14/07/2021

¿Qué pasa en Cuba?

Movilización en apoyo a la revolución en respuesta a las protestas. Foto: EPA

El pasado fin de semana se desarrollaron manifestaciones en Cuba con reclamos al gobierno de Díaz Canel. La respuesta fue por un lado represión, y por el otro, una masiva movilización en apoyo a su mandato. Los medios hegemónicos del mundo difundieron los hechos con mayor intensidad que las manifestaciones que suceden en otros países. Hace poco el mundo conoció que la vacuna Abdala tiene un 92% de efectividad, siendo Cuba el primer país en Latinoamérica en desarrollar vacunas contra el Covid-19 y, hasta la fecha, también es uno de los países que mejor enfrentó la pandemia desde sus medidas de prevención. ¿Qué está pasando en Cuba? ¿Cuáles son los reclamos? ¿Qué injerencia tiene el bloqueo en el malestar que aqueja al pueblo cubano? Por ANRed.


«Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario».

Ernesto «Che» Guevara, Carta de despedida de sus hijos.

En abril del año 2020 la cancillería cubana denunció públicamente que la política de embargo de Estados Unidos obstaculizaba sus compras de medicamentos y de respiradores, necesarios en caso de internaciones masivas por, en ese entonces, la nueva pandemia. Ante ese pesar, Cuba, como tantos otros países del mundo, cumplía su primer mes en cuarentena y tímidamente levantaba algunas restricciones, pero manteniendo el cierre de fronteras, algo que afecta muy duro a su economía desde el 1 de enero de 1959 y que tiene al turismo como uno de sus principales generadores de divisas. Algunos medios europeos mostraban la llegada de médicos cubanos a Italia, en aquel entonces el país más golpeado por la pandemia. Ese mismo abril de 2020 una noticia inundó los medios hegemónicos de Argentina y otras partes del mundo: Israel tendría pronto la vacuna contra el coronavirus. Sin embargo, hasta el momento no tiene suero de fabricación nacional.

Manifestación opositora al gobierno en San Antonio de los Baños. | Foto: Reuters.

Pasado poco más de un año de aquellas noticias, en mayo de 2021 medios cubanos informaban que habrían logrado producir sus propios respiradores. En ese entonces, Cuba tenía menos de 100 muertes por millón de habitantes por Covid-19 (mientras Israel tenía mas de 500 muertes por millón de habitantes en ese momento), y la población cubana se preparaba para empezar a inocular a su población con las vacunas Abdala y Soberana 02, que estaban finalizando la fase 3. Se trata de las primeras vacunas producidas en Latinoamérica. La vacunación en Cuba está avanzando y actualmente se aplicaron más de 7 millones dosis en la isla. Mientras tanto, Israel, que fue presentado una y otra vez como “modelo”, vacunó a su población con Pfizer y AstraZeneca, vacunas producidas en el exterior, sin producción propia del suero que ayuda a garantizar mayor respuesta inmunitaria al coronavirus.

Luego, en el pasado mes de junio, mientras avanzaba la vacunación y se conocía que la vacuna Abdala tenía un 92,2% de eficacia, Cuba obtuvo un nuevo triunfo diplomático cuando nuevamente, en la ONU, se votó casi unánimemente contra el embargo que sufre la isla. Un resultado contundente: 184 países votaron a favor de terminar con el bloqueo, dos votaron en contra (Estados Unidos e Israel) y tres se abstuvieron (Brasil, Colombia y Ucrania). “El bloqueo obliga a nuestro país a luchar contra la mayor pandemia en décadas y contra el sistema de medidas coercitivas más largo y abarcador de la historia. No existe justificación alguna para tamaña crueldad”, declaró el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla ante la 75° asamblea de la ONU.

Entonces, ¿qué pasa en Cuba? ¿Las manifestaciones son invento?

Más allá de una foto “fake” donde se presenta una masiva manifestación en Egipto en el año 2011 como si hubiera sucedido esta semana en el Malecón, la población cubana se manifestó en varios puntos de la isla. Mientras los medios que siempre usan la palabra “dictadura” para referirse a Cuba hablan de que fueron masivas y pacíficas, en las imágenes que se vieron, además de la represión, hubo enfrentamientos y hasta patrulleros destruidos. Las manifestaciones existieron y se trata de un sector de la población cubana que está expresando su malestar. Un malestar que no se limita al deseo de comprar electrodomésticos o viajar a Miami sino que también expresa el sufrimiento por falta de insumos básicos: comida, medicamentos, y problemas con el abastecimiento de energía y conectividad. A eso se suma una creciente burocratización donde, en el país que bien se había ganado la referencia como “modelo socialista latinoamericano”, las desigualdades empiezan a profundizarse.

