08/05/2021

Masacre de Budge: la ruptura del discurso hegemónico

El 8 de mayo de 1987, en la conocida “Masacre de Budge”, fueron asesinados por efectivos policiales en la esquina de Guaminí y Figueredo, los jóvenes Oscar Aredes, Agustín Olivera y Roberto Argarañaz. Este hecho fue el primer caso de movilización barrial denunciando el “gatillo fácil” después de la dictadura, y remarcando que la represión no había terminado con la vuelta a la democracia; mucho menos en los barrios más humildes y hacia los jóvenes trabajadores. Por Patricia Rodriguez para ANRed


Masacre de Budge, indica Sergio Cherco Smietniansky , abogado de CADeP, vino a romper el sueño ochentista del «Nunca más», también a denunciar que en el período democrático-institucional se seguían y siguen violando los Derechos Humanos, obviamente con características y modalidades diferentes respecto del genocidio anterior. Por otro lado, a esa rebelión popular se le sumó la visión del abogado Toto Zimerman, quien entendió que no se trataba de un hecho perpetuado por locos sueltos, ni que era un caso aislado, sino que constituía un claro ejemplo de violación a los Derechos Humanos. Tal aseveración produjo la desconfianza de muchos que le preguntaban: «bueno, pero esos chicos ¿eran militantes?» y él contestaba que eran tres chicos tomando cerveza en una esquina. Entonces comienza el planteo de «En algo andarán» o «Por algo será», resabios de la década anterior, por lo tanto, en los ochenta se reformula y direcciona el concepto sobre los Derechos Humanos.

Para Sergio «Cherco» Smietniansky , las políticas implementadas sobre «Gatillo fácil» no son indiscriminadas, todo lo contrario, son bien direccionadas hacia los jóvenes en particular y hacia los pobres en general, porque son el sujeto social que queda excluido de las políticas neoliberales, también son el sujeto potencial de la rebelión. Son la mano de obra que sobra, son los excluidos. Si bien en el 2001 hablar de «excluidos» era una obviedad, en los ochenta no se entendía el concepto.

Resalta Sergio Smietniansky que en aquellos años, en Budge surgen dos grandes enseñanzas, en principio, que la lucha popular siempre da su fruto. El hecho de que tres policías hayan sido encarcelados fue producto de la lucha popular que se mantuvo durante muchos años y el otro tema es que en cada caso de «Gatillo fácil» se responde con organización, porque no es una cuestión de una familia sola, tampoco es algo mágico que resuelve un abogado. Estos temas no son individuales y precisamente se trata de colectivizar el dolor y socializar la lucha para transformarla en una respuesta unánime que si» nos tocan a uno, nos tocan a todos» ya sea represaliados por políticas que criminalizan la protesta o criminalizan la pobreza que son los dos frentes a los que apunta el poder para mantenerse intacto.

A treinta años de la Masacre de Budge, todavía existe una continuidad en las políticas de «Gatillo fácil». Ningún gobierno del 87 a esta parte ha introducido modificaciones sustanciales. Sin embargo, la ruptura, respecto a lo sucedido en la Masacre de Budge es haber logrado romper el discurso hegemónico de que eran feroces criminales abatidos en enfrentamientos y demostrar que se trataba de una masacre. Entonces se logra revertir el concepto de que no hay víctimas culpables o víctimas inocentes sino que hay un estado que los ejecutó, en un país donde no existe la pena de muerte, por lo tanto, queda claro que el calificativo que sigue al de víctima es un error. De la misma manera, la ruptura que se origina luego de la Masacre de Budge es el aprendizaje de que es necesario generar organización, conciencia, unidad y lucha».



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