17/02/2021

«Los ferroviarios no adherimos al duelo»

Ha muerto Carlos Menem. Desde las corporaciones mediáticas políticos, gobernantes y periodistas lo despiden como si fuera un prócer. Nosotros tenemos un balance diametralmente opuesto de sus diez años y cinco meses de gobierno. Después de haber prometido “el salariazo y la revolución productiva” durante la campaña electoral a un pueblo empobrecido por la hiperinflación, lo primero que hizo durante su gobierno fue aplicar tarifazos, autorizar una remarcación feroz de precios y sancionar con la una “mayoría automática” legislativa de sus diputados y senadores y el apoyo de la UCR, las leyes de “Emergencia económica” y “Reforma del Estado”. Como definió su flamante ministro de Relaciones Exteriores Guido Di Tella, su gobierno inauguraba un período de “relaciones carnales” con los gobiernos y las corporaciones económicas de Estados Unidos y su gobierno comenzaba a implementar las medidas dictadas por el denominado “Consenso de Washington”. Comenzaba una Segunda década Infame. Argentina se transformaba bajo su gobierno en una semicolonia de los Estados Unidos. Por Comisión Organizadora “Ferroviarios 1991.Una Lucha por la Dignidad de los Trabajadores”.


 

Durante su gobierno implementó la privatización salvaje de decenas y decenas de empresas del estado. Bajo las figuras jurídicas de “privatizada” o “concesionada” remató a precio vil las empresas estatales de energía, telecomunicaciones, transporte, bancos provinciales, nacionales y los canales de televisión. Privatizó el régimen previsional creando las AFJP. Desfinanció la Educación y la Salud Públicas Estatales, favoreció el crecimiento de las instituciones de educación y salud privadas. Implementó una política de desindustrialización masiva provocando la quiebra y cierre de fábricas.

Autorizó la creación de puertos privados que potenciaron el contrabando y la subfacturación de exportaciones, que se ha agravado bajo el gobierno de Macri y hoy constituye una pesada herencia.

La Deuda externa se duplicó, favoreciendo la fuga de capitales y el enriquecimiento de banqueros, empresarios y terratenientes. Autorizó el paquete de “soja transgénica y agrotóxicos” impulsada por Monsanto. Estableció las bases jurídicas de la “Megaminería a cielo abierto” que dinamita cerros y envenena los ríos del país.

Impulsó el contrabando de armas de guerra a países latinoamericanos en conflicto. El atentado terrorista en la Fábrica Militar de la ciudad de Río Tercero por el expresidente fue juzgado. Indultó a los genocidas de las Juntas militares del proceso. Así, Videla, Massera, Agosti, entre otros asesinos y torturadores condenados cinco años antes recuperaron su libertad. Su abrazo con el Almirante Rojas, golpista y represor del movimiento obrero y el pueblo, masacrador de valiosos compañeros de la Resistencia peronista, fue otro de los símbolos de su gobierno.

Las consecuencias sociales de su política económica, expresada fundamentalmente por el “Plan de Convertibilidad”, que endulzó los oídos de una parte importante de la población (con la falsa premisa de que “el país ingresaba al llamado primer mundo) fue un país de “Tierra arrasada”. Una especie de genocidio social. Centenares de miles de trabajadores perdieron su empleo. Gran parte de ellos no pudieron reinsertarse laboralmente al sistema formal, es decir con “trabajo en blanco”. Se instaló legalmente la precarización y la flexibilización laboral. El trabajo informal o “en negro” creció de una manera catastrófica, llegando al 35 %. La desocupación “estructural”, permanente, desconocida en la Argentina durante décadas, creció exponencialmente. La pobreza y la indigencia llegaron a niveles espeluznantes.

Millones de trabajadores no pudieron obtener su jubilación. Muchos compañeros jubilados fallecieron prematuramente a causa de sus haberes miserables. Algunos de ellos, en su desesperación, se suicidaron.

Un capítulo aparte merece la política ferroviaria menemista. Fue un verdadero “Ferrocidio”. El cierre ramales (y de centenares de estaciones ferroviarias) y del servicio de transporte de larga distancia, el vaciamiento y reducción de servicios de media distancia, el cierre de talleres y almacenes ferroviarios, la privatización del transporte de cargas, la concesión del servicio de trenes urbanos (metropolitanos) entregándoselos con jugosos subsidios a las empresas propietarias del transporte automotor. La Red ferroviaria (ya disminuida por planes anteriores) volvió a sufrir un drástico recorte: de 38.000 km se redujo a 7.000 km, que dio como resultado la desaparición de pueblos enteros. La cesantía de 80.000 trabajadores y trabajadoras ferroviarias.

Todo esta política de vaciamiento del país, de recolonización de la Argentina por el imperialismo yanki, fue resistida por una parte importante de los trabajadores.

En el Ferrocarril, frente a la traición de los dirigentes sindicales burocráticos enquistados en los gremios nacionales de La Fraternidad, la Unión Ferroviaria y ASFA (señaleros), que al venderse al gobierno se transformaron directamente en carneros, rompehuelgas o crumiros, la resistencia se organizó desde las bases ferroviarias.

Los ferroviarios comenzamos a enfrentar las políticas del gobierno menemista desde los primeros meses.

La famosa frase, “Ramal que para, ramal que cierra” fue el grito de guerra de Menem con el que, en una burda imitación a una de sus “ídolas”, la primer ministra británica Margaret Thatcher, quiso disciplinar a las primeras seccionales “rebeldes” de La Fraternidad, que pararon en noviembre de 1989 por aumento salarial. El gobierno dispuso la cesantía de algunos huelguistas. Su grotesco “grito de guerra” se debe haber transformado en una mueca de dolor cuando las seccionales rebeldes redoblaron la apuesta, realizando un paro activo con mayor masividad. Y junto a ferroviarios de otros sectores y gremios ferroviarios se convocó a marchar a la sede de la CGT Azopardo. Centenares de ferroviarios ocupamos el “salón Felipe Vallese”, recinto sagrado de la crema de la burocracia sindical, y exigimos el apoyo de la conducción cegetista a la lucha por la reincorporación de los cesantes.

 

“Ramal que para, ramal que abre” fue el título de tapa del diario “Pagina 12” cuando el gobierno tuvo que retroceder y reincorporar a los huelguistas.

En enero de 1990 creamos la Coordinadora Interseccional Ferroviaria, con 70 seccionales de los 4 gremios ferroviarios, para enfrentar 4 medidas del gobierno nacional que decretaban el cierre de ramales de media distancia, los traslados compulsivos de ferroviarios/as a la DGI (actual AFIP) y despidos “encubiertos”. Parte del Plan de lucha que desarrollamos incluyó la organización de “los Trenes de la Resistencia” durante las primeras semanas de febrero, que consistieron en la realización de actos conjuntos de ferroviarios y el pueblo, en las estaciones de cada ciudad de la provincia de Buenos Aires al momento de la llegada del tren.

El 20 de febrero se realizó la marcha convocada por la Coordinadora a Plaza de Mayo. Más de 20.000 ferroviarios, docentes, trabajadores de la salud, estatales congregó la concentración en Plaza de mayo, cuando confluyeron las columnas que marcharon por las calles desde las distintas Terminales ferroviarias de la Capital Federal, y los y las empleadas tiraban papelitos desde las oficinas y aplaudían, “Parecía que éramos el Seleccionado de Fútbol Argentino entrando a la cancha a disputar la final del Mundo” afirma hoy un compañero. Ese nivel de apoyo y aceptación tenía nuestra lucha entre entre los sectores populares.

Para el 1° de Marzo, Día de los Ferrocarriles, la Coordinadora convocó a una concentración en el Congreso nacional. Esta concentración derivó en la ocupación por la fuerza, por parte los ferroviarios, de las instalaciones y galerías del Congreso, exigiendo a los legisladores la sanción de una ley que derogara los 4 decretos menemistas.

Gran parte del año 1990 estuvo atravesado por paros de las seccionales rebeldes de La Fraternidad exigiendo aumento salarial. Al mismo tiempo crecía la organización de las bases y la participación de los jóvenes rebeldes, una nueva generación de luchadores fraternales eran electos en comisiones ejecutivas de las seccionales.

Es este extraordinario proceso de luchas el que posibilitó que un grupo de seccionales fraternales de varias líneas ferroviarias, reunidas en la Seccional Kilo Uno del Ferrocarril Roca (ubicada en Plaza Constitución), con mandato de asambleas de sus bases, resolviera un Plan de lucha con paros escalonados que comenzarían el 5 de febrero de 1991 con un paro de 24 horas. La lucha continuó con un paro de 48 horas, convocado para el 13 y 14 de febrero. Las cesantías masivas del gobierno a los huelguistas hicieron que esta medida se transformara en paro por tiempo indeterminado por aumento salarial y la reincorporación de los cesantes. Comenzaba a escribirse una nueva página, una heroica lucha contra uno de los gobiernos más entreguistas de la historia de nuestro país. La huelga paralizó totalmente cuatro líneas ferroviarias y parcialmente las dos restantes durante 45 días. Lucha que dió lugar al surgimiento de organizaciones sindicales democráticas, el Plenario de Seccionales Rebeldes y la Comisión de Enlace. Lucha que el gobierno de Carlos Saúl Menem no pudo quebrar.

 

“Treinta años después”

El 14 de febrero del año 2021, fallece Menem. Gozó de total impunidad durante décadas. Fue protegido hasta el final por los dueños del mundo y de la Argentina.

El suyo fue un gobierno ultracorrupto. Una cueva de ladrones.

La fortuna personal de Carlos Menem se estima en alrededor de 3.000 millones de dólares, celosamente guardados en paraísos fiscales. En diez años de gobierno se transformó en uno de los hombres más ricos de la Argentina.

Menem no pasó un solo día, desde que dejó la presidencia en 1999, en la cárcel.

Algunos genocidas del proceso tuvieron una muerte justa. Videla murió sentado en el inodoro de la celda que ocupaba en una cárcel del servicio penitenciario bonaerense. El pueblo de Mercedes, donde este dictador siniestro tuvo su infancia, rechazó que fuera enterrado en el cementerio local. Jorge Rafael Videla no tuvo ni tendrá la paz de los sepulcros. Carlos Saúl Menem murió en una clínica de lujo. Para ricos. Rodeado de sus familiares. Hoy es llorado por algunos gobernantes y políticos, por la gran burguesía y las corporaciones mediáticas que se enriquecieron bajo su gobierno. El Gobierno Nacional decretó tres días de duelo.

Nosotros, los ferroviarios que enfrentamos durante varios años al gobierno neoliberal NO ADHERIMOS AL DUELO NACIONAL POR ESTE PERSONAJE NEFASTO!!

Nosotros no lo lloramos. La muerte no dignifica a quien en vida fue un personaje siniestro. No lloramos por la muerte de Carlos Saúl Menem. Consideramos, como escribió el poeta que: “Ha muerto un muerto de Mierda!!



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