Durante las manifestaciones hubo un fallecido, confirmado por el Ministerio del Interior. Se trata del ciudadano Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años de edad, residente en el municipio  de Arroyo Naranjo, y, según el ministerio, con antecedentes por desacato, hurto y alteración del orden, por lo cual cumplió sanción. En el informe aclaran que el resto de los lesionados fueron trasladados hacia centros hospitalarios para su atención. Se investigan las circunstancias de este suceso.

Ninguno de estos problemas son ajenos a la mayoría del resto de los países del mundo capitalista, pero eso no justifica la represión a quienes reclaman mejores condiciones de vida, porque se olvida el motor de cualquier revolución emancipadora: la protesta.

Sobre el Movimiento San Isidro y los presos políticos

El Movimiento San Isidro, integrado por artistas, intelectuales y periodistas alternativos, nació en 2018 para cuestionar el decreto 349, que regula la actividad cultural en Cuba. Entre los integrantes está el escritor y periodista Carlos Manuel Álvarez, el artista Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo, entre otros. Desde su fundación en 2018, el Movimiento San Isidro ha realizado variedad de protestas entre las que se destacan las del artista performativo Otero Alcántara, quien hizo un striptease para llamar la atención ante la falta de privacidad al acceder a internet, creó el Museo de la Disidencia en Cuba, así como una protesta para criticar la retirada de un busto del mártir comunista Julio Antonio Mella para hacer espacio a un hotel de lujo.

Integrantes del Movimiento San Isidro en Cuba. Foto tomada de su cuenta en Facebook.

El pasado 27 de noviembre más de 300 jóvenes protagonizaron una manifestación frente al Ministerio de Cultura en La Habana, como reacción al desalojo de miembros del Movimiento San Isidro (MSI), que estaba realizando una huelga de hambre en protesta por la detención del rapero Denís Solís. Esa manifestación en la que se exigía libertad de expresión y creación contó con el apoyo de figuras como el músico Silvio Rodríguez. A su vez el actor Jorge Perugorría y cineastas como Fernando Pérez y Ernesto Daranas expresaron su respaldo a la necesidad de dialogar.

“El Movimiento San Isidro fue una expresión de descontento y disidencia y el grupo que se manifestó el 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura. Fue expresión de una necesidad y una inconformidad. Lamentablemente creo que los efectos generados por ambas manifestaciones son los previsibles, los de siempre, al menos hasta ahora. Es como si dialogar fuera ceder y no avanzar. Y lo cierto, creo, es que sin diálogo no hay progreso”, declaró el escritor Leonardo Padura en enero de este año en una entrevista en el diario Página 12.

Como respuesta, el Movimiento San Isidro tuvo apoyos dispares: desde Silvio Rodríguez o Leonardo Padura, hasta las Damas de Blanco: un colectivo formado en el año 2003 por esposas de presos políticos bajo el cargo de conspiración contra la revolución.

Otro hecho que llama la atención y refuta el reduccionismo de quienes plantean esto simplemente como una disputa entre “revolucionarios contra gusanos” fueron algunas de las detenciones en medio de la represión a las manifestaciones: Frank García Hernández, historiador y sociólogo, periodista de Telesur y colaborador de la Revista Comunistas; y Maykel García Vivero, director de la Revista Tremenda Nota, de la comunidad LGBT cubana. Ambos son críticos del proceso de restauración capitalista que está viviendo la isla, y que tiene su expresión más concreta en la legalización de la propiedad privada, el estímulo al desarrollo de una burguesía y la explosión de la desigualdad social.

Hace algunas horas el gobierno cubano informó que ha liberado tanto a Frank García Hernández como a Maykel García Vivero y el resto de las personas detenidas durante las manifestaciones, que según las denuncias publicadas eran más de 100.

Al momento de escribir esta nota, Sudáfrica atraviesa su quinto día consecutivo de protestas y represiones donde el número de muertes por la represión ya ascendió a 45, por mencionar solo un país donde actualmente se desarrollan manifestaciones masivas. Pero esto no es tapa de los diarios y portales de noticias.

Algunas reflexiones geopolíticas

La amplificación de las protestas en la isla caribeña se da en un momento particular. Por un lado la llegada de la variante del coronavirus llamada «Delta» generó cifras récord en contagios y muertes durante la última semana. Si bien Cuba se encuentra por debajo de las 200 personas fallecidas por millón de habitantes (cifra envidiable mientras en Argentina ya son mas de 2100, en Brasil mas 2500, 690 en Israel o 1800 en Estados Unidos por solo mencionar algunos países) el reciente incremento en los contagios marca una importante alerta en el territorio cubano, donde la vacunación todavía dista de alcanzar la ansiada «inmunidad de rebaño». A su vez, este episodio en Cuba se da en un contexto de protestas en toda la región donde otros países «amigos» del imperialismo, como Chile y Colombia, tambalean, mientras Bolivia recuperó su democracia y en Perú las protestas generaron renuncias de mandatarios el año pasado y se acaba de consumar el ajustado triunfo de un candidato de centroizquierda, tildado de «comunista» por la derecha. El año pasado también se realizaron manifestaciones contra el FMI en Costa Rica, y fuertes manifestaciones en Guatemala al grito de «que se vayan todos». El mismo grito se hizo presente hace unos meses en Paraguay.

