25/06/2021

¿Subrogación de vientres o explotación reproductiva?

Imagen de un hotel de la empresa BioTexCom dedicado a cuidar a bebés que no han podido ser recogidos por sus «surropapis» en mayo de 2020. en Ucrania ante la imposibilidad de viajar durante la pandemia  Fuente: El País.

Un tema complejo sobrevuela la agenda de noticias. El mismo es tratado con un abordaje superficial en los medios hegemónicos mientras en Argentina fue presentado un proyecto de ley, sin su pertinente debate en comisiones. La temática se difunde con una carga emotiva que muchas veces suele empañar el análisis. ¿Qué hay detrás de la subrogación de vientres? ¿Por qué hay tan poco análisis y debate al respecto? ¿Qué sucede con las mujeres gestantes? ¿Quiénes son? ¿Qué sucede con las personas nacidas bajo ese procedimiento? Una temática plagada de preguntas y la necesidad de indagar sobre lo que se presenta oculto. Por Ramiro Giganti (ANRed).


Una nota de entretenimiento sobre la farándula fue publicada en la revista Gente el pasado martes 22 de junio. En ella, la modelo Karina Jelinek cuenta “cuánto sale y cómo es el procedimiento para ser madre en Estados Unidos”. La nota recolecta declaraciones de la mediática modelo días anteriores en distintos programas televisivos en los que expresa que está con muchas ganas de convertirse en mamá y que lo hará siendo soltera mediante un tratamiento de maternidad subrogada, es decir, alquilando un vientre. La nota en cuestión informa, desde el relato de la protagonista, que el procedimiento tiene un precio de 70.000 dólares.

Más allá del exceso de frivolidad que pueda tener esa nota, el tema suele aparecer en los medios hegemónicos mostrando una sola voz: la de quienes acceden a dicho proceso desde la demanda. Es decir quienes alquilan el vientre. Se habla de Marley, Flor de la V, Ricky Martin, Luciana Salazar o Flavio Mendoza. También aparece, como noticia aislada, algún caso de personas que relatan la experiencia sin ser del “jet set” mostrando algún caso donde el procedimiento se realiza con alguien relacionado (una mujer lo hace por su hermana infértil, o una madre que lo hace por su hijo que vive en pareja con otro varón), o una amiga que lo hace por una pareja gay a quienes aprecia mucho y que se supone mantendría algún tipo de relación luego. Lo que nunca se informa es lo que sucede en el otro lado: en la mujer gestante. Una modelo, como puede suceder con esta noticia publicada en Gente, opta por el alquiler de vientre para así mantener su carrera sin dañar su cuerpo y poder ser madre sin que una cicatriz o secuela del embarazo y parto comprometa la estética de su cuerpo: en ese caso se contrata un cuerpo ajeno para «delegar el desgaste».

Nota publicada el pasado 22/6.

A mediados del año pasado, fue presentado un nuevo proyecto de ley que busca incorporar al Código Civil y Comercial como técnica de reproducción asistida, con el fin de cubrir un vacío legal. Dicho proyecto impulsado por la diputada Gabriela Estévez, y que lleva su firma junto a la de Cecilia Moreau y otras integrantes del Frente de Todos, El mismo consta de 10 artículos dedicados exclusivamente a modificar o incorporar artículos del Código Civil y Comercial. “Tanto a este proyecto (que actualmente es el único vigente) como a otros anteriores, lo venden como una práctica de reproducción asistida. Esto es una falacia, esto no es una práctica de reproducción asistida. La reproducción asistida ya tiene su propia ley que recae sobre el cuerpo de las mujeres involucradas”, sostiene María José Binetti, Doctora en Filosofía, Magister en estudios de las Mujeres y de Género, e investigadora adjunta del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Argentina), al ser consultada por ANRed.

“Cuando en el proceso reproductivo se utilicen gametos de terceros y/o se recurra a la gestación por sustitución, no se genera vínculo jurídico alguno con los terceros ni la persona gestante, excepto a los fines de los impedimentos matrimoniales en los mismos términos que la adopción plena”, finaliza el artículo 8 del proyecto de ley mencionado anteriormente. En el mismo se propone modificar el art. 575 del Código Civil y Comercial y esa sería la redacción final del mismo. Este fragmento del proyecto no es mencionado en la escasa cobertura mediática que tuvo, que busca presentar al mismo como una ley progresista, que iría de la mano con la conquista del matrimonio igualitario Allí, en el propio proyecto de ley, se encuentra la desmentida: no se trata de una asistencia a la reproducción sino de una transacción contractual que incluye a “terceros”, en este caso una persona gestante. Una delegación de la gestación.

