casa. Ella cree que se debería ver reflejado en su vida y no quería que pasase por su misma situación. Luciana añade que va entrelazando todas las historias de «Pichón», las que él les contaba y las que les cuentan les demás, sobre todo, compañeres de la escuela.

Tenía un terrenito en Gálvez, le estaba poniendo alambres, quería hacer una canchita de fútbol. Era tío. Luciana dice que estaba siempre que se le necesitaba. A su manera, estuvo: «con 23 años yo veía que tenía un montón de responsabilidades y al mismo tiempo iba concretando muchas cosas para su camino. Él se proponía, le costaba, pero hasta que no lo lograba no paraba». Recuerda que cuando lo llevaron al cementerio, había una caravana de gente y ahí te dabas cuenta: «donde iba, dejaba su huella».

«Pichón está presente siempre»

Luciana hace siempre el mismo recorrido para ir a trabajar. Agarra Moreno derecho, pasa por el mural, va hasta Pellegrini y dobla en la rotonda que dice «Pichón en Flores». Trabaja frente al cementerio donde está él. Hace mas de cinco años que dejó de ir, porque para ella «Pichón» no está ahí, sólo están parte de sus huesos. Hace ese recorrido y reconoce esos tres lugares puntuales que lo marcaron. Son como huellas. No lo lamenta, lo transforma.

Hace unos días, cuenta que estaba escuchando la canción «El Paso Final», un tema de la Delio Valdéz y su letra le recordaba a él. El compañero de Luciana añade: «cada vez que nos mudamos lo primero que hacemos en la casa es hacer un mural con fotos de ‘Pichón’, nuestras, de los chicos, con dibujos, con colores, con lo que sea, pero tiene que haber algo. Todos los días lo recordamos y está bueno«.

Justicia desaparecida

Luciana recuerda que un 13 de agosto de 2015 «Pichón» fue a su trabajo y a la escuela. Ese día, hizo varias cosas que le gustaban, como ir al casino de noche. Después se entera por uno de sus amigos que estaba contento porque había ganado. Le decía que se iba a preparar para salir con los pibes. Era jueves, recuerda, le había preguntado si los niños tenían para comer y se ocupó de ello. Le había dicho que estuviese cerca de la puerta porque iba a volver tarde y así su mamá no lo escuchaba. Gerardo fue al bar La Tienda esa noche. Se produjeron hechos de violencia que aún no se esclarecieron con patovicas y policías. Gerardo nunca volvió. Fue desaparecido durante siete días. Lo encontraron flotando en el Río Paraná. En relación a la causa legal, luego de varias audiencias, pasó de la Justicia Provincial a la Justicia Federal por tratarse de desaparición forzada de persona. En las misma, fueron acusados, detenidos e imputados dos policías, Luis Alberto Noya y Maximiliano Amiselli, y tres patovicas, Cristian Vivas, José Luis Carlino y César Dario Ampuero. El 17 de Agosto de 2016, el Juez Federal Marcelo Bailaque dejó en libertad a los detenidos por falta de mérito, por lo que la causa continúa abierta.

Luciana se entera de está decisión por un llamado telefónico que le hace un medio de comunicación de la ciudad con el fin de hacerle una nota. «¿Cuán grande es el entramado?», se pregunta y continúa: «es vergonzoso». Los motivos por lo que los dejaba en libertad era porque no se había comprobado que el cuerpo de Gerardo haya sido arrojado sin vida al río y que los abogados querellantes no podían probar esa secuencia. Cuenta, además, que la autopsia que pudieron hacer, aparte de la establecida por el Estado, demostró que Pichón no tenía agua en los pulmones, que murió de manera traumática, que estaba lleno de hematomas y que la inflamación que tenía en los testículos podía llegar a ser producto de picanas eléctricas. En diciembre, Bailaque es recusado por cometer omisiones de gran importancia y se separa de la causa.

Hoy, después de seis años, Luciana señala que la causa no avanza, está ahí, estancada: «va a avanzar cuando a alguien le toque el corazón, sienta un poco de empatía o será cuestión de esperar hasta que caduque. No la investiga ni un juez, ni una jueza, ni la fiscal, nadie. Está desaparecida. Cómo lo desaparecieron a ‘Pichón’, para mi la justicia esta desaparecida«.

Transformando el dolor en memoria colectiva

«A Pichón se lo recuerda siempre», dice Luciana. En tanto, su compañero comenta: «en Agosto siempre salen nuevos textos, fotos, videos, audios, canciones de la familia, los chicos nos ven haciendo actividades y nos preguntan y les contamos que todos los años se cumple un aniversario de la muerte de ‘Pichón’ y se pide justicia. Estos pibes están creciendo de otra manera, con memoria». Y añade que queda la enseñanza para los demás: «porque una vez dijimos ‘Nunca Más’, pero hay que seguir metiéndole a ese ‘Nunca Más’, porque no es solamente ‘Pichón’, es lamentable, pero hay que decirlo, ningún pibe o piba está exento de que esto vuelva a pasar«.

Luciana admite que es muy fuerte todo lo de «Pichón». Dice que la memoria siempre tiene que estar en funcionamiento, mostrando la resistencia colectiva. Por ello este año buscó, junto a su familia, material de todos los años para armar una muestra, para que la gente vea y se replantee lo que pasó y lo que pasa hoy, mediante fotos, escritos y noticias. Agrega que lo único que queda de todo esto es «encontrarnos, seguir marcando esa huella que dejó él, seguir sembrándola, cultivándola», y esperan que sus hijos también puedan seguir ese camino cuando ya no esté.



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