06/04/2021

Reino Unido extiende unilateralmente el periodo de gracia de la frontera del Mar de Irlanda

Imágen: Puerto de Larne, en Irlanda del Norte (Reino Unido), puesto de control fronterizo entre Reino Unido e Irlanda. Fuente: RTE

El 3 de marzo Reino Unido tomó la decisión unilateral de extender el periodo de gracia de la frontera del Mar de Irlanda hasta octubre, cuando estaba acordado con la Unión Europea que debía terminar en abril. Por Matias Cevilla (ANRed).


En el marco de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, popularmente conocida como Brexit (combinación de “Britain”, Gran Bretaña y “exit”, salida), uno de los puntos más espinosos en las negociaciones fue el del status de Irlanda del Norte, territorio del Reino Unido que comparte frontera terrestre con la República de Irlanda, esta última perteneciente a la Unión Europea.

Esto devino en un acuerdo plasmado en el Protocolo de Irlanda del Norte (Northern Ireland Protocol), que entró en vigencia el 1 de enero de este año. Este protocolo implica mantener abierta la frontera terrestre entre ambos países y evitar todo tipo de puestos fronterizos. De esta manera Irlanda del Norte, pese a pertenecer al Reino Unido, saliente de la Unión Europea, en la práctica permanece en el Mercado Común Europeo, al no tener aduanas terrestres que la separen de la República de Irlanda. No obstante, se implementaron aduanas en el puerto norirlandés de Larne, para controlar las mercancías circulantes entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, imponiendo de facto el Mar de Irlanda como frontera entre Reino Unido y la República de Irlanda, puerta de ingreso a la Unión Europea.

Imagen: Infografía del comercio entre Gran Bretaña e Irlanda. Fuente: BBC

Esta situación no está exenta de conflictos que datan de la división de Irlanda en dos países. La división de Irlanda en Irlanda del Norte y la República de Irlanda tuvo origen en 1921, cuando el Parlamento Británico aplicó el Acta de Gobierno de 1920, que daría lugar a la posterior creación de la República de Irlanda en el sur, región de mayoría católica, con Dublín como capital, mientras que la región del Ulster, con mayoría protestante y unionista (probritánica), permaneció bajo la égida británica con el nombre de Irlanda del Norte, con capital en Belfast. Curiosamente el bando católico, que pugna por la independencia de Irlanda, es históricamente progresista en relación al protestante. Al interior de Irlanda del Norte la sociedad aún se encuentra dividida entre unionistas y republicanos, sucesivamente identificados con las religiones protestante y católica. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX el Ulster fue escenario de diversos conflictos armados entre protestantes y la minoría de católicos, particularmente entre las fuerzas paramilitares unionistas probritánicas, y las fuerzas republicanas e independentistas del IRA (Irish Republican Army). Esta etapa de violencia política conocida como The Troubles formalmente tuvo su fin en 1998 con el tratado de paz que se materializó en la firma del Acuerdo de Viernes Santo. Informalmente los enfrentamientos prosiguieron en conflictos aislados y diversas manifestaciones, algunas no violentas, como grafitis, murales y otras expresiones artísticas que suelen decorar respectivamente los barrios protestantes y católicos en los que Belfast aún se encuentra dividida mediante los “muros de la paz”, murallas de cemento que tienen origen en las barricadas levantadas en pleno enfrentamiento durante la década de 1960.

Imagen: Mural republicano en Belfast

 

Imagen: Mural unionista en Belfast.

En los últimos días las protestas de los lealistas contra el Protocolo de Irlanda del Norte tomaron las zonas unionistas de Belfast y otras ciudades del Ulster con bombas molotov, ladrillos y fuegos artificiales, dejaron un saldo de 41 policías heridos.

En las zonas portuarias aparecieron graffitis con frases con amenazas contra los agentes de frontera como «All Border Post Staff are Targets» (todos los agentes de frontera son blancos).

Imágen: Grafiti con amenaza a los agentes de los puestos fronterizos en el puerto de Larne, Irlanda del Norte. Fuente: Larne Times

Luego del Brexit los protestantes unionistas de Irlanda del Norte se opusieron fuertemente a las aduanas portuarias porque no desean que su país sea tratado de manera diferenciada el resto del Reino Unido, incluso el Consejo de Comunidades Leales, un grupo vinculado los paramilitares lealistas del Ulster, le planteo a Arlene Foster, la Primera Ministra de Irlanda del Norte perteneciente al Partido Unionista Democrático (DUP, Democratic Unionist Party) la necesidad de retirarse del Acuerdo del Viernes Santo hasta que se retiren los controles de las fronteras del Mar de Irlanda.

Estos controles fronterizos se centran principalmente en productos alimenticios, para los que la Unión Europea tiene medidas estrictas. Con la excusa del aprovisionamiento, al acercarse la fecha de vencimiento del periodo de gracia, el Reino Unido tomó la decisión unilateral de externderlo hasta octubre.

Los actores políticos implicados se han pronunciado al respecto.

Simon Coveney, el ministro de relaciones exteriores de la República de Irlanda, reclamó acciones legales y afirmó que «no se puede confiar en el Reino Unido». 

Por su parte la Unión Europea afirmó que Gran Bretaña violó la legislación internacional por lo que inició acciones legales que podrían determinar que la Corte Europea de Justicia le imponga sanciones económicas.

El primer ministro Boris Johnson afirmó que su decisión se encuentra dentro del marco de la ley.

Desde la entrada en vigencia del Brexit las exportaciones británicas hacia la Unión Europea cayeron un 68%.

Con un aumento del apoyo al independentismo en Irlanda del Norte que ronda el 42%, las tensiones aumentan de cara a las próximas elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte en 2022.

Este acto de desobediencia de lo pactado sigue una larga tradición británica en las relaciones internacionales, orientada por el paradigma realista, donde prima el uso de la fuerza de los Estados por sobre los acuerdos y la legalidad del sistema internacional. Ante la imposibilidad fáctica de la Unión Europea de obligar a Gran Bretaña a cumplir con lo acordado, cuando le son perjudiciales, los pactos toman la forma de letra muerta rigiendo la ley del más fuerte. Esta mentalidad que tuvo su apogeo en la era del imperio británico se mantiene vigente y se concreta en las 10 colonias que tiene Gran Bretaña en la actualidad. Además de las Islas Malvinas: Anguila, Bermudas, Gibraltar, Islas Caimán, Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Montserrat, Pitcairn y Santa Helena.



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