28/06/2021

Inti Raymi en el conurbano: una celebración que se afianza año a año

Desde hace por lo menos tres décadas el año nuevo indígena se celebra en Buenos Aires cada vez con más visibilidad. En tiempos pandémicos las convocatorias fueron en general, virtuales, pero hubo una presencial, en el oeste del conurbano. Uno de los convocantes fue el maestro de músicos Nelson Orellana, que desde los 80 viene celebrando el Inti Raymi en Buenos Aires. En la ceremonia también se hizo mención de los restos ancestrales restituídos que se resguardarán en Moreno. Por Melina Sánchez para ANRed.


Esta semana, en todo el mundo, se celebró el solsticio. Pueblos originarios de los hemisferios Norte y Sur recibieron esta fecha. Para los pueblos indígenas del hemisferio Norte es el Solsticio de verano. Para los originarios del Sur es el Solsticio de invierno. En ambos casos, lo que se recibe y festeja es el cambio de estación y el paso de la oscuridad a la luz. Entre el 21 y el 24 de junio tiene lugar la noche más larga del año: y la más fría en Latinoamérica. Lo que los antiguos esperaban y lo que seguimos esperando para estas fechas hoy en día, es la llegada del Sol. Se lo espera despiertos y con cantos, dicen algunos que se temía que el sol, que es fuente de toda vida, no saliera más luego de esa larga noche. Por eso se multiplican los rituales de agradecimiento en su espera, y los de felicidad a su llegada.

Los procesos por los que pasa un pueblo, una cultura, un movimiento, también llevan nombres propios, van acompañados del proceso que hacen personas puntuales en un grupo, que unas veces tienen capacidad de liderazgo como le dicen en la cultura occidental, otras son artistas, otras son los educadores populares. Nelson Orellana es uno de esos educadores populares, que primero fue músico, después migrante, con todo lo que eso implica, y de a poco fue convirtiéndose en docente, hoy -varias generaciones de sus estudiantes lo atestiguan- es maestro de maestros.

Una vez más, en medio de la pandemia, decidió convocar a la celebración del Inti Raymi, acompañado por la Dirección de Cultura de Moreno, en un lugar hermoso y abierto, cuidando el distanciamiento social y en el conurbano. Quien estudie sikus en Buenos Aires y tenga real interés en conocer sobre la cultura andina, y acerca de la cosmovisión de las culturas ancestrales de América, conoce a Nelson, de haberlo escuchado tocar, de haberse sumado a sus clases… Durante la pandemia esas clases tomaron forma de vivos en Facebook. Transmisiones a lo largo de las cuales, quienes siguieran las clases podían observar cómo se iba transformando una lección de música en una acerca de pensamiento indígena. El maestro saludaba a quienes se comunicaban en sus transmisiones con la ayuda de alguno de sus alumnos, agradecía la presencia, hablaba sobre la pandemia y a medida que iba desplegando los vientos también iba caminando los tiempos.

Así como se dice que en el oeste está el agite, y seguramente es cierto, Moreno es además el pulmón verde de ese oeste. Hay situaciones sociales complejas, pero a su vez conviven con una naturaleza generosa, arbolada, purificadora de vida, todavía de calles de tierra y de grandes espacios al aire libre y sin alambrado. El Inti Raymi entonces no podía celebrarse en mejor lugar que allí. Nelson lo anunció modestamente, sin flyer, en un vivo solamente, mostrando el paisaje del Dique en Moreno, pocos días antes de que tuviera lugar el acontecimiento: el domingo 20 de junio.

Hablamos con él a propósito de esa fecha y cómo fue cambiando su celebración desde los 80 en las casas de los migrantes, hasta hoy que se ha convertido ya, lucha y legislaciones de por medio en un importante evento cultural en toda la Provincia de Buenos Aires.

-¿Cómo estuvo la actividad? 

La noche estuvo muy bonita. La verdad la pasamos bien, nos juntamos a las diez, ya había gente ahí preparando, ya también estaba la leña, estaba ahí el fogón… y ahí empezamos a activar, a preparar las cosas, a las doce hicimos ahí la ceremonia, para acompañar a nuestro tatita en su regreso. Estuvimos ahí dialogando con gente que era nueva, que no había estado nunca y que le pareció muy linda, muy bonita esta ceremonia.

Estuvo muy lindo porque había gente que conocía de árboles, otros que conocía de animales, y de plantas, y se armó un lindo diálogo. Nos poníamos a tocar también de rato en rato. Así fue transitando la noche, hasta la madrugada, algunos fueron a descansar un ratito, a tirarse un rato porque estaban muy cansados. La verdad frío, frío yo no sentí, y creo que no hizo mucho frío, aparte estábamos con el fogón ahí que estaba hermosísimo, no hizo viento entonces el humo iba solamente para arriba, no iba para los costados, así que no molestaba, muy muy lindo la verdad ahí tocamos y danzamos alrededor del fogón esperando hasta que nuestro tata inti vuelva.

Estuvimos ahí hasta que llegó la delegación del Embajador de Bolivia, el Cónsul de Bolivia y la Intendente de Moreno, que participaron en la ceremonia. Estuvo muy lindo. Estuvimos hasta las 9, 9.30 -de la mañana- porque no salía el sol, y pudimos aprovechar lo poquito de los rayos que nos mandó de energía. Igual con esa alegría de volver, de empezar un nuevo ciclo.

A la madrugada hicimos la ceremonia, también hicimos la posición de las palmas de las manos para recibir al sol, la meditación hasta que con un jallalla empezamos a abrazarnos y a desearnos lo mejor para este nuevo ciclo.

-¿Cómo eran los primeros Inti Raymi que recuerda en Buenos Aires? 

El Inti Raymi se celebra -en Buenos Aires- hace muchos años. Nosotros en el 84, cuando vinimos de Bolivia lo hacíamos. Pero no el 21, sino el 24. Porque en Bolivia, festejábamos el 24 una sincreticidad digamos de lo que es la Fiesta de San Juan con la Fiesta del Inti Raymi, porque bueno, la iglesia católica lo unió. Y nosotros festejábamos eso acá cuando llegamos en Buenos Aires, ahí en Tucumán y Ayacucho, que era la casa donde vivíamos, que tenía un patio inmenso, y ahí hacíamos nuestros Inti Raymi, invitábamos a gente a hacer la ceremonia y a pasar toda la noche y ahí esperar los rayos de luz de la madrugada.

Y después en los 90, ya se fueron abriendo, empezó a hacerse cerca de ATC, se hacía en San Miguel, en Parque Avellaneda, después también por Zona Sur, ya en distintos lugares se empezó a difundir. Y hoy en día, ya es una ley, para que para todos los que tenemos raíz originaria sea nuestro día de inicio de ciclo. (Hace referencia al Decreto 672/2019).

Los primeros Inti Raymi eran como lo hacíamos nosotros en casa, y después de a poquito se fue difundiendo. Había muchos hermanos que vinieron de Bolivia, de Perú, acá del mismo norte, de Jujuy, que están las tradiciones bien guardadas ahí, así que bueno, empezamos a difundir cada uno desde su lugar, y bueno, eso es lo que hoy se conoce, esas ceremonias. En un principio sí, era mucho más chico, porque no había muchos grupos de sikuris, eran charangos, quenas, guitarras, bombos, y hoy en día son más sikuris. Pero bueno, lamentablemente por esta pandemia nos hemos guardado. Pero bueno, ya de a poquito estaremos volviendo.

-¿Nos cuenta algo sobre su trayectoria como músico? 

Mi inicio como músico fue a los doce años más o menos, por esa época entre la niñez y la adolescencia. Yo escuchaba música autóctona pero por radio. Yo nací en Oruro. Mi papá era minero. A mis siete años, por motivos de trabajo mi papá tuvo que mudarse a La Paz y tuvo que ir toda la familia. En La Paz entré en tercer año de primaria, ahí después completé todos mis estudios secundarios también. A los doce años empecé con los instrumentos. Y en todo ese tiempo empecé a hacer grupos con compañeros de la escuela o del barrio. Fueron mis primeros pasos, tocábamos para el día de la madre, cuando hacían horas cívicas en la escuela, por ahí si algún barrio programaba algún evento tocábamos ahí, y esos fueron los primeros pasos, junto con muchos otros grosos músicos que hoy en día están repartidos por el mundo. Con ellos fueron mis inicios, en 74, por ahí. Representé al Colegio Ayacucho, donde estudiaba, salimos primeros a nivel nacional.

Y eso fue como un puntapié para que yo siga con la música y con esta tradición que nos han dejado nuestros abuelos. Para profundizar más viajaba al campo, de donde es la música de donde están nuestros abuelos, aymaras, quechuas, a interesarme, a tocar con ellos, a hablar con ellos, para aprender la música, y a través de la música fui aprendiendo su cosmovisión, porque, como sabemos, todo está unido, no está separado, está todo unido, la cerámica, la música, el telar, todo, todo tiene ese pensamiento, de la dualidad, del complemento con el otro, del amor al otro, de ponernos en el lugar del otro, de ayudarnos entre nosotros.

Es importante ese pensamiento que nos han dejado nuestros abuelos: el Ayni. Eso fue lo que me alentó a seguir caminando, y bueno en Bolivia toqué con el grupo Collamarca, con Laya, vine con el grupo Markasata de allá a Buenos Aires. Acá también conocí al grupo Miti Maes, del que también fui integrante por más de veinte años, ahora estoy con el grupo Pura Vida. En todo ese trayecto compartí tanto escenarios y grabaciones con hermanos como el maestro Jaime Torres, con otro gran músico como León Gieco, grabamos, viajamos también, con Los nocheros también grabé, con Los Tipitos, tocamos también con Jacinto Piedra, Peteco Carabajal, Mercedes Sosa, bueno, músicos muy conocidos de acá, de la Argentina, Zuna Rocha… muchos músicos que a través del camino de la música, fuimos compartiendo escenarios y ahí los conocí tuve también la oportunidad de tocar y grabar con ellos.

Ese fue mi camino a través de la música, también eso me llevó a ser docente, como dicen, a transmitir, yo no quiero ser ni profesor ni maestro, me dicen profesor o maestro, pero yo soy más un transmisor de nuestra cultura porque eso es lo que me ha llegado. Yo fui aprendiendo porque me gustaba sin que hoy en día lo iba a transmitir. Pero es porque algo de eso me llena el alma, el instrumento, los sikus, me llenan el alma. Cuando escuché por primera vez ese sonido, cuando soplé es como que me invadió… y nunca más dejé de tocar, hasta hoy en día… y eso es lo que me hace conocer a muchos hermanos que andamos caminando en esto y seguir tejiendo este hermoso aguayo que nos une a todos, en las tradiciones, ceremonias de nuestros abuelos, en ese sentir, en ese pensar del amor al otro, siempre, esa es la mejor enseñanza que me dejan mis raíces.

Espera del sol:

Ceremonia:

Música de Pura vida, folclore andino:

 



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba