Abrazo antirrepresivo al barrio incendiado y hostigado por la policía de Massoni en Chubut
Desde el 21 de julio pasado los tres barrios populares que sufrieron el devastador incendio intencional del 9 de marzo, Ecoaldea, El Pinar y Bosques al Sur viven hostigados y perseguidos por la policía del Chubut. Detenciones ilegales, cacheos a la entrada o salida del barrio, policía montada desfilando por las calles que los vecinos acaban de abrir a puro machete y motosierra o policía con perros recorriendo cualquier patio, se suman a los operativos nocturnos, cuyo objetivo evidente es atemorizar a un barrio que aún no tiene luz eléctrica ni agua ni señal de teléfono. Por corresponsal popular, desde Lago Puelo, para ANRed.
A metros del barrio, en un complejo de cabañas turísticas, se aloja un numeroso contingente traído de otras localidades, con perros, caballos y vehículos 4×4 de la Policía del Chubut. Una provincia supuestamente quebrada, incapaz de socorrer debidamente a víctimas del mayor incendio forestal de Argentina luego de cinco meses, incapaz de pagar en tiempo y forma los salarios de los trabajadores estatales, incapaz de cualquier mejora edilicia a escuelas y hospitales, un Estado provincial que cierra escuelas rurales y carreras terciarias, incapaz de garantizar agua potable para la comunidad de Yala Laubat en la meseta, pero que parece que sí tiene sobrados recursos para financiar operativos a toda hora, operativos a media noche con móviles sin luces de donde descienden efectivos encapuchados de alguna fuerza, con armas largas y persiguiendo a un perro o a alguna vecina que sale de su carpa al baño.
La vida en los barrios ahora es una carrera contra el frío, poniendo chapas, construyendo estufas, tratando de suplantar el nylon por algún vidrio, sellando chifletes, reforestando con plantas nativas y frutales, iniciando las huertas y los gallineros, yendo a reclamar la ayuda estatal que nunca llegó, o la ayuda popular que los municipios interceptaron y acopiaron en galpones.
Pero todo cuesta cada día más, sumado a que en invierno la ventana para trabajar al aire libre se reduce a 5 o 6 horas y que gran cantidad de vecinas y vecinos no cuentan con un sustento económico mínimo.
Ante esta situación angustiante, las y los vecinos reunidos en asamblea resolvieron pedir ayuda a través de una carta abierta a las Madres de Plaza de Mayo y una declaración pidiendo adhesiones para exigir que se retiren las fuerzas represivas de sus barrios, porque no necesitan más terror del que vivieron hace días. Solicitan ayuda, tiempo, contención para reconstruir sus casas y sus vidas. Otra medida que pensaron podría servir para protegerse del abuso policial fue la de abrir calles y alambrar, al menos los terrenos linderos a las mismas.
Para esto último organizaron ya dos mingas (jornadas de trabajo colectivo y voluntario) el 25 de julio y la de ayer, titulada “Abrazo Antirrepresivo” que luego del trabajo, contó con un festival artístico, intercambio de semillas, actividades para niñas y niños, tortas fritas con chocolatada caliente para repartir entre los presentes, pintada de banderas y mucha alegría.
Sobre el escenario, además de reconocidos artistas de la comarca y Trevelin, hubo tiempo para leer con emoción cada adhesión y para expresar la preocupación enorme por la caravana racista y de odio que a pocos kilómetros sufría en ese preciso momento la comunidad mapuche Lof Pailako.
Quizás por eso resonó desde el Barrio Bosques al Sur, un acorde diáfano que atraviesa tiempo y distancias: «Kume Mongen» (Buen Vivir).