“No  está asistiendo a nadie. Se está sobre medicalizando, sobre hormonando y forzando el cuerpo de una mujer sana que no necesita ninguna asistencia para reproducirse y a quien eventualmente lo podría necesitar, no se la está involucrando. Con lo cual no se gesta por sustitución, sino que se gesta por el propio cuerpo y, en este caso, quien supuestamente se va a reproducir no se encuentra involucrado/a en esta técnica. Asique no está asistiendo ninguna reproducción de nadie sino que está forzando el cuerpo sano de una mujer, complicándolo a nivel sanitario, de manera física y psicológica”, agrega María José Binetti en relación a este tema.

“Otra falacia es la vinculada al consentimiento de la mujer. Ahí no hay ningún consentimiento, lo que hay es un contrato. Cuando alguien firma un consentimiento lo puede revocar en cualquier momento, cuando se firma un contrato hay penas o sanciones cuando lo quiere rescindir. Una vez firmado el supuesto consentimiento, cuando el embrión está en el cuerpo de la mujer ella pierde su autonomía y pasa a quedar en manos de la empresa, el servicio médico o de la voluntad y el deseo de los surropapis (quienes contratan el servicio) que le dicen que comer, donde estar, que vacunas darse, como partir (que en general es por cesárea). Es decir que se viola la autonomía de esa mujer.  No hay consentimiento, lo que hay es un contrato firmado en el cual media un dinero, una compensación por el proyecto que es la compra de la voluntad de esa persona. Que haya dinero muestra que no hay un deseo ni una voluntad libre, sino una necesidad en una situación de vulnerabilidad y una explotación de esa necesidad”, concluyo Binetti.

Lo oculto

Muchas mujeres relatan el esfuerzo cuando se realizan un tratamiento por falta de fertilidad. Ese esfuerzo y consecuencias posteriores son una elección, ya que se trata de una decisión de la misma persona que pone el cuerpo. En el caso del alquiler de vientres, es otra persona quien expone su cuerpo y lleva a delante un embarazo mientras se somete en muchos casos a esos tratamientos, para luego ser despojada del bebé o la beba una vez nacida. “En la psicología lo que se busca es reforzar los vínculos, el apego, pero en estos casos se contrata a psicólogos y psicólogas para hacer todo lo contrario: romper por la fuerza un vínculo de madre a hija”, plantea durante una conferencia en 2017, la doctora en filosofía Alicia Miyares, quien en dicha conferencia recuerda a una mujer ucraniana en su séptimo mes de embarazo tras haber accedido al “alquiler” de su vientre recibe la pregunta sobre cómo va el embarazo: la mujer se toca la panza y con los ojos empañadas responde “es mío”. Detrás del festejo por una paternidad lograda luego de alquilar un vientre hay una historia tremenda: la de una mujer gestante.

En mayo del 2020, con el mundo confinado por la pandemia, una noticia sacó a la luz y exhibió un problema relacionado a dicho negocio en Ucrania. Un centenar de bebés se encontraban en un limbo esperando por sus padres legales: quienes habían contratado el servicio. Las imágenes parecían sacadas de una película distópica. En una se ven largas hileras de recién nacidos en sus cunas atendidos por varias mujeres. También les cambian el pañal o les dan un biberón, con las manos enguantadas. Son trabajadoras de una empresa de gestación subrogada de Ucrania y están al cargo de los bebés, nacidos durante el confinamiento por la pandemia, hasta que las familias extranjeras puedan ir a buscarles. “El costo de mantener a un niño ha bajado de 50 euros a 25”, sostiene un anuncio de BioTexCom, la mayor empresa de reproducción asistida de ese país. Ante cualquier búsqueda sobre “maternidad subrogada” en Google, lo primero que aparece son anuncios de dicha empresa, recién el cuarto o quinto enlace es una noticia o información sobre el tema que no supone un anuncio.

“La Clínica de Reproducción Humana BioTexCom ofrece servicios de Gestación Subrogada con el sede en Europa central (Ucrania, Kiev). La Clínica fue fundada en el año 2008. En aquel entonces, durante el primer año de su existencia fue realizada una cantidad récord de tratamientos de Infertilidad gracias a la Gestación Subrogada. Actualmente los especialistas de la Clínica prestan servicios a más de 110 pacientes a diario. Los pacientes de 37 países vienen a la Clínica de Reproducción Asistida para hacer realidad su sueño de ser padres”, informa el sitio web en castellano de la empresa. “El embarazo a los 60 años ya no es un mito, sino una realidad”, exclama un sitio publicitario de dicha empresa que, como se puede ver, también ofrece servicios de fertilización asistida. Un video promocional se presenta como una «paquete turístico» con todas las garantías para sus clientes. «Hay catálogos en donde se elige eugenésicamente, con la tendencia a que sean chicos de diseño sujetos a control de calidad» comenta Binetti. Tras 9 minutos de presentación el video promocional de BioTexCom informa que el cliente «puede elegir la donante».