La pandemia genera un ambiente de malestar en todo el mundo. Todos los gobiernos se encuentran con fuertes cuestionamientos ya sea por su inoperancia ante la pandemia, por quienes más sufren la crisis económica o por quienes se oponen a las restricciones para evitar la propagación del virus. En este contexto, Cuba no está exento de sufrir un malestar que incluso puede dividir a su población y cuyas contradicciones puedan ser aprovechadas por sus detractores.

En el año 2019, previo a la pandemia, el pueblo ecuatoriano se rebeló contra una medida de ajuste impuesta por el FMI dando el brazo a torcer tras varias jornadas de movilizaciones. Pocos días después en octubre de 2019 algo similar ocurrió en Chile, donde la movilización juvenil de las y los «cabros» contra un aumento en el transporte público luego devino en una insurrección popular que todavía persiste y dio fruto a la escritura de una nueva constitución. Mientras eso sucedía en Bolivia una elección generó polémica ante un «ajustado» triunfo en primera vuelta de parte del entonces presidente Evo Morales. El carácter de ajustado no es porque la elección haya sido reñida sino por la falta de certeza sobre si la ventaja era suficiente para evitar una segunda vuelta. Ante denuncias de fraude electoral y con el apoyo de la OEA, sectores opositores desarrollaron un cruel golpe de estado que instauró una dictadura que durante nueve meses generó masacres por la brutal represión ejercida. Luego, al desarrollarse las elecciones, el candidato del MAS Luis Arce (ante la proscripción de Morales) ganó las elecciones en primera vuelta con mas del 50% de los votos. El día anterior a la organización de las manifestaciones opositoras en Cuba el canciller boliviano denunció que el gobierno del entonces presidente de Argentina, Mauricio Macri, había enviado armas para apoyar dicho golpe de estado en el país andino.

El aprovechamiento de una debilidad o protestas para derrocar un gobierno no es algo nuevo. Hace 10 años, tras las manifestaciones que en Túnez terminaron con el gobierno, las protestas se expandieron en las calles, primero por el Magreb y luego por todo el mundo árabe en lo que fue denominado como «primaveras árabes». Lo que al principio no alertó a los Estados Unidos luego se volvió un peligro cuando las manifestaciones en Egipto terminaron con el gobierno de Mubarak: importante aliado de Estados Unidos e Israel. El accionar, al principio, no fue sofocar las movilizaciones sino intentar capitalizarlas para derrocar a gobiernos que le eran hostiles. Así, de manera selectiva se apoyaron las movilizaciones primero en Libia, incluyendo invasiones al país, generando la caída del régimen de Muamar el Gadafi, que se encontraba fuertemente cuestionado. Tras la caída del cuestionado régimen el foco internacional estuvo sobre Siria, mostrando las imágenes de la cruel represión por parte del gobierno de Al Assad hacia las manifestaciones, y generando incursiones militares en el país y hasta la propagación del Estado Islámico. Hoy Libia se encuentra en una situación más dura que la que atravesaba antes de la caída de Gadafi, y el resultado en Siria es más que conocido, con centenares de millones de refugiados en el mundo. Demás está decir que las movilizaciones que se desarrollaron en otros países como Bahrein, o Arabia Saudí no tuvieron el mismo apoyo.

Algo similar, aunque con sus características particulares parece suceder en Latinoamérica. La denuncia selectiva a los gobiernos recae sobre países como Venezuela, Nicaragua o Cuba, mientras en Colombia apenas un tibio llamado a «terminar con «la violencia de los dos bandos», igualando a opresores y oprimidos, evidencia la doble vara con la que se miden las «libertades» en organismos fuertemente cuestionados como la OEA, fuerte responsable del sangriento golpe de estado en Bolivia.

Las protestas tienen sus motivos genuinos en el territorio pero también resulta pertinente recordar aquella vieja enseñanza, que la geopolítica actual muestra como evidencia: «no confiar en el imperialismo, ni un tantico así, nada».



1 comentarios

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  1. Andres · 2021-07-16 00:33:36
    Gracias por dedicarle tiempo y poner la cara por Cuba. Aunque imperfecta aunque nos duela cuba es el sueño de América y si como izquierda pequeña y dividida nos contamos las costillas y nos mandamos cagada tras cagada¿Con que vara medimos cuba? Y que pruritos hicieron tanto silencio en el campo popular. No defender Cuba es renunciar ala utopía y cuba es nuestra revolución imperfecta como nosotres. A veces machistas a veces injustos a veces mezquinos pero siempre humanos tratando de cambiarnos y cambiar el mundo. Con cuba siempre. Gracias vasco

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