22/06/2021

Caso Atahualpa Martínez Vinaya: a 13 años de su asesinato, la justicia archivó la causa

Foto: Marcha

El 15 de junio de 2008, Atahualpa Martínez Vinaya, de 19 años, fue hallado sin vida con un balazo calibre 22 en la espalda, a las afueras de Viedma. A 13 años de su asesinato la justicia rionegrina, la misma que fue investigada por irregularidades en la investigación, decidió archivar el caso ya que considera que no hay pruebas suficientes para avanzar en la causa. Su familia continúa denunciando encubrimiento judicial. Por corresponsal popular, para ANRed.


“Era un joven muy solidario, con actitudes humanas profundas y muchos proyectos de vida”, lo recuerda Ricardo Vinaya, tío de Atahualpa. Aquel fatídico 15 de junio de 2008, le arrebataron la vida a un pibe de 19 años que cursaba su último año de secundario y pensaba irse a estudiar medicina a Cuba, ya que su madre había gestionado durante mucho tiempo una beca.

El pub Miloka era salida obligada para Atahualpa y sus amigos, y la noche del sábado 14 de junio de 2008 no fue la excepción. Unas horas más tarde, en la madrugada del domingo 15, en circunstancias que todavía se desconocen, a Atahualpa le efectuaron un disparo por la espalda (que entró por la axila) y lo arrojaron a un descampado, a 5 kilómetros del bar. Luego de agonizar al menos una hora, murió en soledad. 

Después de dos procesos judiciales, con sus respectivos acusados absueltos y una infinidad de irregularidades en la investigación, la justicia decidió dar por cerrado el caso y archivar la causa “por falta de pruebas”.

“Estamos sintiéndonos con una indignación terrible e impresionante. Esta justicia inoperante y negligente tiene un velo de impunidad y encubrimiento hacia aquellos que han cometido el asesinato de Atahualpa Martínez Vinaya”, aseguró Ricardo.

“La impotencia es grande porque es como que no podemos hacer nada contra tan gigante Poder Judicial que tiene murallas invisibles”, agregó frustrado pero con la templanza de quien, curtido, cargó por años el peso de la injusticia sobre los hombros.

Por el caso, la justicia procesó en 2012 a Felipe Carrasco, Carlos Morales Toledo y Belén Barrientos, pero dos años más tarde fueron absueltos, al cabo de dos juicios orales, “por falta de pruebas”. “Un primer juicio que realmente fue una parodia, no se avanzó en absolutamente nada”, dice el tío del joven asesinado.

Sin embargo, en aquel entonces Julieta Vinaya (madre de Atahualpa fallecida en 2018) pidió una Comisión Investigadora en el ámbito legislativo por evidentes irregularidades e impericias detectadas desde un primer momento en la investigación. Debido a ello, fue posible anular este primer juicio y buscar un segundo. Dicha Comisión tuvo serios cuestionamientos sobre el trabajo de la Policía, la fiscal Zágari y el entonces juez de Instrucción Carlos Reussi.

En 2012, una evidencia crucial en el crimen de Atahualpa salía a la luz: una campera con sangre había sido hallada en la casa de Felipe Carrasco, uno de los imputados absueltos, pero que pertenecía a Carlos Morales Toledo, otro de los sospechosos, quien reconoció la prenda como suya.  A pesar de que la pericia fue realizada en septiembre de 2008, recién la incorporaron al expediente en el año 2012. El examen señalaba la presencia de rastros de sangre, compatibles con las del joven asesinado.

Pese que para diciembre de 2008 la justicia ya disponía de los resultados de las pruebas de ADN de la campera, la familia de Atahualpa nunca fue notificada y recién en 2015 pudieron conocer que tanto Zágari como Reussi estaban al tanto del elemento probatorio desde julio de 2008.

A pesar de la contundente prueba, la defensa del acusado en cuya casa se encontró la campera logró, durante el juicio, que el allanamiento y secuestro de ese elemento quedaran invalidados por supuestas “fallas procesales”. Para 2018 era demasiado tarde. Un nuevo estudio de ADN, realizado con la última tecnología disponible, descartó que pueda identificarse rastros genéticos de los acusados en el abrigo.

Entonces, el Consejo de la Magistratura de la Primera Circunscripción de Río Negro inició sumarios a Reussi y Zágari por mal desempeño de sus funciones e incluyó también al ex fiscal Ricardo Falca, quien reemplazó por unos días a la mencionada instructora judicial. No obstante, Reussi quedó desligado del juicio político y Falca fue sobreseído, mientras que a Zágari la suspendieron por tan solo 50 días en diciembre de 2020, “un pequeño tirón de orejas para una persona que cometió una aberración” asegura Ricardo. 

“Acá de alguna forma están involucrados jueces, policía y políticos que tienen mucho poder de decisión por lo que no se pudo llegar a la verdad, porque no se puede entender cómo la actual jueza (Zágari), ocultó durante cuatro años la única prueba que podía haber llevado a la verdad”, opinó. 

A fines de abril de 2019, Carrasco y Morales Toledo fueron nuevamente  absueltos -Barrientos no fue acusada por la fiscalía- en  el segundo juicio. Durante el proceso, el tribunal decidió remitir al Ministerio Público Fiscal las actuaciones para que determine la posible participación de una persona que fue mencionada varias veces e identificado como “Leo” Mildenberger. Pero la decisión final fue pasar las actuaciones al archivo porque “no había elementos nuevos que involucraran a Mildenberger”

El motor fundamental de la lucha por el esclarecimiento del caso fue sin duda Julieta Vinaya, madre de Atahualpa. A Julieta, Al igual que Gualberto Solano, quien dejó la vida en la búsqueda de su hijo Daniel Solano, la mató el dolor, la espera y la falta de justicia. Enfermó y, poco a poco,  su salud se fue deteriorando hasta que falleció en octubre de 2018, mientras el asesinato de su hijo seguía -y aún sigue- impune.

Gualberto Solano y Julieta Vinaya

“Los sin nadie –como llamaba Julieta a este sector relegado de la sociedad estamos totalmente desamparados del Poder Judicial”, expresa el tío del joven mapuche-aymara.

Hace más o menos un mes, el padre de Atahualpa recibió por correo una notificación de la fiscalía donde le avisaron que el caso estaba totalmente cerrado por falta de pruebas. “Mandaron un papel, ni siquiera tuvieron la delicadeza de llamarnos en persona. La justicia es muy fría e inhumana”, aseveró Ricardo.

Y agregó: “Creo que tiene que haber una reforma judicial profunda, saber quiénes y cómo eligen  los jueces, porque los ciudadanos de a pie no saben cómo se eligen, y ni siquiera que es el consejo de la magistratura”.

 Sobre el final, Ricardo expresó: “Quiero honrar la figura de Atahualpa, un joven asesinado y para el que la justicia totalmente inoperante no tuvo el juicio de la verdad”,  y  también de Julieta,” una mujer que murió en el camino, enferma, a partir de la situación del asesinato, que en su caminar diario, encontrándose con murallas constantes en el laberinto casi sin fin de la justicia, por lo menos pudo entrar un poco en las entrañas del Poder Judicial”.



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