30/07/2021

Albañilas: (de)construcción con pico y pala transfeminista

Foto: Mariana Escobar @marianaerfoto

En paralelo pero en sentido opuesto a la voracidad citadina surgió Albañilas, un colectivo transfeminista que busca cuestionar -y derruir- el paradigma de construcción tradicional. Por Dalia Cybel (El Grito del Sur).


En las últimas décadas, la gentrificación de las ciudades llenó de cemento los pocos espacios verdes que resistían al loteo. La necesidad de migrar en busca de trabajo sobrepobló las metrópolis, multiplicando torres y condominios y acelerando el pulso taquicárdico de las ciudades. Esto derivó en un aumento de la cantidad de viviendas en detrimento de la calidad, cuya reducción de metraje, llevándose puesto hasta el bidet, llegó al límite de autorizar monoambientes de hasta 18 metros cuadrados en la Ciudad de Buenos Aires.

En paralelo, pero en el sentido opuesto a la voracidad citadina surgió Albañilas Deconstrucción, creado a fines del 2017 cuando Eva Iglesias y Daniela Borini comenzaron, de manera espontánea, a realizar trabajos de pintura y albañilería en casas de amigues y conocides. Si bien venían de diferentes disciplinas y traían otros recorridos -Eva era arquitecta y ya había incursionado en la albañilería; Daniela venía de estudiar Sociología en Puan y desconocía el mundo de las herramientas-, ambas decidieron ponerlas a jugar con un objetivo común: generar un colectivo que pueda cuestionar -y derruir- desde múltiples aristas el paradigma de construcción tradicional.

A partir de esos cimientos el proyecto fue tomando altura, teorizando y expandiéndose, llegando a nuclear actualmente ocho personas, además de la red externa que colabora de diferentes maneras. “Si bien lo que nos reúne es la albañilería, cada une pone su parte identitaria en el proyecto. Esto genera un grupo muy diverso respecto a sus motivaciones, porque el urbanismo y el propio habitar tiene muchas perspectivas”, asegura Daniela. “Yo vivo la colectiva de manera muy identitaria”, cuenta Eva en palabras que reproducen la carga afectiva del trabajo: “Me atraviesa porque es la profesión que elegí pero también porque decido transitarla como militancia, entendiendo que repercute en las formas de habitar, de organizarse y trabajar de les demás”.

Foto: Mariana Escobar @marianaerfoto

Con mirada crítica, Albañilas busca desmarcarse de las categorías identitarias y hace énfasis en la importancia de que el feminismo tenga perspectiva de clase. En ese sentido, la precarización laboral en el rubro se torna un tópico ineludible. “Tener una mirada transfeminista requiere también identificar cuál es el sector de la sociedad al que nosotres abarcamos, es decir el que le pone el cuerpo en la mano de obra. Este rubro está totalmente precarizado, porque si bien un trabajador de la construcción puede llegar a cobrar bien no se compara con el desgaste laboral, las horas de trabajo, ni el riesgo. Por otro lado, si no tenés un título de ingeniere o arquitecte dentro de la obra tu opinión no cuenta aunque seas quien la ejecuta. Esto en mujeres y disidencias genera una doble precarización por la intersección de dos situaciones vulnerables”, explican las integrantes del colectivo que se mantiene apartidario, tomando las decisiones en asamblea y discutiendo los objetivos en grupo.

Eva explica que en los pueblos originarios no existían roles de género asignados en la construcción, ya que toda la comunidad colaboraba de diferentes maneras en la realización de las viviendas. Con la llegada del sistema capitalista y patriarcal, que capitalizó los derechos para convertirlos en privilegios, los hogares empezaron a entenderse como mercancía, mediando el dinero. Así, les constructores pasaron a ser trabajadores externos y las personas que habitaran posteriormente la construcción se desligan, desasociándose del espacio que les rodea. “La estigmatización de género reduce la construcción al uso de la fuerza y nos hace sentir que no podemos participar, cuando en verdad lo que no podemos es entrar en los espacios de los que se adueñan los varones. Eso fomenta la precarización porque las empresas contratan personas de sexo masculino (asignado al nacer) para levantar bolsas de cemento porque creen que van a rendir más y tardar menos, mientras que, por como fueron criados, ni siquiera tienen la posibilidad de decir que se sienten mal o les duele. Todo eso es falso porque con una organización comunitaria podés lograr lo mismo o, a lo sumo, si tardás un poquito más tampoco pasa nada”.