Una pareja argentina se encontró con la situación de tener que viajar a buscar al bebé. TN difundió la noticia  entrevistando la pareja junto al bebé una vez destrabado el problema burocrático mostrando solamente la emoción de dicha pareja. Nadie sabe la historia de la mujer que expuso su cuerpo.

Llama la atención que nadie se pregunte al respecto. Que nadie se pregunte o indague con mediana profundidad qué podría llevar a una mujer a prestarse a semejante práctica exponiendo su cuerpo a un embarazo y luego un parto sin el deseo de ser madre. ¿Por qué no se cuentan esas historias? Una respuesta a medias deriva en un problema de fondo con una pregunta más amplia ¿por qué hay historias ocultas? ¿Quiénes son las “nadies” en un sistema patriarcal y capitalista?

 

Sobre la cosificación de la gestación

“Inadmisibilidad de la demanda. No es admisible la impugnación de la filiación matrimonial o extramatrimonial de los hijos nacidos mediante el uso de técnicas de reproducción humana asistida cuando haya mediado consentimiento previo, informado y libre a dichas técnicas, de conformidad con este Código y la ley especial, con independencia de quién haya aportado los gametos. No es admisible el reconocimiento ni el ejercicio de acción de filiación o de reclamo alguno de vínculo filial respecto de éste«, dice el artículo 9 del proyecto de ley anteriormente mencionado.

Se produce desde el lenguaje al hablar de “tecnificación” llamando “técnica” a una situación reproductiva. ¿Desde cuándo el embarazo y el parto es una técnica? Si fuera una técnica ¿las y los hijos serían productos?

“El embarazo no es una técnica, es un proceso natural que se da en el cuerpo de una mujer y no solo en su cuerpo sino también en su afectividad y en su unidad bio-psico-social, me parece fundamental marcar esto: las mujeres somos  una unidad integral de cuerpo, mente y cultura. No somos un envase ni un “cuerpo gestante” o un vientre suelto. Todo lo que acontece en nuestro cuerpo acontece en nuestra mente, en nuestra afectividad y en nuestros vínculos sociales”, sostiene Binetti.

Alicia Miyares recuerda que en California esta práctica es legal y se aplica desde los años 80 por lo que ya existen personas nacidas con más de 20 o 30 años. ¿Dónde están? ¿Por qué no se conocen sus historias? Miyares responde mencionando algunos ejemplos que se conocieron pero que no fueron difundidos de la misma manera, como el relato de una mujer de 30 años que en su adultez se dio cuenta que no tenía ninguna madre, ya que de sus dos madres, quien la crio no sentía apego con ella y su madre biológica negaba la condición tras haber sido forzada a gestarla y luego a desprenderse de ella.

En relación a las personas nacidas bajo este procedimiento existen colectivos en Bélgica y Alemania, formados por personas nacidas bajo el procedimiento de subrogación de vientre que se oponen a este procedimiento. En el año 2019, por primera vez la voz de personas nacidas por subrogación de vientre fue escuchada en la Organización de Naciones Unidas durante el 30 aniversario de la convención de los derechos del niño. Allí, desde su perspectiva denunciaron las violaciones a sus derechos  como el derecho a preservar su relación tanto con familiares sociales como biológicos incluida la madre gestante. Ese derecho aparece vulnerado por un contrato firmado previamente.

«Cuando hablan de que la legislación permite la regulación y así protege los cuerpos de las mujeres hay una contradicción so en el contrato lo que se hace es que una parte (la mujer gestante) renuncie a sus derechos«, comenta Myares. «Es como si a un hombre le hacen firmar un contrato con el Estado en el cual renunciase al derecho al voto de manera irrevocable», agregó. «No se puede aceptar una modalidad contractual donde se te exija renunciar a un derecho, por hoy será esto, pero mañana no sabremos cual pueda ser: ¿sobre el trabajo? ¿Sobre la educación? si abrimos esa puerta: adiós al estado social de derechos, Es el triunfo del neoliberalismo. Es el sueño neoliberal hecho realidad: que los derechos puedan ser revocados por contrato», alertó Miyares.

De algún modo esta alerta, esta «puerta que podría abrirse», no sería mas que un nuevo avance del capitalismo en la cosificación de las relaciones humanas y los cuerpos.



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