16/03/2021

Conflictos en Ternium Siderar Canning y Tenaris SIAT Valentín Alsina: la ofensiva del grupo Techint

Continúa el conflicto en las plantas de Ternium Siderar Canning y Tenaris SIAT Valentín Alsina. En la primera, los trabajadores aguardan los resultados de las negociaciones en el marco de la conciliación obligatoria que vence hoy (16 de marzo), mientras que en la segunda, se suman reclamos ante las reiteradas violaciones al convenio colectivo y a la legislación vigente. Por Corresponsal popular para ANRed


Los conflictos en Tenaris y Ternium.

El conflicto en la planta de Canning se inicia cuando la empresa dispone el pago no remunerativo de los aumentos dispuestos por la paritaria nacional, alegando una situación de crisis. Esta modalidad de pago se estableció en una negociación de “rama 21” – es decir, la rama del Convenio Colectivo que establece las condiciones específicas del sector siderúrgico – adonde están encuadradas todas las plantas del grupo Techint, excepto la de Canning y de Valentín Alsina que se encuadran en la “rama 17”. Los trabajadores de Ternium – Canning rechazaron que la empresa se encontrara en situación de crisis: la producción prácticamente no se detuvo durante la pandemia y se realizaba una buena cantidad de horas extra. Junto con el rechazo a esta modalidad de pago, los trabajadores reclaman que se detenga la política de flexibilización, respetando la división de tareas entre efectivos y eventuales; y que todos los que trabajan el fin de semana perciban el pago correspondiente. Como represalia por no acatar el acuerdo, la empresa produjo casi 50 despidos.

La desconfianza frente a una dirección sindical que se limita a “bajar” acuerdos nacionales y desconoce los reclamos de las bases sindicales alimentó el conflicto. Se organizaron asambleas para exigirle a la organización sindical que lleve los reclamos de las bases a la mesa de negociación. La presencia en una asamblea del Secretario General de la seccional Avellaneda y Secretario Adjunto de la UOM nacional, Armando Leyes no fue suficiente garantía. Además, exigieron que cualquier información de lo negociado se respaldara y documentara oficialmente para garantizar su cumplimiento posterior. En la última semana, los trabajadores resolvieron volver al trabajo durante el período de conciliación obligatoria dispuesto por el Ministerio de Trabajo, luego de sufrir innumerables represalias que incluyeron los ya mencionados despidos, la intervención vergonzosa de un fiscal y la policía para dispersar una asamblea, el envío de telegramas intimidatorios, entre otras acciones. Esta prepotencia por parte de la empresa es la respuesta a la decisión de los trabajadores de mantener un estado de asamblea, virtual paralización de la producción y acampe en las puertas de la fábrica – medidas que la representación gremial no apoyó.

El conflicto en la planta de Valentín Alsina tiene más larga data, remite a marzo del 2020 cuando, en los inicios del Aislamiento, la empresa deja de pagar el “Premio de Producción” o “Premio Obrero” – un ítem salarial acordado hace más de 50 años que puede alcanzar hasta el 40% del salario. A esto se fue sumando que, en un contexto de baja producción, la empresa impuso planes de suspensiones que empeoraban cada vez más el pago e interpretó la normativa perjudicando notablemente a quienes estaban licenciados por presentar condiciones de riesgo (los mayores de 60 años, diabéticos, obesos, etc). A esto se suman escaramuzas cotidianas, como la de incorporar personal cuando está vigente un acta que establece suspensiones por el Art 223 de la Ley de Contratos de Trabajo, el intento de flexibilizar tareas y de que trabajadores de la construcción o de supervisión realicen las tareas que “corresponden” a los metalúrgicos. En los últimos días se sumó la suspensión del servicio de transporte privado que la empresa debe garantizar, como establece normativa sanitaria de prevención del COVID 19.

La comisión interna de la planta ha realizado diferentes medidas de visibilización, que incluyeron jornadas de difusión en la Plaza de Valentín Alsina, asambleas y choripaneadas en las puertas de la fábrica, concentraciones en el Ministerio de Trabajo y una marcha y concentración en las puertas del Edificio Catalinas, sede del Grupo Techint, en el barrio porteño de Retiro. Del mismo modo que los trabajadores de Canning, recibieron la noticia del pago no remunerativo del aumento dispuesto por la paritaria nacional como parte de un acuerdo entre la seccional Avellaneda de la UOM y la empresa.

Un repaso de la conflictividad en el año pandémico nos va a mostrar que Ternium y Tenaris, las empresas siderúrgicas del grupo Techint han estado avanzando sobre los salarios y las condiciones de trabajo de manera ininterrumpida. A los despidos en Tenaris Siderca (Campana) – sobre finales de 2019 – se sumaron, en tiempos de pandemia, despidos en las empresas tercerizadas, no renovación de contratos eventuales con los consiguientes despidos, la apertura de “Retiros Voluntarios”, la suspensión de premios y otros componentes de los salarios, la modificación de la jornada laboral y del sistema de turnos, entre otras situaciones que se fueron denunciando a lo largo del año. Idénticas políticas se dieron las empresas del Grupo Techint en sus plantas en América Latina.

En resumen: el grupo Techint busca sostener sus ganancias en el contexto de la crisis económica que se venía anunciando y que se profundizó por la Pandemia. Pero al mismo tiempo, deja planteadas políticas laborales que se profundizarán en el futuro: la implementación de nuevos sistemas de turnos, el uso de los acuerdos en el marco del articulo 223 (suspensiones) para adaptar de hecho la dotación de fuerza de trabajo a las necesidades inmediatas de la producción; la relativa disminución de puestos directos en relación con los tercerizados y contratados – y la disminución de empleos en general; son todas medidas que tendrán un impacto mucho más profundo en el mediano plazo.

La organización sindical y las eternas concesiones a los empresarios

Los conflictos en las plantas de Canning y Valentin Alsina no fueron los únicos que surcaron el año pandemico en las plantas del grupo Techint: en agosto de 2020, cansados del despido constante de trabajadores tercerizados y de la intransigencia de la empresa, la seccional de la UOM de Villa Constitución bloqueó las salidas de la planta. Sobre fines del año, delegados y trabajadores de Siderca se movilizaron al sindicato en contra de la creciente precarización laboral. Trabajadores de varias empresas tercerizadas se movilizaron frente a los despidos.

Los planteos absolutamente defensivos de estos grupos de trabajadores, de los delegados y de algunas conducciones seccionales, no parecen hacer mella en la dirección de la UOM, embarcada hace muchos años en una política de concesiones y colaboración con objetivos que, en el caso del Grupo Techint se fijan a escala global.

En este circuito, las consultas a los trabajadores, la circulación de información y el debate entre compañeros previo a los acuerdos no tienen lugar. Así, las potentes instancias de organización de base como las comisiones internas o los cuerpos de delegados, ven reducido su papel al de simples transmisores de definiciones ya tomadas. La Comisión Directiva de la UOM de Avellaneda, les da sistemáticamente la espalda a los reclamos de los trabajadores. Mediante calumnias y rumores intenta desprestigiar y aislar a los que se organizan, mientras hace silencio frente a las represalias y a la criminalización de las acciones gremiales – se recuerda que permitió la militarización de la planta de SIAM durante un conflicto sindical en 2018.

Los conflictos de Valentin Alsina y en Canning rompen la lógica impuesta a la negociación colectiva por los grupos empresarios concentrados. Al organizar sus propias demandas y las acciones colectivas para sostenerlas, muestran los límites de una política sindical basada en concesiones constantes a los empresarios en tiempos de crisis como los que vivimos.



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