Además de cuestionar los roles de género, el proyecto busca fomentar una construcción más ecológica, generando conciencia del daño que implica modificar el ambiente; para eso, les integrantes de Albañilas involucran en la construcción tradicional materiales reciclables y técnicas de menor impacto para el ecosistema. “Hay una realidad que va más allá del género y es que nadie tiene una vivienda armada conscientemente, la persona compra y alquila lo que puede. Por eso nosotras estamos en una búsqueda constante para, con los recursos que tenemos, mejorar lo que nos rodea. Ahí aparece la bioconstrucción, que es una técnica en la que estamos trabajando de a poco para reciclar y reutilizar materiales con la intención de llegar a implementarla en la arquitectura tradicional”, afirman las jóvenes que este verano viajaron a Bariloche para aprender la técnica. “La bioconstrucción es muy difícil en las ciudades pero intentamos utilizar otros materiales como revoques con barro, ladrillos con botellas. Es nuestro horizonte, pero implica un proceso lento”.

Foto: Mariana Escobar @marianaerfoto

Frente a las jerarquías de las empresas constructoras y la falta de derechos laborales, Albañilas apunta a una salida colectiva y la autogestión, rompiendo el falso estigma de la meritocracia. Para eso crearon el sistema de “gestión de obras colectivas” a través del cual usan sus redes sociales para recibir donaciones, ya sea de mano de obra, dinero o materiales. Bajo ese formato se encuentran trabajando en la reparación del centro cultural Esquina Libertad en Valentín Alsina, donde conviven y dan talleres artistas callejeres. Ahora buscan recaudar $500.000 a partir de pequeños aportes en la aplicación “cafecito”, lo que les permitirá ejecutar las reformas más urgentes en el edificio de 400 metros cuadrados.

“La idea es retomar la noción de que todes podemos participar en la construcción. Que no es una actividad restrictiva, hay un montón de cosas que se pueden hacer, desde juntar recursos, buscar los materiales, hasta levantar una pared, limpiar, cocinar para les demás”. Si bien apelan al encuentro comunitario, en contexto de pandemia Daniela y Eva reconocen que las redes sociales les permitieron amplificar su llegada y concretar proyectos que resultaban impensados.

Foto: Mariana Escobar @marianaerfoto

En el último tiempo, las políticas públicas del oficialismo lograron dar difusión y visibilizar el rol de las mujeres en la construcción. Sin embargo, tanto Eva como Daniela son cautas al respecto y advierten que no se trata solo de sumar mujeres sino de generar un cambio estructural. Asimismo acentúan que la deuda es mayor con las disidencias, quienes sufren todo tipo de violencias en estos ámbitos. “Más que solamente nombrar, hay que pensar en las condiciones laborales de las personas que trabajan en la construcción. Si vos a una cooperativa le exigís que haya un 50% de mujeres para reducir impuestos seguro las van a conseguir, porque gente que quiera aprender oficios hay mucha, el tema es quiénes son y cómo lo van a llevar a cabo”, resalta la socióloga, mientras Eva concluye tajante: “Antes que nada, las obras públicas deberían dejar de vulnerar fondos porque si las obras van a estar ejecutadas como hasta ahora incluir mujeres no tiene sentido. Se va a lograr que haya más mujeres precarizadas solo que ahora en un nuevo ámbito donde antes no podían acceder y nosotras vamos a estar festejándolo. Es necesario pensar la construcción de otra manera”.

Fuente: https://elgritodelsur.com.ar/2021/07/albanilas-deconstruccion-con-pico-pala-transfeminista.